La quenelle es una especie de croqueta típica de la
gastronomía lyonesa. Pero desde hace unos meses designa también un provocador
saludo, a medio camino entre el corte de mangas y el brazo en alto nazi
invertido, creado por el humorista Dieudonné con un significado calculadamente
ambiguo: formalmente antisistema, es implícitamente antijudío. La quenelle se ha extendido por toda Francia en los últimos
meses, así en las banlieues como en el ejército –dos
militares fueron sancionados el pasado mes de septiembre por realizar este
gesto frente a una sinagoga de París–, entre los líderes históricos de la
extrema derecha –como Jean-Marie Le Pen y Bruno Gollnisch– o entre algunos
futbolistas, como Nicolas Anelka. El saludo del jugador del West Bromwich
Albion durante un partido contra el West Ham el 28 de diciembre pasado ha
agotado la paciencia del Gobierno francés, que ha decidido poner fin a las
derivas del humorista, quien en los últimos años utiliza las tablas de los
teatros para predicar el antisemitismo.
El ministro del Interior, Manuel Valls, que ha tomado este
asunto como algo personal, envió ayer una circular a todos los prefectos de
Francia invitándoles a ser extremadamente rigurosos con Dieudonné y a prohibir
sus espectáculos ante el más mínimo riesgo de alteración del orden público.
Para Valls, que ha calificado a Dieudonné de “pequeño empresario del odio”, sus
espectáculos tienen menos de humor que de mitin político. El propio interesado,
admirador declarado de Mahmud Ahmadineyad y Muamar el Gadafi, de Hezbollah y
Bachar el Asad, lo admitió en una entrevista a la televisión iraní Sahar en el
2011, donde alegaba que el humor era el “único medio de expresión” que le
habían dejado. “Yo hago reir, pero soy un combatiente”, afirmó tras definirse
como un militante antisionista.
El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, expresó su convicción
de que la prefectura del Loira-Atlántico prohibirá la representación este
jueves, en el teatro Zénith de Nantes, de su espectáculo Le
Mur (El muro), con el que el humorista –que habitualmente actúa en
un local propio en París,el Théâtre de la Main d’Or– piensa abrir una gira por
provincias. La familia Klarsfeld, conocidos cazadores de
nazis, ha convocado una manifestación para mañana miércoles en Nantes, mientras
el Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia (Crif) llamó
por su parte a acciones de protesta en todas las ciudades donde actúe
Dieudonné.
La censura a la actitud del humorista es general.
Organizaciones como SOS Racisme o la Liga contra el racismo y el antisemitismo
(Licra) han anunciado que perseguirán judicialmente las quenelles. La mayoría de los partidos son muy severos
también con Dieudonné, si bien hay discrepancias sobre la reacción adecuada.
Así, las formaciones a la izquierda de Partido Socialista cuestionan la
prohibición de sus espectáculos, por atentar contra el derecho a la libertad de
expresión y defienden acciones penales a posteriori. La derecha, en general,
aplaude la acción de Manuel Valls. Así lo ha hecho el presidente de la Unión
por un Movimiento Popular (UMP), Jean-François Copé, mientras el ex primer
ministro Alain Juppé, alcalde de Burdeos, ha decidido prohibir el espectáculo
en su ciudad, programado el 26 de enero.
“El Holocausto nos ha costado caro, todavía lo estamos
pagando”, “¿Cuál es el proyecto nazi en el 2013? ¿Fabricar jabones con la crema
del show-bussines francés? Oh... es un proyecto muy bonito”, “Cuando oigo
hablar a Patrick Cohen (periodista radiofónico), me digo, ves, las cámaras de
gas... Lástima”. Comentarios de este tenor –y otros más directos sobre la
“mafia judía”– jalonan de forma constante los espectáculos de Dieudonné, al que
acuden desde curiosos hasta simpatizantes de la extrema derecha y el islamismo
radical. El humorista ataca sistemáticamente a todos los artistas de origen
judío, desde el showman Arthur al cantante Patrick Bruel, pasando por el actor
Gad Elmaleh –compañero sentimental de Carlota de Mónaco– y el también humorista
Elie Semoun, con quien formó una pareja cómica de éxito en los años 90.
Porque Dieudonné M’bala M’bala, nacido hace casi 48 años en
Fontenay-aux-Roses (región de París) –hijo de un camerunés y una bretona–, fue
un tiempo de izquierdas y antirracista. O así lo parecía. Pero a partir de
mediados de los años 2000 inició una deriva hacia el antisemitismo y el
negacionismo más furibundos, hasta el punto de que en el 2009 encabezó una
lista “antisionista” en las elecciones europeas.
Sus provocaciones y sus ataques racistas y antisemitas le
han valido más de media docena de condenas judiciales, que se han saldado hasta
ahora con la imposición de multas por decenas de miles de euros. Sin embargo,
el bufón, que no tiene nada a su nombre –todo es propiedad formal de su mujer,
Noémie Montagne– nunca ha pagado nada, a pesar de los suculentos emolumentos
que obtiene de sus numerosos productos de marketing.
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