domingo, 17 de julio de 2011

La fuerza escondida

“Aprieta los dientes y sonríe”, le instó el entrenador del equipo nacional francés de natación sincronizada a Christine Lallouette, una adolescente seria y cumplidora que el año anterior, 1971, se había erigido con 15 años en vicecampeona de Francia de la especialidad y acababa de pasar a integrar la selección nacional. “Aprieta los dientes y sonríe”, es la máxima que aquella joven, devenida hoy una mujer madura de 55 años llamada Christine Lagarde –el apellido de su primer marido-, se sigue aplicando a rajatabla. De aquellos años en que practicó deporte de alta competición, la nueva directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI) conserva un puñado de valores que han guiado su exitosa carrera profesional y política: exigencia, rigor, espíritu de equipo, resistencia y voluntad. Una formidable voluntad.
Christine Lagarde ha sido una mujer pionera. Primera mujer -y además, extranjera- en presidir el potente y prestigioso gabinete de abogados norteamericano Baker & McKenzie de Chicago. Primera mujer en dirigir el Ministerio francés de Economía, donde -con cuatro años de mandato- se ha erigido asimismo en una de las titulares más longevas. Y, ahora, primera mujer –y además, no economista- en dirigir el FMI. “Si soy elegida –prometió cuando presentó su candidatura- aportaré toda mi experiencia como abogada, dirigente de empresa, ministra y mujer”. Como mujer, sí. Porque Lagarde, aún sin enarbolar constantemente su condición femenina, está lejos de asumir los códigos de conducta masculinos. Preguntada por la periodista Christiane Amanpour en la ABC sobre la forma que las mujeres tienen de ejercer el poder, respondió: “Inyectan menos líbido y testosterona en la ecuación”. Dama, sí. Pero no de hierro.

Franca, honesta, sensible, reservada y púdica, ajena a los juegos cortesanos y alérgica a las zancadillas en la oscuridad de los despachos, lo que más llama la atención de la trayectoria política –que no profesional- de Lagarde es finalmente su éxito. Inexperta y poco dotada para la camorra, sus inicios en política estuvieron llenos de sobresaltos y tragos amargos. Más de una vez a punto estuvo de quedar tirada en la cuneta. Hasta que llegó la crisis. Y ahí demostró toda su valía. “Las mujeres son como las bolsitas de té –dijo una vez-, revelan su fuerza cuando se las sumerge en agua”.

Christine Lagarde era una reputada, y muy bien remunerada, abogada cuando la política llamó a su puerta bajo la seductora voz de Dominique de Villepin un 30 de mayo de 2005. “¿Puedo tomarme un tiempo para pensarlo?”, preguntó Lagarde al entonces primer ministro que le acababa de ofrecer dirigir el Ministerio de Comercio Exterior. La réplica del jefe del Gobierno francés, según explican Cyrille Lachèvre y Marie Visot en su biografía de la directora del FMI, fue perentoria: “Tómese todo el tiempo que quiera, pero yo no colgaré el teléfono hasta que me dé una respuesta”. Naturalmente, fue sí.

Al dar ese paso, Lagarde cerró la puerta a 18 años de dedicación a la abogacía en Baker & McKenzie, inmenso gabinete multinacional –con 3.750 letrados y 69 oficinas en todo el mundo- en el que empezó a trabajar en 1981 en su delegación francesa y donde fue ascendiendo en el escalafón hasta llegar a ser elegida, en octubre de 1999, con 43 años, presidenta de su comité ejecutivo. Una experiencia que formateó su manera de pensar y que la convirtió a un liberalismo -eso sí, “atemperado”- muy alejado de la tradición intervencionista francesa. En Chicago la recuerdan todavía con cariño y admiración. “Desde que se unió a Baker & McKenzie, Christine Lagarde demostró las cualidades esenciales de un líder excepcional, inteligencia, diplomacia, humanidad, y aún más. Tenía una perspectiva global y se sentía en casa en todas las culturas y países. Sabía escuchar y construir consensos, algo determinante. Era cálida, simpática y abierta, mostrando constantemente buen talante y humanidad”, resume hoy Eduardo Leite, que coincidió con Lagarde en el comité ejecutivo y ocupa ahora la presidencia.

Si Lagarde entró en Baker & McKenzie es porque cuando empezaba fue el único gabinete de abogados, de los varios a los que envió su currículum, que la tomó en serio. La hoy directora del FMI, que había fracasado por dos veces en su intento de ingresar en la elitista Escuela Nacional de Administración (ENA) –cuyos alumnos copan la política francesa y los puestos de dirección del Estado-, había estudiado Ciencias Políticas y Derecho. Y B&M fue el único que le ofreció perspectivas de progreso profesional. Pero, en realidad, su vinculación con Estados Unidos data de antes.

Nacida el 1 de enero de 1956 en París, Christine Lagarde procede en realidad de una familia de clase media de provincias. Su padre, Robert Lallouette, era profesor de inglés en la Universidad de Rouen, y su madre, Nicole Carré, profesora de letras en un instituto de enseñanza media. La mayor de cuatro hermanos, la futura ministra de Economía se crió en la ciudad portuaria de El Havre (Normandía) en el seno de una familia de sensibilidad social-cristiana –su padre tuvo relación con Pierre Mendès-France y Jacques Delors-, que le inculcó los valores de la religión –Christine Lagarde se confiesa creyente- y le proporcionó una educación esctricta.

La disciplina, el valor del trabajo, el sentido del deber y una cierta austeridad integran su carácter desde la infancia. Elegante y muy atenta a su imagen –su pasión por las joyas le ha valido no pocas puyas de la oposición de izquierda-, Lagarde sin embargo se exhibe poco y rehúye los acontecimientos mundanos. Se acuesta tarde –alrededor de medianoche- y se levanta pronto –hacia las 6-, y dedica la primera hora de la mañana a realizar ejercicios de yoga. Con un cuerpo fibroso y espigado de nadadora -mide 1,80-, la directora del FMI sigue una estricta disciplina física. Hace ejercicio regularmente -todavía practica la natación, a la que ha añadido el submarinismo-, no fuma, no bebe alcohol –ni siquiera vino-, no come carne… Sólo se deja tentar por el chocolate.

La vida de la joven Christine Lallouette basculó en 1972, cuando una enfermedad se llevó prematuramente la vida de su padre a los 41 años de edad. Al año siguiente, acaso  por necesidad de poner un océano de por medio, cogió las maletas. Tras conseguir su título de bachillerato, con 17 años, cruzó el Atlántico aprovechando una beca del American Field Service (AFS) para estudiar y graduarse en la Holton Arms School de Bethesda, junto a Washington, una selecta escuela femenina por la que pasó Jacqueline Kennedy. La divisa del centro, “Inveniam viam aut faciam” -una frase atribuida al general cartaginense Aníbal cuando se disponía a cruzar los Alpes para lanzarse sobre Roma- es toda una declaración de principios: “Yo encontraré el camino, o abriré uno”.

Christine Lagarde se abrió camino, sin duda, pero no sin sacrificios personales. Su aventura americana en el gabinete Baker & McKenzie en Chicago, que hoy podría juzgarse como una lógica continuidad, le supuso separarse de sus hijos, Pierre-Henri y Thomas, a quienes -todavía de corta edad- dejó en Francia junto a su padre, Wilfrid Lagarde, con quien contrajo matrimonio en 1982 y de quien se divorció pocos años después. La separación de sus hijos, que hoy tienen 23 y 21 años –uno trabaja en Apple y el otro estudia arquitectura-, le inoculó un profundo sentimiento de culpabilidad. Su carrera profesional también se ha cobrado un caro peaje en su vida sentimental. Una segunda relación, con un empresario británico, Eachran Gilmour, a quien conoció cuando trabajaba en Estados Unidos, tampoco sobrevivió. “Los hombres de mi vida han tenido dificultades para aceptar mi éxito”, se lamentó en una ocasión. Desde finales del 2006 mantiene una relación con un empresario marsellés, Xavier Giocanti, que deberá afrontar ahora la exigente y arriesgada prueba del alejamiento.

