Incrédula, horrorizada, Francia encajó ayer con dolor y desconcierto el asesinato de tres niños y un adulto de nacionalidad franco-israelí a la entrada de un colegio confesional judío en Toulouse, en el sur del país. El pistolero, cuyo móvil se ignora pero cuya motivación antisemita resulta evidente, es el mismo que hace escasos días asesinó, de la misma forma y con idéntica frialdad, a tres paracaidistas franceses en Toulouse y Montauban, los tres de origen árabe, e hirió gravemente a un cuarto, negro de origen antillano. La posibilidad de un pista neonazi o de ultraderecha va tomando cuerpo, aunque los investigadores no descartan tampoco la pista del terrorismo islamista, pues las unidades a las que pertenecían los militares atacados han participado en el contingente enviado a Afganistán.
Casi todos los candidatos al Elíseo condenaron la masacre y suspendieron sus actos de campaña electoral. Algunos, como Nicolas Sarkozy, François Hollande y François Bayrou, se desplazaron hasta Toulouse. El presidente francés, que reunió de urgencia a los principales miembros del Gobierno, calificó la matanza de “tragedia nacional” y anunció por la noche, en un mensaje televisivo a la nación, la movilización de “todos los medios de la República ” para prender al asesino y para reforzar la seguridad. La investigación ha sido asumida por los servicios antiterroristas.
La matanza se produjo al filo de las 8 de la mañana, a la entrada del centro escolar judío Ozar Hatorah, un internado con 200 alumnos situado en una discreta calle del apacible barrio residencial de La Roseraie. El asesino, cubierto con un casco, se acercó a la entrada y disparó indiscriminadamente, pero calculadamente, contra varios de los presentes: bajo sus balas cayeron el profesor de religión de la escuela, el rabino Jonathan Sandler, y sus dos hijos pequeños, Arieh, de 6, y Gabriel, de 3, así como la pequeña Miriam Monsonego, de 8 años, hija del director del centro, Yaacov Monsonego. Un adolescente de 17 años resultó gravemente herido, pero su vida no corre peligro.
Las cámaras de videovigilancia situadas a la entrada del centro grabaron la matanza. El asesino, que actuó en todo momento con aparente calma y determinación, llegó a entrar en el patio del colegio para perseguir a una de las niñas –la hija del director– y dispararle en la cabeza. Tras encasquillárse una primera pistola, disparó con una segunda arma. La comunidad judía francesa no había sufido un ataque tan grave desde el atentado de la calle Rosiers, en el barrio judío de París, en 1982, que causó seis muertos.
Las primeras sospechas se confirmaron pronto: el asesino es el mismo que mató, los pasados 11 y 16 de marzo, a tres militares franceses e hirió gravemente a un cuarto en Toulouse y Montauban. Su modo de actuar es idéntico. También la moto utilizada para huir –un potente scooter Yamaha T-MAX, robada el pasado 6 de marzo en la región de Toulouse–, según se ha podido comprobar al quedar grabada la matrícula. Y, lo que resulta definitivo, también la misma arma: una pistola automática de calibre 11,43 mm , antaño utilizada de forma reglamentaria por los soldados norteamericanos y hace años bastante frecuente en el mundo del crimen organizado.
Una de las pistas que sigue la policía es la posibilidad de que esta cadena de asesinatos tenga algo que ver con el caso de tres soldados del 17.º regimiento de ingenieros paracaidistas (RGP) de Toulouse –el mismo al que pertenecían dos de los militares asesinados– que en el 2008 fueron expulsados del ejército por sus actividades neonazis, tras ser denunciados por un camarada, según avanzó <CF21>Le Point</CF>.
Oficialmente, la policía –que ha destinado a estos tres casos a 130 investigadores– se decanta por privilegiar la pista de ultraderecha –o neonazi– y la pista islamista.
Nicolas Sarkozy anunció por la noche que, más allá de la investigación, el Gobierno reforzará la seguridad en la región de Toulouse –donde el plan de vigilancia antiterrorista ha sido elevado al máximo nivel– y desplegará una vigilancia especial sobre los centros escolares confesionales. El presidente francés suspendió su campaña electoral al menos hasta el miércoles –día en que presidirá la celebración de los funerales por las víctimas–, convocó un minuto de silencio para hoy en todos los colegios de Francia y acudió por la noche a un oficio religioso con la comunidad judía en una sinagoga de París. Todos los líderes políticos condenaron la matanza, entre ellos la líder del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen.
El Consejo Representativo de Instituciones Judías en Francia (CRIF) hizo un llamamiento “a la vigilancia y a la calma” y se unió al “dolor de las familias de las víctimas".
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