viernes, 27 de septiembre de 2013

El tesoro escondido del Mont Blanc

A las 8.10 horas de la mañana del 24 de enero de 1966, un avión Boeing 707 de Air India, el Kangchenjunga, que viajaba de Bombay a Nueva York, se estrelló violentamente, por razones todavía hoy desconocidas, contra la cumbre del Mont-Blanc, a 4.750 metros de altitud, dejando tras de sí un trágico rastro de 117 muertos e insondables misterios. Casi medio siglo después, un hallazgo sorprendente ha añadido nuevos interrogantes a aquel drama: un joven alpinista de Saboya encontró el pasado 9 de septiembre en el glaciar de Bossons una caja metálica en cuyo interior, cuidadosamente guardadas en pequeñas bolsas con la inscripción Made in India, había un centenar de piedras preciosas –rubíes, zafiros, esmeraldas...– por un valor de cientos de miles de euros. Los expertos apenas tienen ninguna duda de que forma parte de los restos del Kangchenjunga, del cual ya se halló el año pasado, en el mismo glaciar, una valija diplomática.

El joven alpinista, cuya identidad permanece bien guardada, entregó su tesoro a la brigada de la Gendarmería Nacional de Haute-Tarentaise –que agrupa a varios municipios, entre ellos Val d’Isère y Tignes–, según explicó el comandante de Albertville, Sylvain Merly, al diario Le Dauphiné Libéré. “Es un joven honesto, que comprendió enseguida que las joyas pertenecían a alguien que había muerto en el glaciar”, declaró el comandante Merly.

Si no se consigue determinar la identidad de los propietarios o herederos –una tarea ardua, habida cuenta del tiempo transcurrido–, las joyas pasarán a ser propiedad de su descubridor, tal como prevé al artículo 716 del Código Civil francés, una razón adicional según los gendarmes para mantenerle en el anonimato. Mientras tanto, el tesoro de los Alpes permanecerá bajo custodia de la fiscalía. Un joyero que ha examinado las piedras preciosas a petición de la Gendarmería ha evaluado su valor en entre 130.000 y 240.000 euros.

Los gendarmes dan prácticamente por hecho que la caja con las joyas procede del Boeing 707 que se estrelló en 1966, pues en los últimos años se han ido encontrado numerosos objetos y restos de este avión. Pero podría ser también de otro aparato indio que dieciséis años antes, el 3 de noviembre de 1950, se empotró también en las laderas del Montblanc: un Loocked L-749, bautizado Malabar Princess, que cubría la línea Bombay-Londres, y en el que viajaban 45 personas. Ninguna de ellas sobrevivió tampoco.

En los últimos años, especialmente con el deshielo del verano, el glaciar de Bossons ha ido devolviendo restos de ambos aviones que han despertado el apetito de los buscadores de rarezas y tesoros. Debido a sus características –fuerte pendiente y relieve accidentado, con numerosas grietas–, los alpinistas tienden a evitar el glaciar de Bossons. Salvo quienes quieren remover sus entrañas en busca de hallazgos sorprendentes. Ninguno hasta ahora había sido de tanto valor. Al menos, que se conozca... Los exploradores han encontrado, desde los años setenta, sorpresas macabras –restos humanos–, piezas procedentes de ambos aviones –un motor del Malabar Princess, una rueda, trozos de la carlinga– y objetos de todo tipo, desde piezas de bisutería a carteras, pasando por zapatos o recortes de prensa de 1966. En agosto del 2012, dos alpinistas descubrieron un saco de correo marcado como “Diplomatic Mail. Ministry of External Affaires”, del Gobierno indio. El correo estaba muy dañado por la humedad, pero representantes de la legación diplomática india en Francia recuperaron su contenido con el fin de salvar lo salvable y hacer llegar a su destinatario –eso sí, con más de cuarenta años de retraso– lo recuperado.

El hallazgo de la caja con las joyas es el último, pero no el único misterio, que rodea el accidente del Boeing 707 de Air India en 1966 –donde, además de la tripulación y los pasajeros, viajaban una veintena de monos macacos–, cuyas causas siguen siendo una incógnita. En su momento se especuló con la posibilidad de una colisión accidental en el aire con un avión militar italiano, e incluso con un atentado. Esta última hipótesis se sustenta únicamente en el hecho de que entre los pasajeros del Kangchenjunga se encontraba el célebre ingeniero atómico Homi Jehangir Bhabba, considerado el padre del programa nuclear indio. Los defensores de la teoría de la conspiración han especulado con una acción de servicios secretos occidentales para detener el programa nuclear indio.


jueves, 26 de septiembre de 2013

Amonestación de Bruselas a París por los 'roms'

El trato dado en Francia a los roms, los gitanos nómadas procedentes del Este de Europa –fundamentalmente, de Bulgaria y Rumanía–, ha vuelto a tensar las relaciones entre París y Bruselas. El portavoz de la Comisión Europea, Olivier Baily, amenazó ayer al Estado francés con la imposición de sanciones si no respeta el derecho a la libre circulación de los miembros de esta comunidad, que son ciudadanos europeos como los demás. “Si los tratados no se cumplen, la Comisión utilizará todos los medios a su disposición”, advirtió. No es la primera vez que las amenazas han volado de Bruselas a París por el problema de los roms, ya pasó algo así en el 2010. La diferencia es que entonces estaba Nicolas Sarkozy en el Elíseo y hoy está el socialista François Hollande.

La chispa que ha desencadenado este nuevo brote de tensión son unas declaraciones realizadas en evidente clave electoral –dentro de seis meses se celebrarán en Francia elecciones municipales– por el ministro del Interior, Manuel Valls, quien afirmó que la mayoría de los roms no son integrables en la sociedad francesa porque no aspiran a integrarse y que su destino ha de ser regresar a sus países de origen.

“Es ilusorio pensar que arreglaremos el problema de las poblaciones roms a través únicamente de la inserción”, dijo Valls en la emisora de radio France Inter, una vía –añadió– que presenta numerosas dificultades, debido a la oposición de los municipios que deben albergar los nuevos asentamientos, y que en todo caso afecta a una número limitado de familias. “Estas poblaciones tienen modos de vida extremadamente diferentes de los nuestros y que están en confrontación con los nuestros”, se extendió el ministro del Interior, para quien “no hay otra solución que desmantelar los campamentos (ilegales) progresivamente y reconducirlos (a los roms) a la frontera”.

Las declaraciones de Manuel Valls, que se ha alineado desde hace años en el ala derecha del Partido Socialista, chocaron enormemente en el ámbito de la izquierda. Importantes figuras del PS, como la ex primera secretaria Martine Aubry y el ministro de Regeneración Industrial, Arnaud Montebourg, criticaron abiertamente a su compañero de filas, y lo mismo hicieron sus aliados ecologistas, por boca de François de Rugy, presidente del grupo de los verdes en la Asamblea Nacional. El actual jefe de filas del partido, Harlem Désir, también marcó sus distancias.

A pesar de este malestar transversal, el Gobierno salió a defender a Manuel Valls, argumentando –así lo hizo la ministra portavoz, Najat Vallaud-Belkacem– que las palabras del ministro del Interior habían sido reproducidas sólo parcialmente... y que en el fondo se mantienen en la línea gubernamental, que pretende combinar integración y represión de las conductas delictivas, así como el desmantelamiento de los campamentos ilegales. La primera parte apenas funciona, sin embargo, como se encargó de recordar la vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Justicia, Viviane Reding: “Hay 50.000 millones de euros sobre la mesa para integración, pero no son utilizados, no se hace el trabajo de integración”, se quejó.

Manuel Valls, fuerte en su posición, se reafirmó ayer en sus opiniones. pero si la dureza con que expresó su opinión al respecto es inédita, responde exactamente a la práctica que el Ministerio del Interior –con el aval del primer ministro y del presidente de la República– aplica con mano firme desde la asunción del cargo, en la primavera del 2012. Y que no es otra que la política que ya aplicaba Nicolas Sarkozy. 


Un tema de campaña electoral

El problema de los asentamientos ilegales de gitanos procedentes del Este, más conocidos como roms, ha empezado a colocarse en el centro de la precampaña de las elecciones municipales, convocadas para el mes de marzo del 2014. La derecha ha abrazado este asunto como tema de campaña e incluso los más moderados, como la candidata conservadora a la alcaldía de París, Nathalie Kosciusko-Morizet –quien pasa por tener una sensibilidad centrista–, ha recurrido a este asunto, llegando a decir que los roms “acosan” a los parisinos y proponer medidas contra la mendicidad agresiva. Las declaraciones de Manuel Valls, tendentes a refirmar la línea de firmeza del Gobierno en este asunto, deben entenderse en este contexto. Se calcula que en Francia hay unos 20.000 roms. Según Amnistía Internacional, en el 2012 fueron expulsados 11.982 de ellos y sólo en la primera mitad de este año fueron 10.174.







