domingo, 30 de septiembre de 2012

A contracorriente


No hay que perder de vista a Jacques Attali. Hay personas cuyo pensamiento va siempre unos cuantos pasos por delante de los demás. Visionarios, o extraordinariamente lúcidos, que se atreven a mirar más lejos, a pensar de otro modo, a imaginar lo que nadie osa. Que abren camino y agitan las conciencias. El economista y escritor Jacques Attali, asesor de presidentes –de François Mitterrand a Nicolas Sarkozy- y uno de los intelectuales franceses más influyentes en la actualidad, es una de esas personas.

La última idea de Attali es la creación de una nacionalidad y un pasaporte europeos. Seductora para unos, aberrante o peregrina para otros, la iniciativa pretende atizar el debate sobre la unión política y dar un salto en el proceso de integración europea por la base. Attali imagina una nueva clase de ciudadanos europeos con un régimen legal especial: quienes se apuntaran a esa nueva nacionalidad –sin renegar de la propia-  podrían votar directamente, por sufragio universal, al presidente de la Unión Europea –cargo que sería fusionado con el de presidente de la Comisión- y estarían sometidos a un único régimen fiscal con independencia del país donde libremente eligieran vivir. Nuevos europeos que podrían votar en cualquier país tras diez años de residencia...

Europa está en plena efervescencia. Las ideas, las propuestas, bullen por todas partes. Al borde del abismo, Europa sabe que no puede permitirse el inmovilismo. El statu quo es insostenible. Para sobrevivir, necesita encontrar un nuevo patrón, un nuevo horizonte. El ministro alemán de Economía, Wolfgang Schäuble, europeísta militante, cree que las condiciones actuales pueden inducir un aceleramiento espectacular de la integración europea y que lo que hace unos años, incluso unos meses, parecía inimaginable está hoy al alcance de la mano. Schäuble propugna dar un gran salto adelante, con la cesión de mayores competencias a la UE en detrimento del poder nacional de los Estados, el reforzamiento del Parlamento Europeo y la conversión de la Comisión Europea en un auténtico gobierno, con la elección por sufragio universal de su presidente…

Francia, país fundador y piedra angular de la Unión Europea, ha vivido hasta ahora en la esquizofrenia de ser –junto a Alemania- un motor fundamental de la construcción europea y a la vez un freno. Celosa de su soberanía nacional, apegada a sus glorias pasadas de gran potencia venida a menos, nunca se ha decidido a dar el paso de construir una Europa federal. Berlín le tendió la mano en dos ocasiones, en 1994 en la época de Helmut Kohl y en 1999 con Gerhard Schröder, pero París escondió la suya bajo la manga. Ahora, Angela Merkel ha vuelto a tender la mano. Y puede ser la buena.

En Francia, hoy, las cosas parecen estar más maduras, los espíritus más abiertos. No es que la atávica desconfianza de los franceses hacia la integración europea, que explotó con gran estrépito en el referéndum del 2005, haya desaparecido como por encantamiento. En absoluto. Los últimos sondeos de opinión constatan que el recelo –hacia Bruselas, hacia el euro- sigue vivo en la sociedad francesa, aunque coexiste con una arraigada convicción de que la Unión Europea no tiene marcha atrás, de que fuera no hay alternativa. Desconfiados, aunque prisioneros de un cierto sentimiento de inevitabilidad, los ciudadanos preferirían quedarse como están. Pero si es cierto que los franceses de la calle no quieren, en su mayoría, ir más allá, las élites políticas y económicas están finalmente persuadidas de que ha llegado el momento de hacerlo.

En las últimas semanas, los pronunciamientos a favor de una auténtica unión política europea de tipo federal –el gran sueño de Jean Monnet- han empezado a proliferar en los medios de comunicación franceses. Las voces son diversas, vienen de diferentes ámbitos –Daniel Cohn-Bendit, Bernard-Henri Levy, Alain Minc, François Fillon…-, pero su mensaje es idéntico. Frente a ellos, los euroescépticos, reunidos básicamente en torno a la ultraderecha nacionalista –Frente Nacional y otros- y la extrema izquierda soberanista, intentan resucitar el movimiento del ‘no’ de hace siete años.

En este debate, François Hollande es el gran ausente. Escaldado por el fracaso del proyecto de Constitución Europea –que dividió al Partido Socialista y al electorado de izquierdas-, el presidente francés nada y guarda la ropa. Hijo espiritual y político de Jacques Delors, el europeísmo se le supone, pero no lo exhibe. Prudente y consensual –a veces hasta el exceso-, Hollande prefiere avanzar paso a paso, por la vía de los hechos y de forma pragmática, eludiendo la apertura de un gran debate nacional. Los signos enviados desde el Elíseo son, sin embargo, inequívocamente proeuropeos.

El dilema está sobre la mesa de todos los países europeos. Y en la búsqueda de una salida a la actual crisis económica y  política, una nítida frontera se va dibujando entre quienes apuestan por un futuro más ambicioso, más grande, y quienes se repliegan sobre sí mismos. Entre quienes aspiran a una verdadera unión política europea, determinados a ceder soberanía al conjunto para ganar peso en el mundo –“La auténtica soberanía es la que se comparte”, dijo una vez Sarkozy-, y quienes se aferran a sus unívocas identidades nacionales, celosos de un poder que la mundialización está rompiendo en pedazos y convencidos de que solos sí pueden salvarse. Espoleados, exacerbados por la crisis, dos movimientos contrarios, dos visiones opuestas, se enfrentan hoy en Europa.

Lo que está sucediendo hoy en Catalunya no es en absoluto ajeno a este pulso. La súbita radicalización política de una parte importante –aparentemente mayoritaria- de la sociedad catalana y su adhesión a las -hasta hace poco minoritarias- tesis independentistas se enmarca en el mismo fenómeno y no se explica al margen de la crisis, que ha actuado como detonante y acicate. El crecimiento del movimiento independentista en Catalunya, más allá de sus particularidades, se inscribe en una dinámica general de ascenso de las fuerzas centrífugas en todo el continente. Los discursos vagamente europeístas de los nacionalistas catalanes no deberían enmascarar la realidad de que sus tesis soberanistas entran flagrantemente en contradicción con el proyecto europeo. Que se reivindique la soberanía fiscal invocando a Europa, justo cuando la UE va por el camino contrario, no es la menor de las paradojas.

Artur Mas puso crudamente de relieve esta contradicción cuando afirmó en Madrid que “la España del norte se ha cansado de la España del sur, como la Europa del norte se ha cansado también de la Europa del sur”. Cansado de pagar, se sobreentiende. La estrategia de los nacionalistas catalanes en estos últimos años ha sido precisamente colocar la cuestión económica en la primera línea del debate político, centrándolo en el presunto “expolio” de Catalunya a manos de España. Al apelar antes al bolsillo de los ciudadanos que a sus sentimientos identitarios buscaban así atraer a su causa a la parte de la población de Catalunya sentimentalmente más vinculada a España. Desde este punto de vista, y con la inestimable ayuda de la crisis, su estrategia ha sido todo un éxito. Como dirían los franceses –y no es una ironía-, se ha revelado una apuesta “payante” (literalmente, rentable). Una parte de las nuevas adhesiones a la independencia, en efecto, lo son fundamentalmente por motivos económicos. No hay más que fijarse en la última encuesta de La Vanguardia: en un hipotético referéndum por la independencia, el sí ganaría hoy ampliamente por 54,8% a 33,5%; ahora bien, en el caso de que Catalunya viera satisfechas sus reivindicaciones de establecer un nuevo Pacto Fiscal –ese gran proyecto apresuradamente enterrado por Artur Mas y Mariano Rajoy en dos horas-, la proporción de noes –esto es, de votos a favor de la permanencia en España- ascendería al 44,8%, muy cerca del 47,7% de los independentistas.

Al utilizar la analogía con la Europa del norte, el presidente de la Generalitat buscaba sin duda situarse a la misma altura moral que la canciller Angela Merkel cuando condiciona la solidaridad financiera de Alemania a la disciplina y el rigor presupuestario de sus socios del sur (Catalunya incluida por cierto). Pero sus palabras en realidad le acercaban más bien a las tesis de la Liga Norte italiana de Umberto Bossi, la derecha populista holandesa de Geert Wilders, los nacionalistas flamencos de Bart De Weber o los Auténticos Finlandeses de Timo Soini, fuerzas que al grito de “las hormigas no quieren seguir pagando a las cigarras” han hecho del egoísmo fiscal una bandera política. Y que, consecuentemente, son activamente antieuropeístas.

En una Europa comprometida en un proceso de una mayor integración política, económica, presupuestaria y fiscal, dispuesta a establecer nuevos mecanismos de solidaridad financiera entre los países miembros, el discurso actual de los nacionalistas catalanes va totalmente a contracorriente y le será muy difícil obtener complicidades.

Las primeras observaciones –severas- con Catalunya ya han empezado a aparecer. “Los europeos deberían estar muy atentos a este debate, porque está en juego el futuro mismo de la construcción europea”, escribía días atrás en Le Figaro el historiador francés Benoît Pellistrandi al abordar la crisis política catalana. Y concluía: “Europa sólo tiene sentido si las naciones que la componen son solidarias (…) Lo que los catalanes nos enseñan es que otro movimiento subterráneo, un nacionalismo estrecho y populista, amenaza los cimientos de la construcción europea en el momento mismo en que debe luchar para salvar su pilar monetario. Decididamente, la Europa del sur da mucha guerra a sus socios y demuestra una ligereza política que podría penalizarla”.

