domingo, 9 de marzo de 2014

Una Liga en manos de oligarcas

La liga de fútbol francesa es, más que nunca, una cosa de dos. De dos extranjeros. La tabla de clasificación de la primera división no deja lugar a dudas: en cabeza, con una clara ventaja sobre los demás, se destacan el París Saint-Germain (PSG) y el AS Mónaco, los dos equipos más fuertes y con una plantilla más completa del campeonato. Las dos principales estrellas –y las mejor pagadas, 807.000 y 1.200.000 euros al mes netos, primas aparte–, Zlatan Ibrahimovic y Falcao, juegan en sus filas. Para ambos clubes, el dinero no es hoy ningún problema. Pero en ambos clubes se trata de dinero foráneo: qatarí en el primer caso, ruso en el segundo.

El primero en llegar a los campos de fútbol franceses fue el Emirato de Qatar, que en el verano del 2011 se hizo con la propiedad del PSG –hasta ese momento en manos del fondo de inversiones Colony Capital– a través de la sociedad Qatar Sport Investments (QSI). Su presidente, Naser Al Jelaifi –quien al principio no hablaba ni una palabra de francés–, es hoy también el presidente del club. Los petrodólatres del emirato –que de paso se ha hecho con una parte del pastel televisivo francés a través del canal BeIn Sport, del grupo Al Jazira– han permitido al histórico Paris Saint Germain convertirse en el primer equipo de Francia.

La temporada pasada, tras 19 años en dique seco. el PSG ganó la Liga por tercera vez en su historia. Y ahora mismo va lanzado hacia su cuarta victoria, además de tener un pie en los cuartos de final de la Liga de Campeones tras golear a domicilio al Bayer Leverkusen (0-4) el 18 de febrero.

Los intereses de Qatar en Francia no se limitan, sin embargo, al fútbol. El emirato y la familia real qatarí tienen participaciones en algunas de las principales empresas francesas –France Télécom, Lagardère, LVMH, Suez Environnement, Total, Veolia, Vinci, Vivendi...–, y posee inmuebles en los barrios más caros de París.

Pero el PSG no está solo. A finales del mismo año 2011, un ángel salvador llamó a la puerta del AS Monaco –en aquel momento, en el último puesto de la segunda división francesa y a punto de la quiebra– y le abrió las puertas del cielo. El multimillonario ruso Dimitri Ribolóvlev se hizo con la propiedad del club, hasta entonces en manos de la Société des Bains de Mer (SBM) –participada por el Principado–, por un euro simbólico y empezó a invertir. 

Médico de provincias convertido en oligarca gracias a la compra de la empresa minera Uralkali –que luego fue amablemente empujado a vender por el régimen–, Ribolóvlev es hoy la 147ª fortuna mundial, según Forbes, que le tribuye un patrimonio de 6.350 millones de euros. De su mano, el AS Monaco consiguió el año pasado regresar a la primera división y en su primera temporada ha conseguido situarse en el segundo puesto del podio, ocho puntos –eso sí– por detrás de los intratables parisinos.


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