lunes, 23 de abril de 2012

Ventaja para Hollande

Toda la ventaja es para François Hollande. El candidato socialista al Elíseo confirmó anoche su condición de favorito en las elecciones presidenciales francesas al resultar vencedor de la primera vuelta con un 28,6% de los votos, un punto y medio por delante del presidente saliente, Nicolas Sarkozy, a quien –con un respaldo del 27,2%- la reelección se le ha puesto prácticamente imposible. Nunca antes, en toda la historia de la V República, un presidente en ejercicio había quedado en segundo lugar en la primera vuelta, lo que da la medida de la profunda impopularidad del jefe del Estado y el alto grado de descontento de la sociedad francesa. Ambos, Hollande y Sarkozy, se enfrentarán de nuevo en las urnas, esta vez cara a cara, dentro de quince días. Será la definitiva.

El candidato socialista mejoró el resultado obtenido por Ségolène Royal en 2007 (25,9%), mientras que Sarkozy retrocedió considerablamente respecto al resultado de hace cinco años (31,2%). Quedar segundo no implica forzosamente perder la segunda vuelta –Valéry Giscard d’Estaing remontó en 1974 y François Mitterrand en 1981–, pero a la vista de la correlación de fuerzas al presidente francés le costará mucho obtener nuevos apoyos.

En contra de lo que se temía, el malestar social no abonó finalmente la deserción de las urnas. La participación, situada en el 80,3%, aunque menor que la de las elecciones de 2007, fue notable y la abstención, del 19,7%, quedó lejos del récord marcado en 2002 (en que alcanzó el 28,4%). Habitualmente, la participación tiende más bien a subir en la segunda vuelta, lo que garantiza una legitimidad reforzada para el futuro presidente francés.

El disgusto y la irritación de los franceses, en cambio, espolearon al Frente Nacional (FN), cuya candidata, Marine Le Pen, aunque no consiguió colarse en la segunda vuelta, superó claramente el resultado logrado por su padre hace una década y con el 17,9% de los votos consiguió inscribir el mayor éxito electoral de la ultraderecha francesa en unas elecciones presidenciales. “Una nueva derecha acaba de nacer”, subrayó el célebre abogado penalista Gilbert Collard, uno de los fichajes de Marine Le Pen en su proceso de normalización del FN. El ascenso de la extrema derecha es un dato que trasciende estos comicios y que puede tener importantes consecuencias en las elecciones legislativas de junio.

La disputa por el tercer puesto quedó, pues, zanjada. El Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon, que en algun momento pareció tenerlo al alcance de la mano, se quedó con el cuarto puesto pero, con algo más del 11,1%, de los votos, obtuvo un gran resultado que confirma la recuperación de la izquierda radical. En 2007, el histórico Partido Comunista –hoy diluido en la coalición de Mélenchon– había caído al 1,9%.

El mayor fracaso, no por esperado menos doloroso, fue el de François Bayrou. El candidato del centrista Movimiento Demócrata (MoDem), que en 2007 se erigió en el “tercer hombre” de la política francesa, se hundió ayer por debajo del listón del 10% y con el 9,1% de los votos, ve ale-jarse su sueño de federar un gran partido de centro, con los moderados de izquierda y de derecha.

Triste noche también para Eva Joly. Confirmando los peores pronósticos, la candidata de Europa Ecología-Los Verdes se quedó con un escuálido y humillante 2,3% de los votos, que puede empujar a los socialistas a revisar –a la baja– el generoso pacto suscrito entre ambas fuerzas cara a las legislativas. El resto de candidatos, como era de prever, tuvo un apoyo meramente testimonial: así los candidatos de la extrema izquierda, Philippe Poutou, del Nuevo Partido Anticapitalista (1,1%), y Nathalie Artaud, de Lucha Obrera (0,5%), como el soberanista Nicolas Dupont-Aignan, de Débout la République (1,8%) y el autodeclarado gaullista de izquierda Jacques Cheminade, de Solidaridad y Progreso (0,2%)

Todos los candidatos de la izquierda, de Mélenchon a Joly, pasando por Poutou y Artaud, llamaron anoche mismo a sus partidarios a movilizarse en la segunda vuelta en apoyo de la candidatura de Hollande o, dicho de otro modo, contra la de Sarkozy. Lo que viene a ser exactamente lo mismo. Si pudiera hacerse una traducción automática, ello garantizaría de entrada al candidato socialista alrededor del 43% de los votos. Sarkozy lo tiene más difícil. Bayrou anunció que emitiría una opinión tras escuchar las respuestas de los dos candidatos a las preguntas que les planteará en los próximos días, pero sus votantes están muy divididos.

Le Pen esperará a la concentración ultraderechista del 1 de Mayo para exponer su punto de vista. Pero si sigue la vía de su padre hace cinco años evitará dar su apoyo al presidente saliente. Algo así entraría además en contradicción con su objetivo declarado de morder en la base electoral de la UMP, a la que sitúa en el mismo plano que el PS.

“La batalla de Francia no ha hecho más que empezar, nada será nunca más como antes”, clamó ante sus enfervorizados seguidores una Marine Le Pen que ha logrado superar –y, de paso, quitarse de encima– la alargada sombra de su padre. “Millones de franceses han entrado hoy en resistencia –proclamó– ¡Continuaremos el combate!”.

Las consecuencias del cambio político que empieza a perfilarse en Francia, y que deberá confirmarse eventualmente el próximo 6 de mayo –fecha de la segunda vuelta–, van sin embargo más allá de las fronteras francesas. En una Europa fuertemente sacudidad por la crisis de la zona euro, con un grupo de países en crecientes dificultades para cumplir sus compromisos en materia de déficit –España, Italia, Holanda–, la victoria de Hollande, que cuestiona abiertamente la receta de austeridad impuesta por la canciller alemana, Angela Merkel, asociada a Sarkozy, puede constituir un revulsivo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario