viernes, 8 de junio de 2012

Prueba de hierro para el campeón

David Ferrer, Ferru –como le gusta que le llamen–, nunca había llegado tan lejos en Roland Garros. Alcanzar las semifinales, colocarse en el cuadro de honor de los cuatro mejores tenistas del torneo, es ya para el alicantino –como para cualquier otro– un éxito incontestable, un sueño. Pero en su camino hacia la gloria, el jugador de Jávea se enfrenta hoy a un muro aparentemente inexpugnable: su compatriota Rafael Nadal, incontestablemente el mejor jugador del mundo en tierra batida, aspira seriamente a ceñirse por séptima vez la corona de campeón en París y batir así el récord del sueco Bjorn Borg.

“Imposible” o –para quien prefiere introducir un prudente matiz– “casi imposible” son los pronósticos que sobre las posibilidades de victoria de David Ferrer suscita este desequilibrado duelo. El propio aspirante, cómodo refugiándose en el “segundo plano” en que le deja su rival, lo admite de buena gana: “Creo que se puede ganar un set a Rafa, pero ganarle un partido es casi imposible, está en muy buena forma”, ha declarado. Situado en el puesto número 6 del ránking mundial, Ferrer es el segundo mejor tenista español. Y en este solo enunciado se resume todo.

Un vistazo a su particular historial de enfrentamientos deja poco lugar para la ensoñación: de los 19 partidos en que Nadal, número 2 del mundo, y Ferrer se han visto las caras, el mallorquín ha ganado en 15 ocasiones, por sólo cuatro el alicantino, que únicamente ha logrado imponerse una vez sobre arcilla, en Stuttgart, hace ya ocho años... En sus últimos duelos, en el torneo Godó y en Roma, ganó Nadal. El mallorquín no ha ahorrado elogios a su compañero, al que sin embargo no dará ninguna oportunidad: “Es un jugador de muy alto nivel y está haciendo una temporada magnífica. Merece ganar un gran torneo. Sólo espero que no sea aquí”.

Quien más claramente ha subrayado este desigual combate es otro legendario campeón, John McEnroe, a quien el campeonato de la Porte d’Auteuil nunca le fue propicio. “Si los dos juegan su mejor tenis, sabemos muy bien qué va a pasar –valoró ayer el norteamericano–, \[Ferrer\] es un peso medio que juega contra un peso pesado”, añadió, tras expresar su admiración por la trayectoria del alicantino, “uno de esos tipos raros –comentó– que juegan mejor a los 30 que a los 25 años”.

Pero como destacaba el temperamental campeón, el gran problema de Ferrer es que su magnífico estado de forma es comparable al del propio Nadal. Éste es el gran obstáculo al que se enfrenta el alicantino. Porque si Ferrer ha jugado hasta ahora un torneo formidable, en el que sólo ha cedido un set –contra el británico Andy Murray en cuartos de final–, Nadal ha hecho hasta ahora probablemente su mejor Roland Garros, arrollando sin piedad a todo aquel que se le ha puesto por delante sin perder ni un solo set, mientras los Djokovic y Federer atravesaban un purgatorio para clasificarse. No porque sí los medios franceses lo han descrito como una “apisonadora”. El Nadal cosecha de 2012 tiene muy poco que ver con el que quedó eliminado en octavos de final por el sueco Robin Soderling en 2009.

Suceda lo que suceda hoy a partir de las 13 horas sobre la pista del estadio Philippe Chatrier, un español estará el domingo en la final frente al vencedor del duelo entre los números 1 y 3 del tenis mundial. El serbio Novak Djokovic parte como favorito, pero basta recordar la gesta del suizo Roger Federer el año pasado para pensar que todo es posible.



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