De regreso en Francia, en 2005, la superabogada de Chicago devino de la noche al día una novicia de la política, donde sus primeros y balbucientes pasos estuvieron plagados de tropiezos y contratiempos. Su franqueza, vista como falta de sutileza política,  le causó enormes disgustos. Su manera de pensar, a la anglosajona, también. Sucesivos patinazos le acabaron granjeando el sobrenombre de “Madame La Gaffe”.

Tras dos años en el Ministerio de Comercio Exterior, una vez elegido presidente de la República, Nicolas Sarkozy -con quien comparte una sincera admiración por Estados Unidos- la rescató en 2007 para conducir la cartera de Agricultura. Sólo duró un mes. La remodelación del Gobierno causada por la salida a Alain Juppé tras su derrota electoral en las legislativas de junio de ese año, la catapultó a Bercy. “Es un Ferrari”, dijo de ella elogioso el presidente francés tras atribuirle el Ministerio de Economía. El principio, sin embargo, fue duro. Y Sarkozy estuvo tentado en varias ocasiones de prescindir de ella. Hasta que explotó la crisis financiera en 2008.

Lo mejor de la abogada Christine Lagarde se destapó ahí. Sus contactos internacionales –fue la única personalidad francesa a la que el entonces secretario del Tesoro norteamericano Henry Paulson, al que llama Hank, se le puso al teléfono- y su absoluto dominio del inglés –una competencia que escapa a numerosos políticos franceses- revelaron su auténtico valor a un Sarkozy anonadado por la complicidad que su ministra estableció con el entonces presidente norteamericano George W. Bush en una reunión crucial celebrada en octubre de ese año en Camp David.

No se trata, desde luego, sólo de una cuestión de contactos y de capacidad lingüística. Su inteligencia, su capacidad de trabajo, su rigor, su resistencia, su disposición a escuchar, su falta de arrogancia, su habilidad para conciliar posiciones enfrentadas, su vocacional optimismo… han hecho de Lagarde estos dos últimos años una pieza clave en las negociaciones multilaterales para evitar un crack mundial, primero, y para salvar la zona euro, después. Aptitudes que va a seguir necesitando, y mucho, al frente del FMI. En plena tormenta financiera, bajo la presidencia francesa de la Unión Europea, Lagarde pasó una ficha con varios consejos a sus homólogos europeos sobre la forma de abordar y conducir las reuniones para extraer el máximo provecho. La última recomendación era: “Conservar la sonrisa”.

El síndrome de Astérix

Estamos en el año 52 antes de Cristo. Casi toda la Galia está ocupada por los romanos. ¿Toda? ¡No! Un ejército de 80.000 hombres procedentes de diversas tribus coaligadas y liderado por el carismático jefe Vercingétorix resiste todavía al invasor, acantonado en Alesia. Pero entre sus filas no hay ningún Astérix ni Obélix, ni ningún druida con una poción mágica. Al mando de una docena de legiones, el futuro emperador Julio César pone sitio a la ciudad y al cabo de varias semanas y de duros combates inflige una derrota definitiva a los rebeldes galos. Se acabó. Algunos choques esporádicos después, la pax romana se impone inexorablemte en la Galia.

La batalla de Alesia es un momento fundador de Francia, que empieza a nacer justamente en el momento en que entierra sus raíces. Elevado al altar de los mitos patrios a partir del siglo XIX, la figura de Vercingétorix se ha integrado en la leyenda nacional francesa cual padre fundador, como si no hubiera sido justamente su derrota la que dio nacimiento a la futura nación francesa. Francia, su cultura y su lengua, son más romanas que galas. ¿Quién hablaría hoy francés si hubieran vencido los bárbaros?

El “síndrome de Asterix”, al que alude el ensayista Alain Minc en su personal “Una historia de Francia” –que arranca con un capítulo significativamente titulado “La suerte de ser colonizado”-, lo debe casi todo a Napoleón III. El emperador fue quien impulsó el culto nacional a los ancestros galos, presentados como la quintaesencia del espíritu patriótico. Y a él se deben las excavaciones arqueológicas emprendidas entre 1860 y 1865 en Alise-Sainte-Reine, en Borgoña, declarada oficialmente desde entonces como el emplazamiento original de la antigua Alesia. “La Galia unida, formando una sola nación, animada por el mismo espíritu, puede desafiar el Universo”, reza la inscripción grabada en la base de la gran estatua erigida allí en memoria de Vercingétorix.

Un gran museo-parque, destinado a alimentar el mito –y de paso atraer el turismo nacional-, debía haberse inaugurado esta primavera en Alise-Sainte-Reine, impulsado por el consejo general del departamento de Côte-d’Or. Aplazada la apertura a la primavera del 2012 por problemas en la obra, la fiesta pretende ser aguada por unos cuantos insumisos que rechazan la localización oficial del sitio histórico.

Candidaturas a albergar Alesia ha habido varias a lo largo del siglo XIX y XX. Pero la más correosa ha sido sin duda la que forman Syam y Chaux-des-Crotenay, en el Jura, que han conseguido volver a remover recientemente –a través de libros y reportajes- esta vieja polémica. Los defensores de esta opción sostienen que ninguno de los restos hallados en Alise-Sainte-Reine son concluyentes y alegan, basándose en los estudios realizados a partir de los años sesenta por el arqueólogo André Berthier –que comparó las descripciones de Julio César en Bello Gallico con la cartografía militar-, que Alesia estaba a orillas del Lemme y el Saine y no del Oze y el Ozerain.

Disputa de campanario, la querella deja traslucir sin embargo un renovado interés por las raíces francesas y los fundamentos históricos de la identidad nacional, colocada en el centro del debate por Nicolas Sarkozy en 2007. Y, en este contexto, por la legendaria figura del galo irreductible, a la que el Gobierno francés ya recurrió hace dos años en una campaña institucional en defensa de su política de disuasión nuclear. Esto es, de la bomba atómica. En aquella ocasión no fue Alesia el símbolo escogido, sino Gergovie, una batalla precedente en la que Vercingétorix venció y humilló a César.

