La orden era cogerlo vivo. Y, sin embargo, tras 32 horas de asedio policial, Mohamed Merah, el terrorista de Toulouse autor del asesinato de siete personas, cayó muerto bajo las balas de la policía. La autopsia ha revelado que el joven yihadista fue literalmente acribillado cuando salió al exterior de su apartamento con las armas en la mano. Los forenses han hallado al menos veinte proyectiles en su cadáver, dos de ellos mortales de necesidad: uno en la frente y otro en el abdomen. El resto impactó en los brazos y las piernas, puesto que Merah se protegió con un chaleco antibalas.
La operación de asalto, llevada a cabo por una unidad de élite de la Policía Nacional, el grupo especial de intervención RAID, recibió ayer múltiples críticas por su resultado. Muerto Merah, la posibilidad de conocer sus posibles cómplices y sus vínculos con el mundo de la Yihad es incierta. Su hermano Abdelkader, detenido junto con su novia y su madre, podría ser el elemento de conexión, pero no está claro. Adepto del salafismo, Abdelkader Merah ha declarado ante los investigadores sentirse “orgulloso” de su hermano, pero sostiene no haber tenido nada que ver con sus atentados. El propio Mohamed Merah aseguró a la policía –mientras aceptó negociar su posible rendición– que actuó solo y que nadie de su familia conocía sus planes.
¿Era inevitable la muerte del terrorista tolosano? ¿No podía habérsele capturado por otros medios? El fundador y antiguo director del GIGN –unidad gemela del RAID pero de la Gendarmería–, Christian Prouteau, criticó abiertamente la operación de la policía, que consideró carente de un “esquema tactico preciso”. “¿Cómo es posible que la mejor unidad de la policía no consiga detener a un hombre solo?”, se preguntó Prouteau, quien sugirió que se podría haberle obligado a salir lanzando gases lacrimógenos, o bien, en lugar de lanzar un primer y fallido asalto en la madrugada del miércoles, esperar emboscados a que saliera para lanzarse sobre él y arrestarle.
Si el testimonio de Prouteau puede estar viciado por la tradicional rivalidad entre policías y gendarmes – “En 64 operaciones llevadas a cabo por el GIGN bajo mi mando no hubo ni un muerto”, subrayó–, no puede decirse lo mismo de otros expertos. Alik Ron, por ejemplo, antiguo jefe de la unidad de intervención de la policía israelí y de las fuerzas especiales paracaidistas, expresó una opinión parecida: “Quién espera 30 horas cuando no hay rehenes? Toda la operación parece una demostración de estupidez”, declaró al diario Maariv.
Algunos socialistas franceses, como el diputado Julian Dray, sugirieron –citando como supuestas fuentes a agentes del RAID– que la operación fue diseñada deliberadamente con el fin de darle espectacularidad, como “una especie de show hollywoodiense”.
El jefe del RAID, Amaury de Hauteclocque, justificó la forma en que fue abordada la operación en el objetivo de capturar a Merah vivo. De ahí, dijo, el tiempo que se esperó. De ahí también que el grupo que penetró en el apartamento en la mañana del jueves entrara con la orden estricta de responder a cualquier ataque únicamente con “granadas no letales”. Así, cuando Merah salió del cuarto de baño disparando “como un combatiente” desbordó fácilmente a los agentes. Hasta que salió al exterior.
Merah improvisó el ataque a la escuela judía
El rabino Jonathan Sandler, de 30 años, sus hijos Arieh y Gabriel, de 5 y 4, y la niña Myriam Monsonego, de 7, asesinados con cruel frialdad por el terrorista Mohamed Merah el lunes pasado a la entrada de la escuela judía Ozar Hatorah de Toulouse, podrían haber salvado la vida si el terrorista no hubiera fallado su objetivo inicial. Según reveló ayer el máximo responsable de la Dirección Central de Información Interior (DCRI), Bernard Squarcini, en una entrevista en <CF23>Le Monde</CF>, el yihadista tolosano –muerto por la policía el jueves por la mañana– había planeado asesinar esa mañana a un militar. Pero al fallar ese primer intento, al parecer porque llegó tarde, se dirigió entonces a la escuela judía, que ya tenía identificada, y perpetró la matanza. Merah lo explicó así al agente de la DCRI que lo había interrogado en noviembre del año pasado por sus viajes a Afganistán y Pakistán, y con quien el terrorista reclamó hablar cuando –atrincherado en su apartamento– negociaba con la policía su eventual rendición.
“Quería matar a otro militar, pero llegó demasiado tarde, y como conocía bien el barrio, improvisó el ataque a la escuela”, afirmó Squarcini. El coordinador de inteligencia del Elíseo, Ange Mancini, por su parte, incidió también en este aspecto en una entrevista con el canal de televisión France 24, donde señaló que el atentado contra el centro escolar judío fue un “ataque oportunista”. En las conversaciones que Merah mantuvo con la policía antes de romper el diálogo, admitió que el miércoles había planeado precisamente atentar contra un militar –probablemente, el mismo que tenía previsto el lunes– y en días posteriores a dos agentes de policía. Antes del atentado contra la escuela judía Merah había asesinado a tres paracaidistas franceses en Toulouse y Montauban.
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