lunes, 7 de mayo de 2012

Europa mira a Francia

 Todos los ojos de Europa están puestos hoy en Francia, donde 46 millones de electores se disponen a decidir el futuro de 502 millones de europeos. Unos observan con inquietud, otros –los más– con esperanza. Pocas veces el resultado de las elecciones presidenciales francesas ha generado tantas expectativas. Pocas veces ha podido tener tantas consecuencias. El resultado de la segunda vuelta que enfrenta hoy a Nicolas Sarkozy y François Hollande puede cambiar radicalmente el equilibrio de fuerzas en el seno de la Unión Europea y poner seriamente en entredicho la asfixiante –“suicida”, según el premio Nobel de economía Paul Krugman– política de austeridad dictada con inflexibilidad prusiana por Berlín a Europa entera, a la que ha sumido en la recesión.

Si, como vaticinan todos los sondeos, es el socialista François Hollande quien sale elegido esta noche presidente de la República, la canciller alemana, Angela Merkel, se quedará sin su más fiel –e imprescindible– aliado en Europa. La pareja Merkozy, martillo de griegos e italianos, inspiradora del tratado europeo de Disciplina presupuestaria, habrá pasado a la historia. Pero incluso si Nicolas Sarkozy lograra la hazaña de desmentir a las encuestas y amarrar su reelección, las cosas no podrán seguir como antes. El presidente francés se verá forzado –como ya se ha visto obligado durante la campaña electoral– a asumir la exigencia de adoptar medidas de relanzamiento económico a nivel europeo.

“Nuestro deber, mi responsabilidad, es que la victoria del 6 de mayo sea sentida en toda Europa como un momento de esperanza, de confianza, de resurgimiento posible”, clamó en su último gran mitin, la tarde del jueves en Toulouse, el candidato socialista, quien aseguró que “de Grecia, de Portugal, de España, de Italia” le han llegado mensajes de aliento.

Si Hollande es hoy elegido presidente, enviará inmediatamente una carta al resto de jefes de Estado y de Gobierno europeos con un memorándum exponiendo sus propuestas, que básicamente se resumen en una: aprobar un plan de inversiones a escala europea –en infraestructuras, investigación e innovación– para relanzar la economía. Para financiar este plan de corte keynesiano –algo imposible desde unas finanzas nacionales exangües–, el líder socialista propone emitir deuda europea (euro-obligaciones, no destinadas en ningún caso a financiar la deuda de los Estados), instaurar la tasa sobre la transacciones financieras, reforzar el papel del Banco Europeo de Inversiones y recuperar la parte infrautilizada de los fondos estructurales.

Hollande no cuestiona en sí misma la política de disciplina presupuestaria ni la necesidad de reducir el déficit hasta lograr el equilibrio presupuestario (cosa que el candidato socialista fija en el horizonte de 2017). En el mismo mitin de Toulouse aseguró que, bajo su presidencia, Francia no irá a pedir a sus socios europeos que le dejen desviarse de sus obligaciones de enderezamiento de las cuentas públicas.

Pero de la misma forma, y con la misma claridad, exige que la disciplina sea complementada con un plan de relanzamiento del crecimiento, bajo la amenaza –seria– de no ratificar el tratado de Disciplina presupuestaria. La perspectiva de una victoria de Hollande ha empezado a mover las cosas y desde el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, hasta la propia canciller Angela Merkel, quien más quien menos ha puesto la cuestión de la política de relanzamiento en la agenda europea. Otra cosa es que no todo el mundo piense en los mismos medios o en las mismas recetas.

El debate, en cualquier caso, está ya abierto. Y los socialistas franceses confían en encontrar aliados en Europa para obligar a a Berlín a flexibilizar su postura. De entrada, el PS francés cuenta con el apoyo de los socialdemócratas alemanes –que son claves asimismo para la ratificación del tatado en Alemania–, pero sobre todo espera atraer a sus postulados a los gobiernos conservadores de España e Italia, países a los que la austeridad drástica ha empujado a la recesión y ha puesto en serias dificultades para cumplir los objetivos de déficit.

La evolución de la crisis de la zona euro va a depender también mucho de las decisiones que tome el nuevo presidente francés a nivel interior. Con una deuda pública de 1,7 billones de euros y un déficit del 5,2%, combinado con un crecimiento económico positivo pero débil y un déficit comercial abisal, la situación de Francia está lejos de ser boyante. Numerosos son los economistas que consideran que, ya sea Hollande o Sarkozy, el nuevo presidente deberá tomar decisiones drásticas en materia de reducción del gasto, algo que ha quedadado bastante difuminado –en cuanto a su concreción– durante la campaña electoral. Sobre todo en el caso del candidato socialista.[


Recolocaciones urgentes

El historiador Camille Pascal, consejero del presidente Nicolas Sarkozy en el Elíseo, fue nombrado en el Consejo de Ministros del pasado jueves –el último del quinquenato– miembro del Consejo de Estado. Desde el mes de enero cerca de 120 consejeros ministeriales han buscado una nueva colocación. Por si acaso...


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