domingo, 30 de octubre de 2011

"Tenemos que aprender a vivir de otra manera"

A sus 47 años, Jean-François Copé, secretario  general de la UMPy líder de la mayoría en la Asamblea Nacional, es una de las principales figuras de la derecha francesa y uno de los más serios aspirantes a tomar el relevo de Nicolas Sarkozy cara a la elección presidencial de 2017. Una ambición que no esconde y para la que no ha sido ungido por el presidente francés, con quien ha mantenido históricamente relaciones tumultuosas. "Sarkozy tiene una concepción medieval de las relaciones humanas: está el señor, el vasallo y el rival", dijo hace años Copé, quien hoy prefiere eludir ese pasado y jugar la carta de aliado fiel. Sin por ello devenir vasallo.

¿Saldrá Europa de la crisis?

El acuerdo del miércoles constituye un paso decisivo para salvar a Grecia, proteger la zona euro, reforzar nuestros bancos y construir un gobierno económico eficaz a escala europea. Hay que seguir en esta vía de reforzar el gobierno económico de la UE y sanear las finanzas públicas de cada Estado miembro.

¿La nueva Europa que se dibuja será una Europa alemana?

No comprendo este concepto. Y el acuerdo logrado muestra bien que el reto era llegar a una solución común que sobrepasa ampliamente este tipo de consideraciones. Nicolas Sarkozy y Angela Merkel han trabajado concertadamente, con todos los jefes de Estado y de Gobierno de la zona euro. Ahora, es cierto que Alemania hizo reformas estructurales importantes antes que los demás, y es perfectamente legítimo que haya pedido a sus socios que hagan los mismos esfuerzos.

Al final es Alemania quien ha impuesto sus puntos de vista...

Yo soy claramente menos categórico que usted. Yo veo un éxito europeo, con impulso franco-alemán. Y no es anormal, puesto que ambos representamos la mitad del PIB de la zona euro.

Dice que Alemania hizo las reformas estructurales necesarias. ¿A Francia qué le queda?

Bajo el impulso de Nicolas Sarkozy y de su mayoría, Francia ha llevado ya a cabo dos reformas estructurales fundamentales: la reforma de las pensiones y el control del gasto del Estado. En mi opinión, quedan dos cosas por hacer: la reducción del gasto público ineficaz - sobre todo en las administraciones locales y en la Seguridad Social-y la reforma laboral. Yo defiendo una refundación social, que se traduciría en la resolución de la cuestión de la semana de 35 horas y en otra financiación de la Seguridad Social, por el IVA y no únicamente por las empresas y los asalariados.

¿No se puede prometer otra cosa que sacrificios?

¡No, en absoluto! Lo que tenemos que hacer es conducir la mutación profunda de nuestro sistema. Tenemos que aprender a vivir de otro modo. Donde antes nos apoyábamos en el gasto público, el déficit, la deuda, para financiar el crecimiento, debemos apoyarnos mañana en más trabajo, más productividad, más competitividad, más formación, más innovación, más exportación…

La crisis está precipitando cambios políticos en toda Europa. En Francia, los sondeos vaticinan la derrota de Sarkozy en 2012. ¿Cree posible la victoria?

Sí, naturalmente. Estamos a seis meses de la elección presidencial, en Francia esto es una eternidad. Y déjeme añadir que a los socialistas franceses les falta coraje, les cuesta mucho asumir las decisiones impopulares. Esta es la principal debilidad de su candidato, François Hollande. El programa que ha presentado supone 255.000 millones de gasto suplementario en cinco años. A la inversa, Nicolas Sarkozy presenta todas las cualidades que los franceses esperan de un jefe de Estado: visión, valentía, responsabilidad y aptitudes de mando. Y nuestro objetivo es trazar para Francia un camino de responsabilidad y de coraje, con propuestas concretas pero que no pesen sobre las finanzas públicas.

Hay quien ve en usted la misma ambición, la misma determinación, que Nicolas Sarkozy...

Es cierto que tenemos puntos en común. Y tenemos también diferencias. Nuestras relaciones han sido a veces complejas, pero al menos la ventaja es que siempre nos hemos dicho las cosas de forma muy franca. Y debo decir que trabajo verdaderamente muy bien con él desde que asumí mis funciones al frente del partido.

Desde que usted es secretario general de la UMP, el partido es un actor del debate político, incluso a riesgo de divergencias con el Gobierno y el Elíseo.

No hay absolutamente ninguna divergencia con el Elíseo. Nosotros organizamos debates para alimentar el proyecto que propondremos a nuestro candidato. Él decidirá en su momento. Pero, es cierto, ha habido a menudo debates internos, lo que es normal en un partido como el nuestro. Y es normal que el secretario general anime el debate. Y si luego, de vez en cuando, hay algunos platos rotos no es grave. Es incluso más bien sano.

Pero sus relaciones con Sarkozy han sido a veces tensas...

A veces hemos tenido relaciones complejas, pero siempre han sido francas. Y ahora, como le digo, trabajamos muy bien juntos ymi objetivo es unir a toda nuestra familia política en torno suyo cara al 2012. Todo el mundo está movilizado para ganar la elección presidencial.



"La República se vive a cara descubierta"


Usted fue el promotor de la ley de prohibición del velo integral. ¿Cómo evalúa su puesta en práctica?

Bien, muy bien. De entrada, porque en su momento ya habíamos previsto un tiempo de explicación antes de aplicar la ley, y después porque para aquellos que la han desafiado ha habido detenciones, juicios y pronunciamiento de penas. Puede haber algunas provocaciones, aquí o allá, pero globalmente todo el mundo ha comprendido que la República se vive a cara descubierta. Es un combate que llevé a cabo con el apoyo de mis amigos diputados, incluso contra la opinión de alguna gente en París, y que no lamento ni un instante. Son los fundamentalistas quienes ponen a prueba a la República, instrumentalizando la religión. Y el hecho de que la República haya respondido como ha hecho ha sido muy positivo.

Hay una mujer con velo que ha declarado ser candidata a la presidencia de la República. ¿Qué le sugiere esto?
Ahí tenemos un problema. Nuestro país exige el respeto de las leyes de la República. Y la ley de la República dice que se tiene que llevar el rostro descubierto. Así que si alguien se presenta con el rostro cubierto está ya en la ilegalidad. Es un mal comienzo para una candidata a la presidencia de la República.

¿El islam, su concepción de la religión en la vida pública, es un problema?

No, en absoluto. Nosotros militamos por un islam de Francia, es decir, un islam que respete las reglas de la República, que se imponen a todos. Y digamos las cosas como son: entre el 90% y el 95% de nuestros compatriotas de confesión musulmana se acomodan perfectamente bien a este principio.

viernes, 28 de octubre de 2011

Otra vuelta de tuerca

Superada la crucial cita de Bruselas para acordar una solución a la crisis de la deuda en la zona euro, Nicolas Sarkozy compareció anoche ante los franceses para anunciarles nuevos recortes. El presidente francés anunció –como se esperaba– una revisión a la baja de la previsión oficial de crecimiento de la economía francesa para 2012, de 1,75% a 1%, y en consecuencia confirmó que ello obligará a retocar el Presupuesto del Estado recién aprobado. “Habrá que generar un ahorro adicional de entre 6.000 y 8.000 millones de euros”, avanzó Sarkozy, quien sin embargo no quiso precisar cómo pretende conseguirlo.
El Gobierno francés trabaja, entre otras hipótesis con crear un nuevo tipo intermedio del IVA, entre el 5,5% y el 19,6%, que sería aplicado a determinados sectores, como la restauración y la hostelería. Sarkozy no quiso anoche confirmar este extremo, limitándose a decir que “no habrá un aumento generalizado del IVA en ningún caso”. El presidente francés añadió que las nuevas medidas –que en todo caso no serán múltiples– serán anunciadas oficialmente después de la cumbre del G-20 que se celebrará, bajo presidenca francesa, en Cannes los días 3 y 4 de noviembre.
Hacía diez meses que Sarkozy no se dirigía directamente a los franceses –fruto de una cura de adelgazamiento mediático autoimpuesta– y escogió para volver a las pantallas un asunto grave como la crisis de la deuda. Durante la mayor parte de la hora y cuarto que duró la entrevista emitida conjuntamente desde el Elíseo por los dos principales canales de televisión –TF1 y France 2–, el presidente francés se dedicó a hablar de economía. A explicar, y justificar, los acuerdos alcanzados anteanoche en Bruselas. Y a abordar también la situación económica y financiera de Francia.
“Desde 1974 no se ha votado ningún presupuesto en equilibrio, gastamos un dinero que no tenemos”, afirmó Sarkozy, quien subrayó que Francia destina al año 49.000 millones a pagar los intereses de la deuda. El presidente defendió su política de reducción del gasto y atribuyó a sus iniciativas –reforma de las pensiones y amortización de 150.000 empleos públicos– el hecho de que en Francia “no se han tenido que bajar salarios ni pensiones”.
Sarkozy abogó por un acercamiento al modelo económico alemán –incluyendo una convergencia fiscal–y por replantear el sistema de financiación del “modelo social” francés. El presidente apuntó como opción gravar a nivel europeo los productos de terceros países que hagan competencia desleal en materia social o medioambiental. “No es proteccionismo, sino reciprocidad”, dijo.


La advertencia de los sabios

El Consejo del Siglo XXI, un grupo integrado por una cuarentena de personalidades internacionales apadrinado por el Instituto Nicolas Berggruen, hizo ayer un llamamiento en París a los dirigentes europeos a comprometerse en “una mayor integración fiscal y una coordinación económica más profunda”, así como avanzar hacia una “unión política”, si no quieren asistir al “hundimiento del euro”. “Hoy Europa es la prioridad urgente”, remarcaron en su comunicado final los miembros del grupo –entre los que están Gordon Brown, Mohamed El Erian (Pimco), Francis Fukuyama, Felipe González, Pascal Lamy, Rodrigo Rato, Nouriel Roubini, Gerhard Schröder, Michael Spence o Joseph Stiglitz–, reunidos para abordar la próxima cumbre del G-20 en Cannes. A su juicio, el G-20 debería consolidarse como una suerte de gobierno económico mundial, con un comité ejecutivo y un secretariado permanente.

“¿Quién querría hoy estar como España?”

Una de cal y otra de arena. Si Nicolas Sarkoy elogió el domingo los esfuerzos realizados por España para reducir el déficit y salir de la crisis –“Ya no está en primera línea” de los problemas de la zona euro, subrayó en Bruselas–, ayer utilizó el ejemplo de España para remarcar, por el contrario, su dificil situación económica. “Se hablaba de España como un milagro, de eso hace sólo dos o tres años; se hablaba de Irlanda como un Eldorado... ¿Quién querría hoy estar en su situación?”, se preguntó durante un discurso pronunciado en Carcasona (Languedoc-Rosellón) sobre el futuro del sector público de salud.
El objetivo del presidente francés no era tanto abordar la crisis de la zona euro, ni la situación particular en la que se encuentran algunos países europeos –a España e Irlanda sólo aludió de pasada–, como hacer tragar la amarga píldora de los recortes.
“Durante decenios, hemos hecho como si pudiéramos exonerarnos de las reglas de sentido común que las familias se imponen a sí mismas –dijo Sarkozy aludiendo al laxismo presupuestarios de los sucesivos gobiernos de izquierda y de derecha en Francia–. Y los países que no se han despertado a tiempo son países que hoy ya no pueden hacer frente. Miren cómo esto cambia rápido...”, afirmó antes de citar el caso español. Y concluyó: “Un país que no hace el esfuerzo de controlar sus gastos es un país que ya no es independiente”.
El presidente francés pronunció estas palabras el mismo día en que la Asamblea Nacional empezaba a discutir el proyecto de presupuestos de la Seguridad Social, convertida en un auténtico agujero negro. Decidido a reducir el déficit de los 18.200 millones previstos este año a 13.900 –¡ni siquiera soñar en superávit!–, el Gobierno francés plantea entre otras medidas una especialmente controvertida: la reducción de la indemnización diaria en concepto de baja por enfermedad del 50% del salario bruto al 60% del salario neto...
Los recortes en el presupuesto de la Seguridad Social, al igual que los generales del Estado, amenazan en cualquier caso en verse agravados. Las cuentas, calculadas sobre una previsión de crecimiento del 1,75% para 2012, ya están caducas: el Gobierno podría reducir esta previsión a un escaso 1% en los próximos días.
El diario Le Monde constataba ayer en su editorial que si Francia debe acomodarse hoy al diseño de una futura “Europa alemana” es por su culpa: “Habría podido evitarlo si se hubiera dado los medios, si no se hubiera dejado debilitar por sus déficit de todo tipo, financieros, comerciales y de competitividad”.

Giulia en casa, papá en Bruselas

Con sólo cuatro días, Giulia Sarkozy ya empieza a saber lo que le espera. En el momento de nacer, el pasado miércoles en la clínica La Muette de París, su papá estaba en Frankfurt, negociando con Angela Merkel la mejor manera de resolver la crisis de la zona euro. La noche, una noche fría de otoño, había caído ya sobre la capital francesa. Ayer, bajo un cálido sol y un cielo azul, dejó la clínica junto a su madre, Carla Bruni, para trasladarse al domicilio familiar. Pero papá tampoco estaba allí. Esta vez en Bruselas, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, seguía ocupado en salvar el euro con la canciller alemana.
Probablemente para hacerse perdonar, Angela Merkel le dio a su padre un osito de peluche –al parecer, un Teddy Bear– como regalo de consolación, aprovechando uno de los encuentros bilaterales que ambos mandatarios mantuvieron al margen del Consejo Europeo reunido ayer en Bruselas.
Entre llamada y llamada de teléfono, entre reunión y reunión, Nicolas Sarkozy se desplazó el sábado tres veces a la clínica de La Muette, en el distrito XVI, la zona más burguesa de la capital. Pero ayer no pudo acompañar a su esposa y a su hija camino de casa.
Pasaban unos minutos de las dos de la tarde cuando Carla Bruni –pantalones grises y abrigo negro, gafas oscuras de sol–, salió de la clínica con Giulia en brazos hasta un coche que la estaba esperando. La primera dama francesa, que ya ha amenazado con demandar judicialmente a quien ose obtener y publicar una foto de su retoño, salió con su hija envuelta en una mantilla gris, procurando que en ningún momento se le viera el rostro.
La pequeña Giulia vivirá con sus padres en el hôtel particullier de su madre, situado en un tranquilo callejón del mismo distrito XVI, a cuatro pasos de la clínica donde vio la luz. Sarkozy y Bruni, desde su matrimonio en febrero de 2008, han residido siempre –salvo un corto periodo en que había obras en la casa– en el domicilio de la cantante y ex modelo. El Elíseo es sólo para trabajar.

domingo, 23 de octubre de 2011

Desequilibrio franco-alemán

Nicolas Sarkozy, orgulloso de la complicidad arduamente conseguida al final con Angela Merkel, quiso regalar un día los oídos de la canciller alemana: “Estamos hechos para entendernos. Somos la cabeza y las piernas \[de Europa\]”, le dijo el presidente francés durante un Consejo Europeo reivindicando el histórico eje franco-alemán, que al principio de su mandato había tenido la tentación de subestimar. No menos gentil, pero provocadoramente lúcida, Merkel le respondió con humor: “No Nicolas, tú eres la cabeza y las piernas, yo soy el banco...”.
La anécdota, recogida por Franz-Olivier Giesbert en su libro Monsieur le Président, ilustra con crudeza el desequilibrio –agravado por la crisis económica y financiera– de la pareja que actúa como motor de la Unión Europea. Un motor que The Economist ha descrito irónicamente como “una moto BMW con un sidecar Peugeot”. Alemania tiene la potencia económica que justifica su liderazgo. Francia, menos.
Cuando estalló la crisis griega, a principios de 2010, y empezó a temerse que la crisis de la deuda soberana se extendiera a los países más frágiles de la UE, el resto de los llamados PIIGS –Portugal, Irlanda, Italia y España–, los más pesimistas, o los más clarividentes, empezaron a advertir que la siguiente pieza del dominó en caer sería Francia. Todo parecía en aquel momento muy lejano, Hoy, la pesadilla ya está al lado.
La agencia de notación Moody’s declaró el pasado martes que se daba un plazo de tres meses para decidir si revisaba –a la baja– la perspectiva sobre la calificación francesa, establecida hoy en “Aaa”. El mantenimiento de esta triple A, que equipara a Francia con las economías más solventes del continente –Alemania a la cabeza–, se ha convertido para Nicolas Sarkozy en una “causa nacional”, que podría obligar a adoptar nuevos recortes presupuestarios el año que viene si las cosas se tuercen. Con una deuda descomunal de casi 1,7 billones de euros –el 86,2% del PIB–, para el pago de cuyos intereses no basta la integridad de lo que el Estado francés recauda por el impuesto de la renta, un eventual encarecimiento del crédito tendría una repercusión enorme.
No se trata sólo del volumen de la deuda acumulada lo que inquieta a Moody’s, y lo que convierte a Francia en la economía más frágil de los grandes de Europa. El déficit público, que debería situarse a final de este año en el 5,7% del PIB –para bajar al 4,5% el año que viene–, sigue siendo un problema irresuelto: las cuentas del Estado francés presentan –a diferencia de otros países más endeudados, como Italia– un déficit primario, es decir, que aún descontando la carga de la deuda son deficitarias.
El riesgo de un derrapaje es, en la actual situación de la economía francesa, muy elevado y muy probablemente obligará al Gobierno a apretarse más el cinturón. Las previsiones de reducción del déficit estaban calculadas sobre una hipótesis de crecimiento el año que viene del 1,75%, pero este objetivo ha quedado ya caduco. El propio Ministerio de Economía y Finanzas que dirige François Baroin se daría con un canto en los dientes si no se baja del listón del 1,5%.
En este contexto próximo al estancamiento –el Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (Insee) ha calculado el crecimiento para los dos últimos trimestres de este año en 0,3% y 0,0%–, Francia presenta además otro desequilibrio de fondo: un déficit comercial que no ha parado de crecer en los últimos años y que es uno de los mayores de la UE –se prevé que llegue a final de año a 65.000 millones de euros, el 4% del PIB–, lo que contrasta fuertemente con el insolente superávit alemán. Francia importa más de lo que exporta.
En estas circunstancias, a poco que Europa fracase de nuevo en su intento de resolver el problema de la deuda griega y frenar el contagio, Francia podría pasar fácilmente a convertirse en una víctima propiciatoria de los mercados financieros. Mala tarjeta de visita para ir de salvador..
Consciente del riesgo que para toda la UE –incluida Francia– suponía el contagio de la crisis griega, Nicolas Sarkozy y su Gobierno se emplearon a fondo desde el primer momento para encontrar una solución radical y rápida. Pero, a lo largo del año 2010 y principios de 2011, sólo consiguieron arrastrar, con grandes penas y dificultades, a una renuente Alemania. No sin cierta amargura, en París existe la convicción de que si Berlín, en lugar de mirarse el ombligo, hubiera reaccionado rápidamente y con determinación cuando estalló el problema, hoy las cosas serían muy diferentes y la zona euro no se enfrentaría al riesgo de una implosión.
La situación ha cambiado desde este verano. Tras los ataques sufridos por los bancos europeos, Alemania parece haber tomado finalmente la iniciativa. Merkel es quien hoy está tirando del carro y forzando la adopción de medidas que chocan con las ideas iniciales de los franceses, como la recapitalzación de los bancos –que París descartaba y ahora asume– o la conversión del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FESF)en un organismo de garantía y no en un banco como quería Francia. Sarkozy, en aras de la supervivencia de la pareja, no tiene más remedio que seguir y tratar de que el sidecar no se desenganche de la moto. Y, de hecho, no es París quien se ha erigido en el principal obstáculo para un acuerdo, sino Madrid y Roma, a quienes la idea de una garantía parcial sobre su deuda no convence.
En 1918, al término de la Primera Guerra Mundial, una Francia exhausta, con una deuda pública faraónica, fue la que más intransigencia demostró a la hora de exigir que Berlín asumiera en el Tratado de Versalles toda la culpablidad del conflicto y el consecuente pago de reparaciones de guerra. “¡Alemania pagará!”, proclamó Louis-Lucien Klotz, ministro de Finanzas de Clemenceau para apaciguar la angustia de los franceses. Alemania pagó, en efecto: el último cheque –por valor de 95 millones de euros– lo firmó Angela Merkel el 3 de octubre de 2010. “¡Alemania pagará!”, parecen repetir hoy a coro los franceses ante la crisis de la deuda en la zona euro. Y probablemente Alemania, pese a todas las resistencias que ha opuesto, acabará pagando. Porque es la única que puede hacerlo y porque abstenerse podría salirle mucho más caro. Pero será Berlín quien impondrá el método y las reglas. Y la relación de igual a igual que París y Berlín habían mantenido hasta ahora será un espejismo.

