sábado, 31 de agosto de 2013

Francia y Estados Unidos, mano a mano

Diez años después de enfrentarse agriamente a Estados Unidos a propósito de la guerra de Iraq, Francia se ha quedado como el único aliado occidental con que Washington podrá contar para lanzar su operación de castigo en Siria. El presidente francés, François Hollande, fue ayer inequívoco al defender la necesidad de llevar a cabo una acción punitiva contra el régimen de Bachar el Asad por el uso de armas químicas y reafirmar su determinación de participar en una intervención militar a pesar de la deserción forzosa del Reino Unido. “Hay pocos países con capacidad para infligir una sanción por los medios apropiados. Francia es uno de ellos. Y está preparada”, declaró Hollande en una entrevista en Le Monde, antes de responder con un rotundo “sí” a su disposición a actuar sin los británicos. “Cada país es soberano para participar o no en una operación”, agregó.

François Hollande mantuvo ayer tarde una conversación telefónica con su homólogo norteamericano, Barack Obama, para abordar los detalles de la operación, que podría desarrollarse –según dijo el propio presidente de la República– antes del próximo miércoles, fecha en que el Parlamento francés ha sido convocado para abordar esa cuestión. Hollande no precisa, sin embargo, de ninguna autorización previa de las cámaras.

El voto negativo del Parlamento británico a involucrar al Reino Unido en Siria, sumado a las reticencias de Alemania e Italia, ha dejado de repente a Francia en un papel que nunca hubiera imaginado. No necesariamente cómodo, pero no lo suficientemente embarazoso tampoco como para hacerle replantear su postura.

Hollande no parece tener duda alguna sobre lo que debe hacerse. A su juicio, el ataque con armas químicas contra un barrio de los alrededeores de Damasco el pasado 21 de agosto, del que –a la espera del informe oficial de los inspectores de la ONU– responsabiliza al régimen sirio, “no puede quedar sin castigo”. Lo dijo el martes y lo reiteró ayer de nuevo en Le Monde. Las armas químicas, prohibidas en 1925, “son una amenaza para la humanidad” y su uso debe ser sancionado. “No actuar –argumentó– sería dejar hacer”.

“Si el Consejo de Seguridad (de la ONU) se ve impedido de actuar, se formará una coalición. Deberá ser lo más amplia posible –explicó en la misma entrevista–; se apoyará en la Liga Árabe, que condenó el crimen y alertó a la comunidad internacional, y tendrá el apoyo de los europeos”. A falta de una resolución que legalice la intervención, París defiende su legitimidad basándose en la “responsabilidad de proteger” a la población, un principio reconocido por la Asamblea de las Naciones Unidas en el 2005.

Hollande puso límites, no obstante, al alcance de la operación militar. “Yo no soy favorable a una intervención que tuviera como objetivo ‘liberar’ a Siria o derribar al dictador”, sino a una acción punitiva que tenga “valor de disuasión”. Y que pudiera, en el mejor de los casos, forzar una solución política para poner fin a la guerra civil en Siria.

Se trataría en consecuencia de una campaña breve y limitada –“Yo no hablaría de una guerra”, precisó Hollande–, consistente en bombardeos contra objetivos muy específicos. Según el diario digital Slate, el objetivo sería destruir los lanzadores de cargas químicas, que aparentemente estarían localizados, pero no así los depósitos de estas armas, cuya explosión podría tener consecuencias catastróficas. Tampoco se incluirían en la lista de objetivos ni los centros de mando del ejército sirio ni tampoco sus bases aéreas. El bombardeo se realizaría a distancia, mediante el lanzamiento de misiles crucero desde los navíos desplegados frente a la costa siria o desde aviones. Francia, que ha enviado a la zona una moderna fragata de defensa antiaérea, Le Chevalier Paul, podría movilizar a sus cazabombarderos Rafale y Mirage 2000.


viernes, 30 de agosto de 2013

Discursos y fragatas

Golpe de timón en el Elíseo. François Hollande, acompasando nuevamente su paso a los de Barack Obama y David Cameron, dio ayer un giro a su discurso público sobre la crisis en Siria y suavizó considerablemente sus declaraciones del martes. Aprovechando una reunión en París con el líder de la oposición siria, Ahmad Al-Assi Al-Jarba, presidente de la Coalición Nacional Siria (CNS), el presidente francés dejó colgado en un perchero el uniforme de general en jefe y se revistió con un terno diplomático.