Aún romanizados, hay quien observa –o cree ver- en los franceses de hoy algunas inclinaciones heredadas de aquellos galos tan bravos y belicosos como brutos, incultos y supersticiosos. Desconfiados y temerosos, siempre a la defensiva, contestatarios, insumisos, individualistas, parapetados en sus certidumbres y en sus miedos, orgullosos de su diferencia y con la acusada sensación de estar solos –y tener razón- frente al resto del mundo… así son, o así parecen, los franceses. La presencia de estos rasgos de la personalidad colectiva es designada como el “síndrome de Astérix”. Hay que admitir que, a veces, algunos de sus debates parecen a la mirada extranjera tan incomprensibles como a los legionarios de los campamentos de Babaorum, Laudanum y Petibonum las extravagantes costumbres de la aldea gala imaginada por Goscinny y Uderzo.

viernes, 15 de julio de 2011

Luto en los Campos Elíseos

Presentes en una decena de teatros de operaciones, con 12.000 soldados desplegados en todo el mundo, las unidades del ejército francés movilizadas en operaciones internacionales estaban llamadas a ser las protagonistas de los festejos del 14 de Julio de este año. Los pilotos que intervienen en Libia, los soldados enviados a Afganistán y Costa de Marfil, tenían ayer un lugar destacado en el desfile militar por los Campos Elíseos, y por primera vez heridos en combate y sus familias se sentaban en la tribuna de la plaza de la Concordia. Para subrayar este homenaje, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, visitó por la mañana a soldados ingresados en el hospital militar de Percy y después ofreció un almuerzo en el Elíseo – el otrora multitudinario garden party se acabó definitivamente- a un grupo de 14 militares comprometidos en operaciones en el extranjero y sus cónyuges. Pero lo que tenía que ser una fiesta estuvo teñida de luto.
La muerte, el miércoles, de cinco soldados franceses en un atentado suicida en Afganistán, a la que se añadió ayer una nueva baja en ese mismo país, ensombreció la celebración de la Fiesta Nacional y ha sumido al Ejército en un estado de abatimiento. La perspectiva de una próxima retirada -1.000 soldados serán repatriados de aquí a finales del 2012 y todas las fuerzas habrán sido retiradas en 2014- atiza la sensación de que todas las muertes que haya de aquí a entonces habrán sido en vano. En consecuencia, las voces de quienes piden que se acelere la retirada crecen.

Los soldados desfilaban todavía por los Campos Elíseos cuando se conoció la baja –la que hace el número 70- de un comando de marina en un enfrentamiento armado con insurgentes en el valle de Alasay, de nuevo en la provincia de Kapisa. El soldado muerto formaba parte de una patrulla mixta de tropas francesas y policías afganos que fue atacada por dos grupos de rebeldes poco después del alba, hacia las 5 hora local. Fue necesaria la intervención de un cazabombardero, varios helicópteros y piezas de artillería para rescatar a la patrulla, que se había refugiado en un fortín.

Entre el desfile y el almuerzo oficial en el Elíseo, Nicolas Sarkozy reunió de urgencia al Consejo de Seguridad, con el fin de analizar la situación en Afganistán. “Estamos hoy frente a acciones de tipo terrorista, no únicamente acciones militares, y ante este nuevo contexto son necesarias nuevas medidas de seguridad”, declaró el presidente francés.

Ni el objetivo de la misión ni el calendario de retirada fue puesto en cuestión, pero el consejo acordó enviar una misión especial, encabezada por el general Irastorza, para reforzar las medidas de seguridad durante el proceso de transición.

“A pesar de los momentos trágicos, la evolución del teatro afgano es favorable”, aseguró el ministro de Defensa, Gerard Longuet, quien citó la muerte del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden; la consolidación del nuevo ejército afgano –junto a una policía con fuerte arraigo local-, y el establecimiento de un diálogo político con los grupos rebeldes. Longuet advirtió que en este nuevo contexto, en el que los insurgentes adoptan nuevas tácticas, es necesario revisar los métodos de acción. El ejército francés había apostado hasta ahora por mantener un contacto estrecho con la población civil, una política que podría ahora abandonar.

El almirante Édouard Guillaud, jefe del Estado Mayor de los Ejércitos, confirmó que en los últimos meses, los insurgentes –enre los cuales combatienes no afganos, entrenados en Pakistán- buscan menos el combate y se inclinan por acciones terroristas, con menosprecio de las víctimas civiles y utilizando a niños como cómplices forzados.
 

Haka en la Concordia

Una cuarentena de soldados franceses de origen polinesio, integrantes del equipo de rugby XV del Pacífico, ejecutó ante la tribuna presidencial instalada en la plaza de la Concordia una Haka, danza tradicional de los guerreros maoríes con la que la selección neozelandesa de rugby, los All Blacks, acostumbra a impresionar a sus adversarios al inicio de cada partido.

jueves, 14 de julio de 2011

Repetir curso, un mal negocio

Repetir curso es caro –para el país- y apenas sirve de nada –al alumno-. Ésta es la tajante conclusión de un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sobre el impacto de la repetición de curso en los resultados escolares hecho público ayer. La OCDE, que agrupa a los treinta países más desarrollados del mundo, aboga por revisar este sistema –así como la transferencia de los alumnos con dificultades a escuelas especiales- y dar más autonomía a los centros.
El análisis de los expertos de la OCDE, realizado a partir de los resultados del último informe Pisa correspodiente al 2009, constata una relación directa entre repetición de curso y fracaso escolar. “Los países que muestran un nivel de repetición de curso elevado son igualmente aquellos donde los alumnos muestran menos competencias”, subraya el estudio, donde se calcula que “alrededor del 15% de la diferencia de calidad entre los países de la OCDE son imputables a las divergencias en el nivel de repetición”.

Como muestra de esta correlación, los expertos señalan que países como Corea, Japón o Noruega, donde ningún alumno repite curso, son justamente los que mejores resultados obtienen en el informe Pisa. En cambio, los países que se sitúan en cabeza en cuanto al número de repetidores –como Francia, Luxemburgo, España, Portugal o Bélgica- obtienen resultados más bien mediocres. “La relación entre el medio socio-económico de los alumnos y sus resultados es igualmente más marcada en los países con fuertes niveles de repetición de curso, independientemente del nivel de riqueza nacional”, añade el estudio. El sistema de repetición de curso agravaría pues, según la OCDE, las desigualdades sociales en el seno de la escuela.

En los países de la OCDE, la media de alumnos de 15 años que han repetido curso al menos una vez es del 13%, siendo más marcado en la escuela primaria (7%) y en el primer ciclo de secundaria (6%) que en el segundo ciclo de enseñanza media (2%). Con un nivel de repetidores del 35,3%, España es uno de los países europeos donde esta situación es más acusada, sólo superado por Francia y Luxemburgo.

Si la repetición sistemática de curso no parece contribuir a erradicar el fracaso escolar es, en cambio, una opción con un elevado coste económico. “En Bélgica, España y Holanda, este coste representa al menos el 10% de los gastos anuales en la enseñanza primaria y secundaria, y el coste unitario puede alcanzar, e incluso sobrepasar, los 11.000 dólares [unos 7.700 euros] por alumno”, calcula el informe, que añade: “La repetición de curso de los alumnos engendra costes, particularmente la financiación de un año suplementario de formación del alumno, pero también el coste para la sociedad de retardar al menos un año la entrada de este alumno en el mercado de trabajo”.

Los expertos de la OCDE llegan a parecidas conclusiones cuando se trata de analizar los resultados escolares en aquellos países donde los alumnos con dificultades –ya sean de aprendizaje, ya sean disciplinarios- son trasladados y reagrupados en centros especiales, lo que sucede especialmente en Austria, Bélgica, Grecia y Luxemburgo. También aquí una mayor transferencia de alumnos coincide con peores resultados.

El estudio constata, por el contrario, que en aquellos países donde la transferencia de alumnos es débil, los centros escolares acostumbran a tener más autonomía para abordar las diferencias de competencias y potencial de sus alumnos, al poder decidir en materia de políticas de evaluación, contenido de los cursos y manuales escolares.