sábado, 22 de octubre de 2011

Expatriados, abstenerse

El azar del calendario ha querido que, con escasos días de diferencia, aparecieran en mi buzón la invitación de los tres embajadores españoles en París –sí, tres: ante el Estado francés, la Unesco y la OCDE- para celebrar la Fiesta Nacional de España del pasado 12 de octubre y una carta informativa de la Oficina del Censo Electoral sobre las elecciones legislativas del 20-N con una inequívoca invitación… ¡a la abstención!

Expulsados ya de las elecciones municipales, en las que desde este año hemos perdido el  derecho a votar, los expatriados –curiosa palabra ésta, que parece describir una enfermedad- nos enfrentamos ahora a un nuevo método absolutamente disuasorio para ejercer el voto en las legislativas. Antes de la reforma perpetrada en diciembre del 2010, votar desde el extranjero era lo más fácil del mundo: la oficina electoral enviaba a domicilio todos los documentos necesarios –incluidas todas las listas de partidos- y lo único que había que hacer era acercarse a la oficina de correos y enviar el voto.

Ahora, alguna inteligencia sin duda superior ha decidido que era necesario recuperar los viejos hábitos de la más rancia burocracia y complicar con métodos del siglo XIX lo que era extremadamente sencillo. Resultado: con el nuevo sistema, estrenado la pasada primavera, la participación electoral de los expatriados en las elecciones autonómicas del mes de mayo ni siquiera llegó al 4%. Un gran éxito democrático.

Para poder votar, pues, el 20-N hay que solicitarlo antes formalmente –el “voto rogado”, lo llaman- a la autoridad competente. Y adjuntar a la petición cuatro documentos redundantes: la fotocopìa del DNI, la fotocopia del pasaporte -¿por qué de ambos? ¿para descartar de entrada al que tenga uno de los dos caducado?-, un certificado de inscripción en el registro consular –cuando si uno no estuviera ya registrado no podría recibir la primera carta de aviso- y para redondearlo…  ¡un certificado de nacionalidad!

Uno, en su inocente simpleza, pensaba que el DNI y el pasaporte –y más los dos juntos- bastaban para acreditar la nacionalidad. Al menos, en las fronteras así son aceptados. Pero por lo visto son papel mojado. ¿Será, acaso, que la nacionalidad es algo que se pierde con la falta de uso? ¿O es que, tras una larga permanencia en el extranjero, uno se convierte automáticamente en sospechoso del delito de lesa patria? Imagino que si uno además vive en Francia, el problema se agrava. El afrancesamiento, ya se sabe, es algo muy mal visto en nuestro país desde el 2 de mayo de 1808…

Admitámoslo, la sospecha es legítima. Visto desde fuera –todavía más que desde dentro-, nuestro país da muchas veces ganas de llorar. Y no precisamente de añoranza.

Ya puestos, para garantizar que ningún desafecto osa colocar su voto espurio en las urnas, propongo que para las siguientes elecciones se exija a todos los expatriados jurar bandera –la que toque en cada caso, que de eso vamos sobrados- y tatuarse un toro –o un burro- en el hombro. Así, sólo votarán los auténticos patriotas, ¡coño!

viernes, 21 de octubre de 2011

Carla elige un nombre italiano, Giulia

Se llama Giulia, en italiano, Giulia Sarkozy. La esposa del presidente francés, Carla Bruni, desveló ayer el nombre del nuevo retoño de la pareja presidencial, poniendo fin a la febril producción de rumores y especulaciones sin fundamento. En un breve mensaje colgado en su página web, la primera dama agradeció “calurosamente”, en su nombre y en el de Nicolas Sarkozy, las felicitaciones recibidas por el nacimiento de su hija.
Con apenas un día, la pequeña Giulia –que residirá con sus padres en el domicilio materno del distrito XVI de París– ya ha empezado a descubrir lo que le espera con un padre en el Elíseo.
Nicolas Sarkozy, que se perdió el parto de su mujer –justo en aquel momento se encontraba en Frankfurt reunido con la canciller alemana, Angela Merkel, para abordar la crisis del euro–, visitó a su esposa y su hija recién nacida ya entrada la noche del miércoles. Y el jueves por la mañana regresó a La Muette para estar con ellas alrededor de una hora, antes de seguir su agenda oficial.
Esta vez no se trataba de salvar la zona euro, sino de visitar un centro de selección y reciclaje de residuos en Mayenne (Pays de la Loire). Obsequiado por los trabajadores y la dirección con algunos regalos –un babero, un libro y un pequeño roble para ser plantado–, Sarkozy agradeció la “amabilidad” de todos y accedió a hacer una breve referencia a su paternidad. “Hemos tenido la suerte de recibir una gran felicidad. Todos los padres que hay aquí pueden comprender nuestra profunda alegría”, dijo, antes de asegurar que su esposa y su hija “van muy bien” y subrayar el carácter “privado” del evento.
La visita de ayer a Mayenne no podía ser más banal. Pero no se la saltó. El presidente francés, que ya antes había entrado en la clínica con un fajo de expedientes bajo el brazo como si se dirigiera al Consejo de Ministros, está decidido a transmitir la imagen de un jefe del Estado que pone sus responsabilidades públicas por delante de su vida privada. Su agenda ha sido aligerada, pero no suprimida. Hoy tiene una reunión del G-20 y el domingo, la cumbre europea de Bruselas, que lo tendrá el sábado colgado al telefono.
Sarkozy, según ha avanzado el Elíseo oficiosamente –oficialmente, el parto no ha existido–, no piensa tomarse ningún permiso de paternidad, un derecho al que desde 2002 pueden acogerse todos los franceses. El permiso es de once días y se añade a los tres días que se conceden por el nacimiento. El presidente francés no se ha cogido ni lo uno ni lo otro. Ni siquiera veinticuatro horas.