Hollande trocó beligerancia por prudencia. Donde el martes había propuesto un “castigo” al régimen de Bachar el Asad por el uso de armas químicas contra la población civil ayer defendió una “solución política”, donde prometió ayuda “militar” a la oposición, ayer fue “humanitaria y material”. El fondo no parece haber cambiado tanto –el presidente francés insistió en que la comunidad internacional debe “frenar” la escalada de violencia en Siria–, pero la forma se ha moderado.

Mientras, los preparativos prosiguen. Francia –según reveló Le Point– envió ayer al Mediterráneo Oriental una de sus fragatas más modernas, Le Chevalier Paul, especializada en la lucha antiaérea. El buque no dispone de misiles de crucero para atacar en Siria, pero eso podría hacerse desde aviones Rafale o Mirage 2000, que pueden lanzar misiles Scalp a 250 kilómetros de distancia. Un portavoz del Ministerio de Defensa señaló que el ejército francés está “en posición de responder a las peticiones del presidente”.

A diferencia de Cameron, Hollande no se enfrenta a una gran oposición en el Parlamento –no al menos por el momento– y además no precisa de la autorización previa de las cámaras para decidir una intervención militar. Pero las voces políticas opuestas a una operación de estas características van creciendo en número y en calidad, y la opinión pública se muestra más que refractaria.

Un sondeo de Ifop publicado ayer por el diario Le Figaro –que en su editorial cuestionó frontalmente la intervención– señalaba que si bien el 55% de los franceses son favorables a una acción militar contra el régimen de Asad –por un 45% en contra–, una mayoría aún más amplia –del 59%– se opone a que Francia se comprometa militarmente.

El ex primer ministro Dominique de Villepin, heraldo de la oposición francesa a la guerra de Iraq en el 2003, publicó en el mismo rotativo una crítica tribuna en la que clamaba contra la “ilusión del atajo militar”. “¿Qué queremos realmente? ¿Castigar? No es el papel de un ejército, sino de un tribunal internacional. ¿Aliviar nuestra conciencia? Hacerlo a riesgo de agravar aún la situación de los civiles sería cínico”, escribía el ex jefe de Gobierno, para quien la intervención en Libia en el 2011 sirvió para armar a todos los yihadistas del Sahara y condujo a la guerra de Mali.



jueves, 29 de agosto de 2013

Ardor guerrero en el Elíseo

Francia vuelve a tener el gatillo fácil. Con su decidido alineamiento en favor de un castigo ejemplar al régimen sirio de Bachar el Asad por el uso de armas químicas contra la población civil, el presidente francés, François Hollande, se dispone a embarcar a su país en Siria en una nueva intervención militar en el exterior, la cuarta en los últimos tres años.

Su antecesor, Nicolas Sarkozy, quien reintegró a Francia en el mando militar integrado de la OTAN, abrió el fuego en marzo del 2011, al liderar junto al británico David Cameron la intervención militar internacional que hizo caer al régimen del coronel Muamar el Gadafi en Libia, mientras con la otra mano los soldados de la fuerza Licorne (Unicornio) resolvían el conflicto civil de Costa de Marfil en favor del actual presidente, Alassane Ouattara. El camino fue seguido por Hollande en enero de este año, al decidir intervenir prácticamente en solitario –con medios aéreos, pero también terrestres– contra los grupos armados islamistas que amenazaban con tomar el poder en Mali. Y ahora le toca a Siria.

