martes, 8 de mayo de 2012

La derecha, unida a la fuerza

La derecha francesa, pese a sus históricas pulsiones fratricidas, ha decidido por el momento aparcar sus disputas y salvaguardar la unidad del partido fundado por Jacques Chirac el año 2002 –la Unión por un Movimiento Popular (UMP)– hasta las elecciones legislativas de los días 10 y 17 de junio. La guerra vendrá después.

Serán cinco semanas de tensa tregua para intentar salvar lo salvable tras la derrota del domingo de Nicolas Sarkozy. Huérfanos de su líder, que ha confirmado a los barones de su partido su idea de retirarse definitivamente de la política activa, no son aspirantes a la sucesión los que faltan en la UMP. Pero ni el secretario general del partido, Jean-François Copé, ni el hasta ahora primer ministro, François Fillon –los más destacados–, quieren pasar a la historia como el escorpión que picó a la rana que le ayudaba a atravesar el río, pereciendo ambos.

Sarkozy, derrotado por el socialista François Hollande en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales por 51,6% a 48,4%, anunció la misma tarde del domingo a sus más cercanos colaboradores su decisión de empezar la retirada, lo que incluía –como primer paso– renunciar a dirigir la batalla electoral de las legislativas. También les pidió que mantuvieran ante todo la cohesión y la unidad del partido.

No hacía falta que nadie les advirtiera de lo evidente. A cinco semanas de la primera vuelta de las elecciones, el desencadenamiento de las hostilidades internas acarrearía el riesgo de multiplicar el efecto de la derrota en las presidenciales. La líder del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, que pretende levantar una “nueva derecha” sobre los escombros de la UMP, lo apuesta todo a la explosión incontrolada del partido. Si consiguen retenerse, tendrá que esperar.

Copé reunió ayer de forma extraordinaria al buró político de la UMP para abordar la situación y exhibir ante la opinión pública una imagen de unidad. “De forma unánime hemos reafirmado nuestro apego a la cohesión de nuestra familia política”, declaró el secretario general del partido a la salida de la reunión. Los principales barones de la UMP acordaron constituir un comité estratégico de campaña, que mantandrá reuniones de perioricidad semanal y que estará integrado por entre 25 y 30 figuras de todas las sensibilidades del partido. Entre ellas estarán Fillon, el ex primer ministro Jean-Pierre Raffarin y el hasta ahora ministro de Asuntos Exteriores –y también ex jefe de Gobierno– Alain Juppé. El leimotiv de la campaña empezó ayer mismo a ser desgranado por los portavoces de la derecha: apelar a los franceses para impedir que los socialistas, que van a controlar el Elíseo y ya gobiernan en la mayoría de las regiones y las grandes ciudades, monopolicen todo el poder político. Aún a costa de una nueva cohabitación.

La primera baja de peso cara a las próximas legislativas –y acaso para la disputa del liderazgo de la UMP– ha sido Alain Juppé, a quien todavía escuece la derrota que sufrió hace cinco años en su feudo electoral y que precipitó su salida del Gobierno –antes de regresar en 2010–. Juppé alegó la creciente alergia de los franceses a la acumulación de cargos electivos para justificar su decisión de dedicarse en exclusiva a su función como alcalde de Burdeos. Cara al futuro, Juppé abogó por elegir al candidato de la derecha al Elíseo en 2017 a través de elecciones primarias.


2,1 millones de electores votaron blanco o nulo

Marine Le Pen no dio formalmente ninguna consigna de voto a sus electores cara a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, pero una parte considerable de ellos parece haber seguido al pie de la letra su recomendación de votar en blanco (aun cuando en Francia los votos blancos son equiparados a los votos nulos y no son contabilizados). Si en la primera vuelta, la suma de votos blancos y nulos fue de 701.190 (el 1,9%), en la segunda ascendió de forma fulgurante a 2,1 millones (el 5,8%). La reacción de los votantes del ultraderechista Frente Nacional ha sido, pues, fundamental en la derrota de Nicolas Sarkozy, quien el domingo se quedó 1,2 millones de votos por detrás de François Hollande.




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