jueves, 20 de octubre de 2011

Un bebé en el Elíseo

Europa se hunde y Nicolas Sarkozy trae un hijo al mundo... En plena tormenta financiera, con su marido en Frankfurt para preparar con la canciller alemana, Angela Merkel, el salvamento in extremis de la zona euro, la esposa del presidente francés, Carla Bruni, dio anoche a luz al más esperado bebé de la República. El retoño, una niña, nació en el filo de las ocho de la tarde, tras casi doce horas de parto, en la clínica La Muette, próxima al domicilio de la madre, en el distrito XVI de París. Sarkozy interrumpió la reunión con Merkel para regresar rápidamente a la capital francesa. El Elíseo no informó del nacimiento del nuevo hijo del jefe del Estado, del mismo modo que tampoco comunicó oficialmente en su momento el embarazo.
Si Nicolas Sarkozy fue ya el primer presidente de la historia de la República francesa en divorciarse y volver a contraer matrimonio ocupando la jefatura del Estado –el antecedente más reciente habría que buscarlo en Napoleón Bonaparte, en 1810–, ayer se convirtió también en el primero en ser padre en el Elíseo. A diferencia del emperador sin embargo –que se divorció de Josefina porque no podía darle un heredero–, Sarkozy, de 56 años, ya tenía otros tres hijos, fruto de sus dos matrimonios anteriores: Pierre, de 26 años, y Jean, de 25,<CF></CF> con su primera esposa, Marie-Dominique Culioli, y Louis, de 14, con la segunda, Cécilia Ciganer-Albeniz. El presidente francés es además abuelo de un niño de casi dos años, Solal, hijo de Jean. Carla Bruni, de 43 años, tiene a su vez otro hijo, Aurélien, de 10, resultado de su relación con el mediático filósofo Raphaël Enthoven.
Desde hace varias semanas, la clínica de La Muette, en la zona alta de la capital francesa, estaba rodeada de <CF21>paparazzi</CF> en busca de la imagen de la cantante y ex modelo entrando en el centro para dar a luz. Hace nueve días, la expectación se disparó, después de que la Prefectura de Policía instalara un cordón de seguridad a 200 metros de la clínica.
Después un alud de rumores falsos, bulos sin cuento y sonoros patinazos, Carla Bruni ingresó finalmente en La Muette hacia las 8.30 horas de la mañana de ayer, acompañada de Nicolas Sarkozy. El presidente francés abandonó después la clínica y regresó poco antes de las 16 horas, para quedarse por espacio de media hora junto a su esposa. Después, partió de nuevo en dirección a Frankfurt para preparar con Angela Merkel el crucial Consejo Europeo del próximo domingo sobre la crisis de la deuda soberana de la zona euro. No hay, pues, ningún permiso de paternidad a la vista,
Nicolas Sarkozy y Carla Bruni están firmemente decididos –lo ha explicado ella misma estas últimas semanas– a mantener la máxima reserva sobre su nueva paternidad, circunscribiendo el acontecimiento al estricto ámbito de la vida privada. La razón de esta circunspección no hay que buscarla en motivos únicamente personales. Detrás de ello, hay también un cálculo político.
Francia es un país muy particular. A Sarkozy, la exhibición de su bebé, de su felicidad familiar, difícilmente puede aportarle ni un voto. En cambio, puede costarle carísimo. Y más todavía en una situación de crisis económica como la actual. El presidente francés lo sabe, porque lo vivió en sus propias carnes a principios de 2008, cuando tuvo la imprudencia de comunicar a los franceses su romance con Carla Bruni –“Lo nuestro va en serio”, dijo en una aciaga conferencia de prensa– y, a la vez, confesar su impotencia para mejorar el poder adquisitivo de los franceses –el no menos célebre “¿Y qué quieren que haga si las cajas están vacías?”–. Nadie lo ha olvidado.
La popularidad del presidente francés, que en 2007 fue elegido con un enorme apoyo ciudadano, se derrumbó de forma espectacular en aquel momento y nunca más se ha recuperado.
El nacimiento de su cuarto hijo fue saludada ayer por el instituto de opinión CSA con un sondeo que vaticinaba a Sarkozy una humillante derrota –por 62% a 38%– frente al socialista François Hollande en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales si éstas se celebraran hoy.

Tristane Banon renuncia

Dominique Strauss-Kahn no deberá preocuparse más por Tristane Banon. La periodista y escritora francesa que le había acusado de haber intentado violarla en 2003 ha decidido renunciar a perseguir judicialmente al ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI), después de que la fiscalía archivara el caso por causa de prescripción. Siguiendo el consejo de su abogado, David Koubbi, Tristane Banon no llevará finalmente a cabo su amenaza de presentar una nueva demanda y constituirse en parte civil, lo que automáticamente hubiera supuesto la designación de un juez de instrucción y la apertura de una nueva investigación. El delito de violación prescribe en Francia a los 10 años, lo que permitiría todavía enviar a Strauss-Kahn a juicio. Pero la fiscalía consideró que únicamente podía establecerse la existencia de una agresión sexual, imposible ya de juzgar puesto que su prescripción es de tres años, y decidió cerrar el caso. El abogado de Banon, viendo muy difícil que un juez pudiera adoptar un criterio distinto al del fiscal, aconsejó a su defendida renunciar a la persecución y aceptar como una victoria la constatación oficial de la agresión sexual. Así lo ha hecho. “La carta que me envió la fiscalía se dice que hubo agresión sexual, con lo que mi estatus de víctima ha sido reconocido (...), nadie puede decir ya que yo era una fabuladora”, declaró ayer Banon en la matinal de Canal Plus.


De Lamu al infierno

Marie Dedieu, la mujer francesa secuestrada en la costa de Kenya por terroristas somalíes el pasado 1 de octubre, ha muerto, según anunció ayer oficialmente el Ministerio francés de Asuntos Exteriores, que no dio más precisiones sobre el deceso. Tetrapléjica –sus secuestradores se la llevaron abandonando su silla de ruedas–, aquejada de una insuficiencia cardiaca y bajo tratamiento médico a causa de un cáncer, las causas y el momento de la muerte no han sido precisadas. El fallecimiento fue comunicado a las autoridades francesas por los contactos locales a través de los cuales habían intentado negociar con los captores y transmitirle –sin éxito– los medicamentos que necesitaba.
Marie Dedieu, de 66 años, había sido secuestrada en su domicilio de la isla de Manda –junto al centro turístico de Lamu–, a una cincuentena de kilómetros de la frontera con Somalia, por un comando de una decena de terroristas supuestamente pertenecientes a la guerrilla islamista somalí de los Al Shabaab, vinculada a la organización terrorista Al Qaeda, la misma a la que se atribuye el secuestro, el pasado jueves 13 en el campo de refugiados de Dadaab , de las cooperantes españolas Montserrat Serra y Bl<CF></CF>anca Thiebaut, así como de la británica Judith Tebbuth, capturada en Lamu el 11 de septiembre. Los Shebaab lo han desmentido, por lo que tampoco es descartable que se trate de alguna de las múltiples bandas de piratas que operan en las costas somalíes.
La muerte de la ciudadana francesa ha sido divulgada coincidiendo con la ofensiva militar lanzada por Kenya sobrela zona sur de Somalia, donde opera la guerrilla, para acabar con las incursiones en su territorio, que amenazan directamente al sector turístico, una de sus fuentes principales de ingresos económicos. Se ignora sin embargo si la muerte de la francesa puede haber tenido que ver con estos combates.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, se mostró “muy conmovido” por la muerte de Marie Dedieu durante la celebración del Consejo de Ministros, según explicó después el secretario de Estado Pierre Lelouche, mientras el primer ministro, François Fillon, expresaba su indignación en el Parlamento y prometía llevar a los secuestradors ante la justicia para su “castigo ejemplar”.
Marie Dedieu había sido en los años setenta una destacada activista del movimiento feminista francés. En esa época, contribuyó a la fundación del Movimiento de Liberación de las Mujeres (MLF, en sus siglas en francés), participó en la campaña por la despenalización del aborto y colaboró en diversas publicaciones feministas. En 1970 participó como actriz debutante en la película de François Truffaut “Domicilio conyugal”, donde representaba un pequeño papel como prostituta comprometida. Un grave accidente de circulación, que la dejó inválida, puso fin a su activismo y a sus pinitos cinematográficos.
A mediados de los años noventa, Marie Dedieu descubrió la isla kenyana de Lamu, en un viaje de vacaciones, y decidió trasladarse a vivir allí. Posteriormente edificó una casa en la vecina isla de Manda, donde residía en compañía de su compañero kenyano, John Lepapa, de origen masai. El alcalde de la población, Ajar Ali, señaló tras su secuestro que Marie Dedieu estaba plenamente integrada en la sociedad de la isla y la calificó de “mujer extraodinaria”. Dedieu hacía frecuentes viajes a París. Cuando fue capturada acababa de regresar.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Multimillonaria incapaz