Lejos queda la cruzada de Jacques Chirac en el 2003 contra la guerra de Iraq, que costó a París un serio enfriamiento de sus relaciones con Washington. Del lírico discurso pacifista de Dominique de Villepin en el Consejo de Seguridad de la ONU apenas queda un débil eco. Restaurada la alianza trasatlántica con Barack Obama, el Elíseo parece hoy mas decidido incluso que la Casa Blanca a hacer valer las armas como prolongación de la diplomacia.

En nombre de la libertad y de los derechos humanos, París está consolidando una nueva doctrina intervencionista que responde también –acaso antes que a nada– a cálculos estratégicos. Como si Francia buscara apuntalar con su poderío militar una influencia internacional que su peso económico empieza a negarle. Hollande no ocultó en su discurso del martes antes los embajadores esta perspectiva, al subrayar que la credibilidad de la política exterior de Francia y su rango como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU descansa en un “instrumento de defensa fiable” que permita “decidir una intervención cada vez que se estime necesario”.

Francia mantiene en estos momentos a 8.500 soldados comprometidos en operaciones militares exteriores –la mayor parte, en África–, al margen de las fuerzas que tiene estacionadas en diversas bases permanentes, entre ellas las de Abu Dabi (600 efectivos) y Djibouti (1.100), que podrían ser utilizadas eventualmente en la intervención en Siria.

Nada ha trascendido por el momento de las fuerzas que podrían ser comprometidas en la operación, que inicialmente parece reducida a ataques aéreos limitados, tanto en cuanto a sus objetivos como a su duración. Hollande, que hoy recibirá en el Elíseo al presidente de la Coalición Nacional Siria, Ahmad al-Assi al-Jatba, reunió ayer en el Elíseo al Consejo de Defensa para analizar precisamente los diferentes escenarios posibles. El Parlamento ha sido convocado de forma extraordinaria el miércoles de la semana que viene para debatir la situación en Siria, aunque sin votación. En Francia, el presidente puede decidir una intervención militar exterior sin autorización previa de las cámaras.

Hollande quiere esperar a que los inspectores de la ONU emitan su informe, pero pese a sus invocaciones a la legalidad internacional está decidido a apelar al deber de proteger a la población, reconocido por la Asamblea General de Naciones Unidas en el 2005, para sortear el veto de Rusia en el Consejo de Seguridad.

Dudas y oposición en la clase política

El ardor guerrero del Elíseo ha hallado poco eco en la clase política francesa. Al margen de Jean-François Copé, que apoyó “el fondo y la forma” del discurso de Hollande, otros dirigentes de la UMP y del centro, así como del PCF, han manifestado sus dudas sobre una intervención en Siria, mientras que el FN y el Frente de Izquierda se oponen totalmente.







miércoles, 28 de agosto de 2013

Los franceses cotizarán 43 años

François Hollande también reformará el sistema de pensiones. Y, como hiciera Nicolas Sarkozy en el 2010, lo hará tocando lo mínimo, sólo lo imprescindible para tapar el déficit del régimen general de pensiones a medio plazo. La principal medida prevista en el proyecto del presidente francés, explicado a última hora de la tarde de ayer por el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, consiste en aumentar el periodo de cotización exigido a los trabajadores para poder obtener la pensión completa: de los 41,5 años fijados en el horizonte del año 2020 por la legislación en vigor se pasará a los 43 años en el 2035. siguiendo la progresión instaurada de un trimestre más cada tres años.

La edad legal de la jubilación –62 años a nivel general, 60 para las carreras largas– no se tocará pero el aumento del periodo de cotización puede tener el mismo resultado. “No hay otra solución que alargar la duración de la cotización” para contrarrestar el aumento de le esperanza de vida, argumentó Jean-Marc Ayrault, quien subrayó que de lo contrario habría que disminuir la cuantía de las pensiones o subir de forma “insoportable” los impuestos.