Mucho menos áspero, más comprensivo –aunque no menos perplejo-, el eurodiputado ecologista franco-alemán Daniel Cohn-Bendit, mítico líder de Mayo del 68 y un ferviente europeísta, viajó recientemente a Barcelona para proclamar que “el Estado nación está acabado” y “no hay soluciones nacionales” para afrontar la crisis y los retos del nuevo mundo de la globalización. “Dentro de treinta años, ningún gran Estado europeo estará representado en el G-8 –argumentó repetidamente durante su estancia en la capital catalana-. O reforzamos Europa y nuestra soberanía no reside ya en los Estados, sino en Europa, o serán los mercados los únicos que tendrán soberanía sobre nosotros, también sobre Catalunya. Más vale dejar de soñar”. Predicador en el desierto, Cohn-Bendit fue a proclamar una nueva Europa y sólo oyó la palabra nación. Fue a defender la interdependencia y le contestaron con la independencia. Fue a hablar del siglo XXI y se encontró con los espectros del siglo XIX. Antes de marcharse, dejó una seria advertencia: “Cada ser humano es único y cada identidad es plural, y de ninguna manera unívoca como desearían creer los nacionalistas. Intentad encerrar a los individuos en búnkeres étnicos y crearéis el odio y la violencia”.




sábado, 29 de septiembre de 2012

La austeridad alcanza a Francia


A Francia le ha llegado también la hora de la austeridad. El primer presupuesto de François Hollande, aprobado ayer por el Consejo de Ministros reunido en el Elíseo, obligará a los franceses a hacer en 2013 un esfuerzo histórico de 37.000 millones de euros –“el más importante de los últimos 30 años”, según el propio presidente francés–, con el objetivo de reducir el año que viene el déficit público al 3% del PIB y situarlo en 61.600 millones, tal como París se había comprometido a hacer con sus aliados europeos, particularmente con Alemania. Nunca en sus cinco años de presidencia Nicolas Sarkozy había aprobada algo así, a pesar de que ya en 2007 su primer ministro, François Fillon, declaró estar “al frente de un Estado en quiebra”.

A diferencia de lo que se están haciendo otros países como España o Portugal, sin embargo, Francia concentrará la mayor parte de este esfuerzo en el terreno fiscal –los impuestos subirán en 20.000 millones, que se añadirán a los 7.000 millones aprobados ya de urgencia este verano–, mientras que la reduccion del gasto –10.000 millones– quedará en segundo lugar. “Es un presupuesto de combate”, declaró a la salida de la reunión el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, quien fijó como objetivos esenciales del Gobierno reducir la deuda pública –que se situa hoy en 1,8 billones, el 91%–, repartiendo el esfuerzo de forma equitativa, fomentar el crecimiento económico y combatir el paro, que ha superado la barrera del 10%.

El severo ajuste preparado por Hollande, aunque no castigará a todo el mundo por igual –las familias de mayor renta y las grandes empresas son las que más deberán contribuir–, amenaza con erosionar todavía más la imagen del presidente francés, ya enormemente deteriorada. La mayor parte de los institutos de sondeos coinciden en situar su índice de popularidad entre el 43% y el 44%, un nivel raras veces visto tan sólo cuatro meses y medio después de la elección. No son sólo los votantes de derecha los descontentos, sino también una parte del electorado de izquierda y de las clases populares. Las cuentas del 2013 no van a ayudarle.

Los planes económicos de Hollande, que recientemente pidió en televisión un plazo de dos años para invertir la situación, son cumplir con el objetivo del 0,5% de déficit estructural –umbral fijado por el Tratado europeo de disciplina presupuestaria– en el 2015 y conseguir el equilibrio de las finanzas públicas al final de su mandato, en 2017. El presidente francés lleva semanas insistiendo en que la reducción del déficit no es una imposición de la Unión Europea ni de los mercados financieros, sino la condición imprescindible para salvaguardar la “soberanía e independencia” de Francia.

Lo cual es tan cierto como el hecho de que Hollande se juega aquí también su credibilidad ante la canciller alemana, Angela Merkel, y la consolidación del clima de confianza necesario para reforzar la alianza franco-alemana para avanzar en la integración europea. Contrario a la política de austeridad impuesta a rajatabla desde Berlín, que considera negativa en periodo de recesión, no será por tanto el presidente francés el que plantee un alargamiento de los plazos de reducción del déficit. Por mucho que le pueda convenir.

Algunos economistas pusieron ayer en duda las posibilidades reales del Gobierno de reducir el déficit al 3% como está previsto, habida cuenta de la falta de pulso de la economía francesa. El Instituto de Estadística y Estudios Económicos (Insee) confirmó ayer el estancamiento de la actividad en el segundo trimestre de este año, lo que suma ya tres trimestres consecutivos de marasmo. En este contexto, los críticos ven difícil que puedan cumplirse los objetivos del Gobierno, calculados a partir de una previsión de crecimiento del PIB del 0,8%.

En aras de la justicia fiscal, el mayor esfuerzo recaerá sobre los franceses adinerados y las grandes empresas. Así, el proyecto de presupuestos introduce un nuevo tipo marginal del 45% en el impuesto sobre la renta –a partir de 150.000 euros anuales–, al que se añadirá un tipo extraordinario y temporal –durante dos años– del 75% para aquellos ingresps que superen el millón de euros. La medida ha sido un poco recortada, pues incluirá en el cálculo otras figuras impositivas –lo que situará el tipo real entre el 63% y el 64%– y además sólo afectará a las rentas del trabajo. Dividendos y stock-options quedan fuera... Se calcula que los afectados serán alrededor de 1.400 personas.

Jean-Marc Ayrault aseguró en el Elíseo que el 90% de los franceses quedará libre del aumento de la presión fiscal. Pero eso es, cuando menos, una interpretación benévola. La congelación de los baremos del impuesto de la renta –que subirá la cuantía a pagar, salvo para las familias más modestas– o la imposición sobre las horas extras –“desfiscalizadas” en tiempos de Sarkozy– afectarán a una gran mayoría.

En cuanto a los recortes, el presupuesto salva a las tres grandes áreas prioritarias –educación, justicia y seguridad–, que incluso podrán aumentar sus plantillas. Todos los demás deberán ajustarse el cinturón, reducir gastos y funcionarios, y olvidarse de algunos proyectos. Defensa, Cultura, Transportes... serán algunas de las áreas más tocadas.

La derecha cargó contra el presupuesto por el atornillamiento fiscal –“Es una superchería, el 100% de los franceses van a pagar”, declaró el secretario general de la UMP, Jean-François Copé–, que considera perjudicial para los ciudadanos y también para el objetivo de relanzar la actividad económica. En su opinión, el aumento de impuestos frenará las inversiones. El Gobierno piensa, por el contrario, que peor sería el efecto de los recortes, al castigar la demanda interna.

La apuesta de Hollande consuma la ruptura con la extrema izquierda, que prepara para el próximo domingo una manifestación en París contra el Tratado europeo dedisciplina presupuestaria. “Se obstinan en aplicar la misma política social-liberal que ha fracasado en Grecia, Portugal y España”, censuró el líder del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon. En la misma línea, Marine Le Pen –Frente Nacional– dijo que el presupuesto “conduce al clash económico”.


Menos soldados, menos museos, menos TGV

Museo de la Historia de Francia con el que soñó Nicolas Sarkozy no verá nunca la luz, el Ejército deberá reducir el año que viene sus fuerzas en 7.500 soldados y buena parte de las nuevas líneas del tren de alta velocidad (TGV) programadas por el Gobierno anterior no verán en muchos años –acaso nunca– un solo raíl. En cambio, se contratará a más profesores, policias y gendarmes.

Los recortes del gasto previstos en el primer presupuesto de François Hollande, por un volumen global de 10.000 millones de euros, no afectarán a todo el mundo por igual. En la medida en que las áreas de educación, seguridad, justicia y empleo se han salvado de las tijeras, las demás deberán apretarse un poco más el cinturón. Así, mientras en los tres ámbitos prioritarios está previsto incluso aumentar la plantilla en 11.700 funcionarios –sobre todo en la enseñanza–, los demás deberán reducirla otro tanto.

El presupuesto del 2013 prevé así la supresión de 12.300 empleos públicos, lo que compensa el aumento previsto. Sin embargo, como recordaba ayer Le Figaro, si se suman los cerca de 6.800 puestos creados este año en Educación –en la revisión del presupuesto vigente del 2012–, el resultado neto es un aumento neto de alrededor de 6.200 plazas.

Las inversiones en transportes serán una de las áreas que más afectadas se verán por los recortes. En particular el ambicioso programa de extensión de la red TGV diseñado hace tres años. El presupuesto no lo detalla, pero en las próximas semanas una comisión deberá decidir cuáles de estos proyectos son aplazados o definitivamente abandonados por falta de financiación. Las líneas de Normandía, Bretaña o Niza estarían pendientes de un hilo, así como la prolongación entre Tours y Burdeos, que debía continuar después hacia el País Vasco y la frontera española. En la vertiente mediterránea, el tramo pendiente entre Montpellier y Perpiñán –básico para acortar el viaje entre Barcelona y París– y previsto para el año 2020 podría sufrir nuevos retrasos.

El Ministerio de Cultura, con una reducción del 3,3% de su presupuesto, es uno de los que más contribuirá al ahorro. Algunos proyectos museísticos serán literalmente abandonados. Es el caso del ya citado Museo de la Historia de Francia, pero también el Museo de la Fotografía en el Hôtel de Nevers, la ampliación de la Comédie Française, el proyecto de la Torre Utrillo o el de Lascaux 4. Todos los centros estatales deberán recortar su presupuesto y especialmente los grandes establecimientos –Louvre, Musée d’Orsay, Grand Palais, Opera de París...–, donde los recortes llegarán al 7%. El Grand Palais deberá asimismo renunciatr a alguna gran exposición para hacer hueco a manifestaciones privadas susceptibles de poder aportar ingresos extraordinarios.