Liliane Bettencourt, de 88 años, heredera y principal accionista del grupo de cosmética francés L’Oréal, no podrá a partir de ahora ejercer el derecho de voto en el consejo de administración de la empresa ni disponer libremente de sus bienes personales. La juez de tutelas de Courbevoie -alrededores de París-, Stéphanie Kass-Danno, decidió ayer colocar bajo tutela de su familia a la anciana multimillonaria, después de que un informe médico elaborado por cinco expertos judiciales concluyera que no está en plena posesión de sus facultades mentales.
La decisión supone una decisiva victoria de la hija de Liliane Bettencourt, Françoisse Bettencourt-Meyers, de 58 años, en la guerra de familia que la enfrenta desde finales de 2007 a su madre. Pero todavía no es definitiva. Los abogados de la heredera de L’Oréal, que hace unos días amenazó con abandonar el país si su hija conseguía colocarla bajo tutela, han anunciado que presentarán un recurso de apelación. Ello no impediará, sin embargo, la aplicación inmediata de la tutela.
La decisión de la juez coloca en manos de la hija de Liliane Bettencourt y de sus dos nietos la responsabilidad de velar por la admninistración de los bienes de la anciana, que posee la tercera fortuna de Francia, valorada en 17.500 millones de euros, según las últimas estimaciones. Ello incluye el 30% de las acciones de L’Oréal y los derechos de voto que van asociados en el consejo de administración del grupo. La multimillonaria ya había cedido hace años la propiedad de las acciones a su hija, pero conservaba todavía para sí los derechos de voto. La juez ha encargado asimismo al nieto primogénito, Jean-Victor Meyers, velar por la persona y la salud de su abuela.
Françoise Bettencourt-Mayeres envió un mensaje tranquilizador al asegurar que la puesta bajo tutela de su madre no tendrá ninguna repercusión ni sobre la gestión de L’Oréal –los derechos de voto seguirán siendo ejercidos a través del holding familiar Téthys- ni sobre el acuerdo accionarial de 2004 firmado con el grupo suizo Nestlé, segundo accionista de L’Oréal con cerca de otro 30% del capital.
La decisión judicial ha sido tomada a partir de las conclusiones de un informe realizado por un equipo de expertos judiciales –dos médicos. dos neurólogos y un psicólogo- a petición del juez de Burdeos Jean-Michel Gentil, encargado de la instrucción de las diversas ramificaciones del complejo caso Bettencourt.
El informe, cuyos detalles fueron desvelados ayer por el vespertino <CF21>Le Monde</CF>, concluye que Liliane Bettencourt padece de demencia mixta –fruto de la combinación de la enfermedad de Alzheimer y de una demencia vascular-, así como de anosognosia, término médico que designa la incapacidad del paciente de reconocer su propia enfermedad. Esto último se le diagnosticó también al ex presidente francés Jacques Chirac, lo que le permitió ausentarse del juicio en su contra por el caso de los empleos ficticios de la alcaldía de París.
El enfrentamiento entre Liliane Bettencourt y su hija surgió a finales de 2007, inmediatamente después de la muerte del padre, André Betencourt. Françoise Bettencourt-Meyers inició entonces un procedimiento por abuso de debilidad contra un amigo íntimo de la multimillonaria, el fotógrafo François-Marie Banier, con quien había sido enormemente pródiga -le hizo regalos por cerca de 1.000 millones de euros-, y contra su administrador personal, Patrice de Maistre.
Después de muchas escaramuzas judiciales, ambas partes firmaron la paz en diciembre de 2010. A cambio de retirar sus demandas, Françoise Bettencourt-Meyers consiguió que Banier y De Maistre fueran apartados, y que el fotógrafo renunciara a algunos de sus más caros regalos: dos millonarios seguros de vida de los que era beneficiario.
La paz en casa de los Bettencourt, sin embargo, duró poco. Y el pasado mes de junio la hija atacó de nuevo y pidió que se retiraran los poderes al nuevo abogado de su madre, Pascal Wilhem, al que acusó de haber convencido a la anciana de invertir una 143 millones en el holding empresarial de otro de sus clientes.
El caso Bettencourt, investigado ahora por los tribunales de Burdeos, tiene también una vertiente política, después de que se destapara que la multimillonaria habría podido financiar ilegalmente la campaña electoral de Nicolas Sarkozy en 2007.

La derecha francesa, a la carga


“¡Por fin vamos a poder pegar!”, exclamó ayer de buena mañana el secretario general adjunto de la UMP, Marc-Philippe Daubresse, expresando sin paños calientes el sentimiento generalizado en el partido de Nicolas Sarkozy tras la elección de François Hollande como candidato del Partido socialista francés al Elíseo en las elecciones presidenciales de 2012. Para la UMP, que ha vivido extremadamente mal la celebración de las primarias socialistas -“Han sido un atraco mediático”, se quejó el ministro del Interior, Claude Guéant- y que nunca ha conseguido encontrar un ángulo de ataque eficaz, el final del proceso es de por sí un alivio. Y le abre al fin la oportunidad de abalanzarse sobre el presidenciable del PS, con nombre y apellidos.
Los golpes empezaron a caer ayer mismo. El jefe de filas de la UMP, Jean-François Copé, aprovechó la etiqueta de “blando” que la propia líder del PS, Martine Aubry, le colgó a su rival durante los debates de las primarias, para atacar a Hollande por su presunta “inaptitud para decidir y tomar decisiones valientes”, la “ambigüedad extrema” de sus propuestas y su “inexperiencia” de gobierno. Los tres ejes por donde la derecha buscará erosionar al candidato socialista. Los tenores de la UMP siguieron ayer al pie de la letra la partitura dictada desde la calle de la Boétie.
La ofensiva va a seguir a partir de hoy con una convención especial de la UMP dedicada a diseccionar y descalificar el programa socialista y las propuestas particulares de Hollande, especialmente aquellas que generan contradicciones en el seno del PS: desde el futuro de la energia nuclear hasta la reforma de las pensiones, el contrato de 60.000 nuevos profesores o la intervención de los bancos. La UMP piensa aprovechar ahora a fondo el tiempo mediático que las televisiones están obligadas a otorgarle -controlado cronómetro en mano por el Consejo Superior de lo Audivisual (CSA)- para compensar la hipertrofiada presencia del PS estas últimas semanas en las pantallas a causa de las primarias.
La estrategia de la derecha pasa por atribuir a la UMP la responsabilidad de atacar, mientras Sarkozy se centra en ejercer el papel de un presidente concentrado en luchar contra la crisis. El Consejo Europeo del 23 de octubre y la cumbre del G-20 en Cannes en noviembre son los principales hitos en el calendario.
Mientras tanto, en la calle de Solférino –sede del PS–, las protestas de unidad y reagrupamiento pronunciadas la noche del domingo van a empezar poco a poco a confrontarse a las exigencias de la realidad. Los hollandistasholandeses, han decidido llamarlos en Francia- ya han planteado la conveniencia de tener una mayor representación en la dirección del partido, aunque sin cuestionar el papel de Martine Aubry como primera secretaria.
Hollande y los suyos ya han advertido de que sólo debe haber una campaña electoral –no dos en paralelo– y que la dirección de la misma debe recaer naturalmente en el candidato elegido democráticamente por los simpatizantes de izquierda. Hollande, que en la época era primer secretario del PS, tiene muy presente los problemas que parasitaron en 2007 la campaña de la entonces candidata, Ségolène Royal.

lunes, 17 de octubre de 2011

Catapultado hacia el Elíseo

François Hollande, de 57 años, será el candidato del Partido Socialista francés al Elíseo en 2012. Los simpatizantes de izquierda acudieron ayer en masa a votar en la segunda vuelta de las primarias socialistas y entregaron una muy amplia victoria al ex líder del PS, que batió de forma clara y contundente - 56,4% a 43,6%-a su rival, la actual primera secretaria del partido, Martine Aubry.

Los socialistas evitaron ayer los dos grandes peligros que les acechaban. La participación, cifrada en cerca de tres millones de votantes, no sólo no reculó sino que aumentó respecto a la primera vuelta. Yel candidato ganador, con nada menos que trece puntos de ventaja, obtuvo una victoria neta e indiscutible. Reforzado por este apoyo masivo y esta legitimidad, Hollande parte con las mejores bases para intentar desalojar a Nicolas Sarkozy de la presidencia de la República la primavera del año que viene. Algo que es todo menos fácil y evidente.

Veterano elefante del PS, que dirigió sin interrupción durante once años (1997-2008) como primer secretario, François Hollande ha recuperado de forma impensable la oportunidad que perdió en 2007, cuando la popularidad de la que entonces era su pareja, Ségolène Royal - malograda candidata contra Sarkozy-,le hizo renunciar a su ambición. Anoche, Hollande selló con dos besos la reconciliación - si no personal, política-con su ex compañera sentimental y madre de sus cuatro hijos, que tras salir derrotada en la primera vuelta llamó a votar por él. Anoche, mientras se dirigía a los militantes socialistas reunidos en la sede de la calle Solférino, ella estaba - imagen desconcertante-a su derecha...

La elección de Hollande como candidato al Elíseo es una consecuencia política directa del seísmo provocado por la detención el 14 de mayo en Nueva York, acusado de violación, del ex director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, que privó a los socialistas de su mejor baza. Sin la defección de Strauss-Kahn, el gran favorito de los franceses para 2012, Hollande no habría llegado hasta aquí.

La inopinada caída de Strauss-Kahn, a sólo dos meses del plazo de presentación de candidaturas para las primarias, dio la oportunidad a Hollande y lastró gravemente las posibilidades de Martine Aubry, derrotada pese a contar con el apoyo del aparato y de los principales barones del partido. Cuando Aubry lanzó su candidatura, en la universidad de verano socialista de La Rochelle, a finales de agosto, Hollande llevaba ya meses pateándose todo el país.

Acusado por su rival de ser el "candidato del sistema", Hollande ha ganado hablando de rigor, mostrando moderación. Anoche repitió las tres divisas de su propuesta política. La primera de ellas, credibilidad. Justicia y esperanza, las otras dos. El presidenciable socialista se presentó como "el candidato del respeto, del diálogo y de la democracia", y prometió poner todo el empeño en "hacer realidad el cambio".

Hollande, "hombre del reagrupamiento" - como él mismo se definió-,prometió también unidad y tendió la mano a sus rivales. "Aquí no ha perdido nadie, todos hemos ganado", afirmó.

Martine Aubry, que anoche recuperó automáticamente sus funciones como primera secretaria del PS - que había dejado temporalmente en suspenso-,aceptó con dignidad la victoria de Hollande y ofreció también ponerse al servicio de su candidatura. Nadie - fuera de la derecha-cuestionó su continuidad en el cargo.