Los (falsos) recortes de Hollande

François Hollande ya puede alegar que su Gobierno hará en el 2014 un esfuerzo “sin precedentes” en el recorte del gasto público –lo cual, en cierto modo, es cierto– que ello no evitará que Francia alcance el año que viene un endeudamiento récord de 1,95 billones de euros, el 95,1% del Producto Interior Bruto (PIB). Tras derrapar en el 2013, el Gobierno se propone, de acuerdo con lo pactado con Bruselas –que le dio dos años de margen suplementarios–, reducir el déficit público del 4,1% al 3,6% del PIB. Ello debería ser posible si se cumple una previsión de crecimiento, prudente, del 0,9%.

Así lo prevé el proyecto de Presupuestos del Estado aprobado ayer por el Consejo de Ministros, en el que por primera vez la reducción de gasto –evaluada en 15.000 millones de euros, incluyendo el Estado, las colectividades territoriales y la Seguridad Social– centrará la mayor parte del esfuerzo –que en total sumará 18.000 millones–, por encima del aumento de los impuestos, contrariamente a lo que había pasado con las cuentas del 2013. Esos 18.000 millones representan el 0,9% del PIB, que es el esfuerzo que la Comisión Europea había pedido a París.

Sin embargo, ese recorte del gasto, que se presenta como “inédito en la V República”, es menos espectacular de lo que se pretende. Y bastante engañoso. Porque esencialmente procede de un frenazo del aumento natural que hubieran tenido algunas partidas presupuestarias, más que de una verdadera rebaja. En realidad, el gasto global del Estado crecerá aún un 0,5%...

Algo similar sucede con la prometida “pausa fiscal”, que el presidente francés situó ya en el 2014 y que su primer ministro, Jean-Marc Ayrault, más realista pospuso al 2015. Porque, una vez más, si es cierto que apenas se han decidido nuevos aumentos de impuestos, la realidad es que los franceses tendrán que rascarse más el bolsillo el año que viene. De entrada, porque entrará en vigor una subida del IVA ya votada en el 2012 –del 19,6% al 20% el tipo normal y del 7% al 10% el tipo intermedio– y, seguidamente, porque unos pequeños ajustes en los baremos del IRPF acabarán de aumentar la recaudación. Puestos a hablar de récords, el conjunto de impuestos y tasas alcanzará el año que viene el 41,6% del PIB, un nivel sólo superado en la Unión Europea por Bélgica, Suecia y Dinarmarca.

El proyecto del Gobierno socialista, que suprimió la práctica de la época de Nicolas Sarkozy de dejar sin cubrir el 50% de las bajas de funcionarios por jubilación, prevé crear 11.000 nuevos puestos en los tres ministerios prioritarios –Educación, Interior y Justicia– y reducir algo más de 13.000 en el resto, obligados a apretarse más el cinturón. Los mayores cortes de personal los sufrirán los departamentos de Agricultura y Ecología. 



miércoles, 25 de septiembre de 2013

La palabra contra el kaláshnikov

"Cuando se quiere, se puede”. Este lema ha guiado, y sigue guiando, la larga y fecunda vida del escritor francés de origen polaco Marek Halter. Profesor, pintor, editor, este “judío del Gueto de Varsovia” –como él mismo se define– ha estado en todos los combates en favor de la paz, particularmente en Oriente Medio, y por el diálogo entre religiones, así como en la lucha contra el racismo y el antisemitismo. Cofundador de Acción contra el Hambre y de SOS Racisme, a sus 77 años, la causa que concentra hoy sus energías es la aproximación entre judíos, cristianos y musulmanes. Y en esta causa ha encontrado a un cómplice fundamental en el imán de Drancy (banlieue de París), Hassen Chalghoumi, un hombre moderado empeñado contra viento y marea en construir puentes y en desmentir la imagen que asocia al Islam con el extremismo y el terrorismo.

Halter y Chalghoumi están detrás de una iniciativa inédita. Ambos, acompañados por otros ocho imanes de Francia, viajan hoy a Roma para ser recibidos en audiencia pública por el Papa en la plaza de San Pedro. Los religiosos musulmanes, miembros de la Confederación de Imanes de Francia (CIF) –una organización que agrupa a imanes independientes–, quieren pedir al papa Francisco que aborde, a través de la convocatoria de una conferencia internacional, la reconciliación entre cristianos y musulmanes. “Para nosotros, la visita es muy importante –dice el imán de Drancy–. Frente a lo que sucede en Pakistán o en Kenya, nuestra presencia junto al Papa ofrecerá una imagen de esperanza”.

La delegación, limitada a diez personas por falta de más medios –el viaje lo realizarán en el avión privado del productor de cine tunecino Tarak Ben Ammar, amigo de Halter–, será recibida después en la embajada de Francia ante al Santa Sede y, a su regreso a París, se reunirá con el ministro del Interior, Manuel Valls.

“Nos enfrentamos a una grave crisis moral y de valores, los extremistas crecen en un lado y en otro, es el momento de actuar, de abrir un verdadero diálogo entre cristianos y musulmanes”, prosigue Chalghoumi, con tono pausado pero determinado. Nacido en Túnez hace 41 años, el imán de Drancy, apóstol del diálogo también con los judíos, se ha convertido en la bestia negra de los integristas, que le acosan y le profieres amenazas de muerte constantes. Víctima reciente de una agresión en Túnez –antes había sido ya agredido en Francia–, vive con protección policial, pero nada de eso le arredra. “Los extremistas son una minoría”, sostiene, determinado a demostrar que el islam es “tolerancia, respeto y amor”.

La visita al Papa no es la primera acción espectacular y a contracorriente que Marek Halter y Hassen Chalghoumi emprenden juntos. Ambos unieron por primera vez sus fuerzas en marzo del 2009, cuando organizaron una Caravana por la Paz al territorio de Gaza, después de la ofensiva y posterior retirada del ejercito israelí. Con ellos viajaban un rabino y un sacerdote. “Allí por donde pasamos fuimos bien recibidos, no tuvimos ningún problema”, relata Halter, quien añade: “Con la palabra se llega más lejos que con el kaláshnikov”.

Tres años después, en marzo del 2012, se produjo el gran shock. Un joven musulmán francés, Mohamed Merah, asesinó a siete personas en Toulouse y Montauban, entre ellas a un adulto y tres niños de corta edad en una escuela judía. Francia entera sufrió una conmoción. Y empujó de nuevo a Halter y Chalghoumi a actuar. “Nos dijimos que hacía falta una respuesta fuerte”, explica el escritor, que junto con su amigo y aliado reunió a 17 imanes franceses y realizó un viaje a Israel. Los imanes se recogieron ante las tumbas de los niños judíos asesinados en Toulouse –enterrados cerca de Jerusalén– y visitaron el Memorial de la Shoah, donde rezaron una plegaria. Un gesto de una gran carga simbólica.

El caso de Mohamed Merah, exponente de un fenómeno de radicalización que se extiende entre los jóvenes musulmanes de las banlieues francesas, fue un aldabonazo para las conciencias. Un toque de alerta. Para Halter y Chalghoumi, la señal de que había que redoblar el diálogo para combatir la “estrategia del choque” de los fundamentalistas. “Tenemos un grave problema en Europa, no sólo en Francia. Hay una juventud muy frágil, por razones económicos y sociales, que es presa de los extremistas fanáticos. Al Qaeda y otras organizaciones reclutan más en Europa que en otras partes. A esta generación debemos mostrarle la fuerza del diálogo y del respeto”, dice.

Mostrar, persuadir, convencer... Tarea ingente cuando se piensa, como piensa Marek Hater, que “el racismo es inherente al hombre”. “Odiar al diferente es una cosa natural. El amor al otro no es natural. Si lo fuera, ¡Cristo no hubiera tenido razón de existir!”, argumenta. Pero con sus actos, el viejo escritor de Varsovia y el imán de Drancy tratan de demostrar lo contrario.



lunes, 23 de septiembre de 2013

Merkel, a la espera de un giro

Los franceses pudieron anoche acostarse satisfechos: Angela Merkel sigue al mando. Por incomprensible que pueda parecer, habida cuenta de los tics antialemanes que periódicamente sacuden la política francesa, lo cierto es que la canciller de hierro causa admiración y envidia en Francia, donde es más popular –¡muchísimo más!– que François Hollande. Mientras la confianza en el presidente francés ha vuelto a caer en barrena –con sólo un 23% de opiniones positivas–, la de Angela Merkel a este lado del Rhin se ha disparado al 64%. Una mayoría incontestable de franceses –según un sondeo de Opinion Way para Le Figaro no sólo juzgaba la reelección de la canciller buena para Alemania (el 56% hubiera votado por ella de ser alemán), sino también positiva para Francia (53%)

¿Lo es también para François Hollande? El tiempo lo dirá, aunque la experiencia en la historia de las relaciones franco-alemanas indica que las diferencias ideológicas no son un impedimento para una buena entente y que siempre es necesario un tiempo de rodaje para comprenderse e incluso apreciarse mutuamente. El presidente francés y la canciller alemana han hecho ya una buena parte del camino.

Y luego está la realidad. Hollande hace tiempo que daba por descontada la victoria de Angela Merkel y ayer se apresuró a felicitar a la canciller, interlocutor ineludible para llevar adelante cualquier proyecto en Europa. El presidente francés llamó por teléfono a Merkel y la invitó a visitar París en cuanto haya formado su nuevo Gobierno. Según un comunicado del Elíseo, ambos reafirmaron su determinación de proseguir su “acercamiento” y su “estrecha cooperación”.