Éste será sin duda el punto más conflictivo de la reforma, puesto que varios sindicatos –particularmente la CGT– se oponen frontalmente y han convocado ya una jornada de movilización y de protesta el próximo 10 de septiembre. Pero fuera de esta medida inevitable, el Gobierno ha procurado no cargar demasiado la barca, con el fin de evitar un choque social de grandes proporciones. Así, la reforma elude plantear la equiparación total del régimen general con el régimen público –el de los funcionarios– y evita abordar igualmente el complejo y delicado asunto de los regímenes especiales de pensiones.

Igualmente, el Gobierno ha renunciado a aumentar la Contribución Social Generallizada (CSG) –un impuesto que grava con un 7,5% los salarios y que sirve para financiar prestaciones sociales– y ha optado por proponer un aumento modesto –del 0,3% en el horizonte del 2017– de las cotizaciones de empresas y trabajadores. A la patronal, el Gobierno ha prometido medidas compensatorias para reducir el coste del trabajo. Dinero en cualquier caso había que sacar de alguna parte para cubrir el déficit del sistema de pensiones, que por lo que hace al régimen general podría alcanzar 7.600 millones de euros en el 2020. Las medidas anunciadas ayer prevén aumentar los ingresos en 7.300 millones.






Francia carga sus armas

Francia prepara sus armas para intervenir en Siria. Así lo ha avanzó ayer tarde de forma implícita el presidente de la República, François Hollande, frente a la conferencia anual de los embajadores franceses reunidos en el Elíseo. “Francia está dispuesta a castigar a quienes han tomado la decisión infame de gasear a inocentes”, afirmó Hollande, para quien apenas cabe ninguna duda –a la espera del informe definitivo de los inspectores de la ONU- de que el régimen sirio es el que está detrás del ataque con armas químicas en los barrios del este de la capital que causó cientos de muertos, que calificó de “acto abyecto”. “La masacre química de Damasco no puede quedar sin respuesta”, zanjó.

Hollande, que ha mantenido contactos con la Casa Blanca y con sus principales aliados europeos y árabes para analizar las diferentes opciones de intervención, reunirá hoy al Consejo de Defensa para abordar los detalles de la operación y prometió informar al Parlamento en breve plazo. En Francia, el Gobierno no necesita la autorización previa de la Asamblea Nacional para aprobar una intervención militar en el exterior, como la que decidió el pasado mes de enero en Mali. Hollande anunció asimismo el aumento inmediato de la ayuda militar y material a las fuerzas de la oposición.

El presidente francés juzgó intolerable que un gobierno recurra a armas de destrucción masiva -“prohibidas por la comunidad internacional hace 90 años”, recordó- en contra de su propia población y apeló a la doctrina de las Naciones Unidas para defender el “deber de proteger a las poblaciones civiles” en caso de conflicto armado como justificación de una intervención. “Francia defiende el principio del respeto de la legalidad internacional”, dijo, “pero el Derecho Internacional también debe evolucionar y no puede ser un pretexto para no actuar”. Una objeción con la que pretende salvar –moralmente y políticamente- el veto de Rusia en el Consejo de Seguridad.

A juicio de Hollande, la guerra civil en Siria, que ha causado ya más de 100.000 muertos, ha empezado a propagarse peligrosamente a toda la región y representa “una amenaza para la paz mundial”. Su resolución, ha admitido, sólo podrá ser política, pero esta a su vez -remarcó- sólo será posible si la comunidad internacional actúa con “firmeza, claridad y responsabilidad”.






martes, 27 de agosto de 2013

El ADN traicionó al legionario

El hallazgo de restos de ADN de las dos mujeres desaparecidas en Perpiñán el pasado 14 de julio, Marie Benítez (53 años) y su hija Allison (19 años), parece confirmar la pista criminal y apunta al padre de familia, el legionario de origen español Francisco Benítez –que se suicidó el 5 de agosto–, como presunto autor del crimen. La policía científica, con la colaboración de expertos en biología molecular, ha conseguido recuperar e identificar trazos de ADN de Allison en un congelador del domicilio del legionario, que según el canal de televisión France 3 habría sido lavado a fondo –a fondo, pero no suficientemente– por el sospechoso tras la desaparición de su esposa y de su hija.

