Los bulbos
dorados, esas cúpulas características de las iglesias ortodoxas rusas, siguen
ahí, ofreciendo un chocante contraste con la torre Eiffel. Pero al margen de
esto, el nuevo proyecto para la gran iglesia rusa de París, pactado por las
autoridades francesas y rusas, tiene poco que ver con el que ganó el concurso
internacional en el 2011, obra del arquitecto español Manuel Núñez-Yanowsky,
apartado hace casi un año de la operación. El nuevo proyecto, pactado hasta el
milímetro por el Elíseo, el Kremlin y el Patriarcado de Moscú, ha sido
realizado por el arquitecto francés Jean-Michel Villmotte, que quedó segundo en
el concurso. Núñez-Yanowsky lo ha impugnado ante la justicia.
El proyecto de Wilmotte mantiene, pues, las inevitables
cúpulas doradas. Pero toda semejanza con el anterior acaba ahí. El complejo,
que contará con una iglesia, un centro religioso, un centro cultural y una
escuela franco-rusa, ha sido proyectado de forma que sea lo más “sobrio”
posible, utilizando la misma piedra que la de la catedral de Notre Dame, y de
una altura inferior a la de los edificios circundantes (18 metros , salvo la
cúpula central, coronada con una cruz a 35 metros ). El proyecto
de Núñez-Yanowsky, más audaz, preveía una gran cubierta de cristal, que no fue
del gusto del alcalde de París, Bertrand Delanoë.
El centro cultural y religioso ruso estará ubicado en los antiguos terrenos de la sede de Méteo France, junto al río Sena, frente al Pont de l’Alma –un lugar muy céntrico. Las obras van a empezar de forma inmediata –el permiso fue concedido el 24 de diciembre– y durarán alrededor de dos años.
El proyecto de erigir una nueva gran iglesia rusa ortodoxa en la capital francesa viene de lejos. Pactado en du día por Nicolas Sarkozy y Vladimir Putin, echó a andar en febrero del 2010, cuando la Federación Rusa adquirió con este fin el edificio de Méteo France. Pero su desarrollo ha estado plagado de dificultades. El jefe de Intendencia del Kremlin, Vladimir Kojine, que ayer presentó el nuevo proyecto en París, llegó a decir que ha pasado por momentos “dramáticos” y admitió que en algún momento estuvieron cerca de abandonar.
En marzo del 2011, tras un concurso internacional en el que participó un centenar de aquitectos, el proyecto fue adjudicado a Manuel Núñez-Yanowsky. Todo fue bien al principio... hasta que Sarkozy fue batido en las elecciones presidenciales de mayo del 2012 y el socialista François Hollande ocupó su lugar en el Elíseo. Las autoridades francesas, hasta entonces benevolentes, cambiaron de actitud –cosa que el arquitecto español achaca al alcalde de París y a la ministra de Cultura, Aurélie Filippetti– y empezaron a poner pegas, hasta que Rusia retiró su solicitud de permiso de obras, abandonó el proyecto, despidió a Núñez-Yanowsky y buscó una salida negociada con el nuevo poder.
El arquitecto español, que se considera despojado del
proyecto de forma fraudulenta, ha presentado varias demandas contra las partes
implicadas, ninguna de las cuales ha culminado todavía. “El centro ortodoxo
ruso de París, símbolo de pureza de la unión del hombre con Dios, será
construido sobre una montaña de impurezas de los socialistas franceses”,
declaró ayer indignado.
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