El ex director del FMI fue colocado bajo control judicial –aunque en libertad–, con la prohibición expresa de entrar en contacto con los demás procesados. También se le ha impuesto una caución de 100.000 euros. La acusación incluye también el presunto delito de encubrimiento de abuso de bienes sociales (equivalente francés de la administración desleal en el Derecho español), que puede ser castigado con hasta cinco años de cárcel.
Strauss-Kahn fue interrogado por los jueces de instrucción en Lille durante ocho horas, antes de que le fuera comunicado su procesamiento. El ex director del FMI debía haber comparecido mañana miércoles –fecha para la que fue citado tras su detención e interrogatorio por la policía el pasado mes de febrero–, pero se adelantó para eludir el acoso de los medios de comunicación.
A la salida del juzgado, los abogados de Strauss-Kahn rechazaron categóricamente las acusaciones que pesan sobre su cliente. Richard Malka, uno de los letrados, acusó a su vez a los jueces de “inventar un delito que no existe” y de perseguir a su defendido por su “simple actividad libertina”. La línea de defensa de Strauss-Kahn sostiene que el ex director del FMI no conocía la condición de prostitutas de las chicas que le facilitaba la red. Y aún en tal caso, el mero hecho de ser cliente no está penalizado en Francia.
Algunos miembros de la red le organizaban fiestas sexuales, a las que llevaban prostitutas de lujo, allí donde el ex director del FMI deseara: en Bruselas, París, Washington... Los gastos, incluida la remuneración de las mujeres, eran costeados por los empresarios Fabrice Paszkowski, responsable de la empresa Medicalis, y David Roquet, director de una filial de Eiffage. Junto a ellos, formaba parte del grupo el comisario de policía Jean-Christophe Lagarde, ex responsable de seguridad de Lille. Los tres están asimismo procesados.
No es ésta la primera vez que Strauss-Kahn se enfrenta a la justicia a causa de su enfermiza adicción por el sexo. El ex director general del Fondo Monetario Internacional fue forzado a dimitir de su cargo en mayo del año pasado tras haber sido acusado formalmente de la violación de una mujer de la limpieza del hotel Sofitel de Manhattan por la Fiscalía de Nueva York, lo que frustró su candidatura al Elíseo por el Partido Socialista. Los cargos fueron finalmente retirados, aunque la causa civil todavía sigue su trámite. Una escritora y periodista francesa, Tristane Banon, le acusó a su vez de un intento de violación presuntamente cometido en 2003, pero la justicia archivó el caso por entender que el delito de agresión sexual –que dio por hecho– ya había prescrito.
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