Si alguna vez soñó Hollande con que el SPD pudiera acabar con la hegemonía cristianodemócrata, hace tiempo que lo enterró. El candidato socialdemócrata, Peer Steinbrück, fue recibido en el Elíseo, pero es el único gesto –discreto– de apoyo que ha obtenido. Asumida la reelección de Merkel, todas las esperanzas del presidente francés se centraban en que el resultado de las elecciones favoreciera la reedición de la “gran coalición” con los socialdemócratas. A falta de ver si Merkel podrá o no gobernar en solitario, París sueña con un giro que suavice la estricta política económica de Berlín.


viernes, 20 de septiembre de 2013

Thuram, separación tormentosa

Lo que sucede en el interior de una pareja sólo las dos personas que la integran lo saben realmente. La pareja formada hasta hace poco por el ex futbolista del Barça Lilian Thuram y la presentadora de televisión Karine Le Marchand, no escapa tampoco a esta ley. Pero lo que sí puede decirse sin temor a equivocarse es que su separación tras seis años de vida en común –una ruptura desconocida del público hasta hace una semana– está siendo particularmente tormentosa.

Karine Le Marchand, de 45 años, popular presentadora del programa “El amor está en el prado” del canal M6 –que busca pareja a agricultores–, presentó el pasado 4 de septiembre en la comisaría del distrito XVI de París una denuncia contra Thuram por “violencias conyugales”. Diez días después, la retiró, según informó entonces la abogada de ambos, Caroline Mecary, quien deploró que o que calificó de “elementos sin gravedad que atañen a su vida privada” saltaran a la plaza pública.

La revista Closer, en efecto, había avanzado ese mismo día la existencia de esta denuncia, especificando que la animadora de televisión habría acusado en la misma a su excompañero sentimental de haberle tirado del pelo y haberla empujado tres veces contra el refrigerador en el transcurso de una disputa.

Pero aunque la denuncia está retirada, la fiscalía de París –según ha revelado la emisora de radio Europe 1– ha citado a ex futbolista para hacerle un llamamiento el orden. En Francia el Código Penal prevé el procedimiento denominado de “recuerdo de la ley”, una especie de amonestación y advertencia –sin otra consecuencia judicial– que se realiza al sospechoso de una infracción menor.

En su comunicado, la abogada señaló que la pareja se separó hace varios meses y subrayó que Le Marchand considera a su excompañero “una persona ejemplar, con valores morales muy profundos y combates sinceros y nobles”. La ruptura fue desvelada por la propia presentadora de televisión hace escasos días durante una entrevista radiofónica.

Lilian Thuram, de 41 años, ex jugador del FC Barcelona y ex campeón mundial de fútbol con la selección francesa en 1998, goza de una imagen extraordinaria en Francia, no sólo por sus éxitos futbolísticos, sino también y sobre todo por su lucha contra el racismo. Precisamente, este martes fue condecorado por el presidente de la República, François Hollande, con el grado de oficial de la Legión de Honor, a propuesta de la ministra de Justicia, Christiane Taubira, por su combate por la igualdad, en favor de la diversidad y en contra del racismo, que lleva a cabo fundamentalmente a través de la fundación que lleva su nombre. 


jueves, 19 de septiembre de 2013

Veto a las mini misses

Los concursos de minimisses se han acabado en Francia. Así lo acordó ayer el Senado francés, que aprobó –por 196 votos contra 146- una enmienda en este sentido presentada al proyecto de ley de igualdad entre hombres y mujeres por la senadora centrista Chantal Jouanno. De acuerdo con esta disposición, a partir de ahora, la organización de concursos de belleza de mujeres menores de 16 anos queda radicalmente prohibida, bajo la amenaza de una sanción penal de dos años de prisión y 30.000 euros de multa para los organizadores.

La iniciativa de Chantal Jouanno, ex ministra de Nicolas Sarkozy, viene de lejos –ella fue la autora, en marzo del 2012, de un informe parlamentario que defendía ya la interdicción de este tipo de concursos. Y va también mucho más lejos de lo que preveía el Gobierno, razón por la cual esta disposición aun podría ser modificada cuando el proyecto de ley regrese a la Asamblea Nacional. La ponente de la ley, la senadora socialista Virginie Klès, juzgo demasiado fuertes las sanciones propuestas, mientras que la ministra de los Derechos de las Mujeres, Najat Vallaud-Belkacem, propuso sin éxito suavizar esta disposición a base de condicionar este tipo de concursos a una autorización gubernativa previa.

“No dejemos que las chicas crean, ya desde bien pequeñas, que lo único que cuenta es su apariencia”, argumento Chantal Jouanno, para quien el interés social debe primar en este asunto sobre el interés comercial. A juicio de la senadora, que abandono el partido de Sarkozy –la Union por un Movimiento Popular (UMP)- por la Unión de Demócratas e Independientes de Jean-Louis Borloo, los concursos de minimisses constituyen la expresión más del “fenómeno de hipersexualizacion” de la sociedad actual.

El introductor en Francia de los concursos de minimisses, Michel Leparmentier, lamento la decisión del Senado y argumento que la sociedad organizadora había asumido una estricta reglamentación en su carta ética. “Las principales perjudicadas son la niñas y sus familias”, agrego. Según Leparmentier, en sus concursos –de los que se celebran una media de dos o tres veces al año– las entre 40 y 50 participantes no aparecen maquilladas ni en bañador, sino que desfilan únicamente con vestidos  “de princesa”.

Leparmentier explico que el próximo concurso de este tipo estaba previsto celebrarlo en Paris dentro de menos de quince días y que todavía no ha decidido si lo mantendrá o lo suspenderá. La ley, en el supuesto en que el Gobierno, que cuenta con mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, no la enmiende de nuevo, aun tardara varias semanas en entrar en vigor.



Francia mira con lupa a Catalunya

A Francia le preocupa la agitación independentista en Catalunya, aunque lo diga con la boca pequeña y oficialmente se mantenga pulcramente al margen. “Lo que ocurre en Catalunya es un asunto interno español y tenemos plena confianza en el Gobierno español para encontrar una solución”, declaro ayer el ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, tras reunirse con su homologo español, José Manuel García Margallo, en Paris. Pero detrás de la respuesta de manual del jefe del Quai d’Orsay –la misma, exactamente, que han utilizado siempre los franceses con el problema de ETA- se esconde un creciente preocupación por la inestabilidad política que introduce la movilización soberanista en Catalunya. García Margallo tuvo oportunidad de comprobarlo personalmente, pues la cuestión catalana estuvo omnipresente durante toda su visita oficial.

La situación en Catalunya apareció no solo en la reunión con Laurent Fabius, sino también en un desayuno privado organizado por la prestigiosa revista de análisis Politique Internationale –un foro reservado en el que participan figuras del mundo de la política, la industria, la economía y las finanzas-, y en la reunión a puerta cerrada que mantuvo con los miembros de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Asamblea Nacional, presidida por la socialista Elisabeth Guigou , en la que Margallo encontró a viejos conocidos, como el ex primer ministro François Fillon.

“La situación en Catalunya preocupa y todos mis interlocutores coinciden en que una eventual separación no sería una buena noticia para Europa”, comento el ministro en un encuentro con los corresponsales españoles, donde insistió en que en caso de independizarse, Catalunya quedaría “automáticamente fuera de la UE”. Margallo aseguro haber encontrado una gran comprensión en su auditorio, no en vano los franceses son encarnizados defensores de un modelo de Estado fuertemente centralizado. “Si alguna región francesa, como Córcega o Bretaña, pretendiera separarse, aquí pasaría lo mismo (que en España)”, considero el ministro.

El jefe de la diplomacia española expuso ante sus interlocutores los argumentos expuestos por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su carta de respuesta al president de la Generalitat, Artur Mas, en la que le ofrecía un “dialogo sin caducidad”. A saber, que una declaración unilateral de independencia no es jurídicamente posible, que la Constitución española proclama que España es “indivisible”, que el derecho a decidir “no existe” como un derecho reconocido a una parte de los españoles, sino únicamente al conjunto, y que en Catalunya “no se da” ninguno de los supuestos que según la legislación internacional justificarían el reconocimiento del derecho a la autodeterminación.



miércoles, 18 de septiembre de 2013

El justiciero de Niza

Los franceses, al menos aquellos que más directamente están sufriendo el aumento de la delincuencia y la inseguridad, han encontrado un nuevo héroe. Un héroe ambiguo y oscuro. Un justiciero. Se llama Stéphane Turk, tiene 67 años y hace una semana su nombre saltó a los medios de comunicación por haber disparado y matado a uno de los atracadores que acababan de asaltar su joyería, en el centro de Niza. Imputado por homicidio voluntario –la justicia no cree que tirara en legítima defensa–, su inculpación ha generado una impresionante oleada de solidaridad en todo el país, especialmente a través de las redes sociales. En tan sólo siete días, más de 1,6 millones de personas le han expresado su apoyo a través de una página de Facebook.