El Ejército deberá apretarse asimismo el cinturón. El estado de las finanzas públicas no permitirá garantizar las aportaciones necesarias para cumplir con lo previsto en el Libro Blanco de la Defensa en materia de disponibilidad de tropas y los gastos corrientes deberán ser rebajados. El Ejército deberá reducir en 7.500 el número de soldados –con la perspectiva de llegar a una reducción de 55.000 en el horixonte del 2015–. Lo que no se tocará, sin embargo, es el presupuesto de las operaciones exteriores y de la disuasión nuclear.
En el otro lado de la balanza, están las áreas mimadas por Hollande. Empezando por la Educación Nacional, donde el presidente prometió crear 60.000 nuevos empleos durante su quinquenato. Cara al 2013 y el 2014, el Ministerio de Educación prevé sacar a concurso 43.500 plazas.


viernes, 28 de septiembre de 2012

Palo y zanahoria con el islam


Para los musulmanes moderados, respetuosos con los valores y los principios de la República, todo. Para los islamistas radicales que desafíen al Estado laico y atenten contra el orden público, nada. El ministro del Interior francés, Manuel Valls, blandió ayer el palo y la zanahoria ante los musulmanes de Francia, a quienes advirtió que actuará con mano dura con los integristas y expulsará a aquellos extranjeros que vulneren las leyes y contradigan los valores republicanos.

La advertencia llega una semana después de que grupos de extremistas convocaran manifestaciones en todo el país –prohibidas por el Gobierno y abortadas por la policía– en protesta contra las caricaturas de Mahoma publicadas por el semanario satírico Charlie Hebdo. Y en un momento en que los grupos de raíz salafista multiplican los desafíos a las autoridades, ya sea organizando rezos en la calle, ya sea saltándose la prohibición de vestir el velo integral en el espacio público.

Unas 1.200 personas, entre las que se encontraban diversos representantes religiosos islámicos, escucharon el discurso de Valls, pronunciado con motivo de la inauguración de la Gran Mezquita de Estrasburgo (Alsacia), el mayor centro de culto musulmán de Francia. Se trataba, en cierto modo, de un discurso fundacional, que pretendía marcar las reglas de juego bajo la presidencia del socialista François Hollande. Si el tono fue diferente, el contenido no marcó ninguna ruptura respecto al periodo de Nicolas Sarkozy. Si se exceptúa la deriva anti-islámica protagonizada por el ex presidente en la última etapa –marcada por un giro hacia la derecha de tintes claramente electoralistas–, Valls mantiene básicamente la misma línea de firmeza.

“Los predicadores del odio, los partidarios del oscurantismo, los integristas, los que quieren atacar nuestros valores y nuestras instituciones, los que niegan los derechos de las mujeres, esos no tienen cabida en nuestra República”, advirtió el ministro del Interior, quien añadió: “Quienes están en nuestro territorio para desafiar nuestras leyes, para atacar los fundamentos de nuestra sociedad, no pueden quedarse”. Valls aseguró que “no dudará en expulsar” a los islamistas extranjeros que representen una “amenaza grave contra el orden público”. Nada que no se haya hecho ya: en la última década han sido expulsados de Francia unos 150 islamistas radicales, entre ellos varias decenas de imanes. Valls pretende seguir con esta práctica.

Junto a las amenazas, el ministro del Interior tendió la mano a la mayoría de los musulmanes franceses –se calcula que hay unos cinco millones de fieles–, a quienes invitó a sentirse “orgullosos” del islam que están “construyendo”. Valls elogió “el discernimiento, la madurez, la responsabilidad, la serenidad y el apego total a los valores de la República” de los que el islam de Francia ha hecho gala “frente a las instrumentalizaciones de todo tipo”.

El ministro ofreció diálogo para abordar el problema de la carencia de centros de culto y la formación de los imanes, dos terrenos donde Francia ve con preocupación la intromisión de Estados extranjeros. En el caso de las mezquitas –actualmente hay 2.000 centros de culto islámicos en el país, que resultan insuficientes–, el Estado está incapacitado por ley para aportar financiación, pero Valls se mostró abierto a buscar soluciones imaginativas. La Gran Mezquita de Estrasburgo, con capacidad para 1.500 fieles, ha sido financiada por los fieles, las administraciones locales –en Alsacia y Lorena no se aplica la ley de laicidad de 1905–, Marruecos, Arabia Saudí y Kuwait. Coronada con una gran cúpula, carece de minarete.


Copé y el ‘racismo anti-blancos’

Jean-François Copé, secretario general de la UMP y candidato a sustituir a Nicolas Sarkozy en la presidencia del partido, parece determinado a seguir el camino de derechización marcado por el ex presidente francés en la última campaña electoral, a pesar del fracaso cosechado en las urnas. En su libro-programa “Manifiesto por una derecha desacomplejada”, Copé denuncia el aumento de un “racismo anti-blanco” en algunos barrios de las banlieues francesas con una fuerte proporción de población de origen extranjero, un concepto manejado hasta ahora exclusivamente por la extrema derecha. Su rival, el ex primer ministro François Fillon, marcó distancias con semejante formulación.







jueves, 27 de septiembre de 2012

Petrodólares en la 'banlieue'


Los petrodólares qataríes se disponen a dar el salto desde los estadios y los barrios ricos de París a la banlieue, donde los gestores de los fondos del emirato se proponen inyectar dinero para financiar proyectos empresariales locales. La iniciativa, acordada con el Gobierno francés, ha levantado grandes suspicacias y algunas fuerzas políticas alertan contra el riesgo de proselitismo islamista.

Los intereses económicos de Qatar en Francia han crecido de forma exponencial en los últimos años. El emirato tiene participaciones en algunas de las principales empresas francesas –France Télécom, Lagardère, LVMH, Suez Environnement, Total, Veolia, Vinci, Vivendi...–, posee grandes inmuebles en los barrios más caros de la capital francesa y es el propietario del club de fútbol Paris Saint-Germain (PSG). Su extensión tentacular, sin embargo, no había despertado en Francia el recelo que suscita ahora su introducción en los barrios periféricos, con una fuerte concentración de población musulmana.

La iniciativa arrancó el año pasado a raíz de una visita a Doha de una delegación de la Asociación nacional de electos locales de la diversidad (Aneld), una organización que agrupa a militantes de diversos partidos, que expusieron su idea al emir de Qatar, Hamad ben Khalifa Al Thani. Seducido por la idea, el jeque dio su visto bueno a la creación de un fondo de inversión dotado inicialmente con 50 millones de euros para respaldar los proyectos de emprendedores de los barrios en dificultad. La idea fue anunciada oficialmente en noviembre pasado y suspendida después a causa de la proximidad de las elecciones presidenciales francesas.

Las estrechas relaciones que las autoridades qataríes mantenía con el ex presidente Nicolas Sarkozy parecen haber alcanzado en pocos meses la misma intensidad con su sucesor en el Elíseo, François Hollande. El resultado ha sido la conclusión de un acuerdo –anunciado por el ministro para la Regeneración Productiva, Arnaud Montebourg– para crear un fondo de inversión mixto, con participación de Qatar y del Estado francés así como de empresas privadas, para financiar proyectos empresariales en las banlieues pero también en los “territorios desheredados” de las zonas rurales. El volumen del fondo aún no está claro, pero se habla de entre 100 y 300 millones.

La idea ha sido recibida con recelo por el ministro para la Ciudad, François Lamy, mantenido al margen, y por la asociación de alcaldes Ciudades y Banlieues, que ven en la iniciativa de Aneld una deriva “comunitarista”. La presidenta del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen. ha ido mucho más allá, al calificar la inversión qatarí de “caballo de Troya del islamismo”. Un temor similar ha expresado asimismo un diputado de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), Lionnel Luca, quien acusa a Qatar de “practicar una islamismo integrista” y pide una comisión de investigación. 




miércoles, 26 de septiembre de 2012

El 'no' de Los Verdes


Cuatro meses ha tardado en aparecer la primera disidencia de fondo, la primera fisura grave, en el Gobierno francés. El consejo federal de Los Verdes, socios menores de los socialistas en el Ejecutivo dirigido por Jean-Marc Ayrault, lanzó el sábado un verdadero desafío a François Hollande, al anunciar su decisión de votar contra el proyecto de ley de ratificación del Tratado europeo de disciplina presupuestaria, que constituye –junto al Pacto por el Crecimiento– una piedra angular de la política europea y económica del presidente francés.

Los ecologistas, que tienen dos ministros en el Gabinete – Cécile Duflot (Vivienda) y Pascal Canfin (Desarrollo), callados como muertos–, han intentado minimizar la gravedad de su decisión alegando que el tratado europeo no forma parte del pacto de gobierno suscrito con el PS. Como si la ruptura de la solidaridad gubernamental en un asunto tan fundamental careciera de toda trascendencia política. Como si hurtar al presidente de la República del apoyo que ha pedido en el Parlamento para el paquete europeo no fuera un serio desplante.

Los ecologistas argumentan su rechazo en que el tratado de disciplina presupuestaria no hace más que sancionar la política de austeridad pactada en su día por Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, sin que –a su juicio– el Pacto por el Crecimiento arrancado por Hollande a la canciller alemana resulte suficiente. El problema de Los Verdes es que la política de austeridad derivada del tratado tendrá una traducción práctica en los Presupuestos para 2013, a los que –por si acaso– ya han anunciado su apoyo...

En otras circunstancias, con otra personalidad en el Elíseo, Los Verdes serían expulsados inmediatamente del Gobierno. Tanto más cuanto que los socialistas gozan de una amplísima mayoría absoluta que les permitiría gobernar totalmente en solitario. En el PS, el malestar era ayer evidente. Algunos socialistas subrayaban que los regalos hechos por el Partido Socialista a Los Verdes –cesión de 60 circunscricpiones electorales, pacto de legislatura, entrada en el Gobierno–, muy superiores a lo que sería lógico entregar a una fuerza política que sólo sacó un 2% de los votos en las presidenciales, hubieran merecido por su parte una mayor lealtad.

Dos diarios tan opuestos como Le Figaro y Le Monde reclamaban ayer, apelando a la coherencia, la salida de Los Verdes del Gobierno. El vespertino fue particularmente duro en su editorial de portada: “Los ecologistas piden ser tratados com un socio de coalición, pero se comportan como un grupúsculo irresponsable. Incapaces de tener una ética de responsabilidad e incoherentes”.

Era una prédica en el desierto. El gabinete del primer ministro confirmó ayer la continuidad de los dos ministros verdes en el Ejecutivo, mientras los dos interesados descartaron toda dimisión. François Hollande, cuyo nivel de popularidad sigue cayendo en barrena, parece preferir evitarse una crisis de gobierno... aún a costa de consolidar su imagen de presidente blando y sin autoridad.

El alineamiento de Los Verdes con el “no”, junto con el Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon, puede acabar animando al sector antieuropeísta del PS –en el que esta vez no está el ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius– a sumar sus votos a los demás disidentes, lo que debilitaría la posición de Hollande. La aprobación del tratado no corre riesgo alguno –la UMP ya ha confirmado su voto a favor, ¿cómo podría hacer otras cosa?–, pero si se salvara gracias a la derecha, el presidente quedaría tocado.

La decisión de Los Verdes ha provocado también un seísmo interno que puede sentenciar a muerte la coalición que forma con Europa Ecología. El dirigente y fundador de esta formación, el eurodiputado franco-alemán Daniel Cohn Bendit –que días atrás firmó una tribuna en favor del tratado europeo junto con otras figuras ecologistas, como José Bové–, ha reaccionado airadamente y ha suspendido provisionalmente su pertenencia al movimiento. “Es una decisión irresponsable e incoherente”, así como “dramáticamente nula”, ha declarado el mítico líder de Mayo del 68 y ferviente europeísta, quien se dice “hastiado” y ve a Los Verdes regresando a sus viejas maneras: “Con total evidencia, la coherencia y el coraje político no son su problema”, añadió.

En el caso de que el tratado fuera sometido a un referéndum, como piden los comunistas y la extrema izquierda, el 52 % de los franceses votaría sí, frente a un 32% que se inclinaría por el no y un 16% de indecisos y potencialmente abstencionistas. Así lo pone de manifiesto un sondeo elaborado por el instituto de opinión CSA para el diario L’Humanité,órgano oficial del PCF.



sábado, 22 de septiembre de 2012

Drancy, la puerta de infierno


Entre 1942 y 1944 la puerta del infierno se encontraba a 15 kilómetros del centro de París. En Drancy, al norte de la capital francesa, un complejo de viviendas sociales inacabado, la Cité de la Muette, se convirtió en un campo de internamiento donde se concentraba a los judíos antes de embarcarlos en los trenes de la muerte. Dirigido por funcionarios franceses y vigilado por gendarmes franceses, en algo menos de dos años y medio pasaron por Drancy camino de los campos de exterminio de Auschwitz y Birkenau alrededor de 63.000 judíos –del total de 76.000 deportados por Francia a petición de la Alemania nazi–, de los cuales sobrevivieron menos de 2.000. El presidente francés, François Hollande, aprovechó ayer la inauguración de un Memorial de la Shoa junto al antiguo campo para condenar de nuevo el papel de Francia en el Holocausto y hacer un llamamiento a combatir las nuevas formas de antisemitismo.

“¿Cómo fue posible este horror? ¿Cómo en nuestro país, la Francia de las Luces, la Francia de los Derechos del Hombre, la Francia de la Revolución, se encontraron tantos verdugos para ir a buscar a su casa a familias desarmadas? ¿Cómo se encontraron tantos cobardes para dejarles hacer, para desviar la mirada?”, se preguntó el presidente francés, quien atribuyó la responsabilidad al “espíritu de sumisión” colectivo y al antisemitismo que reinaba en la sociedad francesa.

“Cuando el mal se inscribe en la vida cotidiana, cuando adquiere, según las palabras de Hannah Arendt, una especie de banalidad, entonces nada se le opone”, afirmó Hollande, antes de añadir que lo sucedido en los años cuarenta, bajo la ocupación, debe servir hoy de “lección”. “Nada es insignificante. Toda afirmación, todo acto de carácter antisemita o racista es inaceptable (...) No debemos admitir lo inadmisible”, dijo. Y concuyó asegurando que “la República no cederá jamás” frente al “odio y el fanatismo”.

El acto de ayer forma parte de una secuencia de conmemoraciones con motivo de los 70 años de la implicación de la Francia ocupada en la persecución de los judíos. El presidente francés ya pronunció un discurso al respecto el pasado 22 de julio a propósito del anversario de la gran redada de Vel d’Hiv, llevada a cabo entre el 16 y el 17 de julio de 1942 por la policía francesa, que detuvo e internó en el Velódromo de Invierno de París a algo más de 13.000 judíos, en su mayoría ancianos, mujeres y niños. “La verdad es que ese crimen fue cometido en Francia, por Francia”, afirmó entonces Hollande, siguiendo el camino abierto en 1995 por su antecesor en el Elíseo Jacques Chirac. El ex presidente fue el primero en admitir la culpa de Francia en el Holocausto, una responsabilidad que hasta entonces se había negado oficialmente –François Mitterrand incluido– , atribuyéndola al ilegítimo régimen de Vichy. Lo cierto, sin embargo, es que las autoridades francesas encabezadas por el mariscal Pétain representaban legítimamente al Estado francés, al haber recibido sus poderes del Parlamento.

Annette Karjcer tenía 12 años cuando fue conducida, junto a su hermana Léa, al campo de internamiento de Drancy el 15 de agosto de 1942. Ayer recordaba el impacto de aquel momento: “Tuve la impresión de que entraba en el infierno”, explicó. Construidos en los años treinta, los edificios no estaban acabados. El suelo del patio era de color negro –pavimentado con escoria de hierro–, no había ningún árbol, todo era inhóspito. En los pisos no había nada, dormían sobre paja. Y sus necesidades debían hacerlas en un gran bidón situado en el rellano... Capturada en la redada de Vel d’Hiv, Con piojos y sarna, Annette y su hermana sobrevivieron gracias a ayuda de una prima, empleada en el campo, que las escondió. La mayoría de los niños detenidos con ellas fueron deportados dos días después. Nunca volvieron.

Para Annette, lo más chocante fue el papel de los franceses. “En Vel d’Hiv, en el campo de Pithiviers, en Drancy, no vi ni un solo alemán. Siempre me ha quedado esta terrible decepción, este dolor, de que los franceses hubieran ayudado a todo eso”, explicaba. Atormentada todavía por el recuerdo, Annette agradeció el hecho de que el Memorial –un edificio moderno, de grandes cristaleras– haya sido levantado junto al campo pero no dentro. Por nada del mundo hubiera vuelto a pisar aquel patio, hoy convertido en un área de juegos infantiles. Las viviendas sociales de la Cité de la Muette están hoy ocupadas por familias, ajenas en su mayoría al hecho de que hace 70 años, junto a sus casas, había alambradas y torres de vigilancia.

El edificio del memorial de Drancy, complemento del Memorial de la Shoa de París, está organizado en cinco niveles, entre los que se distribuyen salas pedagógocas, un centro de documentación y una exposición permanente, con imgáges, cartas y documentos, en la que se explica el funcionamiento del campo y la vida cotidiana de los internados. Uno de sus objetivos es organizar regularmente visitas escolares.
En su discurso, François Hollande hizo hincapié en la necesidad –y el deber– de transmitir la memoria de lo sucedido. Y pidió al Ministerio de Educación que la historia del Holocausto sea enseñada en todas las escuelas y centros de secundaria.


Le Pen, contra el velo y la kipá

Marine Le Pen entró ayer en la polémica sobre la publicación de las caricaturas de Mahoma con una propuesta incendiaria: prohibir la presencia del velo islámico –no el velo total, sino el hiyab, pañuelo que cubre el pelo– y de la kipá judía en todo el espacio público, incluida la calle. En la actualidad, ambas prendas –así como cualquier otro signo religioso– están prohibidas en las escuelas, mientras que en la calle la única vestimenta vetada es el niqab y el burqa, que cubren completamente el rostro. La propuesta de la presidenta del Frente Nacional (FN) recibió numerosas críticas, siendo una de las más contundentes la del ministro de Educación, Vincent Peillon, que calificó a Le Pen de “la primera de los integristas”. El presidente Hollande calificó de “torpe” todo aquello que “opone y divide”.






Francia dice sí a los toros


Los aficionados franceses a los toros están de enhorabuena. Las Arenas de Nîmes podrán seguir siendo la catedral de la tauromaquia en Francia. El Consejo Constitucional francés avaló ayer, en una sentencia inequívoca, la constitucionalidad de la ley que autoriza las corridas de toros –así como las peleas de gallos– en aquellas regiones donde existe una “tradición local ininterrumpida”. El alivio de los taurófilos fue proporcional a la indignación de las organizaciones antitaurinas y de defensa de los animales que habían impulsado el recurso de inconstitucionalidad. Los recurrentes anunciaron la adopción de nuevas iniciativas para intentar conseguir la prohibición de una tradición qua consideran una muestra de barbarie.

El Código Penal francés establece, en su artículo 521-1, duras penas para quien inflija malos tratos o cometa actos de crueldad sobre animales domésticos o en cautividad, que sanciona con dos años de cárcel y 30.000 euros de multa. Pero al mismo tiempo admite dos excepciones en aras de la tradición: las corridas de toros, muy populares en cuatro regiones del sur de Francia –Languedoc-Rosellón, Provenza-Alpes-Costa Azul, Midi-Pirineos y Aquitania–, y las peleas de gallos, tradicionales en la franja norte fronteriza con Bélgica. Eso sí, sólo en aquellos lugares donde puede demostrarse una “tradición ininterrumpida”: una corrida en París, por ejemplo, sería ilegal.

