París respira
mejor. El episodio de contaminación extrema que ha sufrido durante una semana
la capital francesa, debido a una anormal concentración de micropartículas en
el aire –favorecida por las elevadas temperaturas y la ausencia de viento–, ha
empezado a quedar atrás. Pero el fenómeno, que condujo al Gobierno a prohibir
el lunes la circulación de la mitad del parque automovilístico, es sólo el
exponente más grave de un problema que se arrastra desde hace años y que ha
llevado a la Comisión Europea a denunciar a Francia por incumplimiento reiterado
de las directivas comunitarias. A sólo cuatro días de la primera vuelta de las
elecciones municipales, el próximo domingo, el problema de la contaminación,
hasta ahora prácticamente ausente, está centrando la recta final de la campaña.
La semana pasada, la concentración en París y su conurbación
de las peligrosas micropartículas PM10 y PM2,5, tan finas –entre seis y ocho
veces más que un cabello– que pueden llegar a circular por la sangre, alcanzó
niveles intolerables de hasta 120 microgramos por metro cúbico de aire. Pero
sin llegar a tanto, los niveles considerados aceptables son sobrepasados
continuamente...
La directiva europea sobre la calidad del aire, aprobada en
el 2005, fija los límites de concentración de partículas permitidos en 40
microgramos de media diaria al cabo del año y 50 microgramos diarios durante un
máximo de 35 días al año, algo que es sobrepasado sistemáticamente por varias
ciudades francesas: París en primer lugar, pero también Lyon y Marsella. Según
el Ministerio de Ecología, 12 millones de franceses están expuestos anualmente
a concentraciones excesivas de este contaminante, que sería responsable de
42.000 muertes prematuras en todo el país.
Después de varias amonestaciones a este respecto, la
Comisión Europea decidió el mes pasado denunciar a Francia por incumplimiento
de la normativa ante el Tribunal de Justicia de la UE, lo que podría acarrearle
el pago de una multa millonaria.
El último informe del organismo público Airparif,
correspondiente al año 2012, alertaba ya de que tres millones de habitantes de
la región de Île-de-France –uno de cada cuatro– sufren exposiciones a
contaminantes por encima de lo tolerable. La situación, según el informe, es
“recurrente” y apenas ha sufrido variación en los últimos años. El problema es
especialmente grave en lo que concierne a las partículas finas y al dióxido de
nitrógeno (NO2). Tras la publicación de este informe, hace ahora un año, un
grupo de médicos generalistas de París lanzó un llamamiento a las autoridades
reclamando una actuación urgente para poner fin a una “situación inquietante
que atenta contra la salud de la población”. Pero desde entonces, apenas nada
ha cambiado.
La meteorología ha querido que el episodio de contaminación
de la semana pasada coincidiera con la campaña de las elecciones municipales,
lo que ha colocado el problema –al menos momentáneamente– en la agenda
política. Las dos principales candidatas a la alcaldía de París, la socialista
Anne Hidalgo y la conservadora Nathalie Kosciusko-Morizet se han lanzado duras
acusaciones mutuas estos días sobre su presunta responsabilidad en el fomento
del diésel, combustible señalado como uno de los focos más importantes –junto a
la industria y la calefacción de leña– de emisión de partículas.
Hidalgo acusó a Kosciusko-Morizet de haber permitido el
favorecimiento fiscal del diésel cuando era ministra de Ecología, mientras que
–acusada a su vez por su rival– trataba de falsear la posición de los
socialistas en la reciente compra de 300 nuevos autobuses para París... en
diésel. Ello ha permitido que se escuche por primera vez al candidato
ecologista, Christophe Najdovski, hasta ahora apenas audible.
¿Micropartículas de Alemania?
Algunos medios de comunicación se han preguntado estos días
hasta qué punto una parte de la contaminación por micropartículas no ha sido
traída por el viento desde Alemania, que está potenciando las centrales de
carbón. Según Airparif, aunque el 39% de las partículas acostumbra a llegar de
fuera, este episodio de polución era debido sobre todo al tráfico.
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