El tiempo se acaba y la posibilidad de invertir un resultado que se anuncia desastroso se hace cada día más difícil para Nicolas Sarkozy. A sólo cuarenta y seis días de la primera vuelta de las elecciones a la presidencia de la República , el presidente francés y candidato a la reelección permanece en estado de postración electoral, incapaz de darle la vuelta a unas encuestas que dan unánimemente como favorito al socialista François Hollande.
En un intento desesperado de salir del pozo, Sarkozy ha virado en los últimos días violentamente hacia la derecha, con el objetivo de disputar los votos del ultraderechista Frente Nacional, que le dieron la victoria en 2007. Y en esta batalla no ha dudado en recurrir a los viejos resortes de la islamofobia, alimentando la polémica sobre la extensión del consumo en Francia de carne certificada halal, esto es, de animales sacrificados según el rito islámico.
Cuando la líder del FN, Marine Le Pen, lanzó la piedra hace quince días, asegurando que toda la carne que se consume en la región de París es halal, Sarkozy negó la veracidad de tal afirmación y aseguró que semejante polémica “no tenía razón de ser”. Pero, sondeos en mano, al final ha cambiado radicalmente de táctica.
El primero en abrir el fuego fue el ministro del Interior, Claude Guéant –hombre de confianza del presidente y una de las figuras más a la derecha del Gobierno francés–, quien clamó contra la propuesta de otorgar el derecho de voto a los extranjeros en las elecciones locales con el argumento de que ello abriría la puerta a todos los abusos y derivas imaginables: “No queremos que concejales extranjeros hagan obligatoria la comida halal en las cantinas [escolares]”, afirmó.
Nicolas Sarkozy retomó la polémica en un mitin pronunciado el sábado pasado en Burdeos, donde se pronunció por exigir un “etiquetado de la carne en función del método de sacrificio”. “Reconozcamos a todo el mundo el derecho a conocer lo que come”, abundó el presidente, en cuyo discurso propuso endurecer aún más la legislación en materia de inmigración y seguridad, dos de los asuntos estrella de su victoriosa campaña electoral de 2007.
El primer ministro, François Fillon, remachó el clavo ayer calificando de “tradiciones ancestrales que no tienen mucho que ver con el mundo de hoy” tanto el rito musulmán halal como el equivalente judío kasher. Fue la gota que colmó el vaso. Los principales dignatarios religiosos musulmanes y judíos de Francia protestaron airadamente por la utilización electoralista de la religión, así como algún obispo católico, forzando al jefe del Gobierno a convocar hoy una reunión con los líderes religiosos para apaciguar los ánimos. La polémica fue criticada por el presidenciable socialista, François Hollande, pero también por algunos diputados de la mayoría gubernamental.
Los vaivenes de Sarkozy y su equipo se explican por los malos datos de los sondeos, en los que el presidente saliente –siempre en segundo lugar, entre 3 y 8 puntos por detrás de Hollande– no acaba de despegar. Los vaticinios para la segunda vuelta –con una desventaja de entre 13 y 18 puntos– no pueden ser peores para el candidato a la reelección. Como ha advertido el director de Ipsos, Brice Teinturier: “Nunca se ha visto, a estas alturas de la campaña, que un candidato en cabeza en los sondeos en la segunda vuelta pierda las elecciones”.
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