Dos organizaciones, el Comité Radicalmente Anti Corrida (CRAC) y la asociación Derechos de los Animales, impugnaron esta excepción, alegando que atentaba contra el principio constitucional de igualdad ante la ley. El Consejo Constitucional, sin embargo, no lo ha considerado así y ha sancionado la constitucionalidad de la norma. En la deliberación no ha participado el ex presidente Nicolas Sarkozy –miembro nato del Consejo en tanto que ex jefe del Estado–, puesto que bajo su mandato se aprobó la inclusión de la tauromaquia en la lista del patrimonio cultural inmaterial de Francia en 2011.

El presidente del CRAC, Jean-Pierre Garrigues, reaccionó con ira a la decisión del Consejo Constitucional. “No estamos en una democracia, sino en una dictadura tauromáquica”, denunció.

El principio por el cual la ley francesa autoriza las corridas de toros –la tradición– es el mismo que adoptó el Parlament de Catalunya para justificar el mantenimiento de los corre-bous mientras prohibía las corridas. El parelalismo acaba aquí, puesto que Francia asume las corridas de toros como una tradición propia, pese a que su aparición –fue introducida a mediados del siglo XIX– es posterior a la de Catalunya, donde data del siglo XVII.


viernes, 21 de septiembre de 2012

Desafío islamista


Los islamistas han convocado para el próximo sábado manifestaciones en las principales ciudades de Francia para protestar por la difusión de la película norteamericana Innocence of Muslims y la publicación de nuevas caricaturas de Mahoma por el semanario satírico Charlie Hebdo, que consideran ofensivas para el islam. Los promotores de las protestas, que han adaptado para la ocasión un lema legendario del movimiento antirracista –Touche pas à mon prophète (No toques a mi profeta), en lugar de Touche pas à mon pote (No toques a mi amigo)–, parecen determinados a desafiar al Gobierno, que ha advertido que no tolerará ninguna manifestación o concentración.

“Estamos en una República que no tiene en absoluto la intención de dejarse intimidar por quien quiera que sea en razón de sus valores”, advirtió el miércoles el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, quien señaló que no se permitiría ninguna alteración del orden público. “Se trata de grupos minoritarios \[los promotores de las protestas\] que quieren explotar la situación, la República no dejará hacer”, añadió. El Gobierno denegó ayer la autorización para una concentración en la plaza de Trocadéro de París –presentada por un grupo de asociaciones islámicas– y para una manifestación frente a la Gran Mezquita de París, en este caso solicitada por un particular. A través de internet y las redes sociales, los islamistas han convocado otras manifestaciones en Lille, Lyon, Toulose y Marsella. Todas ellas para mañana sábado.

Dos centenares de islamistas se manifestaron por sorpresa hace una semana frente a la embajada de Estados Unidos en la capital francesa, un lugar habitualmente muy vigilado, sin que las fuerzas de seguridad pudieran impedirlo a tiempo. Unas 150 personas fueron detenidas. Según fuentes policiales, los servicios de la lucha antiterrorista han identificado entre ellas a una decena de individuos vinculados a grupos islamistas radicales.

Las autoridades religiosas musulmanas francesas, a la vez que condenaban con firmeza la publicación de las caricaturas, han hecho llamamientos a la calma, que deberían repetirse hoy en la mayoría de las mezquitas de Francia. El rector de la Gran Mezquita de París, Dalil Boubakeur, hizo un llamamiento a mantener “el dominio de sí mismo, la calma y la confianza en Duios todopoderoso”, así como a mostrar “sobriedad en nuestras reacciones de indignación legítima”. El presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM), Mohamed Moussaoui, exhortó por su parte a los fieles a “no ceder a la provocación” y a “expresar su indignación con serenidad y por medios legales”.

El Gobierno francés ha movilizado a la policía para prevenir incidentes –unos 1.600 antidisturbios serán desplegados en París, según Le Figaro– y ha extremado asimismo las medidas de seguridad en los centros oficiales y diplomáticos franceses en 20 países de religión musulmana, que estarán hoy cerrados en su totalidad coincidiendo con la plegaria de los viernes (algunas legaciones y escuelas, como las de Túnez, cerraron ya el miércoles)

Ayer hubo diversas manifestaciones antifrancesas en Kabul (Afganistán) y Teherán (Irán), aunque no hubo incidentes de relevancia. En Egipto, el partido del presidente del país, Mohamed Morsi, los Hermanos Musulmanes, reclamaron al Gobierno francés que tome “medidas rápidas y firmes” contra Charlie Hebdo, empleando la “misma severidad” que la justicia francesa ha mostrado con la revista Closer por publicar fotos de Catalina de Inglaterra en top-less.



jueves, 20 de septiembre de 2012

Y ahora... caricaturas de Mahoma


Con el mundo islámico inflamado contra Estados Unidos por la película-panfleto Innocence of Muslims, que denigra a Mahoma, un segundo foco de tensión se abrió ayer en Francia con la publicación de nuevas caricaturas del intocable profeta de los musulmanes. Inquieto por el riesgo de una escalada azuzada por los integristas –los radicales han convocado una nueva manifestación el próximo sábado en París–, el Gobierno francés puso en alerta a las fuerzas se seguridad y decidió, como medida de precaución excepcional, el cierre mañana viernes –día de plegaria de los musulmanes– de sus centros escolares y culturales, consulados y embajadas en 20 países islámicos.

Maestro en el ejercicio de la provocación, el semanario satírico Charlie Hebdo, conocido por haber reproducido ya en 2006 las controvertidas caricaturas de Mahoma publicadas por un diario danés y mostrarse recurrentemente crítico con los islamistas, no podía dejar pasar la oportunidad de sumarse a la polémica actual. Naturalmente, a su modo. En su número de ayer, el semanario incluyó varios dibujos, a cual más mordaz y sanguinario, con Mahoma como protagonista. Los 75.000 ejemplares de la edición se agotaron rápidamente y la revista anunció la aparición de una segunda edición mañana viernes.

Si el dibujo de la portada es relativamente inofensivo –Mahoma aparece en una silla de ruedas empujado por un rabino, en una evocación de la película "Intocable"–, no pasa lo mismo con el de la contraportada, donde el profeta aparece desnudo y, reproduciendo las palabras de Brigitte Bardot en el filme "El desprecio", de Jean-Luc Godard, dice: “¿Y mi culo? ¿A ti te gusta mi culo?”.

El Gobierno francés encajó la última humorada de Charlie Hebdo con visible incomodidad. El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, defendió la libertad de expresión como bien supremo del sistema democrático –quienes se sientan ofendidos por las caricaturas pueden apelar a los tribunales, recordó–, pero mostró su “desaprobación ante todos los excesos” y apeló al “espíritu de responsabilidad de todos”. El ministro de Exteriores, Laurent Fabius, advirtió por su parte contra “toda provocación”.

A diferencia de Jacques Chirac hace seis años, François Hollande no hizo ningún comentario –el hoy presidente compareció como testigo en favor del semanario cuando fue juzgado, y absuelto, por el caso anterior de las caricaturas en 2007–, pero fuentes del Elíseo citadas por Le Monde remarcaron que en el ejercicio de la libertad de expresión los periodistas deben sopesar también la “oportunidad”. En general, todas las reacciones políticas fuero de parecido tenor. Todo el mundo defendió por principio la libertad de expresión, pero muchos expresaron sus dudas sobre el acierto del semanario. “Es una provocación inútil”, señaló Brice Hortefeux, antigua mano derecha de Nicolas Sarkozy.

Le Monde, que en 2006 publicó una caricatura de Mahoma en solidaridad, fue ayer en cambio muy duro en su editorial de portada: “Las caricaturas incriminadas son de mal gusto, incluso lamentables. Y, sobre todo, son publicadas en un momento en que va a contribuir conscientemente a echar leña al fuego, lo que conduce en efecto a preguntarse sobre el sentido de la responsabilidad de sus autores y editores”.

El director de Charlie Hebdo, Stéphane Charbonnier, Charb, rechazó tales reprobaciones. “Ceder a la censura de los extremistas, eso sí es irresponsable”, dijo. El Ministerio del Interior movilizó a un destacamento de la policía antidisturbios (CRS) para proteger la sede del semanario, que en 2011 ya sufrió un atentado. Su sitio web fue ayer pirateado.

Las autoridades religiosas islámicas en Francia reaccionaron con prudencia pero indignación ante la publicación de las caricaturas, que consideran un gesto hostil. El rector de la Gran Mezquita de París, el moderado Dalil Boubakeur, lamentó una iniciativa que calificó de “extremadamente peligrosa y totalmente irresponsable”, a la vez que llamaba a la calma. Por su parte, el presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM), Mohamed Moussaoui, lo calificó de “acto islamófobo”. Ambos fueron recibidos ayer mismo por el ministro del Interior, Manuel Valls, para intentar apaciguar los ánimos. El CFCM, así como una tal Asociación siria por la libertad, anunciaron la presentación de sendas demandas judiciales por incitación al odio.

Otros portavoces religiosos, tanto de la Iglesia católica como de la comunidad judía, expresaron su solidaridad y comprensión con los musulmanes. Las críticas a la publicación de las caricaturas vinieron de todos los rincones: desde el Vaticano, a través de L’Osservatore Romano, hasta la Casa Blanca, quien puso en cuestion “el juicio” de quien tomó la decisión de publicar las caricaturas en este momento.


