La primera dama de
Francia no está dispuesta a aceptar sin más que la pongan de patitas en
la calle. Mientras el presidente francés, François Hollande, busca el mejor
momento y la mejor manera –suponiendo que exista– para poner fin a su relación
con la periodista Valérie Trierweiler, la que todavía es su compañera oficial
ha decidido reanudar su agenda y realizar este fin de semana un viaje
humanitario a la India, abandonando así el reposo que le habían recomendado los
médicos. Casi a la vez, el presidente realizará el lunes y martes próximos un
viaje oficial a Turquía, donde visitará Ankara y Estambul.
Hospitalizada en la sección de psiquiatría del hospital
parisino de la Pitié-Salpétrière tras hacerse pública la relación sentimental
clandestina entre François Hollande y la actriz Julie Gayet –presuntamente por
una crisis nerviosa que la habría conducido a ingerir una dosis excesiva de tranquilizantes–,
la primera dama fue dada de alta hace una semana y su primera decisión fue
trasladarse no a su domicilio privado, en el distrito XV de París, sino a la
residencia presidencial de La Lanterne (Versalles), un gesto que ya dijo mucho
sobre su determinación de no dar nada por perdido.
En línea con esa primera decisión, Trierweiler ha decidido
ahora, para pasmo del Elíseo –que no fue informado–, honrar el compromiso que
había adquirido meses atrás con la organización Acción contra el Hambre y el
domingo partirá en dirección a Bombay para participar en varios actos de tipo
humanitario.
La ONG insistió ayer en que se trata de un viaje de
“carácter privado” –costeado por diversos mecenas–, pero lo cierto es que había
sido organizado conjuntamente con el gabinete de Trierweiler en el Elíseo y
será, si nada pasa antes, en tanto que primera dama que participará el lunes en
una conferencia de prensa en el hotel Taj Mahal. Podría haber anulado su
participación y todo el mundo lo habría comprendido. No lo ha hecho, y todo el
mundo lo entiende también...
“Es un desafío amoroso”, opinó ayer Nadia Le Brun,
autora de una biografía sobre Trierweiler titulada “La dama de picas”, a cuyo
juicio se trata de una “mujer enamorada” que lucha por salvar su pareja y estaría
dispuesta a olvidar la afrenta y “perdonar”. Lo mismo parecen haber entendido
en el Elíseo, donde los colaboradores del presidente se pellizcaban ayer la
mejilla para comprobar que no estaban soñando.
Pero en los asuntos del amor este tipo de órdagos conllevan
muchas veces el riesgo de precipitar los acontecimientos en el sentido inverso
al perseguido... Y eso mismo podría acabar pasándole a Trierweiler. El canal de
televisión BFMTV apuntaba ayer que François Hollande podría acelerar a este
mismo fin de semana la anunciada “clarificación” sobre su pareja, ya sea a
través de un comunicado conjunto, ya sea a través de un comunicado oficial de
la Presidencia de la República.
La “clarificación”, como ha sido evidente desde el primer
momento en que Hollande se vio forzado a abordar públicamente el affaire –cuando se refirió a los “momentos dolorosos”
por los que atraviesa su pareja– implica la separación. La frialdad y el
distanciamiento con que se ha conducido denotan que el presidente, en su interior,
ya ha pasado página. Y los pocos amigos que osan hablar –siempre bajo condición
de anonimato– apuntan sin duda hacia una ruptura. “François vive una bonita
historia”, señalaba uno de ellos citado por Le Parisien.
Bonita historia con Julie Gayet, naturalmente.
El presidente, según fuentes del Elíseo, hubiera querido
resolver este trámite hace quince días, inmediatamente después de que la
revista Closer desvelara sus amoríos con la actriz y
difundiera fotos de sus citas clandestinas en un apartamento de la rue du
Cirque, a dos pasos del Elíseo. Pero la hospitalización de Trierweiler abortó
esta maniobra.
En la conferencia de prensa celebrada el día 14 en el Elíseo
frente a 600 periodistas de todo el mundo, Hollande evitó en lo que pudo este
espinoso asunto, pero se comprometió a despejar todas las incógnitas que rodean
la condición de la primera dama antes del 11 de febrero, inicio de su viaje de
Estado a Estados Unidos. Aunque sólo sea porque en el programa de la visita hay
prevista una cena en la Casa Blanca de la pareja presidencial francesa con el
presidente norteamericano, Barack Obama y su mujer, Michèle.Tiempo, no le
quedaba ya mucho. Ahora, aún tiene menos.
La inesperada intervención pública anteayer de la abogada de
Valérie Trierweiler, Frédérique Giffard, en la que expresaba el interés de la
primera dama en –nuevamente– “clarificar” la situación y resolver los aspectos
materiales de una eventual separación, toda vez que no están casados, parecía
dar a entender que Trierweiler daba por descontada la ruptura. Pero ayer la
abogada fue desautorizada.
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