Faltaban pocos minutos para las nueve de la mañana del miércoles 11 de septiembre. Stéphane Turk se disponía en aquel momento a abrir su joyería, La Turquoise, un modesto establecimiento en el centro de Niza –con el típico cartel de “Se compra oro”, bien visible en la fachada–, cuando dos jóvenes armados con una escopeta y enmascarados con sus cascos de moto le obligaron a entrar en el local y, con golpes y amenazas, le forzaron a abrir la caja fuerte. Un atraco a mano armada más de los que se cometen cada día. Y que, según datos avanzados por Le Figaro la víspera, han aumentado en un 8,4% en el último año. A Turk ya le habían asaltado el año anterior. Pero ese miércoles fue diferente: la ira se impuso a la razón.

Cuando los dos atracadores huían ya a bordo de un scooter, el joyero salió esgrimiendo una pistola automática –para la que no tenía licencia– y disparó. Tres veces. Uno de los disparos alcanzó en la espalda a Anthony Asli, de 19 años, un pequeño delincuente con un largo historial –14 condenas– que cayó mortalmente herido cien metros más allá. Su cómplice, que conducía la moto, se dio a la fuga. Turk alegó que empezó disparando a las ruedas y que sólo apuntó al cuerpo cuando el joven atracador se giró y le amenazó con su arma. Pero el fiscal, Éric Bedos, no cree en su versión y el pasado viernes consiguió que dos jueces le imputaran por homicidio voluntario. Benevolentes, en lugar de hacerle ingresar en prisión, dictaron su reclusión provisional en su domicilio, controlado por un brazalete electrónico en el tobillo.

La inculpación de Turk ha despertado la indignación entre los joyeros y los pequeños comerciantes, y la derecha –por no hablar de la extrema derecha– ha aprovechado la ocasión para acusar al Gobierno socialista de laxismo en la lucha contra la delincuencia. El alcalde de Niza, el conservador Christian Estrosi, encabezó el lunes una manifestación de un millar de personas en apoyo de Stéphane Turk. Mientras, para estupefacción de la familia de la víctima, los apoyos al joyero justiciero en la red aumentan minuto a minuto. Al cierre de esta información eran ya 1.635.576. Y seguían subiendo.


martes, 17 de septiembre de 2013

Siria, pulso por la letra pequeña

Estados Unidos, Francia y el Reino Unido quieren que la futura resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Siria, fruto del acuerdo alcanzado el fin de semana pasado por norteamericanos y rusos en Ginebra para la destrucción de las armas químicas en manos del régimen sirio, sea “fuerte” y “coercitiva”, y que prevea “consecuencias” en caso de incumplimiento por parte de Damasco. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry; el ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, y el jefe del Foreign Office, William Hague, se reunieron ayer en París con el presidente François Hollande primero y después entre sí para fijar la posición occidental cara a la –difícil y conflictiva– concreción del acuerdo. Moscú no tardó en reaccionar a estas declaraciones rechazando que la resolución contenga amenazas.

John Kerry utilizó el mismo tono de firmeza que la víspera había mostrado en Israel. “No toleraremos medidas dilatorias. Si (e régimen sirio) falta a sus deberes, no nos engañemos, habrá consecuencias”, dijo en la conferencia de prensa que los tres cancilleres ofrecieron en el Quai d’Orsay. Y añadió como advertencia: “Si la diplomacia fracasa, la opción militar sigue sobre la mesa”.

Toda la cuestión es si la resolución contendrá, o no, una alusión explícita al capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas, lo cual permitiría el recurso a la fuerza militar contra Damasco en caso de incumplimiento. Washington y París así lo desean, pero Rusia se opone frontalmente. John Kerry sugirió que que el recurso a la fuerza podría reservarse al caso de que Bashar el Asad utilizara de nuevo las armas químicas para atacar a la oposición.

Tanto Kerry como Fabius y Hague coincidieron asimismo en que el siguiente paso es abordar una solución política al conficto en una nueva conferencia de paz (Ginebra 2) que alumbre una autoridad de transición, de la que serían excluidos los yihadistas.


Hollande, partidario de la firmeza


La opción militar debe mantenerse, porque si no, no habrá coerción”. Así lo expresó anoche François Hollande, quien consideró que sólo la amenaza de un ataque internacional forzará a Bashar el Asad a acatar la destrucción de su arsenal de armas químicas, pactada por Estados Unidos y Rusia –con la aquiescencia del dictador sirio– y que debe ser objeto de una próxima resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. El presidente francés, que coincidió en esto con lo expresado por el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, en Israel, afirmó que la resolución de las Naciones Unidas sobr Siria –que podría votarse a finales de esta semana– debe “prever sanciones” contra Damasco en caso de incumplimiento.

Hollande, entrevistado en el informativo nocturno de TF1, compareció en televisión para tratar de combatir ante la opinión pública francesa la percepción de que Francia ha sido marginada por norteamericanos y rusos en la resolución de la crisis siria. El presidente francés reivindicó en este sentido el papel determinante de su país al hacer creíble la amenaza de una intervención militar –“La presión ejercida por Francia y Estados Unidos es la que ha conducido al acuerdo, la estrategia ha funcionado”, afirmó– y relativizó el alcance del acuerdo alcanzado este fin de semana por John Kerry y su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, en Ginebra. “El acuerdo es una etapa importante, pero no un punto de llegada”, dijo Hollande, quien aprovechó la ocasión para cuestionar la viabilidad del calendario propuesto para la destrucción de las armas químicas. “Es un poco ambicioso”, juzgó. El acuerdo ruso-norteamericano prevé completar la eliminación del arsenal químico sirio a mediados del 2014, cuando los expertos consideran que por su volumen puede tardar años.

Hollande, acompañado por su ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, recibirá hoy en el Elíseo a John Kerry y al titular del Foreing Office, William Hague, para abordar la preparación de la resolución de la ONU. Los tres ministros se reunirán después en el Quai d’Orsay.

El presidente francés subrayó anoche que, una vez aprobada la resolución del Consejo de Seguridad y encarrilado el problema de las armas químicas, debe abordarse la búsqueda de una solución política que ponga fin a la guerra civil en Siria, que ha causado ya 120.000 muertos y dos millones de refugiados, y siente la bases de una transición política hacia la democracia. “Hay que detener este engranaje”, afirmó.

Hollande señaló que su país mantendrá una extrema vigilancia en este proceso para evitar la eventual toma del poder por los islamistas radicales, a los que consideró “igualmente peligrosos” que el régimen. “El Asad y los yihadistas son, ambos, unos asesinos”. remachó. 


domingo, 15 de septiembre de 2013

Francia, más que reticente

“Francia es absolutamente contraria a la independencia de Catalunya, lo que por otra parte es normal. Es contra su modelo de Estado que nosotros luchamos desde hace trescientos años”. Lúcido y sin paños calientes, Jordi Pujol no se engañaba esta semana en París sobre la escasa simpatía –cuando no beligerancia– que los objetivos secesionistas catalanes pueden encontrar al otro lado de los Pirineos. El asunto es en Francia políticamente tabú, un asunto interno de España en el que París no quiere entrar, ni oficial ni oficiosamente. Aunque en privado y bajo juramento de respetar el anonimato hay quien juzga que la disgregación y el debilitamiento de España, un aliado incondicional de Francia en Europa, sería muy mala noticia.

“Los franceses observan lo que está pasando con asombro, pero por su historia están espontáneamente del lado del Estado”, sostiene el politólogo Stéphane Rozès, presidente de la sociedad Conseil, Analyse et Perspective (CAP), como si quisiera dar la razón al ex presidente catalán. En opinión de Rozès, “la situación es muy complicada, mucho más complicada de lo que parece,tanto para España como para Catalunya”. Y vaticina que en caso de separación, ambas serían duramente atacadas por los mercados financieros. El politólogo está convencido de que si se celebrara ahora un referéndum, la opción de la independencia saldría triunfante y ello conduciría al “desmantelamiento de España”. “El Gobierno español debería tratar de encontrar una solución de compromiso razonable”, sostiene, con el fin de evitar la ruptura. Pero no se manifiesta optimista: “La Historia demuestra que la razón no vence siempre”, dice.

La negociación y el acuerdo parecen, a juicio de Guilaume Tusseau, profesor de Derecho Público en Sciences po, la única vía para celebrer una consulta en Catalunya, puesto que la Constitución española no lo reconoce. “Haría falta una ley”, opina. Tusseau, quien recientemente participó en un seminario sobre el derecho a decidir organizado por la delegación de la Generalitat en París, considera que el principal argumento jurídico-político esgrimido por los independentistas catalanes –esto es, el derecho democrático de los individuos de un territorio a decidir su forma de gobierno– es un arma de doble filo: “Por este mismo principio, dentro de Catalunya, los contrarios a la independencia podrían reivindicar a su vez la independencia del nuevo Estado”.





viernes, 13 de septiembre de 2013

La apuesta de la industria

Si Francia es hoy una potencia nuclear se debe a la anticipación del general De Gaulle. Si el tren de alta velocidad es unas de las joyas tecnológicas francesas, es fruto de la visión del presidente Pompidou... François Hollande, a su manera, se ha propuesto seguir los pasos de sus antecesores e impulsar desde el Estado la resurrección de la industria francesa, que en las últimas décadas ha ido perdiendo terreno inexorablemente. El presidente francés presentó ayer con este fin un ambicioso programa, concertado por el Estado y las empresas privadas, para impulsar 34 proyectos de innovación tecnológica que sitúen al país a la cabeza de la industria del futuro. “La tercera revolución industrial se producirá también en Francia”, dijo.

Los 34 proyectos, convertidos desde ahora en una “prioridad nacional”, están asociados a tres ejes estratégicos –la transición energética y medioambiental, la salud y la tecnología digital– y van desde el futuro avión eléctrico hasta la nueva generación del Tren de Alta Velocidad (TGV), pasando por automóviles de bajo consumo o guiados sin conductor, la “e-educación”, la ciberseguridad, la nanoelectrónica, la robótica o la biotecnología médica.

Se trata en todos los casos de proyectos sobre los que las grandes empresas y grupos industriales franceses ya han empezado a trabajar y que pueden tener una traducción material concreta en el plazo de una década. En su mayor parte han sido propuestos por las propias empresas y serán asimismo reconocidos empresarios los encargados de pilotarlos.

El Estado francés, que destinará a este programa 7.500 millones de euros –entre préstamos, ayudas y beneficios fiscales– no pretende esta vez asumir un papel dirigista, sino acompañar a la iniciativa privada, que deberá asumir el grueso de las inversiones. “No se trata de volver a los años sesenta, cuando el Estado era el prescriptor, el productor y el cliente”, aseguró Hollande. Se trata, en cierto modo, de un colbertismo puesto al día, de un modo de intervencionismo suave.

El gabinete estadounidense McKinsey, que ha colaborado en la preparación del programa, estima que en el plazo de una década el plan puede generar 475.000 nuevos empleos industriales, crear un valor añadido de 45.000 millones de euros y un aumento de las exportaciones francesas por un valor de 18.000 millones.

La industria francesa está bien necesitada de una gran revulsivo. En claro retroceso, en los últimos diez años ha perdido alrededor de 750.000 empleos, según señaló el ministro de Regeneración Industrial, Arnaud Montebourg, y ha visto reducido su peso en la economía del país al 12% del Producto Interior Bruto (PIB), por debajo de la media europea y la mitad que en Alemania. Como resultado, el déficit exterior de Francia alcanzó en el 2011 la cifra récord de 70.000 millones de euros, una sangría que se reduce, pero muy poco a poco: el año pasado bajó a 67.200 millones.


jueves, 12 de septiembre de 2013

Los ministros, privados de su teléfono móvil

Nada de utilizar el teléfono móvil personal, o la tableta digital,para hablar de asuntos del Gobierno ni intercambiar información “sensible”, menos aún si está clasificada. Nada de recurrir alegremente a internet, ni reenviar los mensajes del correo electrónico oficial al personal. Nada de intercambiar mensajes de texto (sms), ni de hablar como si nada cuando se viaja al extranjero...

El gabinete del primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, envió a finales de agosto un correo a todos los miembros del Gabinete instándoles a extremar las medidas de seguridad para evitar ser espiados. La carta, según ha revelado L’Express, recuerda los “atentados a la seguridad de los sistemas de información” constatados en los últimos meses, en una clara alusión a las escuchas masivas realizadas por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos. Francia ya puede ser el “más antiguo aliado” de EE.UU., como ha subrayado el secretario de Estado, John Kerry, a propósito de la estrecha cooperación franco-americana en la crisis de Siria, que no por ello ha sido menos espiado por Washington, como pusieron de relieve los documentos revelados por el ex agente Edward Snowden.

Las instrucciones empiezan subrayando la necesidad de que todas las informaciones relativas a la defensa nacional y clasificadas como confidenciales o secretas deben imperativamente ser transmitidas a través de los equipamientos especiales suministrados, esto es, el teléfono móvil encriptado Theorem –desarrollado por la sociedad Thales, de los que se han distribuido 2.300 unidades en los ministerios de Defensa, Interior, Justicia, Economía y Finanzas, y Asuntos Exteriores– y el sistema de intranet Isis. Hasta aquí, nada de particular.

El problema viene con lo que la circular define como “informaciones sensibles”, que a juicio de Matignon son prácticamente todas: “En su mayoría, las informaciones manipuladas o intercambiadas en el seno de la administración, particularmente por la autoridades y los gabinetes ministeriales, son sensibles, sin estar clasificadas”, sostiene la misiva.

Ninguna de estas informaciones debería pasar a partir de ahora, ni verbal ni documentalmente, por ningún teléfono móvil personal (smartphones) sin un dispositivo de seguridad avalado por la Agencia Nacional de la Seguridad de los Sistemas de Información (Anssi), ni viajar por internet si no han sido previamente cifradas. Nada de utilizar para los asuntos gubernamentales los ordenadores personales, ni las tabletas, ni el correo electrónico personal, ni enviar sms... Y en caso de viajar al extranjero, vigilar lo que se dice en las sedes de organismos internacionales, aeropuertos, hoteles, restaurantes y cybercafés... casi, casi, como los espías de John Le Carré.

Si el primer ministro se ha visto obligado a enviar esta circular a los miembros del Gobierno es porque hasta el momento la mayoría no han mostrado una excesiva preocupación por estos asuntos. Tampoco los del Gabinete anterior. El ex presidente Nicolas Sarkozy, sin ir más lejos, se impacientaba enormemente con la lentitud de su teléfono Theorem y acabó por dejarlo normalmente en un rincón. Muchos ministros de François Hollande siguen haciendo hoy lo mismo. Y no parece que el tono apocalíptico de la carta vaya a hacerles cambiar de opinión. La mayoría, al salir ayer el Consejo de Ministros, parecía ignorar las nuevas instrucciones. Y el titular de Trabajo, Michel Sapin, les quitó toda importancia: “No creo que mis informaciones interesen a Barack Obama”.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Francia aprieta las tuercas

Francia acepta la vía diplomática para superar la crisis siria, pero no a cualquier precio. François Hollande, como hicieran Barack Obama y David Cameron, se ha mostrado dispuesto a explorar la solución propuesta por Rusia –y aceptada por Siria– consistente en colocar el arsenal de armas químicas del régimen de Bashar el Asad bajo control internacional, pero con condiciones extremadamente severas y con la amenaza de un recurso automático a la fuerza en caso de incumplimiento. París presentó a sus dos principales interlocutores en el Consejo de Seguridad de la ONU, Washington y Londres, un proyecto de resolución sobre Siria que aprieta considerablemente las tuercas a Damasco y que Moscú, por boca de su ministro de Asuntos Exteriores, Sergéi Lavrov, juzgó “inaceptable”.

La propuesta francesa, que ayer mismo empezó a ser discutida con estadounidenses y británicos, fue objeto de una entrevista telefónica entre Hollande y Obama, quienes según informó el Elíseo “subrayaron la importancia de mantener abiertas todas las opciones”. La militar, incluida.

El proyecto de resolución elaborado por Francia es enormemente exigente. París plantea no sólo el control, sino el desmantelamiento y destrucción total del arsenal químico sirio bajo control de los inspectores de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW, en sus siglas en inglés); la adopción por parte de Siria del tratado internacional que prohíbe la fabricación, uso y almacenamiento de este tipo de armas, y la presentación ante el Tribunal Internacional de La Haya de los responsables de la matanza del 21 de agosto en el barrio de La Ghouta de Damasco con un balance, según los servicios secretos norteamericanos, de unas 1.500 víctimas por gas.

Los más indigesto, tanto para los sirios como para los rusos, es que el proyecto de resolución, acogiéndose al capítulo 7º de la Carta de las Naciones Unidas –relativo a la acción en caso de amenaza contra la paz o agresión–, prevé la autorización automática del recurso de la fuerza en caso de incumplimiento. Sin necesidad, por tanto, de una nueva votación del Consejo de Seguridad.

La diplomacia parece imponerse a los tambores de guerra en la crisis siria, pero la amenaza de una intervención internacional militar sigue, pues, en pie. “Todas las opciones siguen sobre la mesa”, subrayó el ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, quien consideró crucial asegurarse de que tras la propuesta rusa no se esconde una “trampa” para ganar tiempo.

Descolocado consecutivamente por la defección británica, la decisión del presidente de Estados Unidos de apelar al Congreso y la maniobra diplomática rusa, el presidente francés ha decidido retomar la iniciativa para no quedar fuera de juego. Hollande, que fue el primero en lanzarse a reclamar un castigo ejemplar contra El Asad por la masacre del 21 de agosto y a defender una intervención militar, argumenta que la apertura diplomática rusa no hubiera sido posible sin la amenaza del recurso a la fuerza y parece determinado a mantenerse como el adalid de la línea dura.

El Elíseo, que ha abandonado en su discurso toda referencia moral, sostiene que sólo una reacción internacional firme puede evitar el uso generalizado de las armas químicas en el futuro y forzar a El Asad a aceptar una salida política negociada a la crisis.

