martes, 21 de enero de 2014

Aborto, camino inverso

Mientras España prepara un endurecimiento de las condiciones para poder abortar, Francia se dispone a hacer todo lo contrario. Los socialistas franceses han aprovechado la tramitación de la nueva ley para la Igualdad de hombres y mujeres, que ayer empezó a discutirse en la Asamblea Nacional, para introducir en el texto dos enmiendas con el fin de liberalizar completamente la práctica del aborto en Francia.

De ser aprobadas tal cual han llegado a la cámara baja –las enmiendas se discutirán probablemente el viernes próximo, coincidiendo con una visita oficial del presidente, François Hollande, al Vaticano–, las mujeres francesas verán explícitamente reconocido su derecho a disponer del propio cuerpo y a abortar, sin que sea exigido otro requisito que el cumplimiento de los plazos establecidos. Esto es, hasta 12 semanas de gestación en el caso de aborto quirúrgico y cinco semanas si es farmacológico (en España son 14 y seis, respectivamente)

Actualmente, de acuerdo con la ley de despenalización del aborto impulsada en 1975 por Simone Veil –bajo el gobierno del centroderecha y la presidencia de Valéry Giscard d’Estaing–, las mujeres francesas que desean abortar, y que no entren en los supuestos de malformación del feto o peligro para la madre, deben justificar un estado de angustia o desamparo, después de realizar dos consultas médicas obligatorias (una tercera psico-social fue eliminada en 1982). A partir de ahora este requisito se suprimirá y no hará falta más que la expresión de la voluntad de la mujer. “El derecho de las mujeres a disponer de su cuerpo, a acceder a la contracepción y a pedir una interrupción voluntaria del embarazo, está garantizado por la ley”, reza explícitamente la enmienda.

La iniciativa de los socialistas franceses, enormemente críticos con la contrarreforma de Ruiz-Gallardón –el propio Gobierno la ha criticado públicamente, por boca de la ministra portavoz y titular de la cartera de Derechos de las Mujeres, Najat Vallaud-Belkacem–, ha irritado a la derecha francesa y ha puesto fuera de sí a los sectores más conservadores.

Diversos diputados de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) –el partido de Nicolas Sarkozy– han defendido el mantenimiento de la condición del “estado de angustia y desamparo”, que a su juicio confiere al aborto un carácter de “excepción”, mientras que la reforma socialista va en el camino de su “banalización”. El centrista Jean-Louis Borloo ha advertido al Gobierno del riesgo de “abrir la Caja de Pandora”. En 1975 la discusión de la ley del aborto fue alcanzó una violencia verbal inusitada.

Este domingo, los grupos provida y antiabortistas, que cada mes de enero se manifiestan en contra de la ley Veil –aprobada justamente un 17 de enero–, consiguieron reunir en una manifestación en París a entre 16.000 y 40.000 personas –según la Prefectura de la Policía y los organizadores, respectivamente–, una cifra superior a la de los últimos años. Los manifestantes portaban los colores de la bandera española, con el fin de reinvidicar una reforma legal en Francia en el mismo sentido que la del Gobierno de Mariano Rajoy. “España está hoy en la vanguardia del progreso”, tronó la exministra Christine Boutin, presidenta del Partido Democristiano. El movimiento podría ampliarse si se meten de lleno las asociaciones que se movilizaron contra el matrimonio gay.

“Las mujeres deben tener la libertad de elegir. Es extremadamente importante reafirmarlo –subrayó ayer la ministra Vallaud-Belkacem– en un momento en que vemos a nuestro alrededor las tentaciones de regresión”.
En Francia se practican unos 225.000 abortos –interrupciones voluntarias del embarazo (IGV), en la jerga oficial– cada año, lo que da una media de 15 por cada 1.000 mujeres de entre 15 y 49 años. Los abortos farmacológicos representan ya el 55% del total.

La cuestión del aborto es sólo uno de los aspectos que incluye el proyecto de ley de Igualdad entre hombre y mujeres, una de cuyas medidas más destacadas es la extensión de los permisos de paternidad –subvencionados con dinero público– a condición de que el hombre asuma una parte. 


7.000 bodas gay en siete meses

En el 2013, un total de 7.000 parejas homosexuales contrajeron matrimonio en Francia, aprovechando la legalización de las bodas gay, un ritmo superior –según el Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (Insee)– al que registraron en un principio otros países en los que se legalizó el matrimonio homosexual, como España. En Francia, la ley entró en vigor el 18 de mayo y empezó a aplicarse en la práctica en junio, por lo que los 7.000 matrimonios se celebraron en siete meses. Las bodas gay representaron un 4% del total de matrimonios y la edad media de los contrayentes fue superior a la de los heterosexuales: 50 años en el caso de los hombres y 43 en el de las mujeres. La legalización del matrimonio entre homosexuales, una de las promesas electorales de François Hollande, generó una oleada de protestas masivas. Los opositores a la reforma, conservadores y católicos, llegaron a movilizar a un millón de personas en París. Pero la ley fue aprobada y avalada por el Consejo Constitucional.






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