La
hospitalización de la compañera oficial del presidente francés, Valérie
Trierweiler, el viernes pasado, tras conocer la infidelidad de François Hollande
con la actriz Julie Gayet, pudo deberse a una ingestión excesiva de
tranquilizantes, según han avanzado varios medios de comunicación franceses
citando a amigos de la primera dama de Francia.
Ni el Elíseo, que mantiene un silencio absoluto sobre el
tema, ni el gabinete de Trierweiler han confirmado este extremo. La versión
oficial sigue siendo la misma de hace hoy una semana, cuando la compañera de
Hollande fue ingresada en el hospital de la Pitié-Salpétrière, esto es: un
ataque de fatiga que le exige reposo. De momento, hospitalizada sigue y seguirá
aún varios días, e incluso –según avanzó el analista político Michaël Darmon,
del canal i-Télé– podría acabar siendo transferida a una clínica de reposo.
El semanario de información general Le Point apuntaba ayer que tras recibir la confesión del presidente sobre sus relaciones
amorosas con Julie Gayet , la noche del jueves –víspera de que la revista Closer publicara una amplia información con fotos de los
dos amantes entrando y saliendo del mismo edificio en una de sus citas
clandestinas–, Valérie Trierweiler habría tomado una dosis elevada de
tranquilizantes. “Sólo tomó alguna píldora de más”, aseguró uno de sus amigos,
descartando así que pudiera tratarse de un intento de suicidio.
Una versión muy parecida publicó ayer la revista del corazón Ici Paris, que incluso identifica el fármaco: Lexomil,
un ansiolítico compuesto de bromazepán e indicado para estados de ansiedad
severos. Según el relato de esta publicación, Valérie Trierweiler, ya tensa
después de la conversación de la víspera con el presidente, sufrió un shock el
viernes por la mañana al ver las fotos de la revista Closer y decidió dejar el Elíseo para trasladarse a su
domicilio particular, en el distrito XV de París. Una vez allí, al parecer,
tomó los tranquilizantes con el fin de poder dormir. Pero su guardaespaldas,
inquieto, habría alertado inmediatamente al Elíseo y el presidente habría
ordenado su traslado preventivo al hospital.
Preocupado debía estar también, en efecto, François Hollande
el pasado viernes y, según algunas fuentes, estuvo llamando regularmente al
hospital para interesarse por el estado de su compañera. Sin embargo, a
petición de los médicos, el presidente francés no ha puesto en ningún momento
los pies en el centro hospitalario. Después de la confesión inicial, la pareja
presidencial tiene aún pendiente una conversación crucial sobre su futuro. Y es
muy probable que lo que Hollande tenga que decirle a su compañera no sea
precisamente lo más indicado para levantar el maltrecho ánimo de la paciente.
Si el presidente deseara mantener a Trierweiler a su lado ya
habría ido a visitarla y el martes, en su multitudinaria conferencia de prensa
en el Elíseo, habría confirmado sin ambages que ella sigue siendo la primera
dama. No ha hecho ni una cosa ni otra, por lo que el escenario que se dibuja es
más bien el de una ruptura.
Según los amigos de la periodista, citados en diversos
medios, Trierweiler se encuentra en un estado de “fatiga nerviosa” muy acusado
y alterna sentimientos de cólera y de abatimiento. Y estaría dispuesta a
perdonar para salvar su pareja. Falta, sin embargo, que Hollande, que en los
últimos tiempos se ha mostrado más bien distanciado, esté interesado.
La última crónica firmada por Valérie Trierweiler en Paris Match, semanario del que sigue siendo asalariada y
donde escribe regularmente una tribuna cultural, empezaba ayer con una frase
que ha dado pié a todo tipo de interpretaciones: “No hay peor veneno mortal que
la indiferencia”.
Gayet reclama 50.000 euros
La actriz Julie Gayet, supuesta amante del presidente
francés, François Hollande, ha presentado una demanda por atentado a la vida
privada contra la revista Closer, por la publicación el
pasado viernes de imágenes de los dos amantes entrando y saliendo del número 20
de la rue du Cirque, donde mantenían sus citas clandestinas. Gayet reclama al semanario
una indemnización de 50.000 euros, más otros 4.000 euros en concepto de gastos
judiciales, así como una llamada en la portada sobre la sentencia condenatoria.
François Hollande, por su parte, anunció el martes en su conferencia de prensa
que personalmente renunciaba a perseguir a esta publicación para no abusar de
sus prerrogativas como jefe del Estado. El semanario, que pagó al parecer
30.000 euros al fotógrafo que tomó las imágenes, ha hecho hasta ahora un buen
negocio y lo seguirá haciendo aunque le caiga una condena. El número del
viernes pasado ha vendido unos 600.000 ejemplares y la revista ya anunció ayer
que el número que sale hoy a la venta en los quioscos aportará nuevas
revelaciones y –sobre todo– nuevas fotos sobre el affaire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario