Abucheos, silbidos, lanzamiento de octavillas y de algunos huevos, recibieron ayer en el casco antiguo de Bayona, en el País Vasco francés, a Nicolas Sarkozy, que se había desplazado a la población en tanto que candidato a la reelección como presidente de la República. La presión de varios cientos de manifestantes, entre los que se encontraban independentistas vascos y militantes socialistas, impidió al presidente francés cumplir el programa de su visita y obligó a intervenir a las fuerzas antidisturbios –las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS)– para contener y alejar a los alborotadores.
El incidente no tuvo consecuencias graves. No hubo enfrentamientos, sólo empujones y zarandeos. Ningún herido tampoco. Pero Sarkozy no dudó en cargar con gran virulencia contra su principal adversario, el candidato socialista al Elíseo, François Hollande, a quien acusó poco menos que de haber orquestado la protesta y de amparar a los violentos. “Lamento que militantes socialistas, del señor Hollande, se hayan asociado a independentistas vascos en una manifestación de violencia para aterrorizar a la gente que quería encontrarme y hablar conmigo. Es un comportamiento indigno de un partido político”, declaró conteniendo mal su irritación.
Los pitos y los gritos de “¡Sarkozy kanpora!” (“fuera”, en vasco) y “¡Sarkozy, amigo de los ricos!” consiguieron tapar los de los partidarios del presidente, que pronto se vio imposibilitado de avanzar por las estrechas callejas del casco antiguo y tuvo que acortar su visita. Tras entrar en dos comercios, Sarkozy se apresuró a ganar el Bar du Temple, donde tenía previsto un encuentro con representantes se sectores profesionales de la población, mientras algunos huevos se estrellaban contra sus vitrinas.
Los manifestantes más activos eran independentistas vascos, que lanzaron octavillas de la plataforma Batera, que reivindica la constitución del País Vasco francés en una única entidad territorial. Había también algunas decenas de militantes socialistas, que blandían opúsculos con la imagen de Hollande. Los CRS tuvieron que intervenir para alejar a la multitud y permitir, una hora después, la salida del presidente.
“Aquí estamos en Francia, en el territorio de la República francesa, y el presidente de la República puede ir por todo el territorio”, afirmó Sarkozy, quien denunció “la violencia de una minoría y su comportamiento inadmisible”. “Hollande ha anunciado una depuración –dijo el presidente refiriéndose a unas afirmaciones del candidato socialista sobre el futuro relevo de los altos funcionarios comprometidos en el sistema Sarkozy–, forzosamente eso calienta los ánimos de la gente de la base”. Horas después, en Bruselas, adonde viajó para participar en el Consejo Europeo, Sarkozy insistió en retar al candidato socialista, de quien dijo que saldría “engrandecido” de condenar los incidentes de Bayona.
François Hollande, durante un mitin celebrado en Lyon, recogió el guante y condenó lo sucedido, aunque sin entrar directamente al trapo que le tendía su rival con sus acusaciones. “No seáis los militantes de la vindicta o de la venganza”, llamó Hollande a sus partidarios, a quienes instó a “jamás ceder a la polémica inútil, a la violencia verbal y todavía menos a la violencia física”.
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