Ataque a un comercio kosher

Un colmado de alimentación kosher –conforme a las reglas religiosas judías– fue objeto ayer de un atentado en Sarcelles, una población co una importante comunidad judía en la periferia norte de París. Poco después del mediodía, dos desconocidos entraron en el establecimiento y lanzaron un artefacto explosivo de pequeña potencia, que apenas causó daños pero sí un herido leve. Al cierre de esta edición, los atacantes no habían sido detenidos. La fiscalía consideró prematuro atribuir al acto un carácter antisemita y todavía más vincularlo al estado de tensión provocado por la película norteamericana sobre los musulmanes y las caricaturas de Mahoma. En todo caso, el ataque se produjo en plenas fiestas entre la llegada del nuevo año judío y el Yom Kippur, la semana próxima.



miércoles, 19 de septiembre de 2012

Duelo de testosterona


François Fillon y Jean-François Copé, los dos principales aspirantes a asumir el liderazgo de la derecha francesa tras la retirada de Nicolas Sarkozy, serán finalmente los únicos. La batalla por la presidencia de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) se ha convertido en un duelo, después de que los otros cuatro candidatos menores que aspiraban a concurrir se hayan retirado o no hayan podido alcanzar el número de firmas –7.924– exigidas por los estatutos del partido. Los militantes deberán pronunciarse el próximo 19 de noviembre por uno de los dos hombres. “Un exceso de testosterona”, en palabras de la única mujer en liza, la ex ministra Nathalie Kosciusko-Morizet, que a su juicio amenaza con “esterilizar el debate de las ideas”.

Kosciusko-Morizet, así como otro ex ministro, Bruno Le Maire –exponentes ambos de una nueva generación de dirigentes cuadragenarios–, se tomaron la molestia de acudir a la sede de la UMP a depositar los varios miles de firmas que habían podido reunir en las últimas semanas, pese a reconocerlas como insuficientes. Henri Guaino, ex consejero de Sarkozy en el Elíseo, eludió hacer la misma escena y el ex ministro Xavier Bertrand anunció la víspera su retirada de la carrera.

Los estatutos de la UMP exigen, para poder formalizar la candidatura a la presidencia del partido, ser apadrinado por al menos el 3% de los militantes –algo más de 264.000– de 10 departamentos diferentes como mínimo, una regla que, según admitió el propio Jean-François Copé, secretario general del partido, es muy difícil de cumplir con el tamaño que ha adquirido la UMP. Numerosas voces reclamaron –demasiado tarde– su reforma.

Si el ex primer ministro François Fillon, de 58 años, aparece a priori como favorito –así lo van repitiendo los sondeos entre los votantes de derechas–, Jean-Franois Copé, de 48 años, tiene en su favor el control del apararo del partido y un amplio respaldo entre los militantes, los únicos llamados a votar. En una demostración de fuerza, Copé depositó en la UMP alrededor de 35.000 firmas. “Es el candidato de los militantes”, sentenció apresuradamente un miembro de su equipo, Roger Karoutchi. Unas horas después, Fillon aportó 45.000...

El duelo entre Fillon y Copé por el control de la UMP tiene como segundo objetivo no declarado las elecciones presidenciales del 2017, en las que ambos aspiran a ser designados candidato al Elíseo. El ex primer ministro lo admite sin demasiados problemas. Copé, en cambio, trata formalmente de disociar ambas citas. Autoerigido en heraldo del sarkozysmo, el actual secretario general de la UMP se presenta como el continuador de la obra de Sarkozy y ha llegado a asegurar que si el ex presidente quiere volver a presentarse en el 2017, él le cederá el paso. No puede descartarse: con un apoyo del 40%, Sarkozy sigue siendo el preferido del electorado conservador.


Protección principesca


Fiel a su fama de intratable en la protección de la intimidad y la vida privada, la justicia francesa se puso ayer del lado de Guillermo y Catalina de Inglaterra y condenó con extrema dureza a la editora de la revista Closer por la publicación de unas fotos robadas de la duquesa de Cambridge en top-less durante sus vacaciones en Provenza.

El tribunal de Nanterre, a petición de la pareja, prohibió a la editora de la revista Closer, la italiana Mondadori –controlada por el ex primer ministro Silvio Berlusconi–, toda cesión o venta, así como toda nueva reproducción o redifusión, en cualquier soporte y por cualquier medio, de las citadas fotos, bajo amenaza de 10.000 euros de multa por cada incumplimiento. Mondadori deberá asimismo entregar en 24 horas a Guillermo y Catalina “la integralidad de los soportes digitales” que contienen las controvertidas imágenes, nuevamente con la advertencia de que cada día de retraso será sancionado con otros 10.000 euros de multa. La editora deberá cargar también con 2.000 euros de costas.

Añadir leyenda
“Esos clichés, que divulgan la intimidad de una pareja, parcialmente desnuda en la terraza de una residencia privada rodeada de un gran parque, a varios centenares de metros de una carretera abierta al público, y pudiendo legítimamente suponer estar al abrigo de miradas indiscretas, son de naturaleza particularmente intrusiva”, concluyó el tribunal, quien calificó de “brutal” la forma de exponer las imágenes en la portada y el interior. Las fotos fueron tomadas el pasado 5 de septiembre mientras Guillermo y Catalina tomaban el sol en una finca privada de la región del Luberon, en la Provenza.

Los duques de Cambridge, en un escueto comunicado, “saludaron” el fallo judicial, que anticipa un duro castigo a Closer cuando se aborde el fondo del asunto. Guillermo y Catalina presentaron paralelamente ante el mismo tribunal de Nanterre una demanda penal “contra X” por atentado contra la vida privada. En este caso, no será únicamente la revista la inculpada, sino también –en caso de ser identificados– el o los fotógrafos que tomaron las imágenes. El asunto podría desembocar en una condena y el pago de hasta 45.000 euros de multa, al margen de la suma que, en concepto de daños y perjuicios, pueda reclamar la pareja.

Esta primera victoria judicial conforta a los duques de Cambridge en su objetivo de parar los pies a la prensa rosa, a la que Guillermo culpa de la muerte de su madre, la princesa Diana, en un terrible accidente de circulación en París el 31 de agosto de 1997 mientras era perseguida por un grupo de paparazzi. Su abogado en Francia, Aurélien Hamelle, aludió explícitamente a este acotecimiento durante la vista, en la que evocó la “funesta caza” a la que fue sometida Lady Di.

Aunque simbólicamente importante, el fallo judicial de ayer presenta lagunas desde el punto de vista práctico. Como subrayaban algunos juristas, la prohibición de ceder o volver a difundir las fotos afecta únicamente a Mondadori, pero no a los fotógrafos o agencias de prensa que puedan tener derechos sobre las imágenes. “Una revista people compra la exclusividad durante un tiempo, pero no posee los derechos de tiraje de las fotos, que pertenecen al fotógrafo o a la agencia del fotógrafo”, alegó sin éxito ante el tribunal la abogada de Closer, Delphine Pando. Mientras tanto, la identidad del fotógrafo que tomó las imágenes sigue sin conocerse. Ayer el diario La Provence difundió un comunicado en el que negaba que el autor de las fotos fuera uno de sus fotógrafos.



martes, 18 de septiembre de 2012

¿Última corrida en las Arenas de Nîmes?


El diestro José Tomás encabezaba el cartel de la última corrida que se celebró en la Monumental de Barcelona, el 25 de noviembre del 2011. Según cómo vayan las cosas, el torero madrileño podría acabar siendo también la última gran estrella en torear en las Arenas de Nimes, la catedral francesa de la tauromaquia. Tomás se enfrentó el domingo, última jornada de la Feria de la Vendimia, a seis toros en el impresionante coso de la capital del Gard –un magnífico anfiteatro erigido por los romanos en el año 27 antes de Cristo– y salió en hombros tras cobrarse 11 orejas y un rabo, en lo que los críticos y aficionados franceses han calificado ya de “corrida histórica”. Histórica, podría serlo doblemente, porque el próximo viernes el Consejo Constitucional francés debe pronunciarse sobre la constitucionalidad de la ley que autoriza las corridas de toros –y las peleas de gallos– allí donde existe una “tradición local ininterrumpida”.

Las corridas de toros fueron introducidas en Francia en 1853 por la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, y con el tiempo acabaron arraigando fuertemente en el sur del país, en el Languedoc-Rosellón y en el País Vasco francés, donde Bayona es la principal plaza. Esta particulardad ha acabado convirtiendo a los toros, junto al rugby, en una seña de identidad regional. Una cincuentena de municipios integran la Unión de Ciudades Taurinas de Francia –entre ellas las catalanas Colliure, Carcasona y Ceret–, donde cada año se celebran un centenar de corridas y se sacrifican 700 toros.

En abril del 2011, el Ministerio de Cultura, dirigido a la sazón por Frédéric Mitterrand, acordó inscribir la tauromaquia en la lista del patrimonio cultural inmaterial de Francia. Una decisión que se quiso neutra – “Ordenar las estanterías no es fundar una biblioteca”, argumentó el ministro– pero que desencadenó la ira de las organizaciones antitaurinas y de defensa de los animales y que está en el origen del recurso de inconstitucionalidad. La posibilidad de los ciudadanos de apelar al Consejo Constitucional no fue posible en Francia hasta la reforma impulsada por el ex presidente Nicolas Sarkozy en el 2008.

El ministro del Interior, el catalán Manuel Valls, se pronunció días atrás por mantener las corridas de toros, en la medida en que constituyen una tradición arraigada en el sur del país. “Es una cultura que hay que preservar”, dijo el ministro en una entrevista radiofónica, donde admitió que los toros forman parte también de “la cultura de (su) familia”.