Los investigadores han hallado asimismo restos de ADN de ambas mujeres en una lavadora del cuartel de la Legión Extranjera de Perpiñán, donde Benítez (de 50 años) estaba destinado y donde se quitó la vida, y analizan asimismo una alfombra que al parecer también fue lavada.
Madre e hija dieron sus últimas señales de vida el 14 de julio, día en que abandonaron el apartamento de 

Francisco Benítez tras haber mantenido una fuerte discusión en relación con el proceso de divorcio en el que ambos cónyuges estaban embarcados. Un mensaje de texto por teléfono móvil, hacia las cinco de la tarde, fue el último signo. Después, sólo el silencio. Allison, que aspiraba a conseguir el título de Miss Languedoc-Rosellón, debía presentarse al día siguiente a una reunión preparatoria del concurso de belleza, que era su gran sueño. Pero nunca se presentó.

Francisco Benítez, que denunció la desaparición de su mujer y de su hija una semana después, defendió su inocencia en una grabación de vídeo y en una carta escrita poco antes de darse la muerte. Pero los indicios reunidos hasta el momento apuntan más bien en sentido contrario. La hipótesis de que ambas mujeres hubieran decidido partir al extranjero ha decaído con el hallazgo de sus dos pasaportes en su domicilio.

El caso de Perpiñán ha reabierto el de otra extraña desaparición ocurrida en Nîmes en el 2004 y en el que el legionario de Perpiñán podría estar asimismo implicado. Simone de Oliveira Alvez, de una treintena de años y de origen brasileño, mantenía una relación sentimental con Benítez cuando el 29 de noviembre desapareció sin dejar rastro, sin motivo aparente, de un día para el otro, abandonando supuestamente a sus cuatro hijos. La fiscalía ha relanzado el caso.



lunes, 26 de agosto de 2013

El final de los glaciares

Las nieves perpetuas de los Alpes han guardado durante décadas un inestimable tesoro para los aficionados a los deportes de invierno. En pleno estío, mientras el grueso de los veraneantes se agolpa en las playas, los enamorados del esquí alpino pueden –pueden todavía– ascender hasta los glaciares de las altas cumbres y descender sobre su blanco manto. Pero ¿por cuánto tiempo?

Poco a poco, año a año, la oferta de esquí de verano se va reduciendo. Cada vez hay menos nieve y los glaciares, en retroceso, se van volviendo peligrosos a causa de la aparición de grietas y hendiduras. En Suiza, media docena de estaciones han cerrado en las dos últimas décadas. En Francia ha pasado algo parecido y sólo quedan ya tres –Les Deux Alpes, Val d'Isère y Tignes– donde se puede practicar este deporte en plena canícula. Pero cada vez durante menos tiempo. El retroceso del glaciar de La Grande Motte, por ejemplo, ha obligado en Tignes a amputar de la temporada casi todo el mes de agosto.

El importante retroceso de los glaciares se ha convertido en el termómetro más sensible del recalentamiento del clima en los Alpes, una cordillera donde este proceso es particularmente acusado. Si las cosas continúan como hasta ahora y las temperaturas siguen aumentando, antes de que acabe el siglo algunos de los glaciares de los Alpes podrían haber desaparecido para siempre.

“En los últimos cincuenta años, la temperatura media en los Alpes ha subido dos grados y, paralelamente, ha descendido la cantidad de nieve: para espesores de al menos un metro, hoy hay, de media, dos meses menos de nieve al año que hace medio siglo”. Así lo constata el climatólogo Serge Planton, responsable del grupo de investigación sobre el clima de Méteo France, el servicio nacional meteorológico francés, cuyas previsiones son todo menos tranquilizadoras.

En la primera mitad del siglo, en el horizonte de los años 2020-2050, la temperatura media, en todas las estaciones, amenaza con aumentar entre uno y tres grados adicionales. Una tendencia que puede dispararse –según la posible evolución de los gases de efecto invernadero– en el periodo 2070-2100, en el que la temperatura media puede subir aún entre uno y cuatro grados en invierno, y de tres a siete grados en verano. “Ello comportará una reducción de entre el 25% y el 65% del tiempo de nieve”, calcula Planton. Dicho de otro modo: a mitad de la centuria podrían perderse 35 días de nieve al año, que serían 75 días al final del siglo...

Según un informe sobre el cambio climático en los Alpes, publicado en el 2008 por el Observatorio Nacional de los Efectos del Recalentamiento Climático (Onerc) en el marco del proyecto europeo ClimChAlp, los glaciares de los Alpes, como los de la mayoría de las cumbres terrestres, perdieron una parte sustancial de su superficie helada –del 30% al 40%– y cerca de la mitad de su volumen entre mediados del siglo XIX, que marcó el fin de la llamada Pequeña Era Glacial, y el año 1975. A partir de entonces y sobre todo de los años ochenta, el fenómeno se ha acelerado.

“En los últimos treinta años, la longitud de los glaciares alpinos ha retrocedido, de media, entre 800 metros y 2,5 kilómetros respecto a la que tenían en el siglo XIX”, apunta Christian Vincent, investigador del Laboratorio de Glaciología y Geofísica del Medio Ambiente de Grenoble, quien señala que si las previsiones actuales se cumplen este proceso no hará más que agravarse.

El aumento de la temperatura –sobre todo en verano, pues acelera y agranda el deshielo–, pero también el régimen de precipitaciones y la radiación solar, confluyen en este proceso, del que parecen –sólo parecen– salvarse los glaciares situados a gran altitud. Estos no han perdido volumen, pero sí aumentado su temperatura, lo que puede acarrear otros riesgos a largo plazo.

“Algunos pequeños glaciares ya han desaparecido y otros, los de menos superficie, también desaparecerán: el de Sarennes, por ejemplo, podría haber desaparecido dentro de veinte años, y el de Saint Sorlin puede tener el mismo final antes de que acabe el siglo. Mientras que otros verán fuertemente reducida su longitud: el de La Mar de Glace, el mayor de los Alpes, en el macizo del Mont-Blanc, puede perder en veinte años entre 800 metros y un kilómetro respecto a la actualidad”, explica Christian Vincent.

Unos cuantos glaciares subsistirán, añade, porque tienen su zonas de acumulación a gran altitud, por encima de 4.000 metros, pero el aumento de su temperatura –pasando de fríos a templados– podría afectar a su estabilidad hasta el punto de provocar fracturas y avalanchas de hielo muy importantes. “A la mayoría de ellos sólo acceden los alpinistas, pero hay algunos, como el de Taconnaz –advierte–, que podrían traer problemas a la población del valle de Chamonix”.


El efecto invernadero

NIEVE
Si el 90% de las estaciones de esquí tienen suficiente nieve natural durante al menos 100 días al año, esta proporción podría bajar según la OCDE hasta el 60% e incluso el 30%

VEGETACIÓN
El aumento de la temperatura ha empujado ya a algunas plantas a migrar hacia zonas de mayor altitud. Con ellas, se mueven también los parásitos y otros vectores de enfermedades.

RÍOS
En algunas regiones alpinas (Alemania) se han constatado ya un aumento de la frecuencia y la intensidad de las crecidas de los ríos. En Francia se han detectado también signos de cambio.

BOSQUES
La eventual multiplicación de las sequías y de los periodos de canícula pueden incrementar el riesgo de fuegos forestales en zonas de montaña hasta ahora consideradas poco peligrosas.