jueves, 14 de junio de 2012

Una primera dama en cuestión

El patinazo de Valérie Trierweiler en Tweeter, donde dio rienda suelta públicamente a su animadversión hacia la ex mujer del presidente francés y antigua rival sentimental, Ségolène Royal, obligó ayer al primer ministro, Jean-Marc Ayrault, a llamar públicamente la atención a la primera dama de Francia. Preguntado por el papel de la actual mujer de François Hollande, el jefe del Gobierno opinó que “debe ser discreto”. “Cada cual debe estar en su sitio”, añadió, dando a entender que Trierweiler se había salido del lugar que le corresponde.

No fue el único en reaccionar en este sentido en las filas socialistas. “[Trierwiler] tiene que asumir la reserva que le corresponde”, apuntó un hombre de confianza de Hollande, François Rebsamen. Y el patrón socialista de Sena-San Denís, Claude Bartolone, fue aún más allá al calificar de “falta” el comportamiento de la primera dama. “Hay un momento en que uno debe saber contener sus pasiones”, añadió. Desde la derecha, Patrick Ollier planteó la conveniencia de regular por ley el estatus de la primera dama.

El incidente, que ha desencadenado una tormenta política en la recta final de la campaña electoral de las legislativas, ha reabierto el debate sobre el rol que debe ejercer la consorte del presidente de la República. Y ha puesto en cuestión la pretensión de Trierweiler –periodista de profesión– de continuar ejerciendo su oficio como si no pasara nada.

Fuera de sí, según Le Parisien, tras enterarse del apoyo que François Hollande había decidido prestar a su ex compañera –y madre de sus cuatro hijos– cara a la segunda vuelta en la circunscripción de La Rochelle, donde se presenta como candidata a diputada, Trierweiler decidió contraatacar con un tuit en el que expresaba su apoyo al rival electoral de Royal, el socialista disidente Olivier Falorni. Antiguo hollandista hoy excluido del PS, Falorni puede dejar en la cuneta el próximo domingo a la malograda candidata al Elíseo de 2007.

Al atacar a la ex mujer de su compañero, la nueva primera dama no sólo quedó personalmente en evidencia, sino que cometió varios errores políticos. De entrada, torpedeó –y acaso era lo que buscaba– los planes del PS, que había organizado una operación de auxilio a Royal ese mismo día. Pero, por encima de todo, puso a su compañero en una delicada situación ante la opinión pública.

Lo quisiera o no, su salida eclipsó completamente un discurso del presidente francés en materia de política social que se pretendía importante. Al contradecirle en público, afianzó la caricatura que presenta al jefe del Estado como un calzonazos dominado por una mujer autoritaria. Y, en fin, al distorsionar el debate político con sus fobias personales, puso al presidente en el mismo plano que Sarkozy, a quien los socialistas criticaron abundantemente por transgredir la frontera entre vida pública y privada.

Y todo eso a cinco días –hoy ya quedan sólo tres– de la crucial votación de la segunda vuelta de las elecciones legislativas, en las que los socialistas se juegan la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional y, en consecuencia, el margen de maniobra que Hollande tendrá para aplicar su programa.

El ex primer ministro François Fillon no perdió la oportunidad de instar al presidente a “poner orden en su casa” y le ex ministra Valérie Pécresse puso en duda su capacidad para “gestionar” no ya la crisis sino “su pareja”...

Trierweiler, que ayer seguía sin ser consciente de haberse equivocado –“Hablar de celos es idiota”, confió a una periodista de RTL, ante la que juzgó “desmesuradas” las reacciones a su tuit–, se ha disparado una bala en el pie: su desatino muy probablemente va a abortar su pretensión de seguir ejerciendo a tiempo parcial como periodista. Las reticencias que había en la profesión se convirtieron ayer en clamor. Le Monde le invitó en su editorial de portada a “suspender sus actividades periodísticas”. “Periodista o primera dama, hay que elegir”, zanjaba el vespertino, mientras Libération, que hace días ya advirtió que semejante doble papel era “insostenible”, abrió su portada con el sagrante titular de “La primera pifia de Francia”.


Royal, al borde del abismo

El domingo se verá cuál es la incidencia que la polémica desatada por el tuit de Valérie Trierweiler contra Ségolène Royal acabará teniendo en el combate electoras que la ex mujer de François Hollande lleva a cabo en La Rochelle. Un sondeo realizado por Ifop y dado a conocer ayer vaticina una contundente victoria del socialista disidente Olivier Farloni, que ganaría a Royal por 58% a 42% gracias al voto masivo de los electores de derecha. Ante semejante situación, el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, instó a Farloni a “asumir su responsabilidad” y retirarse en favor de la candidata de la mayoría presidencial. En caso de derrota, Royal, que es presidenta de la región Poitou-Charentes, vería frustrado su objetivo de entrar en la Asamblea Nacional y convertirse en la nueva presidenta de la cámara. Las maniobras de Trierweiler en su contra contrastan vivamente con el apoyo prestado por Royal a Hollande en las primarias del PS a finales de 2011.




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