viernes, 10 de enero de 2014

Sin libertad para injuriar

¿Dónde acaba la libertad de expresión? ¿A partir de qué momento la libertad de creación artística debe ceder ante la protección de la dignidad de las personas? ¿Es lícita la censura para evitar las injurias y las incitaciones al odio? El caso del humorista franco-camerunés Dieudonné M’bala M’bala, en el punto de mira del Gobierno francés y de la mayor parte de la clase política por sus proclamas antisemitas, se ha convertido en un pulso político y jurídico de primera magnitud. El primer asalto de este combate lo ganó ayer el ministro del Interior, Manuel Valls, quien al final de una jornada electrizante obtuvo el aval del Consejo de Estado –la más alta jurisdicción administrativa de Francia– para prohibir la representación anoche del último espectáculo del controvertido humorista, Le Mur (El Muro), en el teatro Zénith de Nantes.

Valls calificó la decisión del Consejo de Estado de “victoria para la República”. Pero la guerra no ha hecho más que comenzar, porque los decretos, los recursos y las apelaciones pueden sucederse de forma regular ante los tribunales de justicia durante las próximas semanas a propósito de cada una de las representaciones programadas, puesto que la decisión del Consejo de Estado –adoptada por un único magistrado en un procedimiento de urgencia– sólo afecta inicialmente al caso de Nantes. Dieudonné debía empezar allí anoche una gira para presentar Le Mur -espectáculo que ya se ha representado en el Théâtre de la Main d’Or, de París– en una veintena de ciudades francesas. En la mayoría de los casos, los alcaldes afectados –como los de Burdeos, Tours, Orléans, Toulouse o Limoges– han anunciado su determinación de prohibir o de solicitar la suspensión del espectáculo a las autoridades gubernativas departamentales.

Este primer desenlace es un triunfo para Manuel Valls, que se había empeñado personalmente en acabar con las provocaciones de Dieudonné y que el lunes envió una circular a todos los prefectos en la que les instaba a ser inflexibles y asimilaba los atentados contra la dignidad humana a una alteración del orden público, causa legal justificada para suspender toda reunión pública. El prefecto del Loira Atlántico fue el primero en aplicarla y prohibió el espectáculo de Nantes.

La decisión del Consejo de Estado viene a darle la razón y rompe con la jurisprudencia en la materia. Hasta ahora, los tribunales administrativos –y el propio Consejo de Estado– habían dado la razón a Dieudonné en los últimos años en una quincena de intentos de prohibir sus actuaciones por parte de las autoridades locales. La organización SOS Racisme celebró la decisión considerando que el Consejo de Estado “ha dicho stop a la libertad de injuriar”.

Pasaban unos minutos de las 18h30 cuando el Consejo de Estado emitió su dictamen. El motivo argumentado fue, al igual que había hecho el prefecto del Loira Atlántico, el riesgo serio de alteración del orden público, entendiendo como tal no sólo posibles altercados sino también los atentados a la dignidad de las personas. Las proclamas antijudías repetidas en el espectáculo entrarían así en este concepto y justificarían en principio su prohibición preventiva en razón de su contenido. Su censura, por tanto.

Varios centenares de seguidores del cómico se agolpaban en aquel momento a las puertas del Zénith de Nantes –que había vendido más de 5.500 entradas– y la suspensión del espectáculo fue recibida con una sonora pitada. En medio de una fuerte tensión, los presentes vitorearon a Dieudonné, reclamaron a voz en grito la dimisión de Manuel Valls y cantaron La Marsellesa. Dos compañías de antidisturbios de la Gendarmería vigilaban la zona para evitar incidentes. A pesar de haber amagado con acudir al teatro y representar de todos modos su espectáculo en el exterior, el humorista llamó a través de Facebook a sus seguidores a regresar a sus casas, con el fin de evitar “enfrentamientos físicos”.

Las cosas empezaron, sin embargo, de forma muy diferente. A primera hora de la tarde, el Tribunal Administrativo de Nantes había suspendido el decreto de prohibición dictado por el prefecto. El tribunal aceptó la tesis del Ministerio del Interior según la cual el respeto a la dignidad de las personas es un “componente” del orden público. Pero, en contra del prefecto, consideró que no había un riesgo de alteración del orden público tan serio como para poner en tela de juicio el derecho a la libertad de expresión. El mismo tribunal invitaba a perseguir a posteriori por la vía judicial a Dieudonné si incurría en proclamas racistas o antisemitas. es decir, el método aplicado hasta ahora (sin demasiado éxito): el cómico ha sido condenado ya más de media docena de veces a decenas de miles de euros de multa, sin que haya pagado un céntimo alegando una falsa insolvencia.

Enardecido por la decisión del tribunal administrativo y fiel a su sulfurosa personalidad, Dieudonné dirigió un obsceno tuit al ministro del Interior, Manuel Valls, para celebrarlo: “Manu, ¿la notas?”. Pero el titular de la plaza Beauvau no se arredró y apeló en urgencia al Consejo de Estado, que acabó dándole la razón.
Antes de eso, el Consejo representativo de las instituciones judías de Francia (Crif) había convocado una manifestación para el próximo domingo en París contra el antisemitismo, así como concentraciones en todos los teatros donde Dieudonné actúe.


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