Hollande y Aubry aparecieron anoche juntos y sonrientes ante los militantes. La imagen de unidad era perfecta. El tiempo dirá si era, además, verdadera.
El éxito indiscutible de participación democrática en las primarias abiertas organizadas por el PS ha hecho que este sistema de elección del futuro candidato al Elíseo - inédito en Francia hasta ahora-haya acabando prendiendo entre los ciudadanos franceses, por encima de sus diferencias ideológicas. Un sondeo de TNS Sofres hecho público ayer constata una importante adhesión de los electores a las primarias como concepto - el 57% se manifiesta a favor-y una inclinación creciente a generalizarlo.

Los votantes de la derecha, aunque menos entusiastas - 46% a favor por 41% en contra-,desearían sin embargo de forma claramente mayoritaria - un 56%, por encima incluso de la media de los franceses, del 55%-la celebración de primarias en la UMP cara a las elecciones presidenciales de 2017. Para entonces, Nicolas Sarkozy - en el caso en que fuera reelegido la próxima primavera-,no podría volver a presentarse, tras cumplir dos mandatos consecutivos en el Elíseo, y la derecha estará obligada a buscar un nuevo cabeza de cartel.

Lógicamente, la mayoría de los simpatizantes de la UMP no considera apropiado hacerlo para las elecciones de 2012, dado que el presidente saliente pertenece a sus filas. Aun así un 33% no lo vería mal...

A la dirección de la UMP, este fenómeno la ha cogido totalmente fuera de juego. La plana mayor del partido de Sarkozy, con el secretario general, Jean-François Copé, a la cabeza, ha intentado por todos los medios descalificar las primarias, tanto como método como por su desarrollo, llegando incluso a minimizar el éxito de participación. El presidente francés apeló al mismísimo general De Gaulle para zanjar que la V República prevé dos vueltas para elegir al presidente, no cuatro...

Sin embargo, los barones de la derecha que han discrepado del discurso oficial han sido numerosos y altamente cualificados. Al frente de todos ellos, el primer ministro, François Fillon, que calificó las primarias como un sistema de elección moderno y lo defendió para las presidenciales de 2017. La UMP esperaba que las primarias dividieran al PS, pero les han dividido a ellos mismos.

La pesadilla de Strauss-Kahn

Dominique Strauss-Kahn lleva la etiqueta del escándalo sexual, por decirlo a la manera francesa, pegada a la piel. Y no parece que haya manera humana de desprendérsela. Apenas tres días después de que la fiscalía de París decidiera archivar la denuncia por violación presentada contra él por la periodista y escritora Tristane Banon -en la que, curiosamente, daba por reconocido un delito de agresión sexual, ya prescrito-, un nuevo escándalo sexual salpica al ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI). En este caso, el político socialista aparece como presunto cliente de una red de prostitución de lujo.
El caso estaba ya haciendo mucho ruido en Francia antes de que saliera citado el nombre de Strauss-Kahn. La policía francesa, siguiendo una operacón iniciada por la policía belga al otro lado de la frontera, desencadenó esta semana una vasta operación para desarticular una red de proxenetismo dirigida desde Bélgica que mostraba una intensa actividad en la ciudad francesa de Lille (Nord-Pas de Calais), donde ofrecía prostitutas de alto nivel en hoteles de la ciudad. Tres directivos del hotel de lujo Carlton y un empresario han sido encarcelados preventivamente por su presunta implicación en este asunto y el establecimiento -junto a otros dos hoteles de la ciudad-, ha sido cerrado administrativamente por tres meses. Un conocido abogado de Lille ha sido también procesado.
El rumor de que un político francés podría estar entre los clientes de esta red de prostitución empezó a correr a mediados de esta semana y el viernes una publicación de la prensa rosa, Closer, aventuró que se podría tratar de Strauss-Kahn. La implicación subió de nivel ayer cuando el Journal du Dimanche publicó, citando fuentes de la investigación, que dos prostitutas le habrían señalado como cliente. La policía sospecha que la red belga, dirigida por el francés Dominique Alderweireld, alias Dodo la Saumure, habría enviado a algunas profesionales a Nueva York a finales de 2010 para prestar servicio al entonces director del FMI.
Strauss-Kahn reaccionó ayer rápidamente y pidió que el juez que instruye el caso les tome declaración “lo más rápidamente posible” en calidad de testigo, con el fin -según declaró a la agencia France Presse- de acabar con la “insinuaciones malévolas” y las “extrapolaciones aventuradas”. Ser cliente, en Francia, de una prostituta no constituye delito alguno, salvo si se trata de una menor.
Como no todo han de ser malas noticias para Strauss-Kahn, ayer el abogado de Tristane Banon, David Koubbi, declaró en una entrevista en el canal de televisión M6 que había aconsejado a su cliente renunciar a nuevas acciones judiciales contra el ex ministro socialista. El letrado ve difícil, tras el pronunciamiento de la fiscalía, que un juez pueda adoptar una decisión diferente. A la vista de los escasos elementos reunidos por la investigación, debido en gran medida al tiempo transcurrido -los hechos denunciados datan de febrero de 2003-, la fiscalía consideró imposible acreditar un posible intento de violación, aunque dio por hecho en cambio la existencia de una agresión sexual. Este delito, sin embrago, tiene en Francia un periodo de prescripción de tres años, por lo que ya es totalmente imposible juzgarlo.
Tristane Banon había anunciado previamente que si la fiscalía archivaba el caso, presentaría una nueva demanda constituyéndose en parte civil, lo cual implica la designación automática de un juez de instrucción. Su abogado ha empezado a pensar que quizá no vale la pena y que el pronunciamiento de la fiscalía, en la medida en que la reconoce como víctima de una agresión sexual, puede ser suficiente. “Muy sinceramente, le he indicado -explicó Koubbi- que si ella tiene los medios de encontrar en ello \[el auto de la fiscalía\] el medio de reconstruirse, que reflexione”.

Un falso blandengue

El díscolo y rebelde Arnaud Montebourd, que hoy le apoya, le señaló un día como "el principal defecto de Ségolène Royal" - entonces, todavía su mujer-y tuvo a bien bautizarle con el perverso apodo de Flanby.Por lo blando. Su rival en las primarias socialistas - y enemiga íntima desde hace varias décadas-,Martine Aubry, ha rescatado esta imagen para denigrarle acusándole de encarnar una "izquierda blanda".

François Hollande (Rouen, 12 de agosto de 1954), siempre ha tenido fama de blando. Hombre tranquilo, de natural amable, acusado sentido del humor e inteligente ironía, su larga jefatura al frente del Partido Socialista francés (1997-2008) estuvo caracterizada por su afán de integración y de síntesis. Incluso hasta la caricatura. A años luz del carácter fanfarrón de Nicolas Sarkozy, Hollande pasa por un débil. Los guiñoles de Canal Plus le retratan incluso como un débil mental... Para el veterano periodista Alain Duhamel, en cambio, Hollande simplemente rompe los cánones del político: "Se impone sin pisotear a los otros, sin dar codazos", subraya.

Titulado por la Escuela Nacional de Administración (ENA), seguidor temprano de Jacques Delors - fue presidente de su club Témoin-y consejero de François Mitterrand, sus adversarios subrayan su falta de experiencia de gobierno. Durante casi treinta años compañero sentimental de Ségolène Royal, con quien tiene cuatro hijos en común, se separó en 2007 para formalizar una relación con la periodista Valérie Trierweiler.

La dama de las 35 horas

Muchas cosas podrían unir a Martine Aubry y François Hollande. Desde su formación -ambos son enarcas, la élite de la República- hasta su herencia política. Pero entre la hija de Jacques Delors y quien fuera el presidente del movimiento delorista en el PS la enemistad es rancia. Más que ideológica, hay entre ellos una aversión personal, además de una diferencia abismal de carácter.
Martine Aubry (París, 8 de agosto de 1950) -¡“Yo soy más joven!”, subrayó Hollande de forma inelegante en su cara a cara televisado- es la cara opuesta de su rival. Aubry, que como tantas otras francesas ha mantenido el apellido de su primer marido, con quien tuvo una hija -actualmente está unida al abogado Jean-Louis Brochen-, se presenta como abanderada de una “izquierda fuerte” y hace gala de un carácter enérgico y determinado. Arisca donde Hollande es amable, frontal donde el otro prima las componendas, Aubry tiene fama de intransigente y -de acuerdo con una imagen que alimenta desde hace años la derecha- sectaria.
Mucho tiene que ver con ello la instauración -a paso de marcha y blandiendo el sable- de la semana laboral de 35 horas en 1998. Ministra de Trabajo, y después de Empleo, Martine Aubry ha quedado para la historia como la madre de la reforma más emblemática del Gobierno de Lionel Jospin, cuando en realidad el padre biológico era Dominique Strauss-Kahn.
En 1995, Jacques Delors declinó ser candidato del PS a la presidencia de la República. Diecisiete años después, su hija pretende cerrar la historia familiar.

