Francia puede
estar a un paso de quedarse sin primera dama por tiempo indefinido. Y no por
falta de candidatas, reales o potenciales. El presidente francés, François
Hollande, está sopesando la oportunidad de aprovechar la crisis por la que
atraviesa actualmente su pareja con la periodista Valérie Trierweiler –y que
podría desembocar de forma inminente en una ruptura– para dejar el puesto
vacante. Así lo ha dado a entender en los últimos días el presidente en
persona, que según el periodista y analista Michaël Darmon fue muy claro al
respecto en una reciente conversación privada: “En el futuro, no quiero que haya
más primeras damas en el Elíseo”, habría dicho.
Semejante pronunciamiento, como otros anteriores
–calculadamente ambiguos pero no por ello menos inequívocos– del presidente
francés, parece dejar pocas dudas sobre el desenlace de la crisis de la pareja
presidencial, que estalló hace casi diez días cuando la revista Closer desveló –con fotos incluidas– la existencia de
una relación amorosa clandestina entre Hollande y la actriz Julie Gayet. La
separación, sin embargo, no parece ser la solución querida por Valérie
Trierweiler, que a la salida del hospital el pasado sábado –tras permanecer
ingresada una semana por un principio de depresión– no se trasladó a su
domicilio particular, sino a la residencia presidencial de La Lanterne, en
Versalles. Los mensajes que surgen de su entorno hablán mas bien de “perdón” y
dibujan un escenario próximo al de la pareja de Bill y Hilary Clinton tras el
escándalo Lewinsky...
El problema es que Hollande, que hubiera deseado solucionar
rápidamente la crisis con un comunicado conjunto anunciando la separación,
parece decantarse por la salida contraria. Su relación con Gayet, que según Closer dura desde hace dos años, sería suficientemente
fuerte como para no permitir una marcha atrás.
Pero aún en tal caso, y a la vista de lo expresado por
Hollande, no parece que la actriz pueda acabar algún día asumiendo la función
de primera dama, aún cuando su relación con el presidente siga adelante. Dotado
con un presupuesto público, el puesto de primera dama no tiene sin embargo
ninguna cobertura legal o constitucional. Hollande parece pues tentado de
proseguir su mandato como un presidente soltero (cosa que realmente es, pues
nunca se ha casado, ni con Valérie Trierweiler ni con su primera mujer y madre
de sus cuatro hijos, Ségolène Royal). El presidente francés tuvo ayer
oportunidad de comprobar de cerca, en su primera visita oficial a los Países
Bajos, cómo la soltería no está reñida con la dirección política de un país: el
primer ministro neerlandés, Mark Rutte, es soltero... En La Haya, Hollande tuvo
que responder de nuevo a una pregunta sobre su vida privada. Y fue escueto como
siempre: “Valérie Trierweiler está mejor, descansa en La Lanterne”. Es
todo
La patria de sus ancestros
Hollande en Holanda. Parece un juego de palabras debido a l
azar, pero de azar no tiene nada. El apellido del presidente francés tiene
justamente su origen en la procedencia de sus antepasados, protestantes
holandeses que en el siglo XVI se refugiaron en Francia huyendo de la
persecución religiosa. Hollande no ha conservado, sin embargo, ningún rastro de
su puritanismo.
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