jueves, 7 de junio de 2012

Hollande tiene la mayoría al alcance

Si no se produce un seísmo en la próxima semana y media, François Hollande podrá contar con un Parlamento afín y gobernar con relativa comodidad. A cuatro días de la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas, la izquierda es la clara favorita y tiene al alcance de su mano conseguir en la segunda vuelta –el día 17– la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional. Los socialistas, sin embargo, tienen difícil asegurarse la hegemonía en solitario y deberán apoyarse en sus aliados de Europa Ecología-Los Verdes y del Frente de Izquierda del imprevisible Jean-Luc Mélenchon. En función de esta correlación de fuerzas, Hollande tendrá las manos más o menos libres.

Si se confirma la victoria de la izquierda, el Partido Socialista (PS) y sus aliados controlarían casi todos los resortes del poder político en Francia: la presidencia de la República y las dos cámaras del Parlamento –la Asamblea Nacional y el Senado–, así como la mayoría de los gobiernos regionales y de las grandes ciudades. Una situación paradójica si se tiene en cuenta que la mayoría de los franceses vota conservador y que sólo se explica por la imposibilidad de sumar las fuerzas de la derecha parlamentaria y de la extrema derecha.

Con un 17,9% de los votos en las presidenciales y una expectativa en las legislativas de un 14% o 14,5%, el Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen tiene un gran poder para hacer daño a la derecha –como se vio con la derrota de Nicolas Sarkozy– pero escaso para cimentar una mayoría.

François Hollande cuenta en su favor con el propio impulso de su triunfo del pasado 6 de mayo. Un mes después de su elección, el nuevo presidente francés se encuentra en pleno estado de gracia, con una cota de popularidad de entre el 58% y el 62% y un elevado nivel de confianza: según un sondeo de Viavoice para Libération, la mayoría de los franceses confía en la capacidad del nuevo Gobierno para relanzar el crecimiento económico, limitar los despidos, lograr acuerdos con los sindicatos y mejorar la educación. Y casi la mitad –entre el 48% y el 49%, frente a solamente entre un 2% y un 4% de desconfiados– para reducir el paro, el déficit público y mejorar la situación de la zona euro. El tiempo del desengaño aún no ha llegado.

Los primeros gestos de Hollande en el Elíseo, sus primeras decisiones de gobierno, han sido bien recibidos por la opinión pública: la rebaja de los sueldos del presidente y del Ejecutivo, así como de los patrones de las empresa públicas; el aumento de la ayuda escolar para el próximo principio de curso y el anuncio del reclutamiento de 1.000 nuevos profesores y personal no docente; la promesa de una próxima subida del salario mínimo... van en el camino de sus compromisos electorales. Su imagen de presidente “normal”, sobrio y austero, que viaja en tren, parece gustar.

En vísperas de la votación, el Gobierno hará hoy otro regalo al electorado popular, con el retorno a la jubilación a 60 años para aquellos que empezaron jóvenes a trabajar y han cotizado 41 anualidades. También Sarkozy –a cada uno lo suyo– hizo un regalo fiscal a sus electores de 11.000 millones por las mismas fechas...

Hollande ha pedido a los franceses que le den una mayoría amplia para poder aplicar su programa. Y parece cerca de conseguirlo. Los últimos sondeos de intención de voto, de Ipsos y LH2, coinciden en adjudicar una clara ventaja al bloque de la izquierda parlamentaria –entre 44,5% y 45,5%– frente a la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y sus aliados –de 34% a 34,5%–, mientras el FN, con entre el 14% y el 14,5%, se enfrenta al riesgo serio, dado el sistema mayoritario a dos vueltas, de quedar una vez más fuera del Parlamento. Una de las encuestas le da como máximo tres escaños de un total de 577. Una gota en el océano.

La amenaza de una cohabitación –un presidente socialista con un Parlamento y un Gobierno de derecha– parece en este momento improbable. La UMP la busca con ahínco, e incluso ha hecho de ello una bandera electoral. Pero pocos de sus dirigentes creen realmente en que sea posible, con el propio Sarkozy a la cabeza. Otra cosa es que la derecha pueda evitar la mayoría absoluta de la izquierda. Los más entusiastas recuerdan que la distancia entre Hollande y Sarkozy en las presidenciales –51,6% a 48,4%– no fue tan grande y que los sondeos de intención de voto muestran un fuerte equilibrio de fuerzas –en torno al 30%–, entre UMP y PS. Pero los socialistas cuentan con reservas de voto cara a la segunda vuelta y la UMP, no. 


Ventaja entre los expatriados

Los socialistas han quedado ya en cabeza en las 11 nuevas circunscripciones de los franceses residentes en el extranjero, que han celebrado con anticipación la primera vuelta. Los candidatos del PS han sido los más votados en seis circunscripociones, incluidas algunas donde se daba por hecho el triunfo de la derecha: Estados Unidos-Canadá; Islas británicas-países escandinavos; Benelux; Europa central y del Este; Italia-Grecia-Turquía-Israel y Magreb-África occidental. Los Verdes por su parte han vencido en América central y del Sur. La UMP sólo ha ganado en las demarcaciones de Suiza-Liechstenstein; África y Oriente Medio; Rusia-Asia-Oceanía, y España-Portugal-Andorra-Mónaco... Aquí se presentaba también el duque de Anjou, Charles-Philippe d’Orléans, que sólo ha logrado 313 votos.


Periodista a tiempo parcial

La compañera sentimental de François Hollande, convertida en primera dama, había expresado su intención de seguir con su profesión de periodista y así será. Pero con dedicación parcial y a distancia. Su semanario, Paris Match, ha informado que a partir de ahora Valérie Trierweiler publicará entre dos y tres artículos mensuales sobre temas de cultura.







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