miércoles, 30 de mayo de 2012

Hollande y el continente enfermo

Europa debe levantar la cabeza y puede hacerlo. Este es el mensaje que François Hollande lanzó anoche en su primera entrevista televisiva desde su toma de posesión como presidente de la República el pasado 15 de mayo. “No puedo aceptar que Europa sea mirada como un continente enfermo”, afirmó Hollande, quien recordó que la UE “es la primera potencia económica del mundo, tiene una moneda fuerte que debe defender y una capacidad de inversión muy importante”. “No podemos dejar que nos miren con piedad”, subrayó en alusión a la última reunión del G-8 en Camp David, a la que asistió por primera vez.
El presidente francés insistió en la necesidad de tomar medidas “inmediatas” –y no únicamente a largo plazo– para relanzar el crecimiento económico y se mostró convencido de que con la canciller, Angela Merkel, pese a las divergencias de partida, será posible “encontrar una vía de compromiso”. Hollande consideró imprescindible el papel motor de la pareja franco-alemana –dentro de la cual, subrayó, “hay que buscar un buen equilibrio”–, pero advirtió que debe contarse también con el resto de socios europeos: “Necesitamos a los otros, no podemos apartarles”, dijo en una velada crítica a la manera de conducirse de la pareja Merkozy.

En materia de política exterior, Hollande confirmó su decisión –“comprendida”, aseguró, por los aliados de Francia– de anticipar la retirada de Afganistán.

Y en lo concerniente al caso de Siria –cuya embajadora en París ha decidido expulsar– expresó su determinación de trabajar por un endurecimiento de las sanciones internacionales contra el régimen de Bachar El Asad. Preguntado por una posible intervención militar –como pide ya el inspirador de la intervención en Libia, el escritor y filósofo Bernard-Henri Lévy–, el presidente francés no la descartó: “Una acción militar no está excluida”, dijo, aunque a condición de que fuera en el marco de la ONU. De todos modos, dada la postura de Rusia y China –defensores de Damasco– abogó por buscar “otra vía no forzosamente militar”.

El presidente “normal” no llamó anoche a los periodistas al Elíseo, sino que se desplazó él mismo al plató de France 2, la tele pública. Una manera –como la de viajar a Bruselas en tren– de marcar distancias respecto a su antecesor, Nicolas Sarkozy, y subrayar una presidencia “simple”, “ejemplar” y “respetuosa”.

Hollande no hizo anoche grandes anuncios, y menos aún los dolorosos. El presidente aseguró que será posible reducir el déficit como está previsto y a la vez cumplir todas sus promesas electorales. Para lo cual, avanzó, “será necesario hacer esfuerzos, pero justamente repartidos”. La concreción, sin embargo, no vendrá hasta después de las elecciones legislativas del 10 y 17 de junio.

Los socialistas, empujados por la inercia de las eleccions presidenciales parten en principio como favoritos, pero con una ventaja muy corta. Un sondeo realizado por Ipsos para varios medios de comunicación franceses atribuye al PS y sus aliados ecologistas una intención de voto del 37%, al que podrá sumarse con seguridad el 8% del Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélénchon, mientras que la UMP quedaría ligeramente por detrás con un 35%. El Frente Nacional, por su parte, obtendría un 15%. Hollande no se abstuvo anoche de pedir a los franceses una “mayoría amplia, sólida y coherente” para poder aplicar su programa.


Ayrault aborda el diálogo social

El nuevo Gobierno de Hollande abordó ayer la primera toma de contactos con los interlocutores sociales. El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, y los titulares de Trabajo, Asuntos Sociales, Recuperación productiva y Función Pública –Michel Sapin, Marisol Touraine, Arnaud Montebourg y Marylise Lebranchu–, recibieron uno por uno, durante una jornada maratón, a los líderes de los sindicatos y las organizaciones patronales, con el fin de iniciar el diálogo, que debe culminar en una cumbre social antes de la Fiesta Nacional del del 14 de julio. El Ejecutivo ha prometido que toda reforma en materia económico-social se hará a través de un proceso previo de concertación. Cada participante puso el acento en sus respectivas preocupaciones. Los sindicatos pidieron ayuda ante la previsible cascada de planes de reestructuración de plantilla que se preparan, así como condiciones no restrictivas para el retorno a la jubilación a los 60 años para quien haya empezado joven a trabajar y haya cotizado 41 anualidades. La patronal pidió que no aumente el salario mínimo.




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