La propuesta francesa de desmantelar y destruir la totalidad del arsenal de armas químicas sirio –evaluado por los servicios secretos franceses en unas 1.000 toneladas– es de muy difícil aplicación y exigirá mucho tiempo. Así lo exponía ayer en la edición digital del diario Le Figaro el especialista Olivier Lepick, de la Fundación para la Investigación Estratégica, según el cual el desarrollo de un programa de este tipo “precisaría una decena de años”.

La Unión Europea, por boca de la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, mostró asimismo su apoyo a la propuesta rusa de poner bajo control el armamento químico sirio.



Protesta a medio gas

El pulso planteado por una parte de los sindicatos franceses y la extrema izquierda a François Hollande por la reforma de las pensiones, a priori la reforma potencialmente más conflictiva de su mandato, no pudo empezar mejor para el presidente francés. Los cuatro sindicatos convocantes de la jornada de protesta de ayer, la primera de una campaña que en principio se presume larga –entre ellos la CGT y Fuerza Obrera (FO)–, consiguieron una movilización más que discreta.

Las 170 manifestaciones organizadas en todo el país sólo reunieron a entre 155.000 y 360.000 personas –según los datos contradictorios de la policía y los organizadores– y los paros previstos en el sector público, gracias a los servicios mínimos pero también a una débil participación, apenas tuvieron repercusión. “Los franceses están contra esta reforma, no hay que engañarse, la movilización está en las cabezas”, se consoló el líder del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon. Los sondeos, en efecto, señalan que el 56% de los ciudadanos rechaza la reforma...

Las razones de este primer fracaso –que no presupone la evolución de las protestas en el futuro– son diversas. De entrada, la reforma ha sido pactada con una parte de los sindicatos, particularmente la CFDT, y el Gobierno ha evitado los principales escollos que podrían haber generado una protesta más activa: no toca la situación de los funcionarios ni tampoco los regímenes especiales de las grandes corporaciones públicas. Por otro lado, los franceses parecen bastante resignados después de la experiencia de hace tres años: la reforma de las pensiones aprobada en el 2010 por Nicolas Sarkozy –que elevó de 60 a 62 años la edad legal de jubilación– generó una potentísima movilización, con una decena de jornadas de protesta que pusieron el país patas arriba, y sin embargo acabó siendo aprobada.

En la reforma actual, los socialistas han evitado tocar la edad legal de jubilación –de la que hicieron un caballo de batalla hace tres años– y han introducido algunas mejoras caras a los sindicatos en materia de reconocimiento de los empleos penosos y el trato que reciben los trabajadores con contratos parciales, generalmente las mujeres, a la hora de calcular la pensión de jubilación.

El Gobierno de Hollande ha optado, en cambio, por alargar el periodo de cotización exigido para poder cobrar la pensión completa, que pasará progresivamente de 41,5 años –cifra a la que se debe llegar en el 2020, según la reforma de Sarkozy– a los 43 años en el 2035. Éste es el aspecto más contestado y el que ha empujado a algunos sindicatos a oponerse a la reforma. Pero sin una gran beligerancia. Así la CGT, no pide la retirada de la reforma y sólo reclama algunas modificaciones.

Para ahorrarse una gran protesta social, la reforma de Hollande se queda a medias. A través de un aumento moderado de las cotizaciones, el Gobierno logrará cubrir el déficit previsto en el régimen general –7.300 millones en el 2020–, pero eso sólo representa un tercio del déficit total.





domingo, 8 de septiembre de 2013

Enemigos íntimos

"Bashar es como tu hijo, deberás pues tratarle como tal”. Con estas palabras pidió el líder sirio Hafez el Asad poco antes de morir, en junio del 2000, al presidente francés Jacques Chirac su ayuda para introducir a su vástago –heredero forzoso del poder ante la desaparición de su hermano mayor, Bassel, en un accidente– en el proceloso océano de las relaciones internacionales. Chirac, padrino y tutor del joven Bashar el Asad, aprendiz de tirano... La imagen resulta chocante en un momento en que otro presidente de francés, François Hollande, se dispone a atacar a Siria. Pero no por ello es menos cierta.

La anécdota no procede de un rumor más o menos fundado, la explica el propio ex presidente de la República en el segundo tomo de sus memorias –Le temps présidentiel (La época presidencial), editado en el 2011– e ilustra con la cruda luz de la historia las estrechas relaciones que durante décadas mantuvieron los sucesivos inquilinos del Elíseo con el clan El Asad y que llevaron a Chirac a ser el único líder occidental en acudir a los funerales del rais en Damasco. “Por inaprehensible que fuera, y en muchos aspectos duro e implacable, siempre tuve la sensación de tener en Hafez el Asad a un hombre de palabra y un interlocutor sincero en su deseo de diálogo con Francia”, escribió Chirac, quien pronto pudo observar las “insuficiencias y debilidad de carácter” del hijo.

Jacques Chirac no fue el único en contemporizar con el clan El Asad. Antes que él lo había hecho ya François Mitterrand –quien pasó por alto la feroz represión del régimen sirio sobre la insurrección de los Hermanos Musulmanes en 1982– y después lo haría Nicolas Sarkozy. Plagada de altibajos, la relación particular entre Francia y Siria es heredera de la época de la ocupación francesa (1920-1946) y la política llevada a cabo por los sucesivos presidentes franceses de mantener, por encima de las cuestiones de los derechos humanos, un contacto privilegiado con Damasco radica fundamentalmente en su voluntad de salvaguardar la estabilidad de Líbano, país con el que Francia mantiene vínculos históricos, políticos y personales extremadamente fuertes. Como dijo una vez De Gaulle: “Los libaneses son el único pueblo cuyo corazón nunca ha dejado de latir al ritmo del de Francia”.

Líbano ha sido siempre la piedra angular de las relaciones entre Francia y Siria. La explicación de su acercamiento. La causa de sus desencuentros. Si las relaciones entre Jacques Chirac y Bashar el Asad nunca fueron muy buenas, la ruptura definitiva llegó con el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri –amigo íntimo y personal del presidente francés– el 14 de febrero del 2005. A partir de entonces, Chirac cortó todos los puentes y trabajó con denuedo para aislar diplomáticamente al líder sirio.

La situación cambió drásticamente en el 2007 con la elección de Nicolas Sarkozy, quien ya diez años antes había visitado Siria invitado por el partido Baas y posteriormente, como ministro del Interior, logró salvaguardar la cooperación entre los servicios de información de ambos países en la lucha antiterrorista. Si a alguien inquieta hoy sobremanera la beligerancia de François Hollande contra Bashar el Asad –quien calificó en una entrevista en Le Figaro al Estado francés de “enemigo”– es a los servicios secretos franceses, que han perdido una fuente de información clave sobre el terrorismo islamista.

Una vez en el Elíseo, Sarkozy buscó restablecer el diálogo con Damasco, que se reanudó de forma abierta en el 2008, después de que El Asad permitiera un acuerdo para elegir a Michel Sleiman como presidente de Líbano. Para el presidente francés, Siria era una pieza fundamental no sólo en el futuro de Líbano, sino también en la paz en Oriente Medio –en la que Sarkozy aspiraba a jugar un papel importante– y en su gran sueño de construir la nueva Unión por el Mediterráneo (UPM). Bashar el Asad acudió a la cumbre fundacional de la unión el 13 de julio y estuvo como invitado de honor en la tribuna del desfile militar de la fiesta nacional del 14 de Julio, para indignación de los defensores de los derechos humanos. Sarkozy viajó a Damasco ese otoño y en el 2009 y el 2010, el dictador sirio –rehabilitado por París– volvería a ser recibido en el Elíseo. Sin embargo, la aproximación a Damasco no dio los frutos esperados.

La insurrección en Siria en el 2011, siguiendo la estela de las revoluciones de la primavera árabe, y la represión brutal de los rebeldes por parte del régimen cambiaron radicalmente el escenario. Ese verano, la embajada francesa en Dasmasco fue atacada y Sarkozy, que había liderado la intervención militar contra el régimen de Muamar el Gadafi en Libia, buscó activamente a partir de entonces la imposición de sanciones internacionales contra Siria. A principios del 2012 fue el primer líder occidental en reclamar la renuncia de El Asad. Hollande ha seguido su camino.



sábado, 7 de septiembre de 2013

El peso del amor

Cuando el Pont des Arts, uno de los puentes más bellos y sin duda el más romántico de París, fue abierto por primera vez al público en 1804 por iniciativa de Napoleón Bonaparte los pasantes debían pagar un par de monedas como peaje. Hoy el paso es libre, pero el peaje en cierto modo subsiste. Un nutrido grupo de vendedores ambulantes ofrecen, por 10 euros, sencillos candados de latón fabricados en China para que los enamorados que no hayan tenido la precaución de traerlo cumplan con el ritual de colgarlo en el enrejado del pretil con el nombre de la persona amada y tirar después (o no) la llave al río Sena. El precio incluye el derecho a utilizar un rotulador, pero no garantiza encontrar un lugar donde colgarlo… ¡Difícil empresa! Miles de candados pueblan hoy la pasarela. Miles de nombres con corazones, dedicatorias y promesas. Miles de historias, de deseos y de esperanzas.

