domingo, 24 de junio de 2012

Compromiso ¿hasta dónde?

No habrá choque de trenes entre París y Berlín. Europa no se lo puede permitir y en ambas riberas del Rhin lo saben. Las escaramuzas verbales de la semana pasada, que elevaron fuertemente la temperatura entre ambas capitales, han dado paso en los últimos días a un clima más apaciguado, con gestos –de una parte y de otra– de distensión y acercamiento. Conscientes de que el Consejo Europeo del 28 y 29 de junio es crucial para el futuro del euro y, más allá, la supervivencia de la Unión, Francia y Alemania trabajan por alcanzar un compromiso. Toda la cuestión es saber si tal compromiso estará realmente a la altura.

¿Será capaz la canciller alemana, Angela Merkel, de flexibilizar su intransigente política económica y aceptar nuevos instrumentos de solidaridad europea? ¿Tendrá el presidente francés, François Hollande, el coraje de dar el paso que le propone Alemania para construir, a cambio, una Europa federal? En estos términos se observa desde Francia la partida de ajedrez que juegan París y Berlín en busca de una salida a la crisis.

Hollande y Merkel hablaron telefónicamente el sábado 16, víspera de la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas, durante algo más de una hora para tratar de sosegar la discusión y acercar posiciones. En contra de lo que parecía sugerir la efervescencia de acusaciones de los días previos, la aproximación parece factible. No hay más que ver el acuerdo alcanzado por Merkel y los socialdemócratas alemanes, que incluye gran parte de las medidas que plantea Hollande para reactivar el crecimiento en Europa, seguido del acuerdo suscrito a cuatro bandas en Roma por Merkel, Hollande, el primer ministro italiano, Mario Monti, y el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy.

Otro de los principales escollos, la instauración de euro-obligaciones para mutualizar la deuda pública de los Estados que defiende París y horroriza a Berlín, prácticamente ha desaparecido. “El sistema de mutualización de la deuda exige una mayor integración política, que es necesaria. Eso tardará sin duda varios años”, declaró el jueves el primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, al semanario alemán Die Zeit, en línea con las condiciones que plantea el Gobierno alemán.

Algunas voces en Francia se han alzado inmediatamente contra semejante concesión, acusando al presidente Hollande de haber dado vergonzosamente marcha atrás. “París asume su debilidad en Europa”, valoraba el cronista financiero de La Tribune Romaric Godin. Sin embargo, por debajo de las proclamas públicas, ésta ha sido desde el principio la posición del Gobierno francés.

“Sobre las euro-obligaciones hay prevenciones comprensibles. Es necesario situarlas en un marco más amplio. Necesitamos una visión de la futura unión política y monetaria de la zona euro, de su arquitectura institucional. No podemos seguir navegando sin brújula. Lo que queremos es fijar una perspectiva, establecer una hoja de ruta”, explicaba ya hace un mes –la víspera de la cumbre informal del 24 de mayo en Bruselas–, un alto consejero del Elíseo ante un grupo de corresponsales extranjeros.

Aceptada la condición de entrada de que la mutualización de la deuda exige una mayor integración política, el meollo de la discusión se centra en las condiciones y el ritmo para llegar. Hasta el momento, los alemanes platean una integración federal como condición previa, mientras que los franceses –que sienten horror a las expresiones “federal” o “cesión de soberanía”– proponen ir avanzando paso a paso, en paralelo. En el fondo, la cuestión esencial es hasta dónde está dispuesto a llegar cada cual. Y en particular Francia, cuyos gobiernos siempre se han resistido a dar semejante paso y cuya ciudadanía –como se comprobó en el referéndum de la Constitución europea en 2005– es reticente.

El ex primer ministro socialista Michel Rocard no es muy optimista. Teme que se acabe cerrando la crisis en falso –“Vamos hacia un compromiso mal hecho”, opina– y, utilizando una expresión muy francesa, vaticina años de esfuerzos baldíos: “Vamos a pedalear en el choucroute”.


El memorándum de Hollande

El acuerdo alcanzado por Angela Merkel y el partido socialdemócrata alemán (SPD) para ratificar el tratado europeo de disciplina presupuestaria va en el camino de allanar las difefencias con François Hollande. De entrada, junto a la necesidad de las polítias de consolidación fiscal, el pacto reconoce la necesidad de estimular el crecimiento económico a través de inversiones públicas. Entre las medidas acordadas para movilizar nuevos fondos está la instauración de una tasa sobre las transacciones financieras, el refuerzo de las capacidades del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y la reorientación de los fondos de la Unión Europea para proyectos que fomenten el empleo y la innovación. Todo esto suena muy parecido a lo que el presidente francés plantea en el memorándum que envió al resto de sus socios europeos la semana pasada, en el que junto a las medidas antedichas plantea también la puesta en marcha de los llamados project bonds que defiende Bruselas. En total, París cree posible movilizar rápidamente 120.000 millones de euros para contribuir al relanzamiento económico en el continente. Para el presidente francés, la adición de un pacto por el crecimiento es una condición sine qua non para que Francia ratifique el tratado de disciplina presupuestaria. En su memorándum, Hollande se acerca a la posiciones alemanas, que plantean una integración política y económica, y propone acordar una “hoja de ruta para los próximos diez años” que permitiría “examinar las condiciones de integración, particularmente presupuestaria, y el marco institucionaly político que permita alcanzar ese objetivo”.


A la espera de los recortes

Pasadas las elecciones legislativas, François Hollande deberá coger el toro por los cuernos y adoptar las primeras medidas de austeridad. El Gobierno francés ha decidido esperar a recibir un informe del Tribunal de Cuentas –que no estará listo antes de la cumbre de Bruselas– para aprobar una reforma de los Presupuestos para este año y la ley de programación financiera para el quinquenato. Salvo Educación, Interior y Defensa, el resto de ministerios tendrán previsiblemente que apretarse el cinturón.




No hay comentarios:

Publicar un comentario