lunes, 6 de enero de 2014

Joyas que iluminan París

La historia de las grandes casas francesas del lujo está estrechamente vinculada al Segundo Imperio, una época de un espectacular florecimiento cultural y artístico, así como de grandes transformaciones económicas y sociales, que hicieron de Francia y de París lo que son. La historia de Cartier nació también bajo Napoléon III y alcanzó su apogeo en el cambio de siglo, cuando el taller de joyería comprado en 1847 por Louis-François Cartier devino el suministrador de las monarquías europeas y de la alta aristocracia capitalista –y más tarde, cinematográfica- de allende el Atlántico. Esta historia, que es también la historia del gusto por el refinamiento y la ostentación de las clases altas, es el objeto de la gran exposición “Cartier. Le Style et l’Histoire” abierta hasta el 16 de febrero en el Salón de Honor del Grand Palais de la capital francesa.

Más de 600 joyas, relojes y objetos de lujo, así como vestidos, grabados, pinturas y fotografías ofrecen una visión panorámica e histórica de la casa Cartier y, con ella, de la alta sociedad de las diferentes épocas. Collares, diademas, brazaletes, colgantes, broches, anillos, relojes de pulsera, de péndulo, pitilleras… relucen con todo el brillo de los diamantes, las esmeraldas y otras piedras preciosas en un Salón de Honor decorado con  proyecciones en forma de caleidoscopio sobre sus muros. La exposición, pensada y montada por los Monumentos Nacionales –y no por Cartier-, ha sido concebida como cualquier otra exposición de historia del arte. Para sus organizadores, la joyería lo es.

En las vitrinas del Grand Palais pueden admirarse joyas únicas, desde el colgante de la reina María de Rumanía, con el mayor zafiro –de 478 kilates- jamás registrado, hasta la diadema que lució la duquesa de Cambridge, Kate Middleton, en su boda con el príncipe William -cesión de la reina Isabel II de Inglaterra-, pasando por un collar de rubíes de Elisabeth Taylor y el impresionante collar, con 2.930 diamantes, encargado por Bhupindar Singh, maharajá de Patiala. Las piezas expuestas van desde mediados del siglo XIX hasta los años setenta, no más allá. No hay que confundir el Grand Palais con un tienda.







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