Todo estaba dispuesto. El acuerdo de la familia, el permiso administrativo de las autoridades francesas, la empresa de transporte, el avión de Air Algerie, la tumba en el cementerio de Souagui... Todo estaba listo para enterrar a Mohamed Merah, el terrorista islamista muerto por la policía francesa el día 22 tras asesinar a siete personas en Toulouse y Montauban, en el pueblo de origen de su familia paterna, en la región de Medea. Pero Argel impuso a última hora su veto. Embarazoso donde los hubiera, el Gobierno argelino no quiso saber nada del cadáver del joven yihadista francés y alegó razones de orden público para vetar su traslado a Argelia.
Finalmente, después de un tenso tira y afloja con el Ayuntamiento de Toulouse –que se oponía a ello–, ohamed Merah fue inhumado ayer tarde, con la máxima discreción, en el recinto musulmán del cementerio de Cornebarrieu, una población de la banlieue noroeste de la capital del Midi, junto al aeropuerto de Toulouse-Blagnac. El cuerpo llegó al lugar en un furgón de los servicios funerarios, acompañado por un pequeño grupo de familiares y amigos. Algunos jóvenes ocultaban su rostro con capuchas.
El alcalde de Toulouse, Pierre Cohen, intentó resistirse a la inhumación del terrorista en uno de los cementerios municipales, que consideró “inoportuna”, y ordenó un aplazamiento de 24 horas, mientras apelaba al Estado francés para buscar una alternativa. En Toulouse se teme que la tumba de Merah pueda ser objeto de venganzas o –peor– lugar de culto y peregrinación de islamistas radicales. Pero el alcalde no fue escuchado. “Era francés, que se le entierre y se deje de hacer polémica con esto”, zanjó el presidente Nicolas Sarkozy.
Desde Argelia, donde reside, el padre del terrorista muerto lamentó que su hijo no pudiera ser enterrado en el pueblo de su familia e insistió en demandar a Francia por su muerte. La abogada Zahia Mokhtari, confirmó que Mohamed Benalal Merah le ha encargado la preparación de una denuncia por asesinato contra el RAID, la unidad de intervención especial de la policía francesa, El yihadista murió acribillado cuando salió disparando de su domicilio tras un asedio de 32 horas.
Decidido a endurecer su trato hacia el islamismo radical, el Gobierno francés anunció ayer el veto a la entrada en Francia de seis personalidades religiosas islámicas que debían participar en el congreso anual de la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF), previsto del 6 al 9 de abril en los alrededores de París. Cuatro de estos líderes religiosos han visto rechazada su petición de entrada en el país –se trata del antiguo gran muftí de Jerusalén, Akrima Sabri, los imanes saudíes Ayed Bin Abdallah Al Qarni y Abdallah Basfar, y el egipcio Safwat Al Hijazi– y otros dos han renunciado tras haber sido declarados persona non grata: el célebre predicador de la televisión qatarí Al Jazira, Youssef Al-Qaradaoui, y el egipcio Al Masri.
“En un momento en que Francia es golpeada por extremistas que la atacan en nombre de ideologías o de creencias extraviadas, es capital que estas libertades [de culto y de expresión] se ejerzan en el marco de la ley y en el respeto a nuestros valores fundamentales”, señalaron en un comunicado conjunto los ministros de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, y del Interior, Claude Guéant.
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