martes, 6 de marzo de 2012

Un boicot que es un regalo

Hay boicots que parecen un regalo. El supuesto acuerdo alcanzado por los principales líderes conservadores europeos para no recibir a François Hollande durante la campaña electoral francesa va camino, así, de aprovechar al candidato socialista al Elíseo, que intenta ahora aparecer ante la opinión pública –con razón o sin ella– como el heraldo de la resistencia al “directorio de la austeridad”, como se ha apresurado ya a bautizarlo el Partido Socialista.

Según publicó el semanario alemán Der Spiegel, la canciller Angela Merkel habría acordado con los primeros ministros del Reino Unido y de Italia, David Cameron y Mario Monti, y el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, boicotear a Hollande, cuya intención de renegociar el tratado europeo de disciplina presupuestaria tan caro a la canciller, en caso de salir elegido presidente, irrita en Berlín. Todos los presuntos implicados han desmentido la existencia de semejante acuerdo, incluido el supuesto beneficiario, Nicolas Sarkozy.

“¿No creen ustedes que los dirigentes tienen otras cosas que hacer que pactos así? Yo nunca he hablado de esto con unos ni con otros”, aseguró el presidente francés, quien reenvió la pelota al campo socialista: “Yo pienso que el problema de Hollande no es en absoluto que haya un pacto contra él, sino que ha viajado poco”.

Con complot o sin él, Sarkozy y su partido, la UMP, insisten desde hace tiempo en atacar a Hollande precisamente en su falta de experiencia y de contactos a nivel internacional. Y con complot o sin él, lo cierto es que el presidenciable socialista ha encontrado hasta ahora el vacío en Berlín –pese a que Merkel, siguiendo la tradición, sí recibió a Ségolène Royal en 2007–, Londres o Roma. Por no hablar de Washington, donde el presidente Barack Obama accedió a recibirle pero sin foto, a lo que Hollande renunció. El candidato del PS sólo será recibido, el próximo viernes por el primer ministro polaco, el liberal Donald Tusk.

Hollande, siguiendo la misma línea de comportamiento que aplica ante los ataques de sus adversarios, reaccionó con marcada tranquilidad, quitándole toda importancia al boicot, cierto o falso. “Lo que cuenta no es lo que opinen los dirigentes conservadores europeos, sino el pueblo francés”, subrayó ayer, en un intento de decantar la polémica en su favor, a base de tapar la imagen del Hollande ninguneado a nivel internacional con la del Hollande resistente. Una readaptación del mito de Asterix que no puede sino seducir a los franceses, reacios a aceptar todo lo que parezca una imposición del exterior.

El presunto boicot anti-Hollande corona en cierto modo una desastrosa semana para Sarkozy, cuyo mensaje quedó tapado por la propuesta del socialista de gravar a los ricos al 75%, abucheado en Bayona y en nuevo retroceso en los sondeos. El presidente francés intentará cambiar la tendencia esta semana con un gran mitin el domingo en Villepinte.

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