viernes, 1 de junio de 2012

Los mundos paralelos de Louis Vuitton

Dos universos paralelos, dos mundos superpuestos que nunca llegan a encontrarse del todo pero que están indisociablemente unidos, constituyen hoy el alma de Louis Vuitton, la legendaria casa francesa de la moda y el lujo cuya historia atraviesa los últimos tres siglos. Entre el fundador, Louis Vuitton, visionario diseñador y fabricante de baúles durante el gran salto de la Revolución Industrial, y Marc Jacobs, el celebrado director artístico y creador de las colecciones de moda prêt-à-porter y de accesorios de una marca convertida en enseña de la globalización, hay un delgado pero robusto hilo conductor: precursores, avanzados a su tiempo, ambos hombres han contribuido decisivamente, cada uno en un momento histórico, a transformar el mundo de la moda.

Una doble exposición del Museo de Artes Decorativas de París, “Louis Vuitton-Marc Jacobs”, describe en dos plantas superpuestas estos dos universos creativos, diferentes pero complementarios, unidos bajo el mítico monograma con las siglas LV, creado en 1896 por el hijo del fundador y convertido en puente simbólico entre dos épocas.

El primer espacio de la exposición sumerge al visitante en el tiempo del Segundo Imperio, un momento de profundos cambios marcado por el nacimiento de la industria y los modernos medios de transporte –el ferrocarril, el barco de vapor-, una época de pujante prosperidad económica, vigorosa vitalidad cultural y grandes reformas. Es en este momento crucial de la historia de Francia y de Europa en el que Louis Vuitton, de 33 años, un jurasiano de extracción modesta que había aprendido el oficio de cofrero-maletero en un renombrado taller parisino, da el paso de crear su propio negocio y abre, en 1854, una tienda en el número 4 de la actual calle de Capucines.

Es un momento en el que las clases acomodadas empiezan a viajar, en el que las mujeres de la alta burguesía adoptan el hábito de cambiar varias veces de vestido durante la jornada, y en el que empiezan a aparecer también los pioneros de la alta costura: Charles-Frédéric Worth -con quien el artesano maletero establecerá una estrecha colaboración-, Jeanne Paquin, Jacques Doucet… Trabajador perseverante e intuitivo, LouisVuitton decide destacarse enseguida de sus competidores especializándose en la fabricación de baúles y maletas específicamente concebidos para transportar vestidos y trajes. “Especializado en el embalaje de Modas”, reza su tarjeta.

Preocupado por la innovación constante, los baúles de Vuitton incorporan las últimas técnicas con el objetivo de hacerlos “ligeros y sin embargo resistentes”. Hechos con madera, cuero, hojas de zinc y telas enceradas –para garantizar su impermeabilidad-, los baúles se convierten poco a poco, en sí mismos, en elementos de distinción y refinamiento. Louis Vuitton se preocupa también por el diseño de las telas, cuyos dibujos y motivos registra como patente, y aprovecha las exposiciones universales de 1867, 1868, 1887 y 1889 para promover sus creaciones y sus innovaciones técnicas ante un público internacional.

Una buena muestra de estos trabajados baúles del siglo XIX, llenos de cajones y departamentos –alguno, incluso con una cama plegable-, exhibidos en el Museo de Artes Decorativas, evocan otra forma, y otros medios, de viajar. Con bolsos en lugar de baúles, las imágenes de la campaña de publicidad de la fotógrafa Annie Leibovitz –en la que han aparecido figuras como Bono, Angelina Jolie, Keith Richards, Francis F. y Sofia Coppola, Sean Connery o Mijail Gorbachov- buscan recrear esa atmósfera.

La casa Vuitton, proveedor de la emperatriz Eugenia de Montijo, despega al calor del refinado mundo del Segundo Imperio y del remozado y burgués París del barón Haussmann. Pero sobrevive a la humillante caída del emperador Napoleón III tras el desastre de la guerra franco-prusiana y la agitación revolucionaria de La Comuna. A pesar de la gran depresión económica que sigue a esta dramática época, Vuitton continúa atrayendo a los clientes de alcurnia, tanto franceses como extranjeros.

