Roland Garros tiene este año un vivo color español. La espectacular actuación de los tenistas españoles sobre la tierra batida de París, donde en los últimos diez días han hecho una auténtica exhibición colectiva, culminó ayer con el pase a semifinales de sus dos primeras raquetas: Rafael Nadal –número dos del mundo– y David Ferrer –número seis–, que se enfrentarán mañana en un nuevo duelo fratricida. Uno de los dos se verá las caras en la final del próximo domingo con Novak Djokovic o Roger Federer, a quienes llegar hasta aquí les ha costado en esta ocasión sudar sangre.
Rafael Nadal, aspirante a batir el récord del sueco Bjorn Borg ciñéndose por séptima vez la corona de campeón en París, venció ayer tarde en cuartos de final a otro español, Nicolás Almagro, número 12 del ránking y uno de los mejores jugadores del torneo, en tan sólo tres sets por 6-7, 2-6 y 3-6. David Ferrer, por su parte, eliminó al número cuatro del mundo, el británico Andy Murray por 6-4, 6-7, 6-3 y 6-2.
No basta el buen juego, ni el arrojo, para vencer a Rafael Nadal. Nicolás Almagro hizo ayer tarde una demostración de ambas cosas. Pero ni la calidad de su tenis ni su bravura le sirvieron de nada ante la seguridad y precisión del hexacampeón de Roland Garros, absolutamente inexpugnable. A Nadal le costó dos horas y tres cuartos doblegar a su rival y lo hizo nuevamente sin perder un solo set. “Sol de España”, como le bautizó el boletín del campeonato, Nadal sólo deja tras de sí tierra quemada. Y Almagro, como todos los demás, no pudo evitar resultar también abrasado.
"Ahora empieza lo difícil”, vaticinó Nadal en vísperas de los cuartos de final. Y, ciertamente, el paseo de las cuatro primeras rondas se acabó ayer. Nicolás Almagro entró en la pista del estadio Philippe Chartrier decidido a luchar. Y durante la hora que duró el primer set, el jugador murciano llevó en todo momento la iniciativa y fue siempre por delante en el marcador. Hasta que cayó, como hace dos años en la misma cancha y también en cuartos de final, ante la temible efectividad de Nadal en el tie-break (4-7)
Almagro se ganó pronto el favor del público, siempre presto a inclinarse por David frente a Goliat y un tanto reticente hacia ese Nadal que un día –y otro, y otro, y otro– tuvo la mala idea de derrotar al auténtico chouchou de los aficionados de la Porte d’Auteuil, el suizo Roger Federer. “¡Nicolás! Nicolás!”, se coreaba ayer tarde verdaderamente a gusto y con un guiño travieso desde los graderíos. Un grito que buena parte de los franceses, huérfanos de Sarkozy, no podían permitirse desde el pasado 6 de mayo...
El resultado del segundo set (2-6) fue más desequilibrado. Nadal, quien según propia confesión empezó el partido jugando peor que su oponente, empezó a recuperar su nivel hacia el final del primer set y lo confirmó definitivamente en el segundo, rompiendo en dos ocasiones el servicio de su adversario. Después, lo volvería a hacer en el tercero. El mallorquín materializó tres de sus seis oportunidades. Almagro, que pudo hacerlo en cuatro ocasiones, las malogró todas.
David Ferrer se impuso, por su parte, en cuatro sets en un largo partido –3h45, interrumpidas por la lluvia– en el que acostumbró a llevar la iniciativa. Tras ganar el primer set en una lucha titánica, se vio forzado a ceder el segundo en el tie-break (1-5), para vencer de nuevo en los otros dos. El alicantino convirtió diez pelotas de break, por cinco su rival.
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