François Hollande sigue los pasos de François Mitterrand. Al igual que el histórico dirigente socialista, en el que pretende inspirarse, el presidente francés consiguió ayer una aplastante mayoría absoluta en la Asamblea Nacional que le permitirá gobernar sin ninguna atadura ni hipoteca de ningún tipo. La abstención, que a un nivel del 44% batió un récord histórico, jugó contra la derecha.
Con 314 diputados estimados en la cámara baja (de 577), el Partido Socialista francés no había obtenido un resultado tan amplio desde 1981. Mayoritario también en el Senado, en los gobiernos regionales (21 de 22) y la mayor parte de departamentos y de grandes ciudades, el triunfo de ayer le otorga un poder casi absoluto.
El único tropiezo relevante de los socialistas fue la –cantada– derrota en La Rochelle de Ségolène Royal, víctima de una alianza de circunstancias entre la derecha y una parte del PS local. Tambien cayó el ex ministro Jack Lang, fruto de una operación de castigo del Frente Nacional. Pero ninguno de estos accidentes aislados empañaron la satisfacción global en las filas socialistas.
“Con este resultado, el Gobierno podrá actuar con eficacia”, se felicitó anoche el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, quien advirtió que la tarea que hay por delante es “inmensa”. “Nada será fácil”, advirtió. En las próximas semanas, el Ejecutivo deberá aprobar la revisión del Presupuesto de 2012 y la ley de programación de finanzas del quinquenato, que se traducirá con toda seguridad en medidas de recorte del gasto que hasta ahora se han mantenido en una calculada sombra. Con un crecimiento económico débil, cercano al estancamiento, un paro que ha alcanzado el listón el 10% y una crisis en la zona euro a la que no se ve el final, el panorama es realmente complicado.
Por fortuna para él, Hollande no necesitará hacer equilibrios ni con el radical Frente de Izquierda –10 diputados– ni con sus socios de Europa Ecología-Los Verdes, que merced al acuerdo electoral con el PS han logrado 17 diputados y podrán tener grupo parlamentario propio.
La segunda noticia de la jornada fue el regreso de la extrema derecha al Parlamento francés, donde no ocupaba ningún escaño desde 1998. El renovado Frente Nacional de Marine Le Pen obtuvo ayer dos diputados –entre ellos la nieta del fundador, Marion Maréchal-Le Pen–, al que se añade un tercer diputado ex frentista de la Liga del Sur. Una representación escasa que no responde a su respaldo electoral (13,6% en la primera vuelta) y que es resultado del sistema mayoritario. Su máxima representación –35 escaños– la obtuvo en 1986, único periodo de la V República en el que merced a Mitterrand se aplicó el sistema electoral proporcional.
Marine Le Pen, oficialmente satisfecha de haber “roto el cerrojo”, no pudo sin embargo evitar la amargura de haberse quedado fuera del Parlamento por muy poco. La líder del FN, que cayó derrotada en Hénin-Beaumont frente al candidato socialista, Philippe Kemel, por cien votos, exigió un nuevo recuento y denunció con irritación un sistema que calificó de “antidemocrático”.
El FN, aún en fase ascedente, parece lejos por el momento de inquietar al gran partido de la derecha. La UMP pagó ayer las consecuencias lógicas de la derrota de Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales, al ver reducida su representación a 229 diputados, lo que le costó el escaño a varios ex ministros, entre ellos Michèle Alliot-Marie y Claude Guéant. Pero su papel como partido hegemónico de la derecha no parece peligrar, a menos que se desencadene una guerra fratricida por le sucesión de Sarkozy, en el congreso previsto el próximo otoño. El secretario general de la UMP, Jean-François Copé, llamó ayer a mantener la unidad.
El Movimiento Demócrata (MoDem) se salva apenas, bajando de tres a dos diputados, pero pierde a su líder, François Bayrou, que se queda sin escaño. El futuro del centro político no puede estar más comprometido.
Cambios en el Gobierno
El primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, presentará mañana formalmente la dimisión de su Gobierno al presidente de la República, François Hollande, para que éste pueda decidir los ajustes que se impongan a la vista de los resultados de las elecciones legislativas. La recomposición del Ejecutivo podría quedar lista el próximo jueves. En principio, Hollande no está obligado a hacer ningún cambio. Ninguno de los 25 ministros que concurrían a las elecciones han perdido, ni siquiera Marie-Arlette Carlotti (bouches-du-Rhône), que estaba en la situación más delicada. Ninguno de ellos, por tanto, causará baja automática. Tampoco necesita Hollande pactar con nadie ni dar carteras a cambio. Sin embargo, todo indica que se realizará algún ajuste. Fuentes socialistas hablan de reparar algún “error de casting”, y tampoco se descarta que pueda incorporarse algún ministro comunista.
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