Golpe talibán

Veinticuatro horas después de que Nicolas Sarkozy anunciara en Afganistán el inicio de la retirada militar de Francia, los talibanes lanzaron un sangriento ataque contra las tropas francesas. Cinco soldados franceses y un civil afgano que les servía de intérprete murieron en un atentado suicida en la población de Joybar, en la provincia afgana de Kapisa, a una treintena de kilometros de Kabul, elevando a 69 el número de militares franceses muertos en Afganistán desde 2001. Otros cuatro soldados y cuatro civiles resultaron asimismo heridos en el ataque, en el que participó también un grupo insurgente armado. Los talibanes reinvidicaron la acción en un mensaje de texto enviado a la agencia France Presse en la capital afgana.
Durante su visita a la base de Tora, en la misma provincia de Kapisa, los mandos militares explicaron el martes al presidente francés que los grupos insurgentes que operan en la zona habían “radicalizado” sus acciones y que la amenaza de atentados con artefactos explosivos artesanales era muy elevada. “La insurrección es móvil, agresiva, inteligente, busca el golpe de oportunidad contra las fuerzas francesas”, explicó a Sarkozy el comandante de la brigada La Fayette, el general Emmanuel Maurin, en presencia de un grupo de periodistas. Sus palabras fueron premonitorias.

El ataque se produjo a las 11 de la mañana (hora local), aprovechando que los soldados franceses se habían desplegado en Joybar para garantizar la seguridad de una asamblea de notables (shura). Un terrorista kamikaze logró introducirse en el puesto local de la policía afgana y accionó el explosivo que llevaba adosado al cuerpo, matando a los cinco soldados franceses y a su intérprete. Los heridos se encontraban en el exterior, sin que por el momento esté claro si resultaron heridos por la explosión o por el ataque que inmediatamente lanzó un grupo de insurgentes con armas ligeras. Este segundo ataque fue rechazado con la participación de blindados franceses y norteamericanos.

El presidente Sarkozy condenó con fuertes palabras la muerte de los soldados franceses -“cobardemente asesinados”, dijo- y reiteró la “determinación” de Francia de mantener su participación en la fuerza de intervención internacional para “restablecer la paz y la estabilidad” en Afganistán. La víspera el jefe del Estado francés había confirmado que una cuarta parte de las tropas francesas desplegadas en tierras afganas -1.000 soldados sobre un total de 4.000- serían repatriados de aquí a finales del 2012, en lo que representa el primer paso de una retirada que debería ser total a finales del 2014.

El ataque de ayer, el más mortífero contra el ejército francés en Afganistán desde la emboscada de Uzbin en agosto de 2008 –en la que murieron diez soldados-, reforzó la opinión de quienes consideran que la misión militar no tiene salida y piden que se acelere la retirada. El socialista François Hollande, aspirante a encabezar la candidatura del PS al Elíseo, se comprometió si llega a ser elegido presidente a culminar la retirada un año después de la elección presidencial, esto es, en la primavera del 2013.

 
Kapisa, tierra de bandidos
 
Cuando el ejército francés culmine la primera fase de su retirada, a finales del 2012, las fuerzas militares restantes en Afganistán -3.000 soldados- estarán concentradas en la provincia de Kapisa, donde se produjo el atentado suicida de ayer. Zona montañosa situada a una cincuentena de kilómetros de Kabul, se trata de un paso fundamental entre la capital afgana y el nordeste del país. Históricamente frecuentada por contrabandistas y salteadores de caminos, los grupos insurgentes han proliferado desde la época de la ocupación soviética. Los militares franceses tomaron el control de esta provincia –suponiendo que sea controlable- en 2008, cuando reemplazaron a las tropas norteamericanas, y desde entonces los ataques no han parado de crecer. Fue aquí donde fueron secuestrados los periodistas franceses Hervé Ghesquière y Stéphane Taponier, liberados hce dos semanas.

miércoles, 13 de julio de 2011

Un pie fuera de Afganistán, un pie dentro de Libia

Un millar de soldados franceses, sobre un total de 4.000, se retirarán de Afganistán de aquí a finales del año que viene, primera fase de una repatriación escalonada que deberá culminar con una retirada total y defnitiva a finales 2014. Así lo detalló ayer el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en la base militar francesa de Tora, a una sesentena de kilómetros de Kabul, donde realizó una visita sorpresa. Los 3.000 soldados franceses restantes permanecerán acantonados en la provincia de Kapisa, donde las condiciones de seguridad no permiten aún la transferencia de la responsabilidad al ejército afgano.
“Hay que saber acabar una guerra”, dijo el presidente francés, quien había anunciado ya la retirada parcial de las tropas francesas el pasado 23 de junio, horas después de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, hiciera lo propio. En Francia, ninguno de los grandes partidos cuestiona la intervención militar decidida tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, pero después de diez años de guerra la impresión generalizada es que Afganistán se ha convertido en un cenagal para las fuerzas internacionales.

La breve incursión de Sarkozy en Afganistán –la tercera desde que fue elegido presidente- se produjo al día siguiente de la muerte accidental de un soldado francés, que eleva a 64 el número de víctimas mortales entre los militares galos desplegados en aquel país. Tras visitar a las tropas, el presidente francés se entrevistó con el comandante en jefe de las fuerzas de la OTAN, el general estadounidense David Petraeus, y con el presidente afgano, Hamid Karzai. “Francia nunca ha tenido la intención de mantener fuerzas en Afganistán indefinidamente”, remarcó Sarkozy.

Similares palabras utilizó el primer ministro francés, François Fillon, al dirigirse ayer tarde al Parlamento para pedir su apoyo a la prolongación de la misión armada en Libia, un paso ineludible una vez que la operación ha superado el plazo de cuatro meses. “El uso de la fuerza no es un fin en sí mismo”, aseguró el jefe del Gobierno, quien justificó la intervención para salvar a la población civil de una masacre –“Recordemos Srebrenica”, dijo- y se pronunció por una salida política al conflicto.

París, que mantiene contactos indirectos con Trípoli, considera que la única solución posible en Libia debe pasar por la renuncia del coronel Muamar el Gadafi al poder, para lo cual es esencial mantener la presión militar. El primer ministro libio, Baghdadi al-Mahmoudi, se manifestó ayer en una entrevista en Le Figaro dispuesto a abrir negociones sin condiciones previas y sin la participación de Gadafi.

El Parlamento respaldó la intervención militar en Libia de forma abrumadora por un resultado de 482 votos a favor –sumados los de la UMP, Partido Socialista, centristas y ecologistas- por sólo 27 en contra –los comunistas y algún diputado díscolo, como el socialista Henri Emmanuelli.

sábado, 9 de julio de 2011

El caso DSK se duplica

Los problemas de Dominique Strauss-Kahn con la justicia se duplican. Mientras la fiscalía de Nueva York mantiene –al menos, de momento- sus cargos contra el ex director general del Fondo Monetario Internacional (FMI) por la presunta violación de una empleada del hotel Sofitel de Manhattan el pasado 14 de mayo, la fiscalía de París decidió ayer abrir una investigación oficial preliminar por otro caso similar: el supuesto intento de violación, en febrero de 2003, de la periodista y escritora francesa Tristane Banon. La apertura de diligencias es consecuencia de la denuncia presentada por la presunta víctima a principios de esta semana.
Tristane Banon, que hoy tiene 32 años, acusa a Strauss-Kahn de haber intentado violarla aprovechando una entrevista que ella le había pedido para un libro político que estaba preparando. Según su testimonio, el ex ministro socialista la citó en un apartamento semivacío –en el que había no obstante una cama-, donde empezó a acosarla sexualmente. Frente a su resistencia, siempre según su relato, Strauss-Kahn habría intentado forzarla con violencia, llegándole a quitar los pantalones y arrancándole el sujetador, antes de que pudiera zafarse y salir huyendo.

Strauss-Kahn niega totalmente tales acusaciones y sostiene que los hechos denunciados por Banon son “imaginarios”. Sus dos abogados franceses, Henri Leclerc y Frédérique Beaulieu, amenazaron ayer de nuevo con demandarla por denuncia calumniosa.

