En el grupo
Renault hace décadas que no queda ya ningún descendiente del fundador, Louis
Renault, desposeído de la propiedad por el Estado francés en 1945 por haber
colaborado con el ocupante nazi. En el otro gran grupo automovilístico francés,
PSA Peugeot-Citroën, los herederos de Armand Peugeot han seguido y seguirán
siendo accionistas de la compañía, pero por primera vez en su historia, la
familia se dispone a ceder el control. El Consejo de Supervisión del grupo
acordó el domingo por la noche un proyecto de ampliación del capital de 3.000
millones de euros que dará entrada a la empresa china Dongfeng –ya asociada a
PSA para la fabricación de automóviles en China– y al Estado francés.
La operación de ampliación de capital se realizará en dos
fases. Los dos nuevos accionistas aportarán cada uno del orden de 800 millones
de euros, mientras que la familia Peugeot aportará un centenar. Al final del
proceso cada uno de los tres accionistas controlará el 14% del capital. Hasta
ahora la familia disponía del 25% de las acciones y el 38% de los derechos de
voto. Esta solución, apoyada por el presidente del holding familiar, Robert
Peugeot, podría acabar implicando el desalojo de Thierry Peugeot como
presidente del Consejo de PSA.
El proceso, sin embargo, entra ahora en la fase de la
negociación de los detalles. En un comunicado difundido ayer, PSA subrayó que
el grupo “estudia otros escenarios alternativos” para recapitalizarse y que
hasta que no se cierre un acuerdo definitivo “no puede darse ninguna seguridad
sobre su culminación”. Con todo, se trata del único plan concreto que hay sobre
la mesa.
Fracasada la alianza con General Motors –que abandonó el
capital de PSA a finales del año pasado– y en una situación económica e
industrial delicada, el grupo francés necesitaba con urgencia un socio que
inyectara capital. El grupo chino Dongfeng, con quien PSA mantiene una alianza
industrial desde el año 1993, aparecía como el socio más lógico, toda vez que
es en China donde el fabricante francés está registrando el aumento de las
ventas más acusado (un 26%) y se trata ya de su segundo mercado, después de
Francia.
El Gobierno francés, sin embargo, no veía con buenos ojos
una operación que podía poner a PSA Peugeot-Citroën, uno de los florones de la
industria francesa, en manos extranjeras y ha forzado su entrada en el capital.
El Estado francés, a fin de cuentas, ya había tenido que acudir en socorro del
grupo en el 2012 y otorgarle garantías por valor de 7.000 millones de euros
para evitar el hundimiento de PSA finanza.
En el 2013 y por tercer año consecutivo, PSA registró un
nuevo retroceso en sus ventas. Con 2,8 millones de vehículos, se trata de la
cifra más baja desde el año 2000. Si en China, como ya ha quedado dicho, las
ventas se han disparado y han aumentado también en América Latina, han caído en
cambio en Rusia y sobre todo en Europa, que sigue siendo el principal mercado.
Aquí han retrocedido un 7% y la cuota de mercado ha bajado al 11,9%.
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