Paul Bismuth es
un agente inmobiliario israelí. Pero no únicamente. Paul Bismuth es también la
falsa identidad tras la que el ex presidente francés, Nicolas Sarkozy, había
ocultado la existencia de un segundo teléfono móvil para escapar a las escuchas
judiciales. Salvo que este teléfono había sido también intervenido y ha
permitido descubrir un presunto caso de tráfico de influencias. Nuevos
extractos de estas grabaciones, difundidos la noche del martes por el diario
digital Mediapart, confirman hasta qué punto Sarkozy, a
través de su abogado Thierry Herzog, utilizaba los servicios del magistrado
Gilbert Azibert, abogado general en la cámara civil del Tribunal de Casación
para tener información de primera mano sobre los debates de este tribunal en el
caso Bettencourt. Y, más allá, tratar de influir sobre su decisión respecto a
la validez como pruebas de las agendas oficial y personal de Sarkozy en su
etapa en el Elíseo.
Los extractos corresponden a siete conversaciones mantenidas
por Sarkozy y Thierry Herzog entre el 28 de enero y el 11 de febrero pasados.
En ellas, ambos parecen persuadidos de que han escapado a toda vigilancia.
hasta el punto de que el ex presidente sugiere al letrado la conveniencia de
mantener una conversación banal y aséptica sobre el caso Bettencourt a través
de la línea de teléfono oficial –la pinchada– para no levantar sospechas.
Achivada la causa contra él en el caso Bettencourt, Sarkozy
estaba muy interesado de todos modos en neutralizar jurídicamente sus agendas,
a fin de que no pudieran ser utilizadas en otros affaires, como el caso Tapie o el de la presunta
financiación de su campaña electoral por Gadafi. Finalmente, el Tribunal de
Casación negó la petición del ex presidente por entender que ya no era parte en
el caso Bettencourt.
Las gestiones del juez Azibert no
tuvieron éxito, pero para la justicia eso es lo de menos. En las conversaciones
interceptadas entre Sarkozy y su abogado, este último confirma que Azibert
habría hablado del asunto con otros magistrados del Tribunal de Casación, y que
pasaba información sobre el estado de la tramitación.
La noticia de que el ponente de la sentencia abrazaba las
tesis del ex presidente de la República –según las cuales las agendas estarían
protegidas por la inmunidad de que goza el jefe del Estado en el ejercicio de
su cargo– fue recibida por Herzog con satisfacción y una insultante alusión a
los jueces de instrucción de Burdeos del caso Bettencourt, a los que calificó
de “bastardos”. El abogado hablaba también en otro momento de un “corresponsal”
–confidente o topo– en la judicatura que le pasaba información.
La aparición de estos nuevos extractos debilita enormemente
la posición de Sarkozy, a quien se ve mezclado en una trama para influir en la
justicia. La portavoz del Gobierno, Najat Vallaud-Belkacem, consideró que si se
verifica es “extremadamente grave”.
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