Espadas en alto

Los socialistas franceses se juegan hoy la posibilidad de derrotar a Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales de la próxima primavera. De quién, y en qué condiciones, gane este domingo la segunda vuelta de las primarias para elegir al candidato al Elíseo dependerán en buena medida sus oportunidades futuras.
Dos veteranos dirigentes del Partido Socialista francés, François Hollande y Martine Aubry, se disputan el honor -y el reto- de intentar hacer posible el cambio en Francia en unas primarias abiertas y, por ende, imprevisibles. Hollande, ganador de la primera vuelta y favorito de los sondeos, tiene todas las de ganar.
El resultado que Hollande obtuvo hace una semana -39% de los votos-, sumado al de los cuatro aspirantes eliminados -Arnaud Montebourg (17%), Ségolène Royal (7%), Manuel Valls (6%) y Jean-Michel Baylet (1%)–, que le han prestado unánimemente su apoyo, le garantiza aritméticamente la elección en la segunda vuelta que se celebra hoy. Pero todo puede pasar. Nada es seguro.
Muchos de quienes votaron a los otros candidatos pueden no sentirse identificados con la decisión pragmática de sus respectivos líderes -Montebourg y Royal han apostado claramente por Hollande por ir en cabeza- y votar de forma diferente. O bien, quedarse en casa... Los socialistas corren hoy el serio riesgo de movilizar a menos ciudadanos que en la primera vuelta -en que acudieron a las urnas 2,6 millones de franceses, según los datos definitivos-, lo que fragilizaría sin duda la posición del ganador.
Mal le deberían ir las cosas a François Hollande, sin embargo, para que Martine Aubry consiguiera dar la vuelta a la situación. La ventaja que el primero sacó a la segunda hace una semana -casi nueve puntos- lógicamente se ha reducido, pero según el último sondeo se situaría aún hoy en seis puntos: 53% a 47%. La sorpresa parece, pues, improbable.
Si la victoria de Martine Aubry parece una quimera, lo que no es descartable en cambio es que los dos candidatos lleguen a la línea de meta casi codo con codo. Y si algo no deja dormir estos días a los socialistas franceses es este posible escenario, que recordaría amargamente el desastroso desenlace del congreso de Reims, en noviembre de 2008, cuando Martine Aubry se alzó con la primera secretaría del PS por una diferencia mínima de 102 votos frente a Ségolène Royal. El proceso electoral estuvo plagado además, en aquel caso, de numerosas irregularidades y Royal acusó a su rival de haber cometido fraude.
Preocupados por aquel antecedente, los socialistas han puesto en práctica esta vez un exigente sistema de garantías y controles -incluida una autoridad de supervisión independiente- para evitar cualquier sospecha de pucherazo, lo que arruinaría definitivamente el efecto de las primarias ante la opinión pública.
Pero aún sin la sombra del trapicheo, un resultado demasiado ajustado sería enormemente perjudicial para el PS. No sólo porque daría armas a la derecha para cuestionar la legitimidad y popularidad del candidato electo -incapaz de movilizar al electorado de izquierdas detrás de su persona ¿cómo iba a ser capaz de hacerlo con el conjunto de los franceses?-, sino porque además puede desatar de nuevo las guerras fratricidas entre socialistas.
No hay que olvidar que si François Hollande gana hoy, lo hará en contra de la jefa de filas del PS y, también, de los principales barones del partido, de Bertrand Delanoë a Laurent Fabius, de Henri Emmanuelli y Benoît Hamon -líderes del ala izquierda- al chamuscado Dominique Strauss-Kahn, víctima de su propia incapacidad para controlar sus desatadas pulsiones sexuales. Es decir, contra todo el aparato.
“Nicolas Sarkozy no puede ganar, pero los socialistas pueden perder”. Un estrecho colaborador del secretario general de la UMP, Jean-François Copé, subrayaba recientemente con estas palabras, alrededor de un café en un bistró cercano a la Asamblea Nacional, la delicada situación en que se encuentra el presidente de la República, con un nivel de popularidad ínfimo que apenas llega al 30%. Pero también la posibilidad cierta de que el PS despilfarre todas sus bazas gastándolas en querellas internas.
El precedente de 2007 es ilustrativo. Segolène Royal, que sin embargo se había hecho con la nominación con un aplastante 63% de los votos -en aquel caso, sólo de los militantes del PS-, no encontró en su partido el apoyo que cabía esperar y sí, en cambio, constantes palos en las ruedas. Los viejos elefantes socialistas no le perdonaron su insolente independencia y el primer secretario de la época, un tal François Hollande -su compañero sentimental en aquel momento, aunque preparando ya el salto a otra vida, y padre de sus cuatro hijos- tampoco se empleó a fondo.
Royal, pese a reunir 17 millones de votos, perdió ante Sarkozy, sin que sea posible saber hoy hasta qué punto la actuación de su partido fue un lastre decisivo. Cinco años después, en cualquier caso, Hollande -despojado de todo cargo interno y enfundado en la piel del outsider- se enfrenta a los mismos peligros que su ex,
A los mismos peligros, sí, pero no con el mismo viento a favor. Hoy no se perciben en Francia las ganas, el entusiasmo, la esperanza que embargaba hace cinco años tanto a los seguidores de Royal como de Sarkozy. Hoy la decepción y la inquietud son los sentimientos dominantes. Y si de algo se ha beneficiado Hollande es del deseo de los franceses, en estos tiempos de crisis, de tener a un presidente serio, prudente y sobrio, alejado de la impetuosidad y la arrogancia de la que a menudo hace gala Sarkozy. Hollande no desata pasiones, pero transmite seguridad y confianza.
Dominique Strauss-Kahn, ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI) y ex ministro de Economía, reunía estas mismas características pero de forma superlativa. Y antes de que tirara por la borda toda su carrera política por ocho minutos de sexo -consentido o no- era el preferido (coqueluche) de los franceses. Con él, la derrota de Sarkozy en las presidenciales del 2012 parecía cosa asegurada. Sus herederos, aún partiendo también con ventaja -según todos los sondeos-, no distancian tanto al jefe del Estado. Y Sarkozy es mucho Sarkozy. Sobre todo en campaña.
Sin la defección de Strauss-Kahn -forzada por su detención en Nueva York acusado de violaciñon-, las cosas serían hoy muy diferentes para el Partido Socialista. Y las elecciones primarias, que casi todo el mundo celebra como un gran avance democrático, habrían quedado privadas de su sustancia, convertidas poco menos que en un plebiscito.
En cualquiera de los casos, no deja de ser una llamativa paradoja que este ejercicio -un medio de fomentar la participación democrática y la renovación política- haya desembocado en una final disputada por la primera secretaria en funciones del partido y su antecesor en el cargo, que ocupó durante once años. Es decir, dos genuinos aparatchik.

El G-20 y los grandes bancos

El grupo G-20, que reúne a las principales economías desarrolladas y emergentes del mundo, se propone atar corto a los grandes bancos mundiales para limitar los riesgos de una crisis sistémica como la provocada por la quiebra en 2008 de Lehman Brothers. Los ministros de Economía y gobernadores de los bancos centrales de los veinte -entre los que se encuentra España- ultimaron ayer en París un dispositivo especial al respecto, que deberá ser aprobado por la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno prevista en Cannes el 3 y 4 de noviembre.
El comunicado conjunto hecho público al término de la reunión no precisa los establecimientos bancarios afectados ni detalla las medidas concretas, entre las que se incluirán una “supervisión reforzada” de estos grandes bancos, la definición de regímenes de resolución, la creación de un mecanismo de cooperación transfronteriza y el establecimiento de planes de salvamento y “exigencias suplementarias de absorción de pérdidas”.
Fuentes del G-20 citadas por la agencia Reuters explicaron que el plan propondrá un aumento obligatorio, a partir del año 2016, de entre el 1% y el 2,5% del capital de estos grandes bancos, con el fin de asegurar que puedan soportar las turbulencias del mercado y evitar futuros rescates. Este “recargo” se añadiría al colchón de capital propio mínimo del 7% que se aplicará a todos los bancos a partir de 2013 según los acuerdos de Basilea III. La lista de los bancos afectados -de “importancia sistémica”, conocidos por las siglas G-SIFI-no será aprobada y hecha pública hasta la cumbre de Cannes, pero podría contar con entre 28 y 50.
“Reafirmamos nuestro compromiso de hacer todo lo necesario para preservar la estabilidad de los sistemas bancarios y de los mercados financieros. Nos aseguraremos de que los bancos disponen de un nivel de fondos propios adecuado y tienen acceso suficiente a la financiación para afrontar los riesgos actuales”, sostiene el comunicado final.
Los ministros y gobernadores del G-20 reafirmaron el papel esencial de los bancos centrales para asegurar la liquidez de los bancos, pero no se pusieron de acuerdo sobre la necesidad de aumentar los recursos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Algunos países emergentes, como Sudáfrica, habían propuesto prácticamente doblarlos -inyectando 350.000 millones de dólares adicionales a los 380.000 millones que constituye hoy su dotación-, para poder afrontar un agravamiento de las tensiones en la zona euro. Pero los países desarrollados, como Estados Unidos y Alemania, consideran que los recursos actuales son suficientes.
“Los miembros del G-20 tienen un gran interés en apoyar a Europa, y vamos a continuar haciéndolo a través del FMI. Pero el fondo cuenta ya con un sustancial arsenal de recursos financieros”, subrayó al respecto el secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner. La reunión de ayer se saldó con el compromiso mínimo de aumentat los recursos del FMI en el momento en que se considere necesario.
En materia de regulación financiera, la cumbre de Cannes deberá aprobar también un reforzamiento de la regulación del sistema bancario paralelo -shadow banking-, de la protección de los consumidores frente a prácticas abusivas -sobre todo en materia de préstamos hipotecarios- y de los mercados de materias primas, desde el petróleo a los alimentos, con el fin de combatir la volatilidad de los precios. En este terreno, sin embargo, no parece que vaya a llegarse tan lejos como pretendía la presidencia francesa, ante la resistencia norteamericana.
El establecimiento de una tasa sobre las transacciones financieras internacionales -sobre la que está trabajando la Unión Europea- también choca con el rechazo de Estados Unidos.
Junto a la regulación financiera -uno de los asuntos capitales de la agenda del G-20-, la cumbre de Cannes abordará, como gran prioridad, la situación económica actual y el riesgo de una nueva recesión. Para evitarlo, las principales economías mundiales se han puesto de acuerdo para aprobar un plan de acción coordinado con el fin de tratar de relanzar el crecimiento económico. El esfuerzo recaerá, lógicamente, en aquellos países que tienen margen presupuestario para hacerlo -a los emergentes que disponen de excedentes corrientes se les anima particularmente a estimular su demanda interior-, mientras que los países en dificultades deberán poner el acento en el reequilibrio de sus finanzas públicas y en aumentar el ahorro nacional. El plan, por tanto, establecerá un marco global al que cada país deberá adaptarse en función de su situación.

