martes, 12 de junio de 2012

Nadal se corona rey de reyes

Sobre la tierra batida de Roland Garros brilla desde hoy un único rey. Rafael Nadal apagó ayer la luz de todos sus antecesores al convertirse en el primer y único tenista masculino de la historia en ceñirse por séptima vez la corona de campeón del torneo de París, una gesta que supera a la del legendario Bjorn Borg e iguala el récord de Pete Sampras en Wimbledon. Sólo una mujer, la reina Chris Evert, ostenta la misma marca en la Porte d’Auteuil.

Rafael Nadal entró ayer en la historia con una neta e indiscutible, aunque dura y difícil, victoria sobre el tenista serbio Novak Djokovic, número uno mundial, a quien impidió inscribir su nombre en la exigua y selecta lista de jugadores –con Donald Budge y Rod Laver– en haber conseguido ganar consecutivamente los cuatro torneos del Grand Slam.

Djokovic, a quien Roland Garros se le sigue resistiendo, deberá esperar otra ocasión. Nadal logró también otra cosa probablemente más importante todavía: al romper la racha del campeón de Belgrado, demostró que Djokovic no es imbatible y que no está solo en la cumbre. Una nueva rivalidad va camino de instalarse en la competición del tenis mundial tras el pulso histórico de Nadal y Roger Federer. Y en ella seguirá estando el balear, confirmado en su condición de número dos. “Era muy importante para mí ganarle aquí”, admitió el campeón español tras el encuentro.

Rafael Nadal consumó su victoria en cuatro sets –4-6, 3-6, 6-2 y 5-7– en un electrizante y extraño partido marcado por la lluvia, que obligó a interrumpir el duelo en dos ocasiones y concluir el último set al día siguiente. Algo que no pasaba desde la final entre Ilian Nastase y Niki Pilic en 1973. El partido duró oficialmente tres horas, pero desde que se inició el match hasta que acabó pasaron en realidad cerca de 23. Los cortes hicieron que en realidad no hubiera realmente un partido, sino tres encuentros diferentes.

La primera parte del enfrentamiento, hasta que éste se interrumpió poco después de las cinco de la tarde del domingo a causa de un fuerte chubasco, estuvo claramente dominada por Nadal, que ganó holgadamente el primer set (4-6) y prácticamente sentenció el segundo, que –suspendido con el marcador a 3-5– remató fácilmente nada más reanudar el encuentro algo más de media hora después (3-6). El jugador mallorquín arrancó bien el tercer set, con un parcial de 0-2, pero eso resultó un espejismo.

La suspensión benefició claramente a Djokovic, a quien permitió –como dirían los franceses– reprendre ses esprits, esto es, salir de la postración y recuperar su pulso. Nadal, perjudicado por el estado de la pista y de las pelotas a causa de la persistente lluvia, no pudo frenar a su rival, que ganó seis juegos seguidos y se hizo con el tercer set (6-2). “No estaba en condiciones de pararle, tuve la sensación de estar desbordado”, confesó ayer. Djokovic siguió con el mismo ritmo en el cuarto set, en el que se colocó enseguida 2 a 1. Felizmente para el tenista español, éste logró acabar con la tortura en el tercer juego, que se anotó (2-1), justo antes de que el partido fuera suspendido definitivamente hasta el día siguiente. En aquel momento se llevaban jugadas tres horas.

El tercer y último acto se inició poco después de la una de la tarde de ayer y se jugó en 49 minutos. De nuevo, bajo un cielo encapotado que por un momento amenazó con una nueva suspensión y ante un público ruidoso y entusiasta. De las gradas del estadio Philippe Chatrier, muy llenas pese a tratarse de un día laborable, habían desaparecido buena parte de las personalidades –como la infanta Elena– y famosos que habían acudido el domingo.

Nadal entró de nuevo en la pista con la confianza recobrada y un tenis más agresivo. En un cuarto de hora consiguió darle la vuelta al marcador y ponerse en cabeza, pese a que Djokovic no era ya el jugador desnortado de las primeras fases del encuentro. La lucha fue titánica y todo indicaba que el set iba camino de resolverse en un arriesgado tie-break. Pero el campeón serbio falló en el peor momento. Con el marcador 5-6 y el saque a su favor, Djokovic dejó que Nadal se le subiera a las barbas y en el punto crucial cometió una doble falta. Fue una autoinmolación.


“He sufrido y disfrutado”

Rafal Nadal no hizo ayer nada por contener su alegría y entusiasmo. Y, cosa inhabitual, nada más ganar su duelo con Novak Djokovic subió a las gradas para fundirse en un abrazo con su tío y entrenador, Toni Nadal, con su madre, con su hermana, con los miembros de su equipo... y besar a su novia, Xisca Perelló. “He sufrido, pero he disfrutado esta final”, comentó. Su explosión de felicidad fue proporcional a lo que el campeón español había padecido en la pista. Y también en las horas previas.

La noche del domingo al lunes fue muy larga para Nadal. “He estado muy nervioso toda la noche, ansioso por reanudar el partido”, explicó ayer con los rasgos relajados de la victoria en su rostro. Para conciliar el sueño –lo que no consiguió hasta medianoche–, el jugador español se puso en el hotel varios episodios antiguos de la serie de dibujos animados Dragon Ball. “Son Goku es mi serie de dibujos favorita”, explicó. Los nervios reaparecieron sin embargo con fuerza por la mañana. “Dos hora antes de empezar el partido estaba fatigado y nervioso. No he recobrado la confianza hasta que faltaban tres minutos”, confesó. Para entonces, ya estaba en la pista.

Nadal se mostró satisfecho del juego realizado ayer, que culmina un magnífico torneo en el que hasta la final no perdió ningún set y una no menos formidable trayectoria desde principios de año, con tres victorias consecutivas en Montecarlo, Barcelona y Roma. Designado como el mejor tenista de la historia sobre tierra batida –título que Djokovic le reconoció ayer de buena gana–, Nadal reaccionó con su oprudencia y modestia habituales: “No sé si soy el mejor o no, no me toca a mí decirlo. Lo que sí sé es que tengo unos de los mejores resultados en esta superficie (...) No puedo negar que probablemete ésta ha sido mi mejor temporada sobre tierra”, comentó.

“Hoy ha sido un momento emocionante. Cuanto más pasan los años, más valoras estos momentos porque sabes lo difícil que es llegar a una final”, añadió el campeón español, quien ayer se permitió –¡por primera vez!– dirigirse al público en un rudimetario francés. Su esfuerzo mereció un cálido aplauso. Nadal también elogió a su oponente, de quien valoró su juego en el tercer set. “Lo hizo todo de forma extraordinaria”, dijo.
Djokovic, por su parte, reconoció caballerosamente su derrota y, aunque señaló que la segunda interrupción le perjudicó, no quiso sacarse la responsabilidad de encima. “Ha ganado el mejor de los dos”, afirmó, mientras admitía “no haber sido suficientemente regular”. “Siempre hay una razón, una lección que aprender”, dijo. Pese a sentirse “decepcionado”, mostró su felicidad por haber podido disputar “un partido absolutamente fantástico.



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