Mientras España
prepara un endurecimiento de las condiciones para poder abortar, Francia se
dispone a hacer todo lo contrario. Los socialistas franceses han aprovechado la
tramitación de la nueva ley para la Igualdad de hombres y mujeres, que ayer
empezó a discutirse en la Asamblea Nacional, para introducir en el texto dos
enmiendas con el fin de liberalizar completamente la práctica del aborto en
Francia.
De ser aprobadas tal cual han llegado a la cámara baja –las
enmiendas se discutirán probablemente el viernes próximo, coincidiendo con una
visita oficial del presidente, François Hollande, al Vaticano–, las mujeres
francesas verán explícitamente reconocido su derecho a disponer del propio
cuerpo y a abortar, sin que sea exigido otro requisito que el cumplimiento de
los plazos establecidos. Esto es, hasta 12 semanas de gestación en el caso de
aborto quirúrgico y cinco semanas si es farmacológico (en España son 14 y seis,
respectivamente)
Actualmente, de acuerdo con la ley de despenalización del
aborto impulsada en 1975 por Simone Veil –bajo el gobierno del centroderecha y
la presidencia de Valéry Giscard d’Estaing–, las mujeres francesas que desean
abortar, y que no entren en los supuestos de malformación del feto o peligro
para la madre, deben justificar un estado de angustia o desamparo, después de
realizar dos consultas médicas obligatorias (una tercera psico-social fue
eliminada en 1982). A partir de ahora este requisito se suprimirá y no hará
falta más que la expresión de la voluntad de la mujer. “El derecho de las
mujeres a disponer de su cuerpo, a acceder a la contracepción y a pedir una
interrupción voluntaria del embarazo, está garantizado por la ley”, reza
explícitamente la enmienda.
La iniciativa de los socialistas franceses, enormemente
críticos con la contrarreforma de Ruiz-Gallardón –el propio Gobierno la ha
criticado públicamente, por boca de la ministra portavoz y titular de la
cartera de Derechos de las Mujeres, Najat Vallaud-Belkacem–, ha irritado a la
derecha francesa y ha puesto fuera de sí a los sectores más conservadores.
Diversos diputados de la Unión por un Movimiento Popular
(UMP) –el partido de Nicolas Sarkozy– han defendido el mantenimiento de la
condición del “estado de angustia y desamparo”, que a su juicio confiere al
aborto un carácter de “excepción”, mientras que la reforma socialista va en el
camino de su “banalización”. El centrista Jean-Louis Borloo ha advertido al
Gobierno del riesgo de “abrir la Caja de Pandora”. En 1975 la discusión de la
ley del aborto fue alcanzó una violencia verbal inusitada.
Este domingo, los grupos provida y antiabortistas, que cada
mes de enero se manifiestan en contra de la ley Veil –aprobada justamente un 17
de enero–, consiguieron reunir en una manifestación en París a entre 16.000 y
40.000 personas –según la Prefectura de la Policía y los organizadores,
respectivamente–, una cifra superior a la de los últimos años. Los
manifestantes portaban los colores de la bandera española, con el fin de
reinvidicar una reforma legal en Francia en el mismo sentido que la del
Gobierno de Mariano Rajoy. “España está hoy en la vanguardia del progreso”,
tronó la exministra Christine Boutin, presidenta del Partido Democristiano. El
movimiento podría ampliarse si se meten de lleno las asociaciones que se
movilizaron contra el matrimonio gay.
“Las mujeres deben tener la libertad de elegir. Es
extremadamente importante reafirmarlo –subrayó ayer la ministra
Vallaud-Belkacem– en un momento en que vemos a nuestro alrededor las
tentaciones de regresión”.
En Francia se practican unos 225.000 abortos –interrupciones
voluntarias del embarazo (IGV), en la jerga oficial– cada año, lo que da una
media de 15 por cada 1.000 mujeres de entre 15 y 49 años. Los abortos
farmacológicos representan ya el 55% del total.
La cuestión del aborto es sólo uno de los aspectos que
incluye el proyecto de ley de Igualdad entre hombre y mujeres, una de cuyas
medidas más destacadas es la extensión de los permisos de paternidad
–subvencionados con dinero público– a condición de que el hombre asuma una
parte.
7.000 bodas gay en siete meses
En el 2013, un total de 7.000 parejas homosexuales
contrajeron matrimonio en Francia, aprovechando la legalización de las bodas
gay, un ritmo superior –según el Instituto Nacional de Estadística y Estudios
Económicos (Insee)– al que registraron en un principio otros países en los que
se legalizó el matrimonio homosexual, como España. En Francia, la ley entró en
vigor el 18 de mayo y empezó a aplicarse en la práctica en junio, por lo que
los 7.000 matrimonios se celebraron en siete meses. Las bodas gay representaron
un 4% del total de matrimonios y la edad media de los contrayentes fue superior
a la de los heterosexuales: 50 años en el caso de los hombres y 43 en el de las
mujeres. La legalización del matrimonio entre homosexuales, una de las promesas
electorales de François Hollande, generó una oleada de protestas masivas. Los
opositores a la reforma, conservadores y católicos, llegaron a movilizar a un
millón de personas en París. Pero la ley fue aprobada y avalada por el Consejo
Constitucional.
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