La actuación de José Tomás el domingo en las Arenas de Nîmes creó una gran expectación, hasta el punto de que las localidades se agotaron pronto y la reventa alcanzó precios estratosféricos. En las gradas estaban, entre otros, insignes figuras como el filósofo Alain Finkielkraut, el arquitecto Jean Nouvel, los actores Édouard Baer y Denis Podalydès –quien encarnó a Sarkozy en la pantalla grande– y los políticos Dominique Baudis y Alain Marleix. Esta vez no estaba el ex primer ministro François Fillon, quien es un gran aficionado. Si es cierto que los toros son populares principalmente en el sur de Francia, lo cierto es que en los últimos años han logrado despertar el interés de una cierta intelligentsia parisina, que se planta en Nîmes en tres horas con el TGV.

La prensa francesa de ámbito nacional, como es habitual, no prestó apenas atención a la actuación de José Tomás, a diferencia de la prensa regional, como Midi Libre (Montpellier), La Dépêche du Midi (Toulouse) o L’Independant (Perpiñán), que siguen de forma regular la temporada taurina. El vespertino Le Monde dedicó al asunto una crónica de cien líneas a dos columnas en lo alto de su página dos, en la que, bajo el título “Seis contra uno en la ‘corrida histórica’ de José Tomás”, el novelista y crítico literario Francis Marmande ofrece encendidos elogios al torero español: “Cuando se conoce la lentitud, la suavidad de muñeca, la calma imperturbable de José Tomás, el entusiasmo que desencadena toma todo su sentido”, escribe.

El viernes, el Consejo Constitucional deberá decidir si es lógico que una ley nacional tenga excepciones en ciertos territorios. Si así lo juzga, el Concordato con el Vaticano firmado por Napoleón y todavía vigente en Alsacia y Lorena tiene los días contados...



Sarkozy lo anunció, Hollande lo hará


Nicolas Sarkozy lo había anunciado y, finalmente, será François Hollande quien lo lleve a cabo. El Gobierno francés tiene previsto aprobar la semana que viene un endurecimiento de la legislación antiterrorista en respuesta a la amenaza islamista, puesta crudamente de manifiesto con los atentados llevados a cabo en Toulouse por Mohamed Merah. El ministro del Interior, Manuel Valls, anunció que el proyecto de ley permitirá juzgar en Francia a todos aquellos ciudadanos franceses que cometan atentados en el extranjero, así como a todos aquellos que viajen al extranjero –fundamentalmente a la zona fronteriza entre Afganistán y Pakistán– para instruirse en campos de entrenamiento para terroristas.

Ambas medidas habían sido anunciadas –en realidad, propuestas– por Nicolas Sarkozy tras los atentados de Toulouse del pasado mes de marzo, que costaron la vida a siete personas. La identidad del terrorista, un islamista francés que actuó en solitario tras haberse entrenado en la zona afgano-pakistaní, reveló fallos en los sistemas de información, pero también algunas lagunas legales, pues la ley sólo hubiera permitido perseguir a Mohamed Merah en caso de demostrársele conexiones con un grupo terrorista. El ex presidente francés planteó esta respuesta en plena campaña electoral de las presidenciales, a sabiendas de que no podía aprobarla –en caso de ganar– hasta después de los comicios.

Poco habrá importado al final el resultado de las elecciones, pues será su sucesor en el Elíseo, François Hollande, quien llevará a cabo por lo menos parte de lo anunciado por Sarkozy (éste pretendía también actuar penalmente contra quienes siguieran de forma reiterada aquellos sitios web que hagan apología de la Yihad)

El nuevo paquete antiterrorista no debería tener, pues, problemas para ser aprobado con una amplísima mayoría en el Parlamento. Pero en el mundo de la justicia no existe el mismo grado de unanimidad. Así, el juez antiterrorista Marc Trévidic, presidente de la Asociación fancesa de jueces de instrucción, declaró a France Info que la nueva ley, a base de perseguir inmediatamente a todo aquel que regrese de las zonas conflictivas, no permitirá establecer cuáles de estos individuos son o no peligrosos y cuáles de entre ellos planeaban realmente atentado terroristas, lo cual arroja dudas sobre su efectividad.

Varias asociaciones de derechos humanos han criticado ya la ley por “liberticida”. “En el caso Merah, la deficiencia no fue judicial, sino de vigilancia policial”, declaró al presidente de honor de la Federación Internacional de Derechos del Hombre (FIDH), Patrick Baudoin.

La lucha contra el islmaismo radical provocó ayer un choque entre el Gobierno y la oposición. Diversas figuras de la UMP responsabilizaron al Ejecutivo de no haber detectado a tiempo –y evitado– la manifestación islamista del pasado domingo en las proximidades de la embajada de Estados Unidos en París. La policía, que apunta a grupos salafistas como organizadores, practicó 150 detenciones. El ataque de los conservadores fue rechazado airadamente por Manuel Valls, que acusó a la oposición de deslealtad y juzgó su comportamiento reprobable. El ministro del Interior recordó que, en su momento, el Partido Socialista no criticó al Gobierno de Nicolas Sarkozy pese a los fallos cometidos por los servicios de información en el caso Mohamed Merah.


viernes, 14 de septiembre de 2012

De SOS Racisme a la jefatura del PS

Añadir leyenda

Martine Aubry se va, regresa a sus cuarteles de invierno. La primera secretaria del Partido Socialista francés abandonará el viernes la jefatura del partido para refugiarse en su alcaldía de Lille (Norte) a la espera de tiempos mejores. Ni siquiera se esperará al congreso que los socialistas celebrarán en Toulouse del 26 al 28 de octubre y del que saldrá su sucesor. Las principales corrientes del PS, de acuerdo con el presidente de la República, François Hollande, han pactado ya su nombre: se trata del actual número dos del partido, Harlem Désir, de 52 años, uno de los fundadores de SOS Racisme en 1984. Esta vez no habrá ninguna guerra.

La marcha de Martine Aubry de la primera secretaría del PS, a la que accedió en el congreso de Reims en 2008 frente a Ségolène Royal, quedó sellada en las elecciones primarias celebradas en otoño de 2011 por los socialistas para designar a su candidato al Elíseo. Tras una dura campaña, en la que fue muy crítica con su rival, Aubry fue derrotada por François Hollande, quien seis meses después acabaría siendo elegido presidente de la República. El enfrentamiento fue demasiado violento como para que Hollande la quisiera después como primera ministra –puesto al que aspiraba–, por lo que Aubry optó por quedarse fuera del Gobierno.

La jefa del PS se despidió el miércoles de sus compañeros del Consejo Nacional sin pesadumbre, aunque –según ella misma– con un “pinzamiento en el corazón”. A sus 62 años, abandona todo mandato nacional para ejercer exclusivamente como alcaldesa. Y mantenerse en la reserva.

La elección de su sucesor, no exenta de tensiones internas, ha sido el resultado de una compleja negociación de aparato a múltiples bandas, en que tan importate como la figura del primer secretario era la presencia y el peso de cada una de las corrientes internas en los órganos de dirección, y en la que ha acabado participando –en el tramo final– el propio François Hollande. Para el presidente francés, era fundamental tener un partido apaciguado y un primer secretario, si no afín, por lo menos neutro.

La designación del nuevo jefe de filas de los socialistas franceses –el voto de los militantes será en principio, y a diferencia de 2008, una formalidad– ha oscilado hasta el final entre Harlem Désir y Jean-Christophe Cambadélis, otrora lugarteniente de Dominique Strauss-Kahn bien visto por el primer ministro, Jean-Marc Ayrault. Los jóvenes leones del Gobierno, sin embargo, han maniobrado para cerrar el paso a una figura que podría ser un obstáculo para sus ambiciones. Los ministros Pierre Moscovici, Manuel Valls y Vincent Peillon se han aliado en este caso con otro compañero de Gabinete, Stéphane Le Foll, histórico colaborador de Hollande, de quien fue director de gabinete durante sus once años como primer secretario.

Nacido en París hace 52 años, hijo mestizo de una alsaciana y un martiniqués, y formado en el mundo asociativo –en los ochenta fue el rostro de la campaña Touche pas à mon pote (No toques a mi amigo) de SOS Racisme–, Harlem Désir no responde al arquetipo de dirigente socialista. Hombre de la calle, con los años se ha convertido, sin embargo, en un hombre de aparato.



El nuevo tropiezo de Villepin


Dominique de Villepin no ha acabado con la justicia. O la justicia con él. Definitivamente exculpado en el caso Clearstream hace ahora un año, el ex primer ministro francés se ha visto salpicado por un nuevo escándalo. El último jefe de Gobierno de Jacques Chirac declaró ayer durante siete horas, en condicion de detenido, ante un equipo de investigadores de la Gendarmería Nacional sobre su papel en el affaire de la asociación hotelera Relais & Châteaux, un caso de estafa y desvío de fondos que investiga un tribunal de Estrasburgo (Alsacia)

Por este asunto, el anterior presidente de la organización, Régis Bulot –amigo personal de Villepin–, está imputado por los presuntos delitos de abuso de confianza, estafa en banda organizada y blanqueamiento. La justicia sospecha que, entre los años 2002 y 2008, Bulot desvió 1,6 millones de euros en beneficio propio a través de un sistema de falseamiento de facturas y de comisiones ocultas. El propio Bulot, encarcelado preventivamente en noviembre del año pasado y puesto en libertad condicional el pasado mes de junio, ha admitido la existencia del montaje de las facturas, pero ha negado haber financiado a políticos o haberles regalado noches gratuitas de hotel en alguno de los establecimientos de la asociación.

No es por ninguno de estos dos posibles aspectos del caso, en principio, por los que Villepin declaró ante los gendarmes –y podría hacerlo próximamente ante el juez que instruye el caso, Jean-Baptiste Poli–, sino por las gestiones que realizó presuntamente ante la nueva dirección de Relais & Châteaux para proteger a su amigo e intentar tapar el asunto. Además de algunos testimonios, el juez dispone de grabaciones de escuchas telefónicas cuyo contenido es bastante embarazoso para el ex primer ministro.

