lunes, 28 de febrero de 2011

La caída de 'Doña Perfecta'

La fuerza de la insurrección tunecina ha acabado arrastrando a la ministra francesa de Asuntos Exteriores, Michèle Alliot-Marie, lastrada por sus patinazos en relación con el régimen del derrocado presidente de Túnez, Ben Ali. La titular del Quai d'Orsay presentó ayer formalmente su dimisión al presidente de la República, pero lo cierto es que ha sido Nicolas Sarkozy quien ha forzado su cese: durante el fin de semana, Alliot-Marie se aferraba todavía a su puesto confiando en que los rumores que atravesaban el mundillo político-periodístico de París estuvieran equivocados. No lo estaban. Y Doña Perfecta, como se la ha tildado por su fama de seriedad y solvencia, se ha visto obligada a ceder su cartera.
Hasta ahora titular de Defensa, el ex primer ministro Alain Juppé aterrizará en el Quai d'Orsay. Y lo hará con un grado aparente de autonomía que no ha disfrutado ninguno de sus antecesores desde 2007. De entrada, porque quien hasta ahora ha tutelado la política exterior –el todopoderoso secretario general del Elíseo, Claude Guéant– pasa a ser el nuevo ministro del Interior, en sustitución de Brice Hortefeux. Amigo de treinta años, fiel entre los fieles, este último pasará a ser consejero del presidente, mientras Defensa será asumido por el jefe de filas de la UMP en el Senado, Gerard Longuet.
La salida forzosa de la ministra de Exteriores ha acabado precipitando un cambio de Gobierno de cierta amplitud y cualitativamente significativo tan sólo tres meses después de la que pasaba por ser la última gran remodelación gubernamental previa a las elecciones presidenciales del 2012.
La caída de Alliot-Marie, que en la última década ha ocupado las carteras más importantes del Gobierno francés –Defensa, Interior, Justicia y Asuntos Exteriores–, empezó a fraguarse el 11 de enero, cuando en plena revuelta contra Ben Ali, ofreció públicamente a las autoridades tunecinas la cooperación francesa –el savoir faire, dijo en concreto– en materia de policía antidisturbios. Su posición se hizo insostenible después de que el semanario satírico Le Canard Enchaîné revelara, en varias entregas, las relaciones que Alliot-Marie mantenía con el potentado tunecino Aziz Miled, socio de un yerno de Ben Ali en sus negocios turísticos. La titular del Quai d'Orsay, que utilizó en sus vacaciones navideñas en Túnez el jet privado de Aziz Miled, se enredó los pies en medias verdades y olvidos interesados que debilitaron su defensa.
Sarkozy pronunció anoche una breve alocución a todo el país por radio y televisión –en la mejor tradición de Jacques Chirac– para explicar esta “reorganización” como un medio de afrontar la “inmensa conmoción” que se está produciendo en la otra ribera del Mediterráneo. El presidente francés anunció que Francia ha pedido una reunión del Consejo Europeo para pactar una “estrategia común” frente a las revoluciones árabes y avanzó asimismo que hará propuestas concretas en lós próximos días o semanas para “refundar” la Unión por el Mediterraneo. Creada a iniciativa de París en 2008, la UpM está encallada a causa del conflicto israelo-palestino. Sarkozy, que justificó las relaciones con los regímenes dictatoriales árabes precedentes –“porque aparecían a ojos de todos como un escudo contra el extremismo religioso, el fundamentalismo y el terrorismo”, dijo–, llamó a “apoyar y ayudar a los pueblos que han elegido ser libres”. No hacerlo, advirtió, sería una “falta moral y estratégica”, pues el fracaso de estas revoluciones podría hacerles “caer en la violencia y desembocar en dictaduras todavía peores que las anteriores”. “No debemos tener miedo de este cambio histórico”, concluyó.

