miércoles, 15 de enero de 2014

"Son momentos dolorosos"

La crisis personal y sentimental que atraviesa François Hollande, camino de convertirse poco menos que en un asunto de Estado, es ya un hecho reconocido, aunque su solución y desenlace son todavía inciertos. El presidente francés admitió ayer por primera vez de forma pública la existencia de una grave crisis en la pareja que forma con la periodista Valérie Trierweiler, pero se negó en redondo a abordar las implicaciones de esta crisis, particularmente lo que concierne al estatus político de la primera dama. “No es el lugar ni el momento”, dijo tajante a la pregunta de un periodista en la multitudinaria conferencia de prensa celebrada ayer tarde en el Elíseo. “Todo el mundo, en su vida personal, puede atravesar adversidades. Es nuestro caso. Son momentos dolorosos. Pero tengo un principio: los asuntos privados se tratan en privado”, afirmó zanjando así la cuestión.

Como era de prever, Hollande tuvo que afrontar esta espinosa cuestión a la primera pregunta. Pero él se mantuvo fiel a su línea de conducta y sólo respondió lo inevitable. Y aún menos. El presidente francés no aclaró si su compañera sentimental –hospitalizada desde el viernes, una vez supo de la relación amorosa de François Hollande con la actriz Julie Gayet–, sigue siendo la primera dama de Francia. Aunque prometió clarificarlo antes del viaje oficial a Estados Unidos que tiene programado en el mes de febrero. Respecto a su estado de salud fue más que escueto: “Reposa”.

El affaire sentimental entre Hollande y Gayet, objeto de rumores insistentes en París desde hace meses –hasta el punto de que la actriz se vio obligada a desmentirlo ya en marzo del año pasado–, fue desvelado al público el pasado viernes por la revista del corazón Closer, que ofreció una serie de fotos de los dos amantes entrando y saliendo del edificio donde durante meses mantuvieron sus citas clandestinas.

La pareja se encontraba en un apartamento del número 20 de la rue du Cirque, a dos pasos del Elíseo, alquilado por una amiga de Gayet, la también actriz Emmanuelle Hauck, cuyo ex marido y cuyo ex compañero sentimental –condenado por la justicia el primero, asesinado el segundo– tenían vinculaciones con la mafia corsa. En sus idas y venidas, Hollande se desplazaba en la parte de atrás de un scooter, conducido por un agente de la seguridad presidencial, mientras un segundo guardaespaldas vigilaba los alrededores. Este mínimo dispositivo de seguridad no impidió que el fotógrafo Sébastien Valiela, el mismo paparazzo que en 1994 hizo la foto de la hija secreta de François Mitterrand –Mazarine–, pudiera tomar las imágenes desde el edificio de enfrente sin que nadie reparara en él.

La cuestión de la seguridad del presidente ha suscitado, por todo ello, serios interrogantes en la clase política. François Hollande intentó ayer quitar toda importancia al asunto asegurando que en ningún momento su seguridad había estado en peligro en sus citas secretas (a las que solamente aludió de forma implícita). “Vaya donde vaya, mi seguridad está garantizada, ya sea en mis desplazamientos oficiales como en los que hago a título privado, donde el dispositivo es menos fuerte”, afirmó, sin que lograra mostrarse en este terreno muy convincente.

Hollande se confesó ayer encolerizado por la publicación de sus amoríos clandestinos –“Mi indignación es total”, dijo–, subrayando que de esta forma se ha violado gravemente su derecho a la intimidad. Pero descartó actuar judicialmente contra la revista para no aprovechar –dijo– la situación de privilegio que le ofrece la ley al estar protegido por la inmunidad de que goza el jefe del Estado. Del mismo modo, se negó a endurecer la ley contra los atentados a la vida privada: “No estoy a favor de las leyes de circunstancias, y menos aún de las leyes a medida”, argumentó.

La hasta ahora compañera sentimental de Hollande y primera dama de Francia, Valérie Trierweiler, se enteró de la infidelidad por boca del propio presidente, que le confesó todo la noche del jueves, ante la inminencia de la publicación de la información de Closer. Trierweiler, que según sus amigos hasta ese momento había preferido no creer en los rumores, sufrió un fuerte choque emocional y el viernes por la tarde fue ingresada en un hospital. Los médicos le prescribieron reposo y, según la versión oficial de su gabinete, ayer aún seguía hospitalizada. Esta circunstancia ha dejado en suspenso la resolución de la crisis sentimental de la pareja y, lo que tiene un mayor alcance político, la clarificación de si Valérie Trierweiler sigue siendo la primera dama y, en consecuencia, puede seguir representado a Francia. Su próxima cita es, en teoría, el 11 de febrero en una cena en la Casa Blanca con el matrimonio Obama.

La crisis ha hecho que responsables políticos de todo el arco parlamentario, incluido el Partido Socialista, hayan planteado la necesidad de o bien regular el estatuto de la primera dama –que no está constitucionalmente reconocido– o bien suprimirlo. Hollande se manifestó por mantener esta figura, pero con una doble condición: que haya una “total transparencia” sobre los recursos públicos destinados a la primera dama y que el presupuesto sea lo más reducido posible”.


Cerca de 600 periodistas

El Salón de Fiestas del Elíseo estaba ayer lleno a rebosar por la presencia de entre 500 y 600 periodistas de todo el mundo, más interesados que nunca en la tercera conferencia de prensa semestral del presidente francés.







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