Desde que, en el 2008, la novela “Tengo ganas de ti”, del escritor italiano Federico Moccia, generalizara la moda de colgar candados de amor en los puentes, algunas de las pasarelas que atraviesan el Sena han sido tomadas al asalto por amantes de todo el mundo. Como el puente del Arzobispo, que tiene como principal encanto su impagable vista sobre Notre Dame. Pero fundamentalmente y por encima de cualquier otro el Pont des Arts, cuya magia seduce para siempre a todo aquel que lo atraviesa. Hay que acercarse al caer el día, cuando el cielo malva se refleja en la superficie plomiza del río, para captar su embrujo.

Nadie sabe a ciencia cierta cuántos candados hay en el puente, ¿5.000? ¿10.000?, nadie los ha contado nunca. Pero su acumulación ha empezado a preocupar al Ayuntamiento de París, que ha decidido incrementar la vigilancia para evitar que su peso pueda poner en peligro la estabilidad de las barandillas y provocar un accidente. Algún tramo ha cedido ya y ha tenido que ser sustituido, ante el riesgo de que pudiera caer sobre alguno de los barcos turísticos que discurren constantemente por el río. Hace tres años, gran parte de los candados desapareció misteriosamente… y reapareció en parte integrando una obra de la exposiciónThe Unplayed Notes, del artista plástico Loris Gréaud. De los otros, nada se ha sabido. Ahora, los servicios municipales han empezado a hacer lo mismo, retirando de vez en cuando, para evitar males mayores, los tramos de la baranda particularmente cargados o maltrechos y sustituyendo el enrejado por otro nuevo.


Quienes hoy regresen al puente en busca del candado que un día colgaron pueden llevarse una decepción. Los recién llegados, en cambio, pueden tener la inesperada oportunidad de dejar temporalmente su huella. Pero cuando aparece la ocasión, hay que darse prisa. Los huecos vacíos se llenan rápido, muy rápido. Mucho más rápido que los huecos del corazón.


viernes, 6 de septiembre de 2013

Héroe y traidor

Los franceses le condenaron por traición, los serbios le han aclamado ahora como a un héroe. El ex comandante Pierre-Henri Bunel, de 61 años, apartado del ejército francés hace más de una década y castigado con una pena de cinco años de cárcel por pasar documentos secretos a los serbios sobre los objetivos de la OTAN, fue condecorado ayer por el presidente de Serbia, Tomislav Nikolic, en un acto en Belgrado por haber hecho “prueba de valor” y haber realizado un “acto heróico”.

Pierre-Henri Bunel, que había sido ayuda de campo del general Michel Roquejeoffre durante la primera guerra del Golfo en 1990-1991, era oficial de enlace en el cuartel general de la OTAN en Bruselas cuando, en 1998, pasó documentos clasificados de la Alianza Atlántica a un agente serbio basado en la capital belga, el coronel Jovan Milanovic. En dichos documentos, entregados entre los meses de julio y octubre, constaban los objetivos de los bombardeos aéreos que la OTAN preparaba lanzar contra Serbia para obligar a las autoridades de Belgrado a retirar sus tropas de Kosovo.

Desenmascarado y detenido, en diciembre del 2001 fue condenado por un tribunal militar a cinco años de prisión, de los cuales dos en firme, por un delito de traición e inteligencia con una potencia extranjera. Bunel cumplió sólo 14 meses, tras lo cual fue liberado, pero expulsado del ejército.

Durante el juicio, el ex comandante negó haber actuado por un sentimiento pro-serbio, sino por motivos estrictamente humanitarios. Con su gesto –argumentó–, sólo pretendía que las autoridades serbias se dieran cuenta de que las amenazas de la OTAN iban en serio y evitar así un baño de sangre. Si ese fue realmente su objetivo, fracasó: Belgrado desoyó las advertencias internacionales para poner fin a la represión en Kosovo y en la primavera de 1999 la OTAN lanzó una campaña de bombardeos sobre Serbia hasta que el Gobierno se plegó. La ofensiva, según Belgrado, causó 2.500 muertos.

Apartado del ejército, del que cobra una pensión, Bunel se ha dedicado a escribir libros, sobre la guerra de Serbia y sobre los atentados del 11-S. El ex comandante se ha alineado con las tesis conspiracionistas y ha defendido que el atentado contra el Pentágono fue causado por un misil.


jueves, 5 de septiembre de 2013

Unidos contra el mal

Del viejo Oradour-sur-Glane sólo quedan las piedras y las carcasas calcinadas de algunos vehículos. Eso y un opresor silencio. Todo fue incendiado, arrasado, el 10 de junio de 1944, día trágico en el que fuerzas de la II División de panzers SS Das Reich cometieron el peor crimen perpetrado en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, masacrando a 642 personas, entre hombres, mujeres y niños. Desde entonces, las ruinas intactas de este pueblo del Limousin son un símbolo de la barbarie humana.

Por primera vez en 69 años, un dirigente alemán, el presidente federal Joachim Gauck –en visita oficial de Estado a Francia–, acudió ayer al lugar de la tragedia para rendir homenaje a las víctimas y reconocer la culpabilidad alemana. Su presencia junto al presidete francés, François Hollande –ambos, con las manos entrelazadas– y uno de los tres únicos supervivientes aún vivos de la masacre, Robert Hébras, de 88 años, en la antigua iglesia del pueblo, selló un nuevo peldaño de la reconciliación franco-alemana, ofreciendo una imagen de un simbolismo equivalente al protagonizado por Helmut Kohl y François Mitterrand en 1984 en el campo de batalla de Verdún.

“Este crimen bárbaro y atroz fue cometido por soldados bajo mando alemán. Por eso es doloroso para todo alemán venir aquí, hayan pasado los años que hayan pasado”, declaró en su discurso el presidente germano, quien dijo aceptar “como un regalo” la invitación a visitar el lugar. Joachim Gauck confesó su “espanto profundo” por “la considerable culpabilidad asumida por los alemanes” y dirigiéndose a los supervivientes, les prometió: “Comparto vuestra amargura por que los culpables no hayan tenido que rendir cuentas. Esta amargura es la mía, la llevaré a mi país y no quedaré callado”.

La fiscalía de Dortmund abrió en el 2011 una investigación oficial por crímenes de guerra sobre la masacre después de que se hallaran nuevos documentos al respecto en los archivos de la Stasi –la antigua policía política de la Alemania de Este–, según los cuales uno de los oficiales SS había proclamado: “La sangre debe correr”. Hasta ahora han sido identificados seis soldados vivos de la Das Reich, todos ellos octogenarios, pertenecientes a la compañía que perpetró la matanza. Pero no está claro que la instrucción desemboque en un juicio. François Hollande recordó ayer que Francia nunca logró que los mandos de las SS implicados fueran extraditados.

El 7 de junio de 1944, un día después del desembarco aliado en Normandía, la II División de panzers SS Das Reich –tristemente célebre por las atrocidades cometidas en el frente del Este–, recibió la orden de desplazarse hacia el norte desde su base en Montauban, cerca de Toulouse. Su camino acabaría regado de cadáveres. En Tulle –población de la que Hollande fue alcalde–, el día 8 las tropas de la Das Reich, en represalia por la acción de la Resistencia, colgaron de los árboles de la población a 99 hombres y deportaron a otros 200 a campos de concentración en Alemania.

Al día siguiente, poco después de las dos de la tarde, la tercera compañía del regimiento Der Fürher de la división entró en Oradour-sur-Glane y exigió que todo el pueblo fuera agrupado. Primero separó a los hombres, 190, que condujo a granjas próximas para ametrallarlos. A las mujeres –245– y los niños –207–, los metieron en la iglesia, cerraron la puertas y lanzaron al interior granadas incendiarias. Los que intentaban salir fuerron ametrallados. Sólo seis personas sobrevivieron. Algunos de los verdugos eran soldados alsaciones –franceses, por tanto–, enrolados a la fuerza por Hitler en la Wehrmacht.

No está claro por qué motivo los nazis se cebaron en Oradour-sur-Glane, donde el maquis no había tenido ninguna actividad. El historiador británico Antony Beevor sostiene la hipótesis de que se equivocaron de objetivo, al tratar de vengar la muerte de su comandante, asesinado en Oradour-sur-Vayres, no lejos de allí.

François Hollande rememoró ayer los hechos subrayando que “sólo la verdad funda la reconciliación” y agradeciendo al presidente alemán su presencia: “Usted es la dignidad de la Alemania de hoy, capaz de mirar a la cara a la barbarie nazi de ayer”. En un discurso solemne, el presidente francés glosó la reconciliación franco-alemana –“Es un desafío a la historia y un ejemplo para le mundo entero”, dijo– y a los jóvenes les reclamó un compromiso decidido por el proyecto europeo: “La paz, como la democracia, no son algo adquirido, todo se conquista y se reconquista en cada generación”,afirmó.

Hollande aprovechó la ocasión –la tentación era demasiado grande– para hacer un paralelismo implícito con la situación en Siria. “Nuestra presencia aquí es la promesa de rechazar lo inaceptable allí donde se produzca”, dijo. Y añadió: “El grito (de Oradour-sur-Glane) aún lo escucho, y lo escucharé siempre mientras haya masacres en el mundo”. 