El abogado de Banon, David Koubbi, ha asegurado que la denuncia de su clienta es “muy sólida” y que no se apoya únicamente en su palabra. Banon cuenta, al parecer, con varios testimonios de personas que la atendieron después de los hechos –entre ellas su madre, Anne Mansouret, militante socialista que le aconsejó en su día no presentar denuncia para evitarle problemas- y también con algún mensaje escrito comprometedor enviado aparentemente por el propio Strauss-Kahn a su teléfono móvil tras lo sucedido.

La fiscalía ha encargado la investigación a la Brigada de Represión de la Delincuencia sobre las Personas (BRDP) de la Policía, que en los próximos días interrogará a la demandante y procederá a verificar los datos que expone en su demanda. El tiempo transcurrido hace inviable cualquier prueba pericial de tipo médico.

La cuestión fundamental que la fiscalía deberá establecer es la naturaleza de los hechos. Si acepta la calificación de intento de violación que plantea la denunciante, y considera que hay suficientes elementos para profundizar la investigación, podría decidir traspasar el caso a un juez de instrucción, el único que eventualmente podría procesar y enviar a juicio a Strauss-Kahn. El delito de violación, o intento de violación, tiene en Francia un periodo de prescripción de 10 años, por lo que los hechos podrían todavía ser juzgados. En cambio, si la fiscalía entiende que se trata de una agresión sexual –que tiene una prescripción de tres años-, podría archivar el caso. El abogado de Banon ya ha advertido que algo así sería un “auténtico escándalo”.

jueves, 7 de julio de 2011

La pesadilla de los socialistas

El Partido Socialista francés está al borde de la histeria. Lanzado el proceso de las elecciones primarias para designar a su candidato al Elíseo en 2012, los socialistas asisten incrédulos e impotentes al monopolio mediático del caso Dominique Strauss-Kahn y su florilegio de pequeñas y grandes revelaciones, que lo contaminan todo y emponzoñan el ambiente político. La presentación de una nueva denuncia en Francia por intento de violación contra el ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI) por la periodista Tristane Banon ha sido, para muchos, la gota que ha colmado el vaso.
“Ya está bien de este torrente de mierda que invade hoy las ondas y la vida política francesa”, se quejó amargamente –la lengua afilada, el semblante tenso- el alcalde socialista de Evry, el catalán Manuel Valls, aspirante a candidato al Elíseo, a quien las idas y venidas del caso ha roto su estrategia de acercamiento a Strauss-Kahn. Más mesurado en la forma, el presidente del grupo parlamentario socialista, Jean-Marc Ayrault se resistió también a alimentar lo que calificó de “folletín nauseabundo”. “Esto se ha convertido en algo penoso, repugnante incluso”, añadió. “Hay que evitar habladurías sobre habladurías”, apostilló la primera secretaria del PS, Martine Aubry.

La denuncia de Tristane Banon, sobre unos hechos que se remontan a febrero del 2003, ha puesto al PS contra la pared. Algunos de los dirigentes socialistas más cercanos a Strauss-Kahn, como su lugarteniente Jean-Christophe Cambadélis, sugieren la existencia de motivaciones políticas en la iniciativa de la periodista, que se ha decidido a actuar justo cuando DSK va camino de ser exculpado por la justicia norteamericana.

Pero más allá de la controvertida personalidad del ex director del FMI, es la propia dirección del Partido Socialista –y su supuesta conspiración de silencio- la que es puesta en cuestión por Banon. La denunciante ha vuelto a explicar estos días que algunos de los principales dirigentes del partido de la época, como François Hollande y Laurent Fabius, tuvieron conocimiento de lo sucedido y no hicieron nada… Claro que tampoco la joven periodista presentó en su momento denuncia, aconsejada por su madre, la socialista Anne Mansouret, temerosa de que acabara archivada y de arruinar –también- las relaciones de amistad que su hija mantenía con una hija de Strauss-Kahn...

La controversia afecta principalmente a Hollande, a la sazón primer secretario del PS y hoy aspirante favorito en las primaras socialistas, cuyo papel en este asunto es poco diáfano. La madre de Banon dio a entender en su día que Hollande le desaconsejó presentar denuncia, pero la propia afectada, que asegura haber hablado con él en 2003, dice justamente lo contrario  A todo esto, Hollande en un primer momento pretendió no recodar nada –“miente”, ha protestado Banon- para acabar aceptando ahora haber sabido algo sobre el incidente, aunque sin detalles… “Esto empieza a ser absolutamente detestable”, exclamó ayer dejando traslucir su exasperación.

La denuncia de Banon era ayer estudiada por la fiscalía, que debe decidir en las próximas horas si abre una investigación oficial o archiva la causa, posibilidad esta última poco probable. Pese al tiempo transcurrido, los hechos no han prescrito pues en Francia el delito de violación –y la periodista ha denunciado un intento de violación- puede ser perseguido durante los 10 años siguientes.

martes, 5 de julio de 2011

Nuevo frente para DSK

Un caso está a punto de cerrarse. Otro va a abrirse. Como en los mejores culebrones, un nuevo y espectacular golpe de efecto volvió a sacudir ayer el caso DSK. Ahora que Dominique Strauss-Kahn va camino de ser exculpado de la acusación de violación presentada contra él por una empleada del hotel Sofitel de Nueva York, la periodista francesa Tristane Banon se ha decidido finalmente a presentar una denuncia contra el ex director general del Fondo Monetario Internacional (FMI) por un intento de violación cometido presuntamente por el dirigente socialista en 2003. La presentación de esta nueva denuncia justo en este momento, cuando algunos de los más entusiastas seguidores de DSK soñaban con su retorno para encabezar la candidatura socialista al Elíseo en las elecciones de 2012, alimentaba ayer todas las suspicacias.
Todo estaba yendo muy rápido para Strauss-Kahn, todo parecía de repente muy fácil. Demasiado rápido, demasiado fácil. Para Tristane Banon, que cuando el dirigente socialista fue detenido Nueva York –el pasado 14 de mayo- salió a explicar públicamente su caso, verle de nuevo en libertad, paseándose con su recuperado aire de suficiencia, ha sido insoportable. “Ver a Strauss-Kahn libre, yendo a cenar a un restaurante de lujo entre amigos, me ha puesto enferma”, ha explicado la denunciante en una entrevista exclusiva avanzada ayer por el semanario L’Express. Los abogados de Strauss-Kahn han anunciado ya una demanda por calumnias.

Los hechos se remontan a febrero de 2003, cuando la periodista acudió a una cita con Strauss-Kahn en un apartamento parisino con el fin de entrevistarle para un libro que estaba preparando. Según su relato, que ya avanzó –sin consecuencias- en un programa de televisión en 2007 y que volvió a explicar tras el arresto de DSK, el dirigente socialista empezó a acosarla sexualmente y, ante la resistencia de la periodista, acabaron luchando en el suelo, hasta que ésta pudo escapar. La chica no puso denuncia en aquel momento por consejo de su madre, Anne Mansouret, consejera socialista del departamento del Eure, quien no actuó únicamente por razones políticas: una de las hijas de Strauss-Kahn era amiga de su hija y la madre, su madrina. Pese a todo, con la perspectiva del tiempo, Mansouret ha declarado haberse arrepentido de tal decisión.

La denuncia de Tristane Banon, que será formalmente presentada hoy, es por el presunto delito de intento de violación, que en Francia tiene un periodo de prescripción de 10 años. Puede ser, por tanto, perfectamente juzgado. El abogado de la periodista, David Koubbi, aseguró ayer que la decisión de presentar la denuncia ha sido largamente madurada y que no tiene nada que ver con el giro que ha dado el caso en Nueva York. “Lo que pasa en Estados Unidos no nos concierne”, afirmó al letrado, quien descartó toda maniobra oscura: “Que quede bien claro, nadie de la derecha se ha puesto en contacto conmigo, yo no estoy a sueldo de nadie”.

Los amantes de la teoría de la conspiración ya tienen nueva munición para alimentar sus sospechas. Este fin de semana, conforme se iban conociendo –o vislumbrando- las zonas oscuras de la declaración de la empleada del hotel Sofitel, Nafissatou Diallo, y se iba configurando el escenario de una posible trampa, algunos strauss-kahnianos apuntaban la hipótesis de una conspiración organizada desde alguna “oficina” de París. Uno de ellos llegó a hablar de “atentado político”. El principal motivo de sospecha es la nacionalidad del grupo propietario del hotel –la cadena Accor- y el hecho de que alguien de la dirección se dio, al parecer, mucha prisa en informar al Elíseo.

“No puedo más de oir que soy una mentirosa porque no he presentado denuncia. Desde hace ocho años, soporto esta historia sola, escucho los rumores, las mentiras sobre mi”, explica Banon en L’Express, donde añade que acudir ahora a la justicia es la única manera de poderse “mirar en el espejo”. “Sólo deseo una cosa, que [Strauss-Kahn] regresa a Francia con su presunción de inocencia para ir delante de un tribunal”, concluye. Los abogados franceses del dirigente socialista, Henri Leclerc y Frédérique Baulieu calificaron los hechos denunciados por Banon de “imaginarios” y anunciaron una demanda contra la periodista por “denuncia calumniosa”.

Mientras tanto, la dirección del Partido Socialista francés se esforzaba ayer por apaciguar los ánimos e intentar que todo el revuelo en torno al posible retorno de Strauss-Kahn no distorsione, más de lo que ya lo ha hecho, el proceso de elecciones primarias. El portavoz del partido, Benoît Hamon, recalcó que el calendario de las primarias – fin del plazo de presentación de candidaturas el 13 de julio y votación en primera vuelta el 9 de octubre- será mantenido pase lo que pase, pero subrayó que a la vez todos los candidatos declarados están de acuerdo en que si Strauss-Kahn expresara su deseo de concurrir “nadie le opondría ningún procedimiento”.

Dominique Strauss-Kahn, según sus más próximo colaboradores –como Jean-Christophe Cambadélis- no ha dicho esta boca es mía. Ni ha expresado intención de presentar su candidatura ni ha pedido ninguna modificación del calendario de las primarias con este fin. Su eventual retorno toparía sin embargo con Martine Aubry. Tras decidir presentar su candidatura para cubrir el vacío de DSK, la primera secretaria del PS ya ha dejado claro que en ningún caso dará marcha atrás. El pacto que ambos sellaron en su dia –por el cual Strauss-Kahn la apoyó para tomar la jefatura del partido a cambio de su respaldo en su candidatura al Elíseo- ha sido sobrepasado por los acontecimientos. Demasiado tarde, trop tard! “Una decisión así no se toma a la ligera”, declaró Aubry en France 2 sobre su candidatura. Y zanjó: “Iré hasta el final”.


lunes, 4 de julio de 2011

Un retorno envenenado

La detención de Dominique Strauss-Kahn, el 14 de mayo en Nueva York, acusado del intento de violación de una mujer de la limpieza en un hotel de Manhattan, provocó un brutal seísmo en el Partido Socialista francés, que hasta ese momento lo había fiado todo al tirón electoral del entonces director general del Fondo Monetario Internacional (FMI) para desalojar a Nicolas Sarkozy del Elíseo en el 2012. Siete semanas después, su posible rehabilitación judicial - vislumbrada el viernes con su puesta en libertad y el cuestionamiento del testimonio de la presunta víctima-,lejos de representar un alivio para sus camaradas, puede convertirse en un lastre adicional para los socialistas justo cuando empezaban a reconstituir sus fuerzas. Y beneficiar a Nicolas Sarkozy.

El Elíseo guarda, hoy como entonces, un prudente silencio. Pero los colaboradores de Sarkozy consideran que el posible retorno político de Strauss-Kahn, sea o no como candidato a la presidencia de la República, puede hacer más daño a los socialistas que al presidente francés. "El caso Strauss-Kahn ha hecho la puñeta una primera vez al PS, va a hacérsela una segunda", vaticinaba un miembro del Gobierno citado por la agencia France Presse bajo anonimato. "Sarkozy no parece tener miedo del retorno de DSK. No cree que pueda ser candidato él mismo y estima que será más bien una molestia que otra cosa para los campeones (del PS) en liza", apunta por su parte la redactora jefa del semanario Le Point,Sylvie Pierre-Brossolette, fina conocedora de lo que se cuece en los despachos del Elíseo.

Las urgencias de algunos socialistas, que reclaman la suspensión - o la ampliación del calendario-de las elecciones primarias del PS para dar tiempo a Strauss-Kahn de presentar su candidatura para ser designado presidenciable, parecen poco realistas. De entrada, porque la exculpación del dirigente socialista - caso de confirmarse-puede llegar demasiado tarde. Y seguidamente, porque el daño sufrido por su imagen a causa del proceso puede haber sido irreversible.

Antes del 14 de mayo, Dominique Strauss-Kahn aparecía en todos los sondeos como el verdugo político de Nicolas Sarkozy - a quien sacaba una ventaja aplastante-en las elecciones presidenciales del 2012. Tras su detención, su capital político se ha derrumbado. Los franceses, que durante los primeros días se dejaron seducir por la teoría del complot, han acabado después dándole la espalda. En el barómetro del instituto de opinión Ipsos del pasado mes de marzo - dos meses antes del terremoto provocado por su detención-,DSK aparecía como el político más valorado de Francia con un 63% de opiniones favorables. En el último, correspondiente al mes de junio, el ex director general del FMI está en el puesto número 29, con sólo un 27% de popularidad. Y bajando...

¿Podrá Strauss-Kahn remontar este brutal descenso y de volver a ganar la estima de la opinión pública? Los próximos sondeos empezarán a dar las primeras pistas, pero la empresa se antoja hercúlea, si no imposible. Para lograrlo, su inocencia debería quedar absolutamente establecida fuera de toda duda, lo que todavía está por ver. Muy bien podría pasar que los cargos en su contra fueran levantados - por falta de pruebas suficientes por parte de la acusación-,pero que la sospecha sobre lo que pasó en la suite del Sofitel el 14 de mayo se mantuviera viva.

Y aun en el caso de que la exculpación fuera total, la imagen de Strauss-Kahn ha quedado indudablemente tocada. Su enfermiza obsesión por el sexo - puesta crudamente de manifiesto por numerosos testimonios estas últimas semanas-y la exhibición de su fortuna personal - por mucho que sea en realidad la de su mujer, Anne Sinclair-constituyen un gran lastre. Lo sucedido en Nueva York el 14 de mayo, aun en la más favorable de las interpretaciones - la de la relación sexual consentida-denota además una grave irresponsabilidad por parte de quien aspira a ocupar la jefatura del Estado, dispuesto a arriesgarlo todo por dar rienda suelta a su furor sexual. Lo más llamativo es que el propio Strauss-Kahn - según han revelado, con varias semanas de diferencia, los diarios Libération y Le Monde-parecía obsesionado poco antes de su arresto con la posibilidad de ser víctima de una maquinación, presumiblemente de los rusos, para apartarle del FMI.