Los europeos intentan tranquilizar

Los ministros europeos han intentado tranquilizar este fin de semana al resto de los miembros del G-20 presentándoles las grandes líneas del plan que debe aprobar el Consejo Europeo del 23 de octubre en Bruselas con el objetivo de poner fin a la crisis de la deuda soberana en la zona euro. La solución definitiva del caso de Grecia, la recapitalización de los bancos europeos - con el fin de que puedan absorber un impago de la deuda griega superior al 21% previsto en el acuerdo del 21 de julio-y el reforzamiento del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y del gobierno de la zona euro constituyen los ejes esenciales. Sus interlocutores acogieron con satisfacción la iniciativa europea - "Hemos escuchado cosas alentadoras", comentó el secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner-,pero mantienen la guardia alerta. "Esperamos nuevos trabajos para maximizar el impacto del FEEF a fin de evitar el contagio y esperamos los resultados del Consejo Europeo del 23 de octubre", subrayan en el comunicado, en el que dicen esperar una "respuesta enérgica".

viernes, 14 de octubre de 2011

Agresión sexual, reconocida y archivada

La fiscalía de París no perseguirá a Dominique Strauss-Kahn por intento de violación. Pero ha dejado sobre su imagen una mancha indeleble, al señalarle como un agresor sexual. Al igual que hizo la fiscalía de Nueva York el pasado mes de agosto en el caso Nafissatou Diallo, el ministerio público francés decidó ayer a su vez archivar la denuncia presentada contra el ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI) por la escritora y periodista Tristan Banon. Pero no por falta de motivos, sino por prescripción legal.

Los hechos denunciados por Banon se remontan a febrero de 2003 y ha sido finalmente el largo tiempo transcurrido desde entonces –más de ocho años- el que ha hecho decaer la acusación. La fiscalía considera que no han podido reunirse “elementos de prueba suficientes” para perseguir a Strauss-Kahn por intento de violación –delito que tiene un periodo de prescripción de diez años y que, en consecuencia, podría todavía ser juzgado-. En cambio, da por “reconocidos” hechos que “podrían ser calificados de agresión sexual”. Este segundo delito, sin embargo, prescribe en Francia a los tres años, por lo que ya no puede ser perseguido. El caso, en consecuencia, queda archivado.

La decisión de la fiscalía no presupone, en contra de lo que pueda parecer, el entierro definitivo del caso. La ley permite ahora a Tristane Banon presentar una nueva demanda constituyéndose en parte civil, lo que supone automáticamente la designación de un juez instructor encargado de investigar de nuevo el caso. La escritora, que justo ayer sacó a la venta un libro-testimonio sobre su experiencia –“El baile de los hipócritas”, en el que no revela nada nuevo-  ya anunció en una comparecencia televisiva de finales de septiembre su intención de seguir esta vía.

Banon acusa a Strauss-Kahn de haber aprovechado una entrevista profesional para citarla en un apartamento de París, donde intentó abusar de ella. “Estoy segura de que me habría violado si no logro escapar”, explicó en su aparición televisiva. Strauss-Kahn, que al principio aseguró que los hechos denunciados eran “imaginarios” acabó admitiendo ante la policía que había intentado besarla.

El abogado de Banon, Davd Koubbi, aseguró que su defendida y él mismo estaban “extremadamente decepcionados” por la decisión de la fiscalía, aunque en seguida admitió que “en el fondo, es totalmente satisfactoria”. “Se había pretendido que todo eran hechos imaginarios. Pues bien, la decisión de la fiscalía reconoce de forma muy clara que Dominique Strauss-Kahn es un agresor sexual. Si la denuncia se hubiera presentado en 2005, hubiera sido juzgado”, añadió. En una línea parecida, Olivia Cattan, presidenta de la asociación feminista Paroles de Femmes –que ha apoyado a Banon en su iniciativa-, calificó la decisión de una “semi-victoria”. “Tristane Banon ha sido reconocida como víctima, pero el delito queda impune”, se lamentó no obstante.

La abogada de Dominique Strauss-Kahn, Frédérique Baulieu, se apresuró por su pate a celebrar la decisión de la fiscalía, que consideró equivalente a una “rehabilitación”, percepción que rápidamente fue repetida en eco por los amigos del político socialista. “La agresión sexual no ha sido probada”, subrayó la letrada. Evidentemente, a falta de juicio, el delito no ha podido ser legalmente probado, ni tampoco lo contrario.

Strauss-Kahn va camino de encontrarse en el caso Banon en la misma situación que en el caso de Nafissatou Diallo, la mujer de la limpieza del hotel Sofitel de Nueva York que el pasado 14 de mayo le acusó de violación. Retirados los cargos en su contra en un caso, archivada la causa en el otro, las acciones judiciales están sin embargo lejos de haber acabado. Así, en Estados Unidos sigue abierto el procedimiento por la vía civil. Por otro lado, si desde el punto de vista de la justicia el político socialista ha sido penalmente exculpado, la sospecha sobre su comportamiento persiste. Porque ni en un caso ni en el otro su inocencia ha quedado inequívocamente establecida.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Indignados, pero menos

¿Dónde están los indignados franceses? La pregunta hace meses que se la hacen los observadores internacionales ante el escaso pulso que, en comparación con lo que ha sucedido en otros países –desde Grecia a España, o Estados Unidos-, muestra frente a la crisis la patria mundial de la Revolución. Sea por la moderación de los recortes decididos por Nicolas Sarkozy –lejos de los adoptados por otros gobiernos europeos-, sea por el sentimiento de impotencia que inoculó la derrota sindical del año pasado contra la reforma de las pensiones, lo cierto es que los ciudadanos franceses se muestran extrañamente pasivos.
La jornada de protesta nacional convocada para ayer por la mayoría de los sindicatos franceses en contra del plan de austeridad del Gobierno fue, en este sentido, una demostración de la desmovilización que existe. Apenas unas cuantas decenas de miles de franceses -270.000, según el cálculo más generoso, de la CGT-, diseminados en cerca de 200 manifestaciones en todo el país, salieron a la calle para expresar su indignación. El líder de la CFDT, François Chérèque, se sintió obligado a definir la jornada de “simbólica”, a modo de advertencia contra nuevos recortes.

Los paros en el sector público, organizados fundamentalmente para permitir la afluencia de los trabajadores a las manifestaciones, tuvieron una incidencia muy desigual, pero en ningún caso causaron perturbaciones importantes. El mayor seguimiento, de un 20% según datos de la compañía ferroviaria, se produjo en la SNCF, lo que obligó a anular trenes. Pese a ello, ayer circularon más de la mitad de los TGV y casi la mitad de los cercanías de la región de París (Transilien). No fue el caso del tren-hotel Talgo Madrid-París, que tuvo que detenerse en Irún y sus pasajeros, seguir por carretera. El metro, el tranvía y los autobuses de la capital funcionaron con plena normalidad.

Algunos expertos, como el presidente del Instituto Superior del Trabajo, Bernard Vivier, próximo a la patronal, atribuían ayer el fracaso de la movilización sindical a la proximidad de las elecciones presidenciales de 2012. “Los descontentos con la política de Nicolas Sarkozy esperan a abril y mayo del año que viene para expresarse en las urnas”, declaró a Le Figaro.

El descontento, efectivamente, existe y a tenor de los sondeos está ampliamente instalado en la sociedad francesa. Se trata, sin embargo, de una irritación añeja, que no viene de ahora. El plan de austeridad del Gobierno en sí no ha provocado una gran contestación social, más allá de los sectores económicos más afectados. Más que por recortes del gasto –centrados en la supresión en 2012 de 30.000 empleos públicos, a base de reemplazar sólo a la mitad de los funcionarios que se jubilen-, el Ejecutivo ha apostado por aumentar la presión fiscal: creando un impuesto extraordinario del 3% sobre las rentas superiores a 500.000 euros anuales y aumentando los impuestos sobre el tabaco, el alcohol, las sodas azucaradas y las mutuas de salud. Es en este último capítulo donde los franceses de a pie van a sufrir más en su bolsillo.