Mohamed Merah, el terrorista de Toulouse, estaba solo cuando perpetró los tres atentados que costaron la vida a siete personas en la capital del Midi y sus alrededores los días 11, 15 y 19 de marzo. Mohamed Merah, muerto por las fuerzas especiales el pasado jueves, fue el único en apretar el gatillo. Pero los datos que poco a poco va sacando a la luz la investigación policial desmienten o matizan la hipótesis de que el joven yihadista tolosano fuera un “lobo solitario”, una idea que él mismo se esforzó en trasladar a los agentes de la policía que dialogaron con él durante el asedio a su domicilio, muy probablemente para proteger a sus cómplices.
El hermano de Mohamed Merah, Abdelkader, de 29 años, parece haber tenido un papel esencial. Presentado ayer ante cuatro jueces antiterroristas, fue imputado formalmente por complicidad en asesinato, asociación de malhechores con fines terroristas y robo, y enviado a prisión. Previamente, el fiscal había considerado que “indicios graves o concordantes” hacían “verosímil” su participación como cómplice en los crímenes de Toulose y Montauban. Su esposa, Yamina Mesbah, al igual que sucedió con su madre, Zoulika Aziri, fue en cambio puesta en libertad sin cargos.
Los investigadores han descubierto que el teléfono móvil de Abdelkader Merah fue detectado en las proximidades de la escuela judía Ozar Hatorah, de Toulouse, la misma mañana en que su hermano cometió la matanza que costó la vida a cuatro personas –un adulto y tres niños de corta edad–, el lunes 19, y que la víspera ambos hermanos compartieron cena durante tres horas. Abdelkader Merah habría colaborado asimismo en el robo de la moto scooter Yamaha T-Max que su hermano pequeño utilizó para perpetrar sus atentados.
Según el testimonio de un compañero de celda de Mohamed Merah cuando éste estuvo en prisión en 2009 por un delito común, entrevistado por el Journal du Dimanche, el hermano mayor, Abdelkader, tuvo un papel esencial en la radicalización islamista del terrorista de Toulouse, a quien suministró una alfombra para rezar, una chilaba y un CD con cantos islámicos y llamadas a la Yihad. Fue también a su hermano Abdelkader a quien Mohamed Merah visitó en El Cairo en 2010 camino de Afganistán, el primero de sus viajes a la zona.
Durante sus largas conversaciones con los agentes que intentaban negociar su rendición –en las que llegó a expresar haber sentido un “placer infinito” al cometer sus asesinatos–, Mohamed Merah aseguró haber recibido entrenamiento de una sola persona durante su viaje a la región pakistaní de Waziristán, fronteriza con Afganistán, en 2011. Pero habló de “hermanos” –en plural– cuando contó que le habían sugerido cometer un atentado en París –posibilidad que rechazó, porque queria empezar en su ciudad, Toulouse– y que le facilitaron recursos con los que –junto a dinero procedente de robos– al quiló un par de coches y adquirió su arsenal: una ametralladora Sten, un revólver Python, una escopeta, una pistola-ametralladora Uzi y tres pistolas automáticas Colt 45, calibre 11,43 mm ., valoradas en 20.000 euros. A sus “hermanos” de combate dijo haber confiado también las grabaciones de sus asesinatos para que las difundieran por internet
Le Pen y el “fascismo verde”
Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional (FN), está decidida a utilizar a fondo la tragedia de Toulouse para reforzar su discurso anti-islamista y tratar de erosionar electoralmente a Sarkozy. En un mitin celebrado ayer en Bouguenais (Loira-Atlántico), la líder de la extrema derecha francesa presentó los atentados cometidos por el terrorista tolosano Mohamed Merah como el “inicio” de lo que denominó el “fascismo verde”, el “fascismo islamista”. Le Pen responsabilizó del aumento del extremismo religioso islámico al “buenismo” de la izquierda y al “laxismo” de la derecha. Vinculando terrorismo e inmigración, y obviando el dato de que Merah era nacido en Francia, la líder del FN se preguntó “cuántos Mohamed Merah hay en los aviones y barcos que llegan a Francia con inmigrantes”.
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