Figuras del espectáculo como la actriz Sarah Bernhardt –que encarga más de 200 baúles para su gira por Brasil en 1886- figuran entre sus cliente, así como numerosas damas inglesas, que cruzan el Canal de la Mancha en vapor y llegan a París en tren a la estación de Saint-Lazare, alojándose en los hoteles de lujo inaugurados alrededor de los grandes bulevares. En la exposición puede verse un cuaderno de pedidos del año 1890, de cuando el negocio se había trasladado ya a la calle Scribe, a dos pasos de la Ópera: entre los encargos anotados está el de un bolso de viaje para una tal Madame Stone, alojada en el selecto hotel Westminster... Las peregrinaciones que hoy hacen japoneses y chinos al templo de Louis Vuitton en los Campos Elíseos no son algo nuevo.

Casi un siglo y medio después de la creación de la más célebre marca de marroquinería del mundo, un joven creador neoyorquino es llamado por el nuevo patrón de la casa Louis Vuitton -a partir de la cual ha construido un auténtico imperio del lujo-, Bernard Arnault, para introducir por primera vez en la historia de la marca una colección de ropa prêt-à-porter para hombre y mujer, así como una nueva línea de accesorios (bolsos y zapatos). En el momento de ser nombrado director artístico de Louis Vuitton, el 7 de enero de 1997, Marc Jacobs tiene 33 años, exactamente la misma edad que el fundador de la marca cuando abrió su negocio en la calle de Capucines. Un guiño del destino…

“Louis Vuitton es un nombre maravilloso, una marca célebre que existirá después de mi”, admitirá Marc Jacobs, para quien “el corazón de la marca no puede ser cambiado”. Fruto de esta convicción, Jacobs opta por crear un universo paralelo, ni asimilado ni enfrentado al mundo tradicional de Louis Vuitton. Un universo con una existencia propia, alejado de la imagen clásica de la casa, pero sin entrar en contradicción. En su primera colección Jacobs prescinde incluso del inevitable logotipo, que acabará reincorporando después a base de reinventarlo y darle un aire completamente nuevo.

La aparición del monograma LV será el nexo de unión entre estas dos personalidades de Louis Vuitton, mientras que los bolsos –“herencia” de la casa- dejarán de ser un mero accesorio para convertirse en las estrellas de los desfiles, en el elemento central que “resume el espíritu de cada colección”. La exposición ofrece un seductor caleidoscopio del mundo de Jacobs, en el que los bolsos –“¡fotos no!”, se ve obligado a repetir una y mil veces el vigilante- ocupan una de las vitrinas que más expectación levanta.

Si Louis Vuitton supo intuir, a mediados del siglo XIX, los cambios que la nueva sociedad industrial estaba induciendo en los hábitos y los comportamientos, Marc Jacobs –como subraya la comisaria de la exposición, Pamela Golbin- ha sabido a su vez integrar las nuevas exigencias derivadas de la mundialización, en las que “el talento creativo ya no es el único imperativo”. “Los creadores de moda deben ser ahora más eficientes a la vez en el márketing y la dirección artística, sin olvidarse de endosar el papel de maestro de ceremonias y de actuar como portavoz de la marca”, añade.

Marc Jacobs ha sabido hacer todo eso y, además, buscar nuevas perspectivas explorando la colaboración con artistas contemporáneos, como Takashi Murakami, Stephen Sprouse o Richard Prince, en lo que define como “polinización de la moda por el arte”. Todo menos un divo, el creador norteamericano tiende a quitarse importancia – “No soy ni un artista ni un genio, sólo alguien que sigue su instinto y su pasión”, dice- y subraya en cambio el carácter colectivo del proceso de creación, que en su caso parte siempre de largas discusiones con su equipo. “En el terreno de la creación, nadie hace nada completamente solo”, afirma. Jacobs escucha. Y mira, observa. Su inspiración está firmemente anclada en la realidad: “Para algunos, la vida no tiene sentido sin la moda. Para mí, es la moda la que no tiene sentido sin la vida”.



“Louis Vuitton-Marc Jacobs”. Del 9 de marzo al 16 de septiembre de 2012. Museo de Artes Decorativas. 107, rue de Rivoli. 75001 París. Tel: +33 (0) 1 44 55 57 50. http://www.lesartsdecoratifs.fr/


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