domingo, 27 de mayo de 2012

El vacío de Sarkozy... quiere ser llenado

La tregua habrá durado dos semanas en el seno de la derecha francesa. La paz armada firmada por los principales barones de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) con el fin de no malograr la campaña de las elecciones legislativas –para cuya primera vuelta faltan 14 días– no ha resistido la tensión del vacío. Nicolas Sarkozy no está ni se le espera. Derrotado en las elecciones presidenciales frente al socialista François Hollande, forzado a una retirada inesperada y prematura, el ex presidente francés ha abandonado las riendas del partido que tomó al asalto en 2004. Quizá algún día regrese, pero eso no es para mañana. Y mientras tanto, la UMP deberá buscar otro líder: el próximo mes de septiembre, un congreso del partido elegirá a un nuevo presidente, cargo que quedó vacante tras el ascenso de Sarkozy al Elíseo en 2007.

La lucha interna por hacerse con el liderazgo del gran partido de la derecha francesa, cara a las elecciones presidenciales de 2017, promete ser dura y sin cuartel. François Fillon ha sido el primero en dar un paso adelante y esta semana ha presentado batalla. El ex primer ministro de Sarkozy ha desatado las hostilidades contra su rival, el secretario general de la UMP, Jean-François Copé, aún a riesgo de aparecer como el responsable de una guerra que puede conducir a la derecha a una segunda derrota electoral. Diversas figuras del partido, empezando por los también ex primeros ministros Alain Juppé y Jean-Pierre Raffarin, han lamentado esta situación y han llamado a mantener la paz y la unidad.

Pero esa paz y esa unidad, nuevamente reafirmadas ayer en un seminario del partido en París, no son más que fachada. Por debajo, cada campo trabaja para erosionar al contrario. Si Fillon ha salido a la palestra es porque su principal rival amenazaba con utilizar su plataforma de la secretaría general para erigirse en la única voz de la derecha y en el líder de la oposición a Hollande.

François Fillon, sin explicitar su intención de optar a la presidencia del partido, lo ha dado claramente a entender esta semana. En una entrevista publicada el viernes por Le Figaro Magazine –pero calculadamente filtrada el miércoles–, el ex primer ministro aseguraba que “tras la marcha de Nicolas Sarkozy no hay un líder natural en la UMP” y anunciaba su intención de “participar plenamente en la competición” por el nuevo liderazgo.

Acusado por Copé y los suyos de haber declarado la guerra, Fillon contestó el jueves en una entrevista en RTL criticando la “hipocresía” de sus rivales y recordando al secretario general que “no puede pretender ser el líder de la UMP sin que haya habido un debate democrático y se hayan pronunciado los militantes”.

Antiguo chiraquista, Copé, de 48 años, aspira sin ambages a erigirse en el nuevo líder de la derecha francesa y en el candidato al Elíseo dentro de cinco años, para lo que pretende utilizar como catapulta –como hiciera Sarkozy– la jefatura de la UMP que logró en 2010. Al frente de un grupo de cuadragenarios autodenominados los mosqueteros –François Baroin, Luc Chatel, Christian Jacob, Bruno Le Maire y Valérie Pécresse–, abandera el ascenso al poder de una nueva generación.

Frente a ellos, Fillon, de 58 años, pretende encarnar el retorno a un gaullismo social. En su favor tiene a la opinión pública –el 44% de los franceses lo prefiere a Copé (12%)–, lo que puede darle ventaja si la UMP celebra elecciones primarias abiertas para elegir a su candidato en 2017.






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