domingo, 10 de junio de 2012

A un paso del séptimo cielo

La historia del tenis tiene cita hoy, a las tres de la tarde, en la pista central de Roland Garros, donde Rafael Nadal y Novak Djokovic se disponen a escribir mano a mano –si la lluvia lo permite– un nuevo gran capítulo. Los dos finalistas se disputan algo más que un título. La victoria o la derrota dejarán una señal indeleble en el relato de sus carreras. El resultado del duelo puede marcar además un viraje, alterando radicalmente el curso de la competición mundial. De un modo u otro, nada será igual tras la 82ª edición del torneo de París.

Rafael Nadal está a un paso de alcanzar el cielo, el séptimo. Si esta tarde vence en la pista del estadio Philippe Chatrier, el tenista español se ceñirá por séptima vez la corona de campeón de Roland Garros –tras las de 2005, 2006, 2007, 2008, 2010 y 2011–, rompiendo así el récord del sueco Bjorn Borg e igualando el de otra leyenda, Pete Sampras, en Wimbledon. Rey indiscutible de París, el mallorquín no sólo consolidará definitivamente su condición de mejor jugador de la historia sobre tierra batida, sino que afianzará su puesto de número dos mundial y romperá la actual inexpugnabilidad de Djokovic en un torneo del Grand Slam. Si perdiera, en cambio, se convertiría –triste título– en el primer jugador de la era de los Open en perder cuatro finales del Grand Slam seguidas, descendería al número 3 del ránking –en beneficio de Roger Federer– y dejaría que el campeón serbio se le escapara.

A Rafael Nadal, todas estas elucubraciones estadísticas –manías de aficionados y periodistas– le dejan solemnemente frío. “Cuando acabe mi carrera será el momento de mirar los récords”, acostumbra a decir. Para él, si hay que hacerle caso, esta séptima final no tiene ningún significado especial. No más, en todo caso, que la sexta o que la quinta.

No es el caso de Djokovic. El serbio, que alcanza por primera vez la final en Roland Garros, mirá más allá del título y de los 1.250.000 euros del premio que se embolsará el ganador. “Tengo una oportunidad de oro para entrar en la historia. Eso me motiva, me inspira incluso”, ha declarado. Si vence, el número uno mundial se erigirá en el tercer tenista de la historia en llevarse consecutivamente –aunque sea cabalgando en dos temporadas– los cuatro títulos del Grand Slam, algo que hasta ahora sólo habían conseguido Donald Budge (en 1938) y Rod Laver (1962 y 1969)

En su conquista de los cuatro grandes, Djokovic ha tenido siempre enfrente a Nadal. Y, hasta ahora, siempre le ha vencido: así fue en Wimbedon y el US Open en 2011, y en el Open de Australia este año. Hoy se lo encuentra por primera vez en Roland Garros, la única perla que le falta.
Contra lo que pudiera inferirse de esta serie de victorias, no es Djokovic sino Nadal el gran favorito de esta tarde. El tenista español, que llevaba perdiendo constantemente frente al serbio desde marzo de 2011 en Indian Wells, rompió la racha de derrotas en Montecarlo (abril) y Roma (mayo), dos torneos sobre tierra batida en que invirtió la tendencia y rebajó los humos de su rival.

La marcha triunfal, arrolladora, de Nadal en esta edición de Roland Garros –donde no ha perdido un solo set y sólo ha cedido un servicio–, refuerza la sensación de que el viento sopla en su favor. Frente al español, Djokovic ha realizado un torneo irregular, del que a punto estuvo de ser descabalgado por el francés Jo-Wilfried Tsonga en cuartos. Pero una final tiene su propia lógica. Y la de hoy promete ser colosal{Titular}


Sharapova arranca su primer triunfo en París

María Sharapova nunca olvidará el fresco y húmedo mes de junio de 2012 en París. La tenista rusa, de 25 años, habrá conseguido recuperar a la vez su condición de número 1 mundial y alzarse por primera vez con el título de Roland Garros, un trofeo que hasta ahora se le había escapado –nueve veces lo había jugado, sin pasar jamás de la semifinal– y que la convierte en la sexta jugadora de la era Open en atesorar los cuatro premios del Grand Slam.

Sharapova se impuso en apenas una hora y media a la tenista italiana Sara Errani –número 21 del ránking–, una inesperada revelación, quien nada pudo hacer por contrarresar el dominio de la rusa, que venció por el claro resultado de 6-3 y 6-2. La campeona rusa, cuya carrera estuvo en peligro por una seria operación en el hombro derecho, ha vuelto a alzarse a la cúspide del tenis femenino. Ayer tarde no pudo evitar arrodillarse sobre la arcilla de París: “Ha sido el momento más único de mi carrera”, dijo.






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