Si Strauss-Kahn ya no es la baza ganadora que fue para el Partido Socialista, puede convertirse en cambio - ya ha empezadoahacerlo-en un estorbo. La mera posibilidad de su retorno político, si no de una posible candidatura, ha venido a romper la dinámica de las elecciones primarias socialistas sólo tres días después de abierto el plazo para presentar candidaturas. La sombra de Strauss-Kahn no puede sino perjudicar a la primera secretaria socialista, Martine Aubry, que el pasado martes anunció su candidatura al Elíseo y que ya era señalada como una aspirante de sustitución. Y amenaza con sumir al PS en un nuevo episodio endogámico de guerras internas.


LOS FRANCESES, DIVIDIDOS

La rehabilitación política de Dominique Strauss-Kahn podría necesitar más tiempo que su posible rehabilitación judicial. El vuelco experimentado por el caso, que abre la posibilidad de que el ex director general del Fondo Monetario Internacional (FMI) pueda pasar de la categoría de presunto violador a la de presunta víctima de una trampa, parece de momento insuficiente para restaurar su dañada imagen ante la opinión pública francesa, que aparece dividida sobre su posible retorno a la política activa.

Si el 49% de los franceses se manifiesta partidario del retorno del político socialista - hasta su detención era el principal favorito para las elecciones presidenciales del 2012-,un 45% está en contra y el 6% restante no sabe qué decir, según un sondeo de urgencia realizado por el instituto Harris Interactive para el diario Le Parisien/ Aujourd´hui en France.

Esta proporción cambia sustancialmente, sin embargo, si se centra el foco en el electorado del Partido Socialista. Así, el 60% de los simpatizantes de izquierda y el 65% de los votantes socialistas se inclinan por que vuelva a la política.

El 51% de los electores de izquierda es asimismo favorable a modificar el calendario de las elecciones primarias para elegir al candidato socialista al Elíseo con el fin de darle la oportunidad de presentar su candidatura. La dirección del Partido Socialista se mantiene, a este respecto, totalmente dividida. La primera secretaria, Martine Aubry - ella misma candidata-,guarda silencio, pero el número dos del partido, Harlem Desir, se opone a ampliar los plazos. Lo mismo que otros candidatos menores, como Manuel Valls y Arnaud Montebourg. François Hollande y Ségolène Royal, en cambio, están abiertos a darle la oportunidad.


TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN

En medio de este desconcierto, algunos seguidores de Strauss-Kahn en el PS - no los principales tenores, sino figuras de segunda fila-empezaron ayer a agitar el fantasma de una conspiración, tal vez urdida en alguna oscura oficina parisina. Así lo hizo el diputado socialista François Oncle, quien apuntó sin tapujos a la posible implicación de los propietarios del hotel Sofitel de Nueva York donde sucedieron los hechos, el grupo francés Accor. El hecho de que, según fuentes conocedoras del caso, la dirección de Accor avisara al Elíseo de la detención de Dominique Strauss-Kahn sólo una hora después abona las suspicacias.

Otra strauss-kahniana, la vicepresidenta regional de Îlede-France, Michèle Sabban - quien ya se apresuró a pedir la suspensión de las primarias socialistas-,se lanzó ayer de nuevo a la carga asegurando que Strauss-Kahn había sido víctima de un "atentado político". Sabban señaló también a Accor. El grupo hotelero se sintió forzado a desmentir categóricamente toda implicación en el caso y calificó tales afirmaciones de "difamatorias".


CONTRA LA JUSTICIA DEL ESPECTÁCULO

Los franceses, criticados en su día, se sienten rehabilitados por el giro de los acontecimientos
odos los franceses, y no son pocos - sobre todo en el mundillo político y mediático-,que asistieron horrorizados a la cruda puesta en escena de la detención y procesamiento de Dominique Strauss-Kahn por parte de la justicia estadounidense y que se vieron señalados desde el otro lado del Atlántico por su supuesta complacencia y servilismo hacia los poderosos, han empezado a hinchar el pecho después del giro espectacular de los acontecimientos. El patinazo del fiscal de Nueva York Cyrus Vance jr., obligado a reconocer la endeblez del testimonio de la denunciante contra el ex director del FMI, ha sido recibido como una suerte de rehabilitación, así del sistema judicial francés como de la reserva con que los medios de comunicación franceses habían acostumbrado hasta ahora a tratar los asuntos que atañen a la vida privada de las personas.

Algunos internautas franceses asaltaron ayer la web del New York Post,uno de los diarios más virulentos con Strauss-Kahn, con ánimo de revancha: "Vuestro periódico es una vergüenza", "los cerdos del Post deben excusarse", "vergüenza para Estados Unidos"... podía leerse.

"La justicia americana va a estar obligada a entonar su mea culpa", opina Jean Daniel, el veterano fundador de Le Nouvel Observateur,quien ya desde el primer momento criticó "la suerte humillante reservada al acusado", exhibido ante todo el mundo esposado, ofreciendo de él una imagen de culpabilidad. No muy diferente opinaba Yves Thréard en su editorial en Le Figaro de ayer: "Le toca ahora a la justicia americana estar bajo el fuego de las críticas. Denunciada ya por su carácter espectacular, humillante, obsceno incluso, va a inspirar ahora a muchos la desconfianza, el asco, la revuelta. ¿Cómo se puede echar a alguien como pasto, entregarlo a la venganza popular, sobre la base de un testimonio incierto?".

Los analistas y comentaristas franceses no han dejado, desde el viernes, de subrayar el contraste entre la parafernalia que rodeó la detención de Strauss-Kahn y el fiasco judicial que parece ahora anunciarse. En Francia, la ley prohíbe expresamente la difusión de imágenes de los detenidos en aras de la protección de la presunción de inocencia.

Pero como no todo es blanco o negro, diversos juristas franceses - particularmente los que trabajan o han trabajado a ambos lados del Atlántico-han remarcado la rapidez de la justicia norteamericana a la hora de rectificar y reconocer un error. En manos de un juez instructor francés, apuntan, la investigación del caso Strauss-Kahn podría prolongarse un año y medio, y, ante la duda, ser enviado a juicio.

