Carine Roitfeld, la carismática ex redactora jefa de la edición francesa de Vogue –hoy reconvertida en consultora de moda–, cruzó la línea roja en diciembre de 2010. En el número conmemorativo del 90º aniversario de la revista, la reina del porno-chic obsequió a sus lectores con su última provocación: la publicación de una serie de fotos de niñas de seis años ultramaquilladas y vestidas como cortesanas, para escándalo de la opinión pública norteamericana –no tanto la francesa, ésta es la verdad– y de algunos grandes anunciantes del magazine. Su atrevimiento le costó el cargo un mes después. Y suscitó en la ministra francesa de Solidaridad y Cohesión Social, Roselyne Bachelot, la decisión de encargar un informe oficial sobre la “hipersexualización” de las niñas. Elaborado por la senadora de la UMP Chantal Jouanno, tras consultar a numerosos especialistas, el informe fue entregado finalmente esta semana.
La medida más llamativa que propone el informe –aunque no la única– es prohibir la celebración de concursos de belleza para niñas por debajo de 16 o de 18 años. Esto es, concursos de mini-miss, un fenómeno muy extendido en Estados Unidos que también se produce en Francia, aunque de forma todavía muy incipiente y minoritaria. Los organizadores de este tipo de eventos alegan que ellos mismos se autoimponen reglas estrictas: una edad mínima, prohibición del maquillaje y de vestimentas inapropiadas, exclusión de los desfiles en bañador... Pero basta ver las grabaciones de algunos de estos concursos para comprobar que no ponen mucho empeño en cumplirlas.
El informe considera que la legislación francesa en materia de protección de la infancia y de la dignidad de la persona ya bastaría para combatir este nuevo fenómeno. Pero aún y así entiende preferible reforzar la norma con la prohibición explícita de las mini-misses y, también, de la utilización de niñas menores de 16 años como imagen de una marca comercial.
A otro nivel, la senadora Jouanno propone el establecimiento de reglamentos comunes en las escuelas donde se fije qué es adecuado y qué no lo es en materia vestimentaria –los strings, por ejemplo–, y sugiere incluso la recuperación del uniforme en la escuela primaria. Aunque en este caso se trata de una medida menos dirigida a combatir la hipersexualización que a poner coto al problema de la tiranía de las marcas.
El informe, siguiendo el ejemplo británico, propone asimismo la elaboración de diferentes Cartas, una dirigida a los medios de comunicación y otra a los actores económicos, en las que se estipulen los compromisos y se fijen los límites en materia de utilización de la imagen comercial de los niños. El Gobierno, que está en su recta final, no se comprometió a adoptar de momento ninguna de estas propuestas. Habrá que esperar a después de las elecciones presidenciales y legislativas.
Jouanno considera que la hipersexualización de los niños –aunque más propiamente debería hablarse de las niñas– se enmarca en una hipersexualización general de la sociedad, visible en la moda, la publicidad, los vídoclips, los programa de televisión... “Hay una potencia colosal del márketing para romper la barrera de la edad e incitar \[a niños de corta edad\] a adoptar comportamientos adolescentes”.
Esta deriva tiene, a juicio del informe, consecuencias directas a nivel personal individual, causando daños psicológicos irreversibles: problemas de este tipo han sido detectados en el 80% en niños y niñas a causa de la “intrusión precoz” de la sexualidad. Además, promueve conductas de riesgo, como la anorexia mental prepúber (37% de las niñas de 11 años siguen un régimen), y consolida la “banalización de la pornografía” como medio de acceso a la sexualidad en el caso de los chicos. Lo que, prosigue Jouanno, refuerza el principio de dominación masculina y puede inducir a comportamientos sexuales violentos y legitimar el acoso.
En opinión de la senadora de la UMP , esta hipersexualizacion precoz tiene también efectos nocivos a nivel colectivo, en la medida en que contribuye al “debilitamiento de los principios de dignidad de la persona y de igualdad entre los sexos”.
El modelo británico
Las propuestas contenidas en el informe francés se inspiran en gran medida –salvo en lo que se refiere a la prohibición de los concursos de belleza– en la experiencia británica. En el Reino Unido los menores de 16 años no pueden ser la imagen de una marca. Y una carta de buenas prácticas –firmada con el Gobierno por el consorcio de empresas que representa el 80% del mercado del vestido– establece cuáles son los límites que no deben ser traspasados en materia vestimentaria en función de la edad. Así, por ejemplo, la ropa interior de las niñas no debe recordar la de las mujeres adultas y los tacones no pueden sobrepasar 2,5 centímetros de altura.
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