Siria fractura al Parlamento francés

El primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, ya pudo ayer invocar las operaciones militares francesas en Libia y Mali, que no logró concitar la misma unanimidad en el Parlamento. Por el contrario, si la opinión pública francesa es mayoritariamente hostil a lanzar una operación punitiva contra el régimen de Damasco, su representación política está profundamente dividida, como demostró el debate –sin voto– organizado ayer en paralelo en la Asamblea Nacional y el Senado.

Una eventual votación en el Parlamento francés podría tener una salida tan incierta como en la Cámara de los Comunes británica o en el Congreso norteamericano, razón por la cual el presidente François Hollande, que no está constitucionalmente obligado a pedir la autorización de las cámaras para decidir una intervención militar en el exterior, muy probablemente eludirá este escollo.

Jean-Marc Ayrault en la Asamblea Nacional y el ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, en el Senado –ambos literalmente con el mismo discurso–, trataron de convencer a los parlamentarios de lo bien fundado de una intervención militar punitiva y limitada contra el régimen de Bachar el Assad por la utilización de armas químicas contra su propia población. Tras presentar de nuevo las pruebas que han logrado reunir los servicios secretos franceses, ambos expusieron los dos principales argumentos que Francia pone sobre la mesa –tanto a nivel interior como exterior– para justificar la intervención: la necesidad de castigar el uso de armas químicas con el fin de disuadir de su utilización en el futuro y la de forzar a Assad a negociar una solución política a la guerra civil que sangra al país.

“La solución a la crisis siria será política y no militar. Pero miremos la realidad cara a cara, si no detenemos tales comportamientos del régimen no habrá solución política”, afirmó Ayrault, quien defendió la necesidad de que Assad abandone el poder pero recalcó que en ningún caso la intervención militar propuesta –limitada, subrayó– pretende derribar al dictador. “No proponemos la guerra”, subrayó.

El primer ministro no convenció más que a los ya convencidos: la mayoría del Partido Socialista (PS) –donde hay algunos disidentes– y de Europa Ecología-Los Verdes, entre cuyas filas hay también algunos opositores. La derecha y el centroderecha, desde la Unión por un Movimiento Popular (UMP) hasta la Unión de Demócratas e Independientes (UDI) pasando por el Movimiento Demócrata (MoDem), mostraron serias reticencias frente a una operación de este tipo y en cualquiera de los casos manifestaron su oposición a toda operación al margen de la legalidad de las Naciones Unidas. La extrema izquierda –el Frente de Izquierda, que reúne también a los comunistas– y la extrema derecha –el Frente Nacional– están frontalmente en contra de tal acción.

Ayrault trató también de convencer a los parlamentarios de que Francia no se encuentra aislada en este envite, sino que cuenta a priori con la alianza de Estados Unidos y el apoyo previsible de Europa y de los países de la Liga Árabe. La visión, muy optimista en el actual estado de cosas, no oculta el hecho de que la iniciativa francesa está fundamentalmente pendiente de lo que decida el Congreso norteamericano.

Hollande lo ha dejado explícitamente claro: si Estados Unidos, que debería ser la columna vertebral de la coalición internacional, no va, Francia tampoco lo hará. Sencillamente porque no puede. Y optará entonces por reforzar su apoyo militar a las fuerzas rebeldes. No deja de ser irónico que el presidente francés, que defiende las prerrogativas constitucionales que le otorga la V República para decidir en solitario se encuentre en realidad condicionado no por lo que decida el Parlamento francés, sino la Cámara de representantes de EE.UU.

A lo largo de esta semana, Hollande ha multiplicado sus gestiones para tratar de conseguir un apoyo político –ya que no militar– de los países de la Unión Europea, un asunto que acabará de tratarse en paralelo a la cumbre del G-20 en San Petersburgo. Por ahora, sin embargo, los apoyos explícitos son más bien magros: Chipre, Croacia, Dinamarca, Grecia, Letonia, Rumanía... 


martes, 3 de septiembre de 2013

La soledad siria de Hollande

François Hollande se ha quedado solo, muy solo, en la crisis siria. Fuera y dentro. Sin aliados en Europa después de la inesperada defección del Reino Unido –que se añadió al distanciamiento de todos los demás, Alemania, Italia, España, Polonia...–, el presidente francés se encuentra ahora con un aliado dubitativo al otro lado del Atlántico y en la difícil tesitura de tener que depender del voto del Congreso de Estados Unidos para decidir una intervención militar que Francia es incapaz de liderar y aún más de llevar a cabo en solitario. Mientras, las dudas y la oposición crecen en el interior, donde la presión para que una intervención en Siria sea sometida al voto del Parlamento aumenta en proporción a la hostilidad de la opinión pública.

El voto negativo del Parlamento británico y la sorprendente decisión de Barack Obama de dar la última palabra al Congreso norteamericano han cambiado completamente las cartas. Hollande, el dirigente político occidental que con más contundencia y celeridad propuso una acción militar punitiva para castigar al régimen de Bachar el Asad por utilizar armas químicas contra su propia población, se ha visto obligado a echar el freno y a tratar de reforzar la legitimidad política de la intervención. A falta de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, imposible por el bloqueo de Rusia, su única salida es tratar de armar una coalición internacional lo más amplia posible y lograr la adhesión de los franceses. Dos tareas a cual más difícil.

A nivel interior, Hollande se enfrenta a una opinión pública claramente refractaria: el 64% de los franceses –según un sondeo de BVA hecho público el fin de semana– son contrarios a una intervención francesa en Siria. Una proporción similar a la que generó en el 2011 la acción en Libia y que sería fácilmente salvable si existiera la misma unanimidad política que suscitó entonces la intervención contra el régimen del coronel Muamar el Gadafi.

Pero la unanimidad que concitó la acción en Libia –como la de Mali, el pasado mes de enero–, no se da en el caso de Siria. Numerosas con las voces políticas que cuestionan la conveniencia y legalidad de una acción de este tipo, además de subrayar sus peligros. Y que , al calor de lo sucedido en el Reino Unido y EE.UU, presionan para que el Parlamento se pronuncie sobre el asunto,

El Parlamento francés ha sido convocado de forma extraordinaria para debatir la crisis siria mañana, miércoles, pero el debate no debe concluir en ninguna votación. El presidente de la República no precisa de la autorización de las cámaras para ordenar una intervención militar en el exterior: la Constitución francesa sólo obliga al Gobierno a informar en un plazo de tres días después de iniciada la operación y únicamente está obligado a solicitar la autorización si excede los cuatro meses. Hollande no pidió permiso para intervenir en Mali, del mismo modo que Nicolas Sarkozy no lo hizo tampoco en Libia.

Los partidarios de que se vote –tanto entre la oposición como entre la mayoría gubernamental– recuerdan que, bajo la presidencia de François Mitterrand, el primer ministro Michel Rocard sometió a la Asamblea Nacional en 1991 la participación de Francia en la primera guerra del Golfo... Y que el propio Hollande pidió votar –sin éxito– cuando la guerra de Iraq en el 2003, a la que Francia se opuso. La derecha no sabe a qué carta quedarse y algunos de sus máximos dirigentes –como el presidente de la UMP,Jean-François Copé– eluden reclamar el voto en aras del respeto al equilibrio de poderes establecido en la V República. Pero Hollande, en cuyas manos está la decisión, podría someter el asunto al Parlamento una vez reunida una coalición presta a intervenir. El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, no lo excluyó ayer tarde.

El jefe del Gobierno reunió en Matignon a los presidentes de las Asamblea Nacional y el Senado, así como a los líderes de las fuerzas políticas parlamentarias para tratar de convencerles de la necesidad de intervenir en Siria. Ayrault mostró documentos de los servicios secretos franceses –desclasificados a tal efecto, aunque no hechos públicos– que demostrarían la responsabilidad del régimen de Asad en la matanza con armas químicas perpetrada en Damasco el 21 de agosto.

Según una nota informativa conjunta de la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE) y la Dirección de Información Militar (DRM), el ataque del 21 de agosto, con el “empleo masivo y coordinado de agentes químicos contra la población” partió de zonas controladas por el régimen y tuvo como objetivo zonas enteramente en manos de la oposición. Su nivel de sofisticación tecnológica, añade, está en manos del Estado sirio pero no de los rebeldes. El espionaje francés da por hecha la muerte de 281 personas, pero sin descartar que puedan haber sido muchas más (Estados Unidos estimó 1.429 muertos)

Los dirigentes de la oposición aceptaron como buenos los argumentos del Gobierno, pero siguieron poniendo en cuestión la legalidad de la intervención respecto al Derecho Internacional.

En medio de este debate, Bachar el Asad amenazó ayer directamente a Francia con represalias en caso de un ataque. En una entrevista concedida al diario francés Le Figaro –y de la que fueron avanzados algunos extractos–, el líder sirio advierte seriamente que “en la medida en que la política del Estado francés es hostil al pueblo sirio, esta Estado será su enemigo (...) Habrá repercusiones, negativas naturalmente, sobre los intereses de Francia”. Asad alerta asimismo del riesgo de que una intervención militar desemboque en una “guerra regional”. “Todo el mundo perderá el control de la situación cuando el barril de pólvora explotará”, vaticina.