sábado, 2 de julio de 2011

Turbulencias en el PS por DSK

Un embalamiento casi infantil poseyó ayer a los socialistas franceses, quienes recibieron las nuevas noticias sobre la situación judicial de Dominique Strauss-Kahn con apresurado alborozo. De creer la catarata de declaraciones de los principales barones del Partido Socialista francés, el ex director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), y –hasta su detención el pasado 14 de mayo– favorito para encabezar la candidatura socialista al Elíseo en 2012, habría sido ya prácticamente exculpado, y su inocencia y honor restablecidos.
El mantenimiento formal de la acusación contra DSK por intento de violación, confirmada por la tarde (hora de París) por el fiscal Cyrus Vance Jr., volvió a poner momentáneamente las cosas en su sitio: el fin del caso –aparentemente tocado de muerte por la falta de credibilidad de la presunta víctima– probablemente esté cerca, pero el desenlace precisará todavía de varias semanas.
La algarabía inicial, sin embargo, dejó paso casi inmediatamente a la inquietud. La perspectiva de una inminente exculpación de Strauss-Kahn y su eventual retorno a Francia, si puede ser un motivo de satisfacción desde el punto de vista personal, es en cambio un elemento inesperado y extremadamente distorsionador desde el punto de vista político.
Tres días después de la apertura del plazo para presentar candidaturas a las elecciones primarias de las que debe salir el presidenciable del 2012, la sombra de DSK ha regresado violentamente con la fuerza de un boomerang. ¿Hasta el punto de alterar el escenario? Es pronto para saberlo. De momento, los dirigentes socialistas guardaban ayer una calculada prudencia y el portavoz del partido, Benoît Hamon, rechazó por el momento la interrupción del proceso de primarias: “No está, hoy, en el orden del día”, dijo en una ambigua declaración.
Algunos de los partidarios de Strauss-Kahn más osados han empezado ya a presionar en este sentido. Es el caso de Michèle Sabban, vicepresidenta de la región Île-de-France, quien ayer pidió la “suspensión inmediata” del proceso de elecciones primarias, con el fin de dar tiempo a su campeón para ponerse en pista si así lo desea. François Hollande, que la ausencia de DSK ha situado como favorito, se mostró abierto a ampliar el plazo para presentar candidaturas. Éste finaliza el 13 de julio, imposible pues para Strauss-Kahn de llegar a tiempo si el calendario no cambia: la próxima vista en el tribunal de Nueva York está fijada el 18 de julio. Si al final queda libre de cargos, no será antes de esa fecha.
Pero podría no ser más tarde. Lo que de repente deja abiertas todas las puertas, siempre que Strauss-Kahn esté en disposición psicológica y tenga ganas. ¿Como candidato? ¿formando un <CF21>ticket</CF> electoral con Martine Aubry? Imposible aventurarlo. Pero diversas figuras socialistas, desde el strauss-kahniano Jean-Marie Le Guen hasta Julien Dray, pasando por Jack Lang, abogaban ayer por un rápido retorno de DSK a la política en la perspectiva de las elecciones del año que viene.
“¿Qué le impide regresar si tiene la fuerza y las ganas? (...) Desconozco su estado de ánimo, pero si él lo desea \[presentarse candidato al Elíseo\], no veo qué se lo impediría”, comentó al respecto el líder del Partido Radical, el centrista Jean-Louis Borloo.
Más circunspecta se mostró Martine Aubry, quien eludió comentar las implicaciones políticas de una exculpación de DSK. La primera secretaria del PS, que el martes anunció su candidatura a las primarias, había cerrado un pacto con DSK para cederle el paso en su carrera al Elíseo. Y sólo se decidió a concurrir por la designación una vez la candidatura de Strauss-Kahn pareció definitivamente descartada. Su eventual regreso cambiaría las cartas a mitad de partida. También para sus partidarios, la mayor parte de los cuales han repartido ya su apoyo entre diversos candidatos. Unos se han alineado con Aubry, como Jean-Christophe Cambadélis; otros con Hollande, como Pierre Moscovici, e incluso con Ségolène Royal, como Le Guen. La dispersión es absoluta.

viernes, 1 de julio de 2011

Sarkozy, zarandeado

Un hombre de 32 años, Hermann Fuster, intentó ayer agredir a Nicolas Sarkozy cuando el presidente francés saludaba a un grupo de ciudadanos, situados detrás de una valla de seguridad, durante una visita oficial a la población de Brax (Lot-et-Garonne), en el sudoeste de Francia. El agresor, empleado desde hace cinco años en el conservatorio de música de Agen –la capital del departamento–, hizo el ademán de saludar al presidente y le agarró por la chaqueta, atrayéndole violentamente hacia sí con la intención aparente de golpearle. Rápido de reflejos, Sarkozy logró desasirse, mientras cuatro agentes de la seguridad presidencial neutralizaban al agresor en el suelo. El jefe del Estado francés, que ha renunciado a presentar denuncia, siguió después saludando a la gente como si nada. Interrogado por los gendarmes, el agresor dijo querer expresar su “hartazgo”.

"No fuimos al Everest en chanclas"

La mirada del periodista Hervé Ghesquière, risueña y juguetona cuando pisó la pista del aeropuerto militar de Villacoublay, al sur de París, tras aterrizar junto a su colega Stéphane Taponier procedente de Afganistán –donde el día anterior habían sido liberados tras 18 meses como rehenes de los talibanes–, se tornó cerrada y sombría cuando tomó el micrófono en la sede de France Télévisions, donde cientos de sus compañeros les brindaron una calurosa bienvenida. Cuestionados por su supuesta imprudencia al aventurarse sin escolta en zona peligrosa, el reportero de France 3 salió en defensa de su profesionalidad.
“No asumimos riesgos irreflexivos como se ha dicho, tomamos los mínimos riesgos posibles. Sabíamos pertinentemente adónde íbamos, no nos fuimos a la aventurilla, estábamos bien preparados”, afirmó tajante Ghesquière, quien ante la aquiescencia de su circunspecto compañero se permitió una pequeña broma: “No fuimos a afrontar la cara norte del Everest en chanclas”. Sus ojos, sin embargo, no reían. Ghesquière negó asimismo haber recibido advertencias de los militares franceses para que no se aventuraran solos en territorio hostil. “Es absolutamente falso, nadie nos dijo nada”, aseguró. El entonces jefe del Estado Mayor de los Ejércitos, Jean-Louis Georgelin, aseguró en 2010 que habían advertido a los dos periodistas del riesgo que corrían y recordó el coste humano y económico que debía asumir el ejército para lograr su liberación. El presidente Nicolas Sarkozy, quien ayer les recibió en Villacoublay junto a su esposa, Carla, criticó en privado su “imprudencia”.
No hacía falta, sin embargo, que nadie les advirtiera del peligro, lo conocían perfectamente. “No tuvimos suerte”, alegó ayer Ghesquière. Tras haber seguido a las tropas francesas desplegadas en la zona, los dos reporteros –ambos, de 48 años– se propusieron comprobar quién tenía realmente el control de la carretera conocida bajo el nombre de eje Vermont, una vía estratégica entre el norte y el sur del país. “Fuimos vendidos en un control, infiltrados por un informador talibán, e interceptados 20 kilómetros más lejos”, explicó. Era el 29 de diciembre del 2009 y los dos periodistas fueron capturados junto a sus tres acompañantes.
Los dos reporteros, delgados pero en buen estado de salud, explicaron algunos detalles de su cautiverio, durante el que estuvieron separados entre el 13 de abril y el 13 de diciembre de 2010. Encerrados en un cuarto de 10 metros cuadrados, con un ventanuco tapado, sólo podían salir quince minutos al día, al alba y al anochecer, para hacer sus necesidades. Los dos se propusieron realizar ejercicio físico de forma regular y pautar sus jormadas. “Los días eran largos, a veces cortos, pero siempre terribles” dijo Taponier, más reservado que su compañero. La comida era mala y monótona, pero nunca fueron maltratados, golpeados ni maniatados. Su único privilegio –¡y no fue poco!– fue poder tener una radio y escuchar, cada jueves, los mensajes que les eran enviados a través de France Inter. Ghesquière escribió un diario de 500 folios, aunque le fue requisado en el momento de la liberación.
Lejos de estar arrepentidos, o atemorizados, ambos reafirmaron la necesidad de su trabajo. Dirigiéndose a su mujer, Ghesquière, pronunció una declaración de fe: “Béatrice, cierra las orejas... Tengo ganas de hacer este oficio, si cabe, más que nunca”.

Liberación de talibanes

Los talibanes aseguraron ayer en un comunicado que varios de sus “comandantes”, presos en Kabul, han sido liberados como contrapartida por la entrega de los dos periodistas franceses. El comunicado no alude a ningún rescate económico, que el Gobierno francés ha negado. Pero fuentes conocedoras de la negociación hablan del pago de varios millones.