martes, 17 de abril de 2012

El centro puede esperar

Con una fe inquebrantable en sí mismo –más aún que en el destino–, François Bayrou, a punto de cumplir 61 años, lleva una década atravesando penosamente el desierto predicando el advenimiento del centro político en Francia. Pero casi nadie le escucha. Lo que en 2007 pareció el final de la travesía no fue, sin embargo, más que un espejismo. Y hoy, el presidente del Movimiento Demócrata (MoDem) y candidato centrista al Elíseo, que hace cinco años se aupó a la condición de “tercer hombre” de las elecciones presidenciales, va camino de quedar relegado al quinto lugar y ver su sueño roto en pedazos.

Orgulloso y persuadido de tener la razón de su parte –“Yo raramente estoy equivocado”, ha dicho–, está convencido de que la bipolarización de la vida política francesa, alrededor de los grandes partidos de la derecha y de la izquierda –la UMP y el PS–, no es una fatalidad y que el futuro de Francia se juega en un gran espacio central. “La única mayoría estable posible es una mayoría central, que permitiría trabajar juntos a los reformistas de ambos campos y al centro. Para mí, es de una evidencia cegadora”, dijo en un encuentro con periodistas. Y añadió: “El surgimiento de los extremos representa un riesgo para el equilibrio de la política francesa. Nosotros somos la única fuerza capaz de conjurar ese riesgo”.

Acaso esté en lo cierto y lleve razón. Como lo estaba cuando, hace cinco años y solo frente a todos, alertaba ya del peligro que suponía el problema de la deuda pública. Hoy lo sigue martilleando cual jinete solitario, ajeno a todo cálculo táctico. “Bayrou es el único que habla de deuda y, por eso, baja en los sondeos”, ironiza Christophe Barbier, director de L’Express y prolífico analista.

Las encuestas, en efecto, le son más bien negativas: con entre el 9% y el 11% de intención de voto, Bayrou quedaría en la primera vuelta en quinto lugar, por detrás de los candidatos del Frente Nacional, Marine Le Pen (del 14% al 16%), y del Frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon (13%-16%). Y muy lejos del gran resultado de las presidenciales del 2007, en que obtuvo el 18,6%. Aquel éxito, sin embargo, fue fugaz, y en las legislativas celebradas dos meses después, el MoDem se quedó con un 8% y –merced a un sistema mayoritario que ahoga a los partidos pequeños y medianos– reducido a una presencia testimonial en la Asamblea Nacional, con sólo tres de entre 577 diputados.

Heredero de la histórica UDF de Valéry Giscard d’Estaing. el MoDem parece condenado hoy a un papel testimonial. En la primera vuelta, los grandes partidos le ignoran, concentrados como están en amarrar los votos de su propio campo, pero a partir del 23 de mayo se lanzarán a pescar entre un electorado, el centrista, que en palabras del politólogo Pascal Perrineau, director del centro de investigación de Sciences Po, es “frágil y volátil”.

François Bayrou ha hecho suya la célebre divisa que figura en el pórtico del castillo de Coarraze, en su tierra natal de Bearn, donde creció el buen rey Enrique IV de Francia y de Navarra –el gran monarca de la reconciliación entre católicos y protestantes–, que reza en castellano: “Lo que ha de ser no puede faltar”. Como una proclamación de fe en el destino... Sucede, sin embargo, que el origen de la inscripción alude más bien a la fatalidad.


El ministro y la ‘sin papeles’

El secretario de Estado francés de Comercio Exterior, Pierre Lellouche, está en el centro de una polémica política por haber presuntamente empleado de forma ilegal para la limpieza de su casa a una mujer originaria de Isla Mauricio que reside en Francia de forma irregular. Una práctica bastante extendida que, sin embargo, choca frontalmente con la política de firmeza contra la inmigración ilegal que preconiza y pone en práctica el Gobierno del que Lellouche es miembro (en Francia los secretarios de Estado se sientan en el Consejo de Ministros). La mujer explicó su situación –aunque sin citar a Lellouche– en un reportaje emitido por Canal Plus televisión el pasado 2 de abril. El secretario de Estado ha admitido ser él el empleador de la mujer, pero ha negado conocer que se trataba de una ‘sin papeles’ y ha asegurado haberla declarado a la Seguridad Social. El diario Libération ha comprobado, sin embargo, que Lellouche la declaró el 3 de abril –al día siguiente del reportaje– por los cinco meses anteriores. Una de sus colaboradoras ha asumido la responsabilidad.

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