lunes, 16 de abril de 2012

Doble demostración de fuerza

Había que enseñar músculo. Y Nicolas Sarkozy y François Hollande pusieron todo el empeño en mostrarlo. A una semana de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, el 22 de abril, los dos principales favoritos a ocupar durante los próximos cinco años el palacio del Elíseo libraron ayer un duelo a distancia en París, al organizar simultáneamente dos multitudinarios mítines en dos lugares simbólicos de la capital: la plaza de la Concordia, en el caso del presidente francés y candidato a la reelección, y el castillo de Vincennes, en el caso del presidenciable socialista. Empate previsible, la UMP y el PS reivindicaron haber reunido a 100.000 seguidores.

Más allá de la batalla de cifras, lo cierto es que tanto Sarkozy como Hollande consiguieron movilizar a decenas de miles de militantes y seguidores en los dos mítines, celebrados al aire libre desafiando un tiempo inclemente, y lograron realizar la demostración de fuerza que buscaban. Pero detrás del aparente equilibrio de fuerzas, los sondeos de intención de voto siguen vaticinando una aplastante victoria de François Hollande –por hasta diez o doce puntos de ventaja– en la segunda vuelta, el 6 de mayo.

Para poder confiar en un milagro, Nicolas Sarkozy necesita recortar sustancialmente esta distancia y para ello es crucial que salga con una clara ventaja en la primera vuelta. Algo que a la vista de las últimas encuestas –donde retrocede– parece dificil,

El presidente francés puso ayer toda la carne en el asador para intentar movilizar a la “mayoría silenciosa”, a esa Francia “que no se queja, que no grita, que no rompe nada”, en la que confía para salvar su reelección. Y para intentar recuperar a los votantes que, llevados por un afán protestatario –“Entiendo su cólera, su sentimiento de injusticia”, dijo–, están tentados de votar al Frente Nacional. “Ninguna solución vendrá de los extremos”, advirtió.

“¡Coged el destino entre vuestras manos! ¡Levantaos, tomad la palabra! ¡No tengáis miedo! ¡Ellos no ganarán si vosotros decidís ganar!”, clamó Sarkozy en el vibrante cierre de un discurso de 35 minutos pronunciado a paso de carga, preñado de referencias históricas y guiños nacionalistas.

Siguiendo la línea de este último tramo de campaña, Sarkozy dramatizó la situación económica –aunque sin aludir esta vez a España– para mejor subrayar sus propias capacidades frente a la crisis y desacreditar la “facilidad, la renuncia y la flojedad” que según él caracterizan a su rival y que conducirían a Francia al desastre. “Estamos ante una elección histórica, Francia no tiene derecho al error”, dijo al presidente francés, quien advirtió que está en juego la “supervivencia de la civilización francesa”.

Sarkozy reiteró sus críticas a Europa, tanto en lo referente a su desarme comercial frente a la competencia exterior como en lo que respecta al control de las fronteras comunes, y renovó su amenaza de suspender la aplicación del tratado de Schengen de libre circulación. “Estoy dispuesto a ir hasta el final”, aseguró. El presidente francés aprovechó aquí para poner sobre la mesa un tema que hasta ahora había dejado conscientemente al margen: la necesidad de ampliar las funciones del Banco Central Europeo (BCE), una idea que no es nueva en él pero que había dejado en sordina a causa de la oposición feroz de la canciller alemana, Angela Merkel, y del Bundesbank. Ayer Sarkozy reivindicó la necesidad de que el BCE se implique en una estrategia para relanzar el crecimiento económico y prometió “poner la misma energía” en este objetivo que la que puso para la salvación del euro.

Para François Hollande, que empezó a hablar pocos minutos después de Sarkozy, la principal preocupación a una semana de la primera vuelta es que la confianza en la victoria desmovilice a su electorado o desvíe una parte del voto hacia la candidatura de Jean-Luc Mélenchon, el radical tribuno del Frente de Izquierda.

“Hemos de vencer el fatalismo y la resignación que conducen a la abstención (...) Hay que rechazar la anestesiante euforia de que lo tenemos ganado”, alertó, mientras recordaba el drama de 2002, cuando al dispersión del voto de izquierda dejó al entonces primer ministro socialista Lionel Jospin fuera de la segunda vuelta en beneficio del candidato del FN, Jean-Marie Le Pen. “Una victoria no se proclama, una victoria se merece, se conquista”, afirmó el candidato socialista quien pidió a los votantes de izquierda, a quienes quieren un cambio de política y de presidente, que le den “desde la primera vuelta todos los medios para ganar”.

Hollande, que habló durante casi una hora, reprochó a Nicolas Sarkozy que amenace con un “enloquecimiento de los mercados” en caso de una victoria socialista. “Por el momento, los mercados están tranquilos y él es el único que pierde la cabeza”, dijo al respecto. Y criticó este recurso a atizar el miedo. “Apelar al miedo es ya batirse en retirada”, señaló, a la vez que pedía una “sanción” electoral contra el presidente. “Yo seré el presidente de una Francia más fuerte que los mercados, más poderosa que las finanzas. No me someteré”, prometió.

El candidato socialista se presentó como heredero de François Mitterrand, único presidete socialista bajo la V República, de cuya victoria se cumplen ahora treinta y un años, y la encarnación de “un nuevo sueño”.
Hollande, que reiteró su determinación de renegociar el tratado europeo de disciplina presupuestaria –que quiere complementar con un pacto por el crecimiento económico–, subrayó que las elecciones presidenciales francesas tendrán un efecto trascendental sobre el connunto de la Unión Europea. “Lo que va a decidirse ahora va a condicionar durante mucho tiempo el futuro de Europa”, afirmó. 


Adelantamiento en televisión

El discurso de Sarkozy estaba previsto a las 16 horas, mientras que Hollande debía empezar a hablar a las 15.30h. A la hora de la verdad, mientras el candidato socialista se entretenía –empezó con un cuarto de hora de retraso–, el presidente francés se adelantó y entró en directo por las televisiones a las 15.29h.






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