miércoles, 9 de mayo de 2012

La derecha sueña con la cohabitación

“Una nueva cohabitación sería un buen follón”. Las palabras de Ségolène Royal tienen la virtud de describir con claridad las consecuencias de una eventual victoria de la derecha en las elecciones legislativas del 10 y 17 de junio próximos. Una nueva cohabitación, concepto que los franceses han universalizado como la coincidencia en el poder de un presidente de la República y un Gobierno de tendencia opuesta, es justamente lo que busca forzar el partido del derrotado Nicolas Sarkozy, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), con el argumento de que es preciso salvaguardar el “equilibrio” de poderes y evitar el monopolio del Partido Socialista.

Francia ha vivido tres cohabitaciones: en 1986-1988 (con Francois Mitterrand como presidente y Jacques Chirac como primer ministro), 1993-1995 (de nuevo con Mitterand, esta vez con Édouard Balladur) y 1997-2002 (con Chirac en el Elíseo y Lionel Jospin). Y en las tres ocasiones el presidente se ha visto lógicamente maniatado.

Precisamente para que no se repitiera algo así, Chirac impulsó en 2000 con un referéndum la reforma que redujo el mandato presidencial de siete a cinco años –alineándolo con el del Parlamento– y situando en el calendario las elecciones legislativas justo tras las presidenciales.

La misma noche de su elección, François Hollande hizo un llamamiento a los ciudadanos franceses para que respalden su triunfo con una mayoría amplia en la Asamblea Nacional. Si en junio se repitieran los resultados del 6 de mayo, el PS podría ganar de largo en más de 300 de las 577 circunscripciones, lo que le aseguraría a priori la mayoría. Pero la lógica de las legislativas es muy diferente de la segunda vuelta de las presidenciales. El riesgo de cohabitación –para lo cual debería vencer la UMP– no parece inminente, pero sí el de una mayoría insuficiente.

Varios sondeos aparecidos en los dos últimos días vaticinan un resultado bastante ajustado para el PS, que ganaría a la UMP por 31% a 30% (CSA e Ifop) o 35% a 33% (BVA). “La relación de fuerzas. a cinco semanas de las elecciones, es más ajustada de lo que se hubiera podido creer”, subrayaba ayer en Le Figaro el politólogo Pascal Perrineau.




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