El presidente francés insistió en la necesidad
de tomar medidas “inmediatas” –y no únicamente a largo plazo– para relanzar el
crecimiento económico y se mostró convencido de que con la canciller, Angela
Merkel, pese a las divergencias de partida, será posible “encontrar una vía de
compromiso”. Hollande consideró imprescindible el papel motor de la pareja
franco-alemana –dentro de la cual, subrayó, “hay que buscar un buen
equilibrio”–, pero advirtió que debe contarse también con el resto de socios
europeos: “Necesitamos a los otros, no podemos apartarles”, dijo en una velada
crítica a la manera de conducirse de la pareja Merkozy.
En materia de política exterior, Hollande
confirmó su decisión –“comprendida”, aseguró, por los aliados de Francia– de
anticipar la retirada de Afganistán.
Y en lo concerniente al caso de Siria –cuya
embajadora en París ha decidido expulsar– expresó su determinación de trabajar
por un endurecimiento de las sanciones internacionales contra el régimen de
Bachar El Asad. Preguntado por una posible intervención militar –como pide ya
el inspirador de la intervención en Libia, el escritor y filósofo Bernard-Henri
Lévy–, el presidente francés no la descartó: “Una acción militar no está
excluida”, dijo, aunque a condición de que fuera en el marco de la ONU. De
todos modos, dada la postura de Rusia y China –defensores de Damasco– abogó por
buscar “otra vía no forzosamente militar”.
El presidente “normal” no llamó anoche a los
periodistas al Elíseo, sino que se desplazó él mismo al plató de France 2, la
tele pública. Una manera –como la de viajar a Bruselas
en tren– de marcar distancias respecto a su antecesor, Nicolas Sarkozy, y
subrayar una presidencia “simple”, “ejemplar” y “respetuosa”.
Hollande no hizo anoche grandes anuncios, y
menos aún los dolorosos. El presidente aseguró que será posible reducir el
déficit como está previsto y a la vez cumplir todas sus promesas electorales.
Para lo cual, avanzó, “será necesario hacer esfuerzos, pero justamente
repartidos”. La concreción, sin embargo, no vendrá hasta después de las
elecciones legislativas del 10 y 17 de junio.
Los socialistas, empujados por la inercia de
las eleccions presidenciales parten en principio como favoritos, pero con una
ventaja muy corta. Un sondeo realizado por Ipsos para varios medios de
comunicación franceses atribuye al PS y sus aliados ecologistas una intención
de voto del 37%, al que podrá sumarse con seguridad el 8% del Frente de
Izquierda de Jean-Luc Mélénchon, mientras que la UMP quedaría ligeramente por
detrás con un 35%. El Frente Nacional, por su parte, obtendría un 15%. Hollande
no se abstuvo anoche de pedir a los franceses una “mayoría amplia, sólida y
coherente” para poder aplicar su programa.
Ayrault aborda el diálogo social
El nuevo Gobierno de Hollande abordó ayer la
primera toma de contactos con los interlocutores sociales. El primer ministro,
Jean-Marc Ayrault, y los titulares de Trabajo, Asuntos Sociales, Recuperación
productiva y Función Pública –Michel Sapin, Marisol Touraine, Arnaud Montebourg
y Marylise Lebranchu–, recibieron uno por uno, durante una jornada maratón, a
los líderes de los sindicatos y las organizaciones patronales, con el fin de
iniciar el diálogo, que debe culminar en una cumbre social antes de la Fiesta
Nacional del del 14 de julio. El Ejecutivo ha prometido que toda reforma en
materia económico-social se hará a través de un proceso previo de concertación.
Cada participante puso el acento en sus respectivas preocupaciones. Los sindicatos
pidieron ayuda ante la previsible cascada de planes de reestructuración de
plantilla que se preparan, así como condiciones no restrictivas para el retorno
a la jubilación a los 60 años para quien haya empezado joven a trabajar y haya
cotizado 41 anualidades. La patronal pidió que no aumente el salario mínimo.
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