lunes, 11 de junio de 2012

La izquierda francesa gana sin arrasar

François Hollande puede respirar tranquilo. El nuevo Parlamento francés estará dominado por la izquierda, que ayer obtuvo una ventaja decisiva en la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas, al lograr –sumando todos los partidos del arco parlamentario, desde los socialistas a los comunistas– un 46,3% de los votos, según estimaciones facilitadas por el Ministerio del Interior al cierre de esta edición.

La victoria de la izquierda, sin embargo, aunque clara no es abrumadora. El resultado del Partido Socialista (PS) y sus socios electorales –radicales y otros–, del 34,9%, es casi idéntico al de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y sus aliados, que es del 33,8%. Se trata de uno de los mejores resultados históricos de los socialistas, pero corto. Si la diferencia se decanta a su favor es porque puede sumar el apoyo de Europa Ecología-Los Verdes (4,9%) –a quienes el PS cedió varias circunscripciones– y el Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon (6,5%), cuyo líder cosecha por otra parte un duro fracaso en su pulso particular con la líder del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, en el Norte.

El partido de Nicolas Sarkozy sufre un notable castigo, al perder siete puntos respecto a las elecciones del 2007, pero resiste notablemente bien y está lejos de verse inquietado por el FN, que obtiene un 14% de los sufragios, un resultado notable pero que no se parece a la “ola azul marino” anunciada por su líder. La elevada abstención, del 42,5%, disminuirá además la posibilidad de que la extrema derecha fuerce un número sustancial de triangulares en la segunda vuelta, prevista para el próximo domingo, para lo cual es imprescindible obtener el 12,5% de los votos sobre el censo (no sobre los votos emitidos).

A priori, de acuerdo con las estimaciones realizadas por los institutos de opinión, la izquierda debería confirmar este impulso el día 17 y asegurarse una clara mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Normalmente, la segunda vuelta consolida las tendencias de la primera. Pero nada puede darse como definitivo. Como recordaba anoche el politólogo Dominique Reynié, director de la Fundación para la Innovación Política (Fondapol), se han dado casos en que “la segunda vuelta ha corregido fuertemente los resultados de la primera”.

Consciente de que nada está definitivamente atado, el primer ministro, el socialista Jean-Marc Ayrault –reelegido a la primera con un 56% de los votos en su feudo de Nantes–, llamó anoche a los franceses a votar para garantizar al Gobierno una “mayoría amplia, sólida y coherente”, si no quieren que las reformas comprometidas por el presidente Hollande sean puestas en peligro.

Las proyecciones de escaños, siempre delicadas, parecen poner al alcance de la mano del PS la mayoría absoluta de los 577 diputados de la cámara baja, que se sitúa en 289. Pero las horquillas de los institutos de sondeos son demasiado amplias como para llegar a vaticinios concluyentes. Es probable que los socialistas acaben necesitando el apoyo de alguno o varios de sus aliados. Lo ideal para Hollande sería poderse acomodar únicamente con los ecologistas, con los que el PS firmó un acuerdo electoral y a quienes el propio presidente francés ha integrado ya en su primer Gobierno: es el caso de la todavía secretaria nacional de Europa Ecología-Los Verdes, Cécile Duflot, nueva ministra de la Vivienda.

Más difícil, enormemente más engorroso, sería si Hollande acabara necesitando los votos del Frente de Izquierda, cuyas posiciones sobre Europa y la zona euro son radicalmente contradictorios. Eso sí, el presidente siempre podría en tal caso intentar entenderse con el PCF –los comubistas siempre han demostrado un acusado sentido práctico– y evitar a Jean-Luc Mélenchon, cuya derrota en la circunscripción de Hénin-Beaumont lo va a dejar fuera del Parlamento. Mélenchon ha fracasado en toda regla, pues Marine Le Pen ha sido de largo la más votada –con un 42%– y él ha quedado tercero, por detrás del candidato socialista, y fuera de la segunda vuelta.

La líder del FN, así como otros candidatos de su partido, han obtenido un notable resultado que les permite pasar a la segunda vuelta en varias circunscripciones. Pero el sistema mayoritario podría acabar dejándole una vez más fuera del Parlamento, donde no tiene representación desde 1988. Los institutos de opinión le dan un máximo de tres escaños, sin descartar el cero absoluto. La primera secretaria del PS, Martine Aubry, llamó ya anoche a poner en práctica el “desestimiento republicano”, esto es, que en caso de tras candidatos en liza, el que esté en peor situación –de derecha o de izquietda– desista y pida el voto para el otro, con el fin de cerrar el paso al FN. Los socialistas lo harán, pero la UMP ya anunció en su día que mantendría sus propios candidatos.

El sistema amenaza también con acabar con la carrera política de François Bayrou, que ha lorado pasar a la segunda vuelta en su feudo del Bearn pero sufre esta vez la competencia del candidato de la UMP –que otros veces se retiraba– y del PS –en cabeza–. El Movimiento Demócrata (MoDem), con un 1,7%, oscila también entre los tres diputados que ya tiene y ninguno. Tampoco lo tiene fácil la ex candidata socialista al Elíseo, Ségolène Royal, impuesta como candidata del PS en La Rochelle, donde se mantiene viva –en la segunda vuelta– la competencia de un socialista disidente, que no piensa retirarse.



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