miércoles, 5 de marzo de 2014

Apología de la yihad

Nació en Normandía hace 27 años con el nombre de Romain Letellier. Pero siete años atrás –como tantos otros franceses– decidió convertirse al islam y rebautizarse como Abu Siyad Al-Normady, o sea, “el padre de Siyad, de Normandía”. Ayer se sentó en el banquillo de los acusados del Tribunal Correccional de París por un presunto delito de apología del terrorismo y la yihad a través de internet. Se trata de la primera vez que este delito, introducido por le ley antiterrorista de diciembre del 2012 –aprobada a raíz de los asesinatos del islamista Mohamed Merah en Toulouse y sus alrededores–, se juzga en Francia.

El endurecimiento de la legislación antiterrorista y, particularmente, la introducción del delito de apología –que hasta entonces no existía en Francia–, fue la consecuencia de comprobar que Mohamed Merah encarnaba un nuevo tipo de terrorista, una suerte de lobo solitario, desvinculado de toda estructura organizada, que se había radicalizado en gran medida a través de internet. El joven terrorista de Toulouse acabó en marzo del 2012 con la vida de siete personas, tres soldados y cuatro judíos, tres de ellos niños. Impulsada inicialmente por Nicolas Sarkozy, la nueva ley antiterrorista fue recuperada y aprobada ya bajo François Hollande.

En el terreno de la propaganda a través de internet, Abu Siyad Al-Normandy había sido, hasta su detención el pasado 17 de septiembre, particularmente activo. En febrero del 2012 el joven se inscribió en el foro del sitio web Ansar Al-Haqq –uno de los más populares entre los islamistas francófonos–, se incoporó poco después al equipo de moderadores y fue ascendiendo rápidamente hasta convertirse en el jefe, el emir... A partir de esta plataforma, que desde su creación ha recibido 4.000 inscripciones –685 de las cuales siguen activas– y ha canalizado el intercambio de unos 100.000 mensajes, Letellier tradujo al francés y dinfudió el contenido de la revista Inspire, una publicación en inglés creada por Al Qaeda para hacer proselitismo. En ella pueden encontrarse desde instrucciones para montar una bomba hasta los canales para poder contactar con Al Qaeda. Lo mensajes de Letellier desvelan asimismo, según la acusación, un claro compromiso ideológico con la organización terrorista que perpetró los atentados del 11-S y legitiman la violencia.

La revista Inspire aparece de forma recurrente, como una fuente fundamental de información, en casi todos los casos de yihadistas “autorradicalizados”. Este fue el caso de Jérémy-Louis Sidney, muerto por la policía en octubre del 2012 en Estrasburgo, cabecilla de un grupo de media docena de yihadistas conversos.

Letellier, como ha quedado dicho, es también un converso. Vecino de Hérouville-Saint Clair, en la periferia de Caen (Baja Normandía), se convirtió al islam a los 20 años. Casado religiosamente –es decir, de forma no reconocida por la ley– con una franco-marroquí, vivía tranquilamente gracias a las ayudas sociales sin que nunca hiciera nada que llamara la atención de la policía.

En el caso de Romain Letellier-Abu Siyad Al-Normandy, los únicos cargos que hay contra él se centran en su actividad de propagandista en la web Ansar Al-Haqq, que él mismo ha reconocido. Ninguna vinculación con un grupo yihadista organizado ni con nigún atentado terrorista ha podido se establecida. Así lo subrayó ayer su abogado, Thomas Klotz, quien remarcó que su defendido sólo ha actuado como moderador de un sitio de internet. “Mi cliente no tiene nada de yihadista, se le juzga exclusivamente por un delito de opinión”, afirmó. Su infracción puede costarle, de todos modos, una condena de hasta cinco años de prisión y 45.000 euros de multa.


Los franceses añoran a DSK

Dominique Strauss-Kahn, apartado de la política por sus escándalos sexuales, aparece en cabeza (con el 56%) de las preferencias de los franceses cuando sobre las personalidades que podrían hacerlo mejor que François Hollande, seguido de Alain Juppé, Nicolas Sarkozy y Manuel Valls. Así lo constata un sondeo de BVA que, ante tan inesperado resultado, fue guardado en un cajón por Le Parisien.







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