domingo, 27 de febrero de 2011

El mal beber de Galliano

Seísmo en la Casa Dior a una semana de la presentación de la nueva colección de Prêt-à-porter otoño-invierno en la fashion week de París. El prestigioso creador británico John Galliano, director artístico de la firma y responsable de toda la línea de moda femenina –así como de la marroquinería y la imagen de la marca–, ha sido suspendido por la dirección de Dior después de que el modisto fuera detenido la noche del jueves por la policía acusado de proferir insultos racistas y antisemitas a una pareja que estaba sentada a su lado en la terraza de un café de la capital francesa. “La Casa Dior afirma con la mayor firmeza su política de tolerancia cero hacia toda afirmación o actitud antisemita o racista”, declaró el presidente de Dior, Sidney Toledano, en un comunicado. Galliano permanecerá suspendido de sus funciones hasta que concluya la investigación de lo sucedido.
El incidente se produjo la noche del jueves, hacia las 21 horas, en la terraza de la brasserie La Perle, un local de moda del barrio del Marais, a dos pasos del Museo Picasso. La zona acoge una importante comunidad judía, además de numerosos establecimientos de ambiente gay. A esa hora de la noche, Galliano estaba ya totalmente ebrio, según demostró después el examen médico al que fue sometido en el hospital del Hôtel-Dieu, junto a Notre Dame: su tasa de alcoholemia era de 1,1 gramos de alcohol por litro de aire. Y, por lo que parece, el director artístico de Dior tiene, además, muy mal beber.
Por motivos hasta el momento desconocidos, Galliano empezó a discutir con una pareja que estaba sentada en la mesa de al lado. La mujer es, al parecer, de confesión judía, y el hombre que la acompañaba, de origen asiático. Según la versión que la pareja explicó en declaraciones a radio Europe 1, John Galliano les insultó gravemente en inglés: “Dirty Jewish face, you should be dead (Sucia cara judía, deberías estar muerto)” y “Fucking Asian bastard, I will kill you (Jodido hijo de puta asiático, te voy a matar)”. Galliano habría llamado asimismo “puta” varias veces a la joven. Y al parecer, también voló por en medio alguna bofetada.
El abogado del modisto, Stéphane Zerbib, en declaraciones a la agencia France Presse, negó todos estos extremos. “Ha habido un altercado. El señor Galliano ha sido agredido verbalmente, pero en ningún momento ha proferido semejantes insultos”, afirmó el letrado, quien aseguró disponer de testigos que pueden corroborar su versión. Zerbib –conocido curiosamente en medios judíos por ser el abogado de la familia del soldado franco-israelí Guilad Shalit, rehén de Hamas en la banda de Gaza– avanzó que Galliano podría demandar a la pareja por falsa acusación.
Cierto o no, la policía se presentó en el café y se llevó detenido a Galliano, que pasó varias horas arrestado antes de ser puesto en libertad bajo control judicial y conducido por cu chófer particular a su domicilio, que se encuentra a unas pocas decenas de metros de La Perle. Sobre el modisto pesa una doble demanda por “violencias leves” e “insultos de carácter antisemita”. Las injurias de tipo racista constituyen en Francia un delito que puede ser castigado, según prevé el Código Penal, con seis meses de prisión y hasta 22.500 euros de multa.
Si no se llamara Galliano, el creador británico –nacido hace 50 años en Gibraltar, hijo de un inglés y una española–, probablemente hubiera pasado toda la noche en comisaría, como le sucede al común de los mortales en este país, donde cualquier falta, por nimia que sea, puede llevar a cualquiera al calabozo como un criminal (cosa que el Consejo Constitucional ha instado ahora a cambiar). En este caso, sin embargo, el fiscal ordenó su puesta en libertad, con la obligación de volver a declarar en comisaría.
La rápida reacción de la dirección de Dior ante el derrapaje de su máxima estrella se explica en parte por la extrema sensibilidad que existe en Francia ante cualquier manifestación de antisemitismo. Otras fuentes apuntan también el hecho de que uno de los insultados lo haya sido por sus rasgos asiáticos, habida cuenta del enorme peso que el mercado asiático tiene en la cifra de negocios anual del grupo: Asia capta el 35% de las ventas mundiales –el 11% Japón y el otro 24%, el resto de países de la región–, lo que equivale a unos 3.000 millones de euros.
El caso de Galliano se produce sólo cuatro meses después de otro escándalo similar. En octubre pasado, el perfumista Jean-Paul Guerlain desató una gran polémica al declarar: “Por una vez, me puse a trabajar como un negro... No sé si los negros han trabajado siempre tanto, pero en fin...” Algunos grupos promovieron el boicot a los productos de Guerlain.

viernes, 25 de febrero de 2011

DSK, ¿verdugo electoral de Sarkozy?

La eventual derrota de Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales del 2012 –más que posile, probable, a tenor de todos los sondeos– aparece hoy marcada a fuego con tres letras: DSK. La figura del socialista Dominique Strauss-Kahn, reforzada en su vertiente de hombre de Estado por su papel al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI), se agranda en la misma medida que mengua la imagen del presidente francés, que ya ni siquiera parece capaz de utilizar la política internacional para catapultarse ante la opinión pública.
A diferencia de lo sucedido con la crisis financiera en 2008, frente a la que Nicolas Sarkozy desplegó sus mejores habilidades políticas, esta vez la cadena de insurrecciones populares en el mundo árabe parece haberle dejado fuera de juego, criticado incluso –algo inédito– por los diplomáticos del Quai d'Orsay, que esta semana publicaron una incendiaria tribuna en Le Monde contra la política exterior del Elíseo.
La desafección de los franceses es profunda. El 59% desearía que Sarkozy no se presentara a la reelección, según un sondeo del instituto CSA para BFMTV hecho público ayer. Lo mismo piensan –y ése es el principal problema del presidente– casi el 30% de los votantes de derecha.
Esa encuesta otorga a Dominique Strauss-Kahn una neta ventaja sobre Nicolas Sarkozy (28% a 23%) en la primera vuelta de las elecciones presidenciales si éstas tuvieran lugar hoy. Y en otro estudio de este mismo instituto, publicado días atrás por la revista Marianne, DSK vencería en la segunda ronda por un aplastante 61% a 39%. Exactamente la misma tendencia que apunta el sondeo de TNS-Sofres que saca esta semana Le Nouvel Observateur: el director del FMI humillaría al presidente francés por 63% a 37%.
El grado de erosión política de Nicolas Sarkozy es tal que –aunque en menor proporción– podría perder también frente a los socialistas Martine Aubry, François Hollande... y Ségolène Royal, su malograda rival en 2007.
De todos modos, el oponente más peligroso, si se decide a dar el paso, es Strauss-Kahn, que la semana pasada aprovechó la reunión del G-20 para pasearse por París, conceder diversas entrevistas y dejarse querer. La dureza de los ataques que el partido de Sarkozy, la UMP, ha empezado a lanzar contra el director del FMI dan la medida de su inquietud.
La incógnita, mientras tanto, sigue sin despejarse. La mujer de Strauss-Kahn, la ex periodista Anne Sinclair, ha dado pistas que dan a entender que efectivamente su marido se presentará a las primarias del PS para ser designado candidato al Elíseo. El director del FMI, no obstante –cargo obliga– guardará la reserva hasta el último momento.

