sábado, 16 de junio de 2012

Los últimos de la quinta de 2007

La política francesa se ha demostrado altamente combustible. Retirados, amortizados, vencidos... la práctica totalidad de los 12 candidatos que concurrieron a las elecciones presidenciales de hace cinco años, con Nicolas Sarkozy a la cabeza, han desaparecido casi por completo del mapa político. Sólo dos de entre ellos, Ségolène Royal y François Bayrou, sobreviven todavía a duras penas. Pero su combate por mantenerse en el escenario parece abocado al fracaso. Su probable derrota mañana, en la segunda vuelta de las elecciones legislativas, les cerrará la puerta de la Asamblea Nacional y borrará definitivamente del mapa a la quinta del 2007.

Si la caída de Nicolas Sarkozy ha sido abrupta y repentina, no ha pasado lo mismo con su principal rival de hace cinco años. A la malograda candidata socialista al Elíseo, los 16,8 millones de votos recibidos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales le ayudaron a consolidarse como una de las primeras figuras del Partido Socialista, pero la imposibilidad de traducir aquel éxito en un poder político tangible en el seno de su partido la fue aislando progresivamente, mientras se erosionaba de forma lenta pero constante su respaldo popular.

Consciente de su debilidad interna, Royal intentó el asalto a la jefatura del PS en el congreso de Reims en noviembre de 2008. Pero fracasó. Su derrota frente a Martine Aubry por un puñado de votos –ásperamente contestada en medio de acusaciones de pucherazo– selló de algún modo su destino. Progresivamente abandonada por sus aliados, cada vez más sola, Ségolène Royal consiguió en 2010 salir reelegida presidenta de la región de Poitou-Charentes –su último reducto–, pero resultó vencida de forma humillante –con el 7% de los votos– en las primarias para designar al candidato al Elíseo en 2012.

El rescate político de Royal, a quien François Hollande –presidente y padre de sus cuatro hijos– había prometido la presidencia de la Asamblea Nacional, pasaba por regresar a la cámara baja. Descartada la idea de recuperar su antiguo feudo de Deux Sèvres, donde ella había promovido a Delphine Batto –actual ministra delegada de Justicia–, el PS la catapultó a La Rochelle. La jugada, sin embargo, ha salido mal.

La resistencia de uno de los dirigentes locales del PS, Olivier Farloni –apoyado por una parte del aparato–, lo ha trastocado todo. Royal acabó en cabeza en la primera vuelta (32%) muy poco por delante del socialista disidente (28,9%). Y el hecho de que sólo hayan pasado los dos a la segunda vuelta –la candidata de la UMP quedó fuera– prácticamente la ha sentenciado. Los sondeos indican que la derecha votará mañana masivamente por Farloni.

El centrista François Bayrou, a quien Royal intentó seducir hace cinco años ofreciéndole le jefatura del Gobierno en caso de ganar las elecciones presidenciales, no se encuentra en mejor situación en su circunscripción de Pau (Pirineos Atlánticos), donde con el 23,6% de los votos quedó muy por detrás de la candidata socialista (34,9%) y muy poco por delante del candidato de la UMP (21,7%). El líder del Movimiento Demócrata (MoDem), que en las presidenciales de 2007 obtuvo 6,8 millones de votos, vio enseguida reducida su influencia en las legislativas de ese año, donde su partido –víctima del sistema mayoritario unipersonal a dos vueltas– sólo obtuvo tres diputados.

Bayrou se cavó la tumba definitivamente el pasado mayo al pedir el voto para Hollande. Una decisión que su electorado no entendió y que llevó a la UMP a presentar un candidato en su contra en su feudo. Los socialistas en cambio no han hecho el menor gesto de agradecimiento y han mantenido a su candidata. La elección “triangular” de mañana es, para Bayrou, mortal de necesidad.


Sarkozy pierde la inmunidad

Desde la medianoche de ayer, Nicolas Sarkozy es ante la justicia un ciudadano como cualquier otro. Un mes después de haber abandonado el Elíseo, el ex presidente francés ha perdido la inmunidad penal que protege al jefe del Estado durante su mandato. A priori, pues, desde este momento la justicia podría convocarle para declarar como testigo en alguno de los asuntos que le implican directa o indirectamente. Uno de los más destacados es el caso Bettencourt, en el que los jueces investigan la presunta financiación ilegal de la campaña electoral de Sarkozy en las presidenciales de 2007 por parte de la principal accionista de L’Oréal. En otro caso, el affaire Karachi, Sarkozy aparece indirectamente citado en la posible financiación ilegal de la campaña de Édouard Balladur en 1995 a través de retrocomisiones por la venta de submarinos a Pakistán.



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