Hay dos, en concreto, relativas a sendas conversaciones que Villepin mantuvo con su amigo Bulot justo antes y justo después de comer con el nuevo presidente de Relais & Châteaux, el catalán Jaume Tàpies –propietario del hotel El Castell de Ciutat, en La Seu d’Urgell–, y otro directivo, a quienes al parecer intentó convencer de no presentarse como parte civil contra su antecesor. “Les he dado un canguelo diez veces superior a lo que imaginaban”, dijo Villepin a su amigo –según una transcripción parcial publicada en Le Monde-, antes de asegurar haber advertido a sus interlocutores: “Si un día alguien se interesa por saber qué hombre político se ha acostado con quién y en qué habitación, estáis muertos”. “Les hice comprender que había un interés común a la casa Relais & Châteaux en que nada de todo lo que me han dicho salga jamás”, añadió el ex primer ministro según France Presse.

Tras siete horas de interrogatorio, Villepin abandonó la sede de la Gendarmería en París, en libertad, pasadas las 16 horas. El fiscal adjunto de Estrasburgo, Brice Raymondeau-Castanet juzgó que ya era suficiente: “Se le exigen explicaciones de hechos bastante sencillos, así que no veo motivo para que su detención se prolongue más allá de una jornada”, dijo.

Tras su declaración, Villepin difundió un comunicado en el que negó toda implicación en el asunto Relais & Châteaux. “He podido reafirmar serenamente, simplemente y en el marco normal del procedimiento que no estoy implicado para nada en el desarrollo de este triste asunto que afecta a uno de mis amigos”, aseguró el ex primer ministro.



Hollande, ¿como Schröder?

Añadir leyenda

Sólo los socialistas y sus socios de gobierno –ecologistas y radicales–, además de las autoridades comunitarias de Bruselas, aplaudieron las medidas de rigor económico y las reformas estructurales anunciadas la noche del domingo en televisión por François Hollande. Para la derecha, los planes del presidente francés llegan demasiado tarde o van en la dirección equivocada. Para los partidos situados a la izquierda del PS y la mayor parte de los sindicatos, Hollande va en cambio demasiado lejos. Los proyectos del Elíseo para flexibilizar el mercado de trabajo y reducir las cargas sociales a las empresas amenazan con desencadenar un fuerte movimiento de contestación.

Que un presidente socialista hable, como hizo Hollande anteanoche –aunque fuera casi en voz baja–, de flexibilidad laboral es algo inaudito en Francia, casi inverosímil. Es una revolución que puede desatar tempestades. En un editorial premonitorio, el director de Le Monde, Erik Izraelewicz, comparaba ayer la agenda de reformas planteada por Hollande con la del ex canciller socialdemócrata alemán Gerhard Schröder a principios de los años 2000, que permitió colocar a Alemania a la cabeza de Europa pero que le costó una dura sanción en las urnas. El rotativo reclama al dirigente francés la misma “firmeza” que tuvo el alemán.

De firmeza deberá hacer gala Hollande, en efecto, para llevar adelante una reforma que ha empezado a soliviantar a los sindicatos –sólo la CFDT parece dispuesta a asumir una negociación sobre una mayor flexibilidad laboral– y a las fuerzas a su izquierda. El secretariop general de Fuerza Obrera (FO), Jean-Claude Mailly, expresó su “inquietud” por la dirección tomada por el Gobierno. Y el líder del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, embarcado ya en una campaña contra la ratificación del tratado europeo de disciplina presupuestaria, rechazó el tenor de las reformas y la política de austeridad, que juzgó una “pura locura”.

La derecha cargó duramente contra el aumento de la presión fiscal previsto para el año 2013 y evaluado en 20.000 millones de euros adicionales a repartir a medias entre las empresas y las familias, que a su juicio ahogará la economía. “Dentro de dos años \[el plazo dado por Hollande\] habrá más paro y estaremos en recesión”, vaticinó el ex primer ministro François Fillon.

También la ultraderecha, contraria a la austeridad que viene de Europa, se sumó a las críticas por boca de la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen: “Hemos pasado de una impotencia agitada –dijo en alusión a Sarkozy– a una impotencia blanda”.



Bernard Arnault demanda a ‘Libération’

El presidente del grupo LVMH y primera fortuna de Francia, Bernard Arnault, no apreció el insultante sentido del humor del diario Libération sobre su presunta intención de exiliarse fiscalmente en Bélgica y anunció la presentación de una demanda por “injurias públicas” por el título de la portada de la edición de ayer. “¡Lárgate rico gilipollas!”, lanzó el rotativo haciendo un juego de palabras con la polémica frase pronunciada en 2008 por Nicolas Sarkozy contra un ciudadano que le increpó (“¡Lárgate, pobre gilipollas!”). El patrón de LVMH, que aparece en la foto con una maleta, deploró en un comunicado la “extrema vulgaridad y la violencia” del titular.





lunes, 10 de septiembre de 2012

Hollande acelera


Acorralado por una opinión pública impaciente y angustiada, que le ha retirado masivamente su confianza en tan sólo cuatro meses, François Hollande se ha visto forzado a reaccionar y acelerar las reformas. El presidente francés se comprometió anoche en televisión a culminar antes de fin de año dos reformas capitales para intentar reactivar la economía y combatir el paro: la reforma de la financiación de la protección social –que actualmente grava exclusivamente a las empresas y perjudica su competitividad– y la reforma del mercado de trabajo, con el fin de hacerlo mas flexible. Hollande que antes del verano había dado el plazo de un año a los interlocutores sociales para llegar a un acuerdo en aras de la concertación, lo ha reducido ahora a poco más de tres meses, bajo la amenaza de aprobar ambas reformas unilateralmente.

El presidente francés fijó un plazo de dos años, hasta el 2014, para recuperar la senda del crecimiento económico, frenar el aumento del paro –que alcanza ya a tres millones de personas, el 10% de la población activa– y sanear las finanzas públicas. Hollande reafirmó en este sentido su determinación de reducir el año que viene el déficit público al 3%. Pero no –subrayó– porque lo imponga nadie, sino porque es el precio de la “soberanía” y la “independencia de los mercados”.

Acusado de inmovilismo y pasividad frente al agravamiento de la crisis, criticado por los medios tanto de la derecha como de la izquierda, abandonado por buena parte de los franceses –más de la mitad de los cuales le han retirado su confianza–, el presidente francés no ha tenido más remedio que dejar atrás su estrategia de “presidencia normal” y enfundarse las botas de su predecesor. Los franceses acabaron hartos de Nicolas Sarkozy, pero siguen enganchados a su activismo y su capacidad de reacción, a su omnipresencia. Como a una droga.

Durante algo más de media hora, en una entrevista realizada en el plató de TF1 durante el informativo de la noche, François Hollande se esforzó en tratar de tranquilizar a los franceses, de convencerles de que sabe a dónde va, de persuadirles de que está al pie del cañón. “Yo prometí una presidencia ejemplar, sencilla, cercana. Pero yo soy también el presidente de la acción y del movimiento (...) Yo no me descargo en el primer ministro, estoy en primera línea”, aseguró.

El presidente francés anunció que el programa de reducción del déficit y del endeudamiento público comportará la adopción de “decisiones difíciles y dolorosas”. Tanto más cuanto que la actividad económica ha caído en un marasmo del que cuesta salir. Hollande confirmó, en este sentido, la rebaja de la previsión de crecimiento económico para el año que viene del 1,2% inicialmente calculado al 0.8%. Lo cual obligará a elaborar un presupuesto para 2013 más restrictivo.

Hollande avanzó que será preciso obtener un ahorro de 30.000 millones de euros –“Nunca se ha hecho un esfuerzo así en toda la historia de la V República”, dijo–, la mayor parte del cual –20.000 millones– se obtendrá a base de aumentar los impuestos y el resto –10.000 millones– procederá de la congelación del gasto público. El presidente insistió, a este respecto, que las áreas prioritarias, esto es, educación, seguridad y justicia, serán intocables e incluso verán aumentados sus medios, lo cual obligará a todos los demás ministerios a recortar.

Sin entrar en detalles, Hollande explicó que los 20.000 millones de esfuerzo fiscal serán asumidos equitativamente por las empresas –las grandes sociedades fundamentalmente– y las familias –particularmente las más adineradas–. En este terreno, el presidente francés confirmó la creación de un nuevo tramo del impuesto de la renta a partir de 150.000 euros con un gravamen del 45% y reafirmó su determinación de establecer asimismo una contribución especial del 75% sobre los ingresos que excedan el millón de euros anuales. Esta contribución será “excepcional” y “temporal”, y probablemente no durará más de dos años. 

Frente a las sospechas de que el Gobierno francés prepara una versión descafeinada de esta medida, Hollande aseguró que no dará marcha atrás y que afectará a todo el mundo, incluidos –en contra de lo que se especulaba– deportistas y artistas. “No habrá excepciones”, afirmó. Pero la letra pequeña puede dar todavía mucho margen para moderar sus efectos.

En relación con la imposición a las grandes fortunas y la noticicia de que el multimillonario presidente del grupo del lujo LVMH, Bernard Arnault, ha pedido la nacionalidad belga –lo que suscita dudas sobre su intención de exiliarse por motivos fiscales–, Hollande prefirió pasar por encima. El presidente no quiso cargar las tintas y dio por buenas las explicaciones de Arnault, quien aseguró ayer que su intención es mantener su residencia fiscal en Francia. “\[Arnault\] debería haber medido bien lo que supone pedir otra nacionalidad”, dijo por todo comentario.

Hollande defendió asimismo la actuación de su ministro del Interior, el catalán Manuel Valls, en relación con las expulsiones de gitanos procedentes de Rumanía (roms) iniciadas en verano.