No había lugar para el milagro ayer en La Rochelle. Emparedada entre la derecha y un sector disidente del socialismo local, Ségolène Royal no podía vencer. Y así se verificó. La malograda candidata del PS al Elíseo en 2007, que buscaba en esta ciudad rebelde –cuna del protestantismo francés– una nueva carrera política en el Parlamento, cayó derrotada, fulminada por un contundente 63% a 37% de los votos, frente al ex socialista Olivier Falorni, quien jugó contra su rival la carta del arraigo local y se erigió en el símbolo de una nueva rebeldía, en este caso contra los dictados de la dirección del Partido Socialista.
Falorni, quien –ironías de la vida– fue un hollandista de primera hora antes de ser excluido del partido por no doblegarse a las instrucciones de Solférino, ha ganado gracias al apoyo decisivo del electorado de la UMP. Privada de un candidato propio en la segunda vuelta, la derecha –encabezada por el ex primer ministro Jean-Pierre Raffarin, un notable de provincias que nunca ha perdonado la intromisión de Royal en “su” región– no ha dejado pasar la oportunidad de cobrarse una pieza de gran valor. Quien en 2004 fuera apodada Zapatera ha acabado igual que su modelo hispánico.
“No me han ahorrado nada”, se lamentó una “decepcionada” Ségolène Royal pocos minutos antes de las ocho de la tarde, evitando así –por imperativo legal– que las radios y las televisiones difundieran en directo sus palabras. Tras atribuir su derrota a la “traición” y a la “colusión de intereses entre una parte del viejo aparato del PS y al aparato de la UMP”, Royal avanzó que no piensa abandonar la política y dijo que se tomará un tiempo para “reflexionar” sobre su futuro, sobre el que hablará con la primera secretaria del partido, Martine Aubry; el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, y el presidente de la República, François Hollande...
El presidente francés es el segundo gran derrotado en La Rochelle, cuyo resultado tiene un acerado doble filo que alcanza el corazón mismo del Elíseo. Hollande, ex compañero sentimental de Royal y padre de sus cuatro hijos, se comprometió personalmente en la campaña de su ex mujer, a la que preveía colocar –de haber sido elegida– como presidenta de la Asamblea Nacional. Ahora tendrá que buscarle un sitio. Y, a diferencia de 2008, no parece que ese sitio pueda ser la jefatura del PS, que Aubry puede dejar vacante en los próximos meses.
Ganadora indirecta del duelo de La Rochelle es teóricamente Valérie Trierweiler, quien en su polémico tuit se comprometió en favor de Falorni. Teóricamente nada más, pues este affaire va a perjudicarle más que beneficiarle. De entrada a nivel personal, pues ha sembrado la discordia entre la primera dama y los hijos del presidente. Y también a nivel público, al reabrir el debate sobre su papel.
Junto a Ségolène Royal, ayer cayó también el otro único superviviente de la quinta del 2007, el presidente del Movimiento Demócrata (MoDem), François Bayrou. El líder centrista, que ha pagado su alineamiento con Hollande en la segunda vuelta de las presidenciales, fue derrotado en su feudo de los Pirineos Atlánticos frente a la competencia paralela del PS y la UMP. “Hemos perdido una batalla”, admitió, mientras advertía que los franceses se darán cuenta de que tenía razón: “La realidad se impondrá”.
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