jueves, 24 de febrero de 2011

El portazo de Villepin

Dominique de Villepin va cerrando tras de sí puerta tras puerta en su camino hacia un enfrentamiento fratricida con Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales del 2012. Después de fundar su propia formación política –República Solidaria– en junio del año pasado, el último primer ministro de Jacques Chirac ha anunciado ahora su decisión de abandonar la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el gran partido impulsado por su mentor, en desacuerdo con la línea política de Sarkozy. En esta ruptura por fases, a Villepin sólo le queda dar el último paso: formalizar su candidatura al Eliseo, consumando así definitivamente su venganza sobre quien le ha sentado en el banquillo de los acusados por el caso Clearstream. Las expectativas de voto del ex inquilino de Matignon son harto modestas –los sondeos no le dan más del 5% de intención de voto–, pero dado el estrecho margen en que Sarkozy puede jugarse la reeleción, esa fuga de sufragios en la derecha puede resultarle letal.
“Tengo la sensación de que la UMP se aleja de mis valores”, ha argumentado Villepin durante una visita al Salón de la Agricultura, en París, para justificar su decisión de abandonar el partido. El ex primer ministro había anunciado su decisión un día antes, durante un coloquio en Lyon, aprovechando la pregunta de un estudiante sobre las razones de mantener su doble militancia: “Eso ya debería decirse en pasado, este año no he renovado mi carnet”, afirmó. La secretaria general de República Solidaria, Brigitte Girardin, confirmó oficialmente –por si a alguien aún le cupieran dudas– este abandono.
El momento del anuncio ha sido calculadamente elegido en víspera de la entrevista entre Villepin y Sarkozy en el Elíseo. La cita se enmarca en la ronda de consultas que el presidente está haciendo en relación con la presidencia francesa del G-20, pero en este caso tenía –tiene– una carga simbólica especial, pues se trata del primer encuentro entre ambos desde hace más dos años, con el primer juicio de Clearstream de por medio.
“Yo he pasado página, iré a la cita sin ningún resentimiento”, aseguró Villepin, quien ha anunciado justamente su partida de la UMP para acallar las voces que sugerían la posibilidad de una reconciliación interesada. “Permaneceré insensible a toda danza del vientre. Yo no soy negociable. Yo no soy nadie que se pueda comprar”, había advertido ya en enero. Por si acaso.
Acusado de complicidad en una conspiración para desacreditar mediante una denuncia calumniosa a Nicolas Sarkozy –el denominado caso Clearstream–, Villepin fue juzgado y absuelto en primera instancia en enero del 2010. Pero un recurso de apelación presentado por el fiscal –a quien Villepin acusó de actuar por orden del Elíseo– obligará al ex primer ministro a sentarse de nuevo en el banquillo de los acusados el próximo mes de mayo.
Enfrentado personalmente –más incluso que políticamente– a Sarkozy, Villepin arremete sistemáticamente con duras críticas contra su hasta ahora compañero de partido. La última fue la semana pasada, durante una conferencia de prensa en la que censuró la actual política exterior francesa y deploró el debate sobre el islam que quiere abrir el presidente.

lunes, 21 de febrero de 2011

Santa indignación


Stéphane Hessel es, con 93 años, una auténtica institución en Francia, una leyenda, un símbolo. Nacido en Berlín y naturalizado francés, héroe de la Resistencia –torturado por la Gestapo, estuvo prisionero en varios campos de concentración antes de huir saltando de un tren-, compañero de De Gaulle, coautor de la Declaración Universal de los derechos del Hombre en 1948, Hessel parecía destinado a extinguirse calladamente como un prohombre venerable y respetado.

Sólo que, a veces, las cosas no suceden como cabría esperar. Stéphane Hessel, en el último capítulo de su vida –“El final ya no está muy lejos”, escribe en el arranque de su última obra-, se ha convertido en un fenómeno editorial. Un pequeño opúsculo, un brevísimo panfleto titulado imperativamente “Indignez-vous!” (“¡Indignaos!”), le ha colocado en el primer número de la lista de ventas. El librito, con sólo 14 páginas escritas (fuera de la presentación y de las notas finales del editor) y a un precio de 3 euros, ha vendido ya alrededor de un millón de ejemplares, con un éxito particular entre los jóvenes. Algo insólito en cualquier otro país. Pero no en éste, donde el enojo y el descontento son los sentimientos dominantes desde hace tiempo.

Las ideas expuestas por Hessel han abierto un animado debate. Sus partidarios elogian su capacidad de compromiso, su combatividad, su vocación de agitar las conciencias. Sus detractores –bastante numerosos entre la intelectualidad establecida- le reprochan la simplicidad de sus reflexiones, su falta de propuestas, el enaltecimiento de una protesta vacua. Hay incluso quienes han aprovechado su estela para, subrayando la contradicción, hacerse publicidad: “Nosotros no nos contentamos con indignarnos”, reza el eslogan del anuncio del último libro de Edagrd Morin, “La Voie” (“La Vía”), editado por Fayard, en el que el célebre sociólogo y filósofo -también resistente, por cierto- analiza en 300 páginas los retos del mundo actual y expone toda una serie de propuestas y pistas de acción… Justamente lo que no hace Hessel en su best-seller.

Hessel se indigna. Y llama a las nuevas generaciones a indignarse con él. “La peor de las actitudes es la indiferencia”, sostiene. La indignación, según su concepto, es el primer paso –necesario- para tomar la decisión personal de actuar y comprometerse. Fue la indignación ante la ocupación alemana –explica- la que estuvo detrás de su incorporación a la Resistencia en los años cuarenta. Entonces, según él mismo admite, el enemigo era claramente identificable. Hoy, en cambio, las cosas son menos nítidas.

¿Qué le indigna a Hessel? Básicamente lo mismo que a la legión de sus lectores: el desmantelamiento paulatino de las conquistas del Estado del bienestar –que hunde sus raíces, recuerda, en el programa del Consejo Nacional de la Resistencia-, el poder “insolente y egoísta” del dinero, las crecientes desigualdades entre pobres y ricos, los atentados a los derechos humanos en todo el mundo, el trato dispensado a los inmigrantes y la expulsión de los sin papeles… “A los jóvenes os digo: mirad a vuestro alrededor, encontraréis los temas que justifiquen vuestra indignación”. A elegir.

Hessel ya ha elegido su nueva causa de indignación: la situación de Palestina, a la que dedica uno de los capitulillos de su opúsculo. Es la de Hessel una indignación etimológicamente pura. Un “enojo”, una “ira”, un “enfado vehemente”, un “sentimiento de cólera”.  No hay mucho más en esas líneas, escritas en el más crudo blanco y negro. Es una historia de buenos –los palestinos- y de malos –los israelíes-, sin matices. En cierto sentido, típicamente hollywoodiense, aunque pasada por el tamiz de los mitos de la izquierda. En la prosa de Hessel, Hamas, una organización que practica la violencia y que inocula el odio en las mentes de los niños palestinos a través de uno de los programas infantiles de televisión más infames que puedan imaginarse, aparece casi como una hermanita de la caridad. “Ya sé, Hamas, que había ganado las últimas elecciones legislativas, no ha podido evitar el lanzamiento de granadas sobre las ciudades israelíes”, escribe con una ¿candidez? desconcertante. La defensa de la causa palestina obliga, aparentemente, a avalar todo lo que los palestinos hagan… Quienes hacen lo mismo con Israel, con idéntica ceguera, no se equivocan menos.

 “Yo pienso, evidentemente, que el terrorismo es inaceptable, pero hay que reconocer que cuando uno es ocupado con medios militares infinitamente superiores a los propios, la reacción popular no puede ser únicamente no-violenta”, añade Hessel, quien advierte no obstante que la violencia está condenada al fracaso. “Decirse ‘la violencia no es eficaz’ es mucho más importante que saber si se debe condenar o no a aquellos que se entregan a ella. El terrorismo no es eficaz”, afirma Hessel como única razón para abrazar la causa de la no-violencia. No es una cuestión de moral, sino de eficacia…

Es el resistente quien aquí habla. Quien ha combatido las armas con las armas, la violencia con la violencia, no puede tener la misma visión de las cosas que quien no lo ha hecho. Probablemente eso explica que Hessel prefiera citar a Jean-Paul Sartre –“No se puede excusar a los terroristas que lanzan bombas, se les puede comprender”, escribe  inspirándose en la visión del filósofo existencialista, que durante mucho tiempo justificó el terrorismo- que a Albert Camus, cuando afirmaba: “A partir del momento en que un oprimido toma las armas en nombre de la justicia, es en el universo de la injusticia donde penetra. Y es ahí donde empieza todo el problema”.

Hessel toma partido. Legítimamente. Pero no hace nada más. No hurga en las raíces del problema. No imagina sus posibles salidas. No aporta ninguna idea (inteligente o no). Sólo se indigna. Hessel elude la complejidad. Y si hay algo extremadamente complejo en el mundo desde hace más de medio siglo es el conflicto israelo-palestino. Hay una reflexión del periodista y escritor Jean Daniel que viene aquí muy a cuento. El fundador de Le Nouvel Observateur no se refería con sus palabras ni a Hessel ni al conflicto de Oriente Medio, pero le son totalmente aplicables. De hecho, lo son a todos aquellos que se conforman con alimentar su buena conciencia con una santa indignación y un puñado de eslóganes de pancarta, en lugar de ir al fondo de las cosas, nunca tan simples, nunca tan diáfanas, nunca tan cómodas: “Si uno se contenta con un grito, con una indignación, queda condenado a la incomprensión y a la impotencia”.

domingo, 20 de febrero de 2011

Sarkozy ataca ahora con el islam

París. 19/02/2011

Marine Le Pen da miedo a la derecha francesa. Tanto que ha empujado a Nicolas Sarkozy a embarcarse en un nuevo y azaroso debate en el terreno de la extrema derecha para intentar contrarrestar el ascenso de la nueva líder del Frente Nacional (FN). Un año después de la fallida discusión sobre la identidad nacional - aderezado por el debate sobre la prohibición del velo islámico-,el presidente francés ha decidido abrir otro sobre el papel del islam en Francia y los límites que la República debe imponer a los musulmanes. El tono lo dio personalmente Sarkozy en su última aparición televisiva con un grupo de ciudadanos: "No quiero minaretes ni llamadas a la plegaria en Francia", dijo, enlazando con las tesis que la extrema derecha está agitando en Francia y en Europa.

Desde su elección como presidenta del FN en sustitución de su padre, hace un mes, Marine Le Pen ha lanzado una fuerte ofensiva con el fin de aparecer ante la opinión pública como la principal defensora de la laicidad republicana frente a los desafíos de los integrismos religiosos. Su discurso es, en realidad, básicamente anti-islámico, como demostró su provocadora comparación de la ocupación de algunas calles por fieles musulmanes en la plegaria de los viernes con la ocupación nazi en los años cuarenta.

Su estrategia parece estar dando resultado. Un sondeo de Ifop publicado ayer por el diario France Soir otorga a Marine Le Pen una intención de voto - si las elecciones presidenciales se celebraran ahora-de entre el 19% y el 20%, algo no conseguido jamás por su padre (Jean-Marie Le Pen logró el 17% en 2002 cuando descabalgó al socialista Lionel Jospin de la primera vuelta). El sondeo coloca a la líder de la extrema derecha francesa muy cerca de Sarkozy (22-23%) yde la socialista Martine Aubry (22%), lo que ha disparado todas las alarmas. Según el estudio, el FN recuperaría el grueso de los votantes que Sarkozy le arrebató en las presidenciales del 2007 y arañaría un 18% de votos a la Unión por un Movimiento Popular (UMP)

El partido de Sarkozy abrirá, pues, el debate sobre el islam el próximo 5 de abril, para concluir el proceso - con la adopción de medidas concretas-en otoño, a pocos meses de las elecciones presidenciales de mayo del 2012.

El ex primer ministro Dominique de Villepin, criticó ayer duramente esta nueva iniciativa, que consideró peligrosa para la cohesión social. "No creo que se pueda hacer algo así sin consecuencias. Apelo a la responsabilidad de todos", afirmó. Otro ex primer ministro, Alain Juppé, actual titular de la cartera de Defensa, ha advertido por su parte: "Si nos lanzamos sobre este tema, ¡atención al aterrizaje!".

La apuesta de Sarkozy es muy arriesgada, y no únicamente por la crispación que puede generar. También lo es políticamente para el propio presidente francés, pues puede acabar alimentando precisamente a quien pretende combatir. Todo la agitación causada por los debates paralelos de la identidad nacional y de la prohibición del burka desembocó, en las elecciones regionales de marzo del año pasado, en un retroceso de la UMP de siete puntos - hasta el 26,7%-y una espectacular recuperación del FN, que después de haber quedado grogui en las legislativas del 2007 (4,3%), ascendió al 11,7%.

"Venga, un esfuerzo más, otro debate, otro blablablá sobre el islam y la laicidad, y pienso que efectivamente podremos llegar a la presidencial con el 25%", ironizó ayer Le Pen. Una broma que puede estar cargada de verdad.