La ley francesa que penaliza el negacionismo del genocidio armenio, aprobada por el Parlamento el pasado mes de febrero en medio de las airadas protestas de Turquía, ha sucumbido al examen del Consejo Constitucional. El máximo órgano jurídico-político francés en materia constitucional, al que habían recurrido 140 parlamentarios de la Asamblea Nacional y el Senado de diferentes partidos políticos, rechazó la ley por considerarla contraria al derecho a la libertad de expersión consagrado en la Constitución.
“El Consejo ha juzgado que reprimiendo la contestación de la existencia y la calificación jurídica de crímenes que él mismo habría reconocido y calificado como tales, el legislador ha cometido un atentado contra el ejercicio de la libertad de expresión y de comunicación”, señaló el organismo en un comunicado. La ley ahora censurada calificaba como delito la negación pública de un genocidio reconocido como tal por la ley francesa y establecía penas de hasta un año de prisión y 45.000 euros de multa.
Aunque de formulación genérica, la ley había sido pensada para perseguir penalmente el negacionismo del genocidio armenio, reconocido como tal en una ley del Parlamento francés aprobada el 29 de enero de 2001. Turquía niega que las masacres cometidas contra la comunidad armenia en la penñinsula de Anatolia entre 1915 y 1917 –con un número de víctimas que oscila, según las fuentes, entre 500.000 y 1,5 millones– fueran un genocidio.
El dictamen del Consejo no impugna la ley de declaración del genocidio armenio ni cuestiona tampoco –como temían algunos– la ley Gayssot de 1990 que persigue las declaraciones racistas, xenófobas y antisemitas y, también, le negación del Holocausto. No ha sido así. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, encargó ayer mismo al Gobierno la elaboración de un nuevo proyecto de ley que tenga en cuenta las considetraciones del Consejo.
“Una oportunidad de enorme calado”. Así definió el ministro turco de Exteriores, Ahmet Davutoglu, el dictamen, informa Ricardo Ginés desde Estambul. “Es una oportunidad para que armenios y turcos, dos pueblos que históricamente han compartido mucho sufrimiento, ahora se abracen”, recalcó.
Nada más conocerse la noticia Davutoglu se personó ante los medios turcos para dar a conocer su felicitación al Constitucional francés. Y es que no sólo Ankara respiraba ayer aliviada si no que, sobre todo, se veía reafirmada en su postura.
El Ejecutivo que lidera el primer ministro Recep T. Erdogan ve en la ley francesa, ahora abortada, no más que una maniobra política instrumentalizada por el presidente Nicolas Sarkozy con fines electoralistas. Cuando el proyecto de ley fue aprobado, Ankara se apresuró a congelar las relaciones bilaterales en materia militar, política y económica. Ayer, empero, se mostró dispuesta a reconsiderar esta situación.
El alivio mostrado por Ankara ayer llega en un momento de un intenso debate doméstico relacionado también con el contencioso armenio en Turquía. Desde hace una semana hay un gran revuelo por la aparición de grandes carteles a pie de calle en Estambul con el lema “La mentira de los armenios no quedará en silencio”. La protesta, secundada por varios miles de ultranacionalistas e islamistas, recorrió el domingo las calles de Estambul. Aparte de otros lemas racistas, se podrían leer eslóganes del tipo “Todos somos armenios, todos somos bastardos” o “Sois armenios, sois invasores, sois asesinos” como condena al asesinato de cientos de azerís a manos de armenios en 1992. La marcha contó con la presencia del ministro del Interior turco, Idris